Nueva Revista 036 > En ruta por las autopistas de la informacion
En ruta por las autopistas de la informacion
Alberto M. Arruti
Nos habla de una nueva técnica en la que se fusionan, televisión, telecomunicaciones e informática y en la que va a predominar, lo digital.
File: En ruta por las autopistas de la informacion.pdf
Número
Referencia
Alberto M. Arruti, “En ruta por las autopistas de la informacion,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/684.
Dublin Core
Title
En ruta por las autopistas de la informacion
Subject
Ciencia y Tecnología
Description
Nos habla de una nueva técnica en la que se fusionan, televisión, telecomunicaciones e informática y en la que va a predominar, lo digital.
Creator
Alberto M. Arruti
Source
Nueva Revista 036 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426
Publisher
Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.
Rights
Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved
Format
document/pdf
Language
es
Type
text
Document Item Type Metadata
Text
La red de televisión está empezando a ser considerada una pieza de museo. El futuro es el cable: las autopistas de la información transformarán de modo radical nuestra sociedad. EN RUTA POR LAS AUTOPISTAS DE LA INFORMACIÓN Por Alberto M. Arruti asta hace no muchos años aparecían como sectores distintos y absolutamente diferenciados la televisión, la informática y las telecomunicaciones. Además, nuestras tecnologías eran analógicas. Pero hoy ha irrumpido una nueva Htécnica en la que se fusionan televisión, telecomunicaciones e informática y en la que va a predominar, con carácter prácticamente exclusivo, lo digital. Este giro, este nuevo punto de vista, es lo que ha dado lugar a esa feliz expresión autopistas de la información, debida al actual vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore. Pero no se trata, y esto es lo verdaderamente importante, de una tecnología más, surgida como consecuencia del desarrollo científico, sino que se trata de algo que va a cambiar, de forma radical, nuestra organización social, desde las diversiones al trabajo, pasando por la sanidad y la enseñanza. Las autopistas de la información son comunicaciones en banda ancha. Actualmente, la mayoría de las comunicaciones están basadas en impulsos eléctricos enviados a través de cables de cobre. Por el contrario, la banda ancha actúa enviando impulsos de luz a través de filamentos de cristal o de fibras ópticas. La luz permite la transmisión de mucha más información que la corriente eléctrica y permite, además, una gama mucho mayor de frecuencias. De aquí proviene el término banda ancha. Pero, junto con estas innovaciones, se ha producido, en los últimos años, una nueva tecnología, que consiste en comprimir la información, lo que abre una nueva serie de posibilidades que apenas podemos vislumbrar. El futuro reside en el cable, de fibra óptica, y en el satélite. La red de televisión está empezando a ser considerada como un objeto arcaico. Y, ahora, vamos a exponer algunas posibilidades, de las muchas que van a tener las autopistas. Uno de los primeros servicios puede ser el de las cadenas de televisión por cable, con la misma calidad de imagen que ofrece el cine y con la posibilidad de elegir el idioma de doblaje de la banda sonora. Además, la televisión se convertirá en un medio interactivo. Otra aplicación puede residir en el teletrabajo. En muchos casos, no será necesario desplazarse a la oficina. Disponiendo de una terminal adecuada se podrán enviar gráficos, datos, textos o imágenes, por medio de la línea telefónica. Y se podrán igualmente recibir. Y todo ello tanto en el ámbito nacional, como continental y mundial. En cuanto a la sanidad, un médico podrá asesorar a un paciente, una vez recibidos una serie de datos a través del satélite o de la fibra. Y lo mismo en el campo de la enseñanza. ¿Y los puestos de trabajo? Desde la primera revolución industrial este tema está sometido a debate. Recordamos ahora a los ingenuos ludites, aquellos obreros que destrozaban los telares, porque pensaban que les quitaban puestos de trabajo. A éstos se les podría recordar que, cuando llegaron los primeros ingleses a Norteamérica, aquella enorme extensión de terreno que daría lugar, siglos más tarde, a la nación más poderosa del mundo, albergaba tan sólo a unas pocas tribus indias. Hoy da trabajo y sustento a millones de personas. Y con unas condiciones de vida muy superiores a las que tenían los indios. Si es discutible que una tecnología quite, a la larga, puestos de trabajo, parece claro que, a corto plazo, produce una distorsión del mercado laboral. Hay que acomodar masas de trabajadores a nuevos empleos, que exigen distintos conocimientos y diferentes aptitudes. Y todo ello no es fácil cambiarlo en un plazo de tiempo relativamente breve. Las autopistas de la información se van a desarrollar, entre otras razones, para crear puestos de trabajo. Al menos, eso se pretende. Así, el Libro Blanco sobre crecimiento, competitividad y empleo, presentado en 1993 por Jacques Delors, concede un lugar muy importante a la creación de grandes redes de infraestructuras de energía, transportes y telecomunicaciones para poner el progreso al servicio del empleo y la mejora de las condiciones de vida. Y, además, afirma que el enorme potencial de nuevos servicios en los ámbitos de la producción, el consumo, la cultura y el ocio creará gran número de puestos de trabajo. Y añade: El único interrogante es si se tratará de una creación estratégica de toda la Unión o de una amalgama mucho más fragmentaria y mucho menos eficaz de iniciativas individuales de los Estados miembros. También alude a que, si Europa llega tarde, nuestros proveedores de tecnologías y servicios carecerán de potencia comercial para hacerse con una parte de las enormes oportunidades que se avecinan a escala mundial. Se afirma que el mercado llevará la dirección... La primera tarea de los gobiernos consistirá en proteger las fuerzas competitivas. De todos modos, se trata de una apuesta a nivel mundial, a la que los distintos países se encuentran forzados a dar soluciones coordinadas. Red Universal de Información Esta Red Universal de Información tiene la ambiciosa idea de poder suministrar información a cualquier persona, en cualquier momento, sin ningún tipo de límites o restricciones. O sea suministrar servicios multimedia interactivos (voz, datos, textos e imágenes). Se constituye de esta forma un macrosector que, según todas las previHay que acomodar masas de trabajadores a nuevos empleos, que exigen distintos conocimientos y diferentes aptitudes siones, tendrá un efecto locomotora sobre las restantes actividades industriales y de servicio. Ha sido Estados Unidos, una vez más, el iniciador de estas actividades. En 1989, se estableció un programa dirigido por la Corporación para las Iniciativas Nacionales de Investigación, asociación de empresas sin ánimo de lucro, para unir por fibra óptica los centros de proceso de información. En 1991, el presidente Bush firmaba un Plan de Actuaciones e Informática y Comunicacioens, que incluía la creación de una Red Nacional de Educación e Investigación. Más tarde, en 1993, Clinton proponía un plan de ayuda a las nuevas tecnologías, que concedía incentivos fiscales por valor de 17.000 millones de dólares. En los presupuestos de 1998, se alcanzarán los 36.600 millones, lo que significa un crecimiento del 100 por ciento a lo largo de cinco años. Como ha sucedido siempre o casi siempre, los problemas tecnológicos acaban teniendo solución. Son más complicados los problemas económicos y políticos. La Unión Europea se ha enfrentado al reto de las autopistas de la información bajo dos principios políticos: una progresiva liberalización de las comunicaciones y conseguir un aumento del grado de competitividad entre los distintos operadores. Pero hasta este momento, pese a los esfuerzos de la Unión, los distintos países que la integran tienen unas políticas de telecomunicación claramente diferenciadas. Y no resulta fácil compatibilizarias. Además, no lo olvidemos, la idea de una Europa de dos velocidades, o de geometría variable (nuestros tiempos se encuentran tan dominados por lo tecnológico que hasta en política se utilizan términos de la mecánica) está tomando cuerpo, cada día más. Probablemente, la Europa de primera velocidad será la que consiga agruparse en torno al eje BerlínParís, en donde se cobijarán los tres países del Benelux. El problema de los contenidos Una de las características de los tiempos que vivimos es la continua aparición de nuevos productos tecnológicos. Nos encontramos en los antípodas del pensamiento de Bacon, el hombre que entregó su vida a una sola idea: estimular la afición a la ciencia como la mayor fuerza transformadora del hombre y de la Naturaleza. Ahora nos encontramos en el polo opuesto. Los avances tecnológicos empiezan a no interesar, a no saber qué hacer con ellos. Si tenemos una autopista de la información capaz de transmitir simultáneamente 500 canales de televisión o 5.000 conversaciones telefónicas, el grave problema que se presenta es cómo llenar de contenido todas esas posibilidades. Ahí reside el meollo del problema. Si programar los seis canales de televisión existentes en Madrid es una tarea ardua y difícil, ¿qué será programar 500 canales? Y el receptor, ¿cómo asimilará, o qué asimilará, de toda esa información? Un escritor italiano, Alberto Moravia, ha denunciado que una enorme cantidad de información acaba produciendo el efecto opuesto, el de la desinformación. La guerra entre las multinacionales de lo audiovisual va a residir en los contenidos, no en la infraestructura tecnológica. Hasta ahora, en la industria de los contenidos, Estados Unidos ha estado a la cabeza. Hoy se prepara, para seguir conservando esa superioridad. El que domine los contenidos habrá dominado al mundo. Lo demás es tramoya, por muy sofisticada que pueda parecer.