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Meditaciones de xochimilco

Luis Marañón

El México de la Independencia y la Revolución encara el futuro con esperanza, hacia el camino de la prosperidad. Las nuevas generaciones buscan la razón de su mestizaje racial y cultural con el propósito de asumir lo bueno de unos y otros, olvidando los prejuicios.

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Luis Marañón, “Meditaciones de xochimilco,” accessed April 27, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/587.

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Meditaciones de xochimilco

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Ensayos

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El México de la Independencia y la Revolución encara el futuro con esperanza, hacia el camino de la prosperidad. Las nuevas generaciones buscan la razón de su mestizaje racial y cultural con el propósito de asumir lo bueno de unos y otros, olvidando los prejuicios.

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Luis Marañón

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Nueva Revista 032 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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El México de la Independencia y la Revolución encara el futuro con esperanza, lleno de ilusiones, camino de la prosperidad. Una generación nueva que busca la razón de su mestizaje racial y cultural con el proposito de asumir lo bueno de unos y de otros, olvidando los viejos prejuicios. MEDITACIONES DE XOCHIMILCO Por Luis Marañón a la memoria de Rafael Calvo Serer I Preámbulo inevitable Conforme lo trajinera se desliza por las espejeantes aguas de los infinitos canales el viajero se dedica a desgranar y a perfilar los matices de su recorrido mexicano, tan reciente como impactante. Piensa para sus adentros que una demorada navegación por los jardines de Xochimilco, tan coloristas como familiares, puedan contribuir a sedimentar lo visto y escuchado a lo largo y ancho del iluminador viaje por las tierras altas y sureñas de México. Teniendo por telón de fondo el tupido follaje que se levanta apretado en las xinampas la mente del viajero va aclarando conceptos y perspectivas, al tiempo que repasa las situaciones vividas. Una suave brisa del norte se hace presente mientras el piloto de la trajinera adentra la navecilla por los canales más apartados. El silencio es vegetal y fecundo, y sólo se ve interrumpido, muy de vez en cuando, por los distantes ecos de un mariachi o de una marimba. El agua siempre quieta y acogedora. Provoca el viajero un desvío de ruta para aposentar la embarcación en un inmenso plantón de nenúfares. Nada se mueve y nada le distrae, en el sosiego de la media tarde. Pronto se apercibe el viajero de que el rosario de meditaciones surge pegado a la realidad y sin prisas, pero, también, sin pausas. No hay lugar para las metáforas ni es tiempo de echar en cara antañones prejuicios y resabios. La realidad se le presenta al viajero desnuda y de cuerpo entero, y piensa que México y los mexicanos viven un momento histórico trascendental pues afecta a lo políticoinstitucional y a lo económicosocial. Confía el viajero en que la vitalidad mexicana afronte la encrucijada con su valentía tradicional y con la mirada puesta en el futuro: un desaforado e incompleto culto a la historia pasada no suele ser buen consejero a la hora de analizar los problemas reales y de proyectar las soluciones más adecuadas. La realidad del México de hoy es compleja, acumulativa y exigidora en imaginación, coraje y acciones perseverantes. Una fiesta tradicional de las comunidades indígenas del Valle de Oaxaca es la Gualaguetza. En la majestuosa ciudad de Oaxaca, fundada en 1522 como Antequera por Pizarra y otros conquistadores enviados por Cortés, se celebra este acontecimiento festivo en el que quince comunidades del bellísimo Valle se reúnen para bailar las danzas típicas de sus respectivos pueblos. Es un encuentro cargado de esencialidad y colorido, en el que prima la generosidad, la entrega de ofrendas. Las palabras del viajero quieren sumarse, por tanto, a esta festividad, aspiran a ser una guelaguetza escrita desde la otra orilla. Momentos antes de abandonar la silenciosa embarcación por la espesura de los jardines de Xochimilco ve el viajero gatear unas sombras fragmentadas y huidizas: son las sombras de los tapados, los posibles aspirantes a la carrera presidencial del año 1994. Cuando las meditaciones enhebradas con placidez comienzan a posarse en las páginas en blanco las borrosas figuras de los candidatos a PresiEl antiguo virreinato de Nueva España está en ebullición y se aprecia un decidido brillo de ilusión en la mirada de sus habitantes dente de México no se han destapado ni han cobrado cuerpo, todavía. Pero las meditaciones no pueden esperar y piden paso al viajero narrador, derramándose con prontitud y poderoso aliento. Por eso el viajero no deja que se estanquen, inútilmente. Como dijo Italo Calvino en uno de sus cuentos son las palabras de mis pensamientos. I Primera Tras el parón producido por los sexenios de los Presidentes Echeverría y López Portillo, México viene avanzando a buen tranco desde 1982. El antiguo virreinato de Nueva España está en ebullición y se aprecia un decidido brillo de ilusión en la mirada de sus habitantes. También ganas de trabajar, síntoma evidente de que se quiere romper con los esquemas estatalistas y subsidiados nacidos al socaire revolucionario de 1910. Comprobado ese impulso colectivo, produce una desagradable comezón los reiterados avisos que le propinan al viajero: ojo con beber agua del grifo; bebe sólo agua embotellada; cuidado con las comidas picantes y las ensaladas; no dejes nada de valor en la habitación del hotel; no se te olvide pagar un 1015% de propina, que ésta no está incluida en la factura; aclara el precio de la carrera antes de subirte a un taxi y siempre tira por lo bajo, que los taxistas piden de más; mira bien antes de cruzar, que los conductores atacan a los peatones; ¡ojo!, que como te vean con cara de turista despistado te asaltarán grandes y menores, unos detrás de otros, solicitándote unos pesos. Al hilo de los consejos y cautelas recibidos, el viajero confiesa abiertamente y sin vergüenza alguna, que en ningún momento del périplo pudo superar las abrasadoras enchiladas y demás especias picantes. Sin embargo recupera la tranquilidad cuando le viene a la memoria la frase leída en una de las deliciosas novelas de Jorge Ibargüengoitía que dice así: Un ejército de criados sirvió los catorce platillos, todos indigestos. Las traidoras amebas pueden respirar tranquilas y a sus anchas. I Segunda A mediados del siglo pasado, los norteamericanos se quedaron, por cuatro cuartos, con un millón de kilómetros cuadrados de territorio mexicano; hoy conforman los estados de Texas, Arizona, California, Nuevo México, Utah, Nevada y Colorado. La pequeña y absurda guerra del General López de Santa Anna el héroe de Tampico y del Alamo, el llamado dictador perpetuo, tales eran los pomposos títulos otorgados por el común fue el causante del desaguisado y de colmar las apetencias norteamericanas. Su derrota ante el General Houston trajo el Texas independiente en 1836. La traca final vino de la mano del Tratado de GuadalupeHidalgo en 1848: a México se le robó un tercio de su suelo. Esa inmensa tierra vacía que es el México actual 31 Estados y el Distrito Federal; dos millones de kilómetros cuadrados y ochenta y cinco millones de habitantes es espectacular y poderosamente atractiva. También es pródiga en recursos naturales y en retazos arquitectónicos, tanto civiles como religiosos, de distintas épocas. Lástima que algunos paisajes urbanos se encarguen de deslucir las piedras y los trazados antiguos. El tono agrisado de las poblaciones de aluvión, los depósitos de agua sobre las azoteas y los socavones de las carreteras secundarias, delatan que hacen falta ingentes recursos económicos, públicos y privados, por invertir en infraestructuras básicas. Gracias al Programa Nacional de Solidaridad se han dedicado, de 1989 a 1993, más de once mil millones de dólares en este renglón. Me temo que van a necesitarse muchísimos más y durante bastantes años: los mexicanos crecen al 29% anual, sin contar con los que habitan al otro lado de la frontera con Estados Unidos. Los posibles inversores se van a ver obligados a tener en cuenta que los mexicanos son un gentío... y va a continuar siéndolo en el futuro. El Secretario de Hacienda lo ha dicho recientemente con una expresión muy por lo fino: existen condiciones estructurales de atraso y segmentación que impiden que los mercados sean canales eficientes para la transmisión de información relevante y asignación de recursos. El viajero se muestra conforme con la aseveración y estímulo a que se faciliten las condiciones necesarias para su cumplimiento. | Tercera Observa el viajero que la Prensa mexicana combate acertadamente con artículos durísimos los problemas de la higiene nacional. No es de recibo la falta de salubridad en infinidad de poblamientos, como tampoco los avispones que se hacinan sobre los alimentos expuestos en los tenderetes ambulantes. A estas alturas del siglo no se puede admitir que los históricos zócalos la Plaza Mayor o antigua Plaza de Armas se conviertan en malolientes zocos: el recinto de los tres poderes no debe devenir en un costroso mercadillo de baratijas. Lee el viajero en la Prensa que el Secretario General de Gobierno aborda este problema en el casco histórico del Distrito Federal: los vendedores ambulantes serán desplazados, estableciéndose en otros lugares menos históricos y más adecuados en instalaciones. El viajero no sabe si está hablando de la cólera de los dioses mayas o de una peculiar venganza de Moctezuma. A ello se añade el grave problema de la contaminación medioambiental, producida por el tráfico rodado. Claro que no es de extrañar viendo tanto tufo como se ve y se palpa, que los autobuses y los camiones son algo así como chimeneotas despidiendo toneladas de humos venenosos por la Avenida de los Insurgentes de la capital mexicana. Es una forma aberrante de ahuyentar al turismo foráneo y de deteriorar diariamente la salud del pasajero nacional. 1 Cuarta Allá adonde ha ido el viajero, que es padre de familia, se ha enamorado de los escuincles. No ha visto niños más alegres, felices y tan bien cuidados como en México. A pesar que han aprendido de memoria la ley no escrita de la propina la piden, de tres pesos, por cantarte una canción chichimeca ininteligible los niños de México resultan deliciosos y simpáticos. ¡Y son miles y miles!. No por sabido hay que dejar de mencionar que el vínculo familiar es un rasgo característico de los mexicanos. Gracias a ese tirón los chamaquitos se sienten queridos y atendidos, ocupando un lugar preferente en los quehaceres diarios. México cuenta con una historia antigua y una población ¡oven. Así, a voleo, el 30% de la población total tiene menos de 15 años y el 80% menos de 40 años. La mano de obra crece a un ritmo del 3% al año y se necesitan crear más de 550.000 empleos nuevos en cada ejercicio para atender la demanda de trabajo de las oleadas juveniles. Los escuincles mexicanos van a ser los primeros beneficiados del montón de reformas que se están llevando a cabo en el país. Entre otras cosas aprenderán en los libros de historia planteamientos y enfoques hasta ahora inéditos. Antes se contaba la historia mexicana por cierto, una historia violenta a saltos y con grandes e improcedentes silencios, en la que casi siempre se buscaba un enemigo para echarle la culpa de todos los males acaecidos en el país. Parece ser que a partir de ahora no va a ocurrir así: las comunidades indígenas del Antiguo México no eran tan pacíficas e idílicas, como se decía, sino más bien lo contrario; el Virreinato español trajo un sinfín de cosas buenas para la nación entre otras la modernidad en muchas facetas La sombra de José Vasconcelos, el inventor de la raza cósmica , que tanto hizo por la instrucción pública mexicana, vuelve a planear sobre las aulas y los hogares mexicanos de la vida cotidiana y no sólo la rapiña o la negra Inquisición; las guerras de insurgencia, que terminaron en la Independencia de 1821, supusieron un nuevo reparto del poder político y económico pero arreglaron pocas cosas, salvo que los criollos, liberales o conservadores, se quedaron con casi todo; las guerras de Reforma, de mediados del siglo pasado, fueron tremendas como todas las guerras civiles y en ellas Benito Juárez tuvo el respaldo de los norteamericanos para derrotar a Miramón; el gobierno del General Porfirio Díaz el porfiriato se extendió de 1876 a 1910 fue una Dictadura liberal conservadora con sus luces y sombras; y la Revolución de 1910 fue otra larga guerra civil... pero el asunto queda para otra meditación. Lo cierto es que muchos mitos de la historia mexicana, hasta ahora intocables, se están derrumbando sin atropellos, dulcemente. De seguir así la tendencia de los hoy niños mexicanos cuando sean mayores y formados de manera menos sectaria y reduccionista, y más objetivase pararán a contemplar los murales de Rivera, Orozco y Siqueiros y tal vez comenten a sus hijos que esos son los desmesurados cómics de tus papás y tus abuelitos, pero la verdad histórica es muy otra. Tiene la sensación el viajero que la sombra de José Vasconcelos, el inventor de la raza cósmica, el Secretario de Educación del General Alvaro Obregón, que tanto hizo por la instrucción pública mexicana, vuelve a planear sobre las aulas y los hogares mexicanos, con otro talante y un modo renovado de contar la Historia y de enfocar las necesidades y los problemas propios. México está recuperando la realidad que el dogmatismo oficial no le dejó ver: la enseñanza obligatoria se sube de 12 a 15 años; que existe un déficit de aulas en la enseñanza secundaria y el ratio de aulaalumno en la primaria pública es de 70, pues se construyen 67.000 aulas públicas nuevas y se remodelan 70.000 escuelas (periodo 8993); que la educación es fundamental para el despegue mexicano, pues se eleva el gasto público en ella (el 7808%, de 1988 a 1993); que las nuevas tecnologías son básicas, pues la oferta de centros de informática se hace masiva, viéndose sus anuncios por todas las esquinas; que sólo el 436% de los asalariados cifra de 1991 cuenta con estudios primarios pues para paliarlo se potencia al máximo la formación profesional. Además, en un país de purititos machos las aulas universitarias se ven inundadas de jovencitas que aspiran a llegar lejos, profesionalmente hablando; no hay fondos públicos bastantes para aliviar el alto índice de paro, por lo que se establece un programa de becas, a cambio del seguro de desempleo, para capacitar y recualificar a los trabajadores. Hasta hace bien pocos años en México se enseñaba y adoctrinaba con Marx en la mesilla de noche; ahora se arrumban sus catecismos y se sustituyen por los evangelios de Peter Drucker y M¡chael Porter, adquiridos a cómodos plazos. Antes se desplazaban los docentes a Cuernavaca para debatir con Paulo Freyre la educación sin escuela y ahora el Gobierno mexicano solicita recursos materiales y financieros a los empresarios para potenciar la educación. La Revolución mexicana de este final de siglo puede ser más importante y más decisiva para el país que la de 1910, con sus corridos y soldaderas: afecta a las actitudes y a la calidad de vida, y solicita la excelencia en la educación y en el l+D. Las hornadas de escuincles formadas bajo los nuevos parámetros tendrán otra mentalidad, se comportarán de un modo más moderno, y dejarán de pensar horas y horas inútiles, por otra parte en el sexo del caracol o en las ocultas virtudes de la serpiente emplumada. Pero, esto sí, continuarán enamorándose cantando las románticas mañanitas y las bravas rancheQuinta I México no es Chile, evidentemente. Pero el modelo chileno en materias económicas ha dado unos resultados tan positivos crecimiento En el campo económico, México también ha dejado de mirar hacia el pasado y está encarando el futuro con espíritu renovado desde 1982 promedio del P.I.B. del 6,1% de 1983 a 1992 que está siendo aplicado en México y otros países latinoamericanos. En el campo económico México también ha dejado de mirar hacia el pasado y se está encarando el futuro con espíritu renovado desde 1982, año en que se inició la reforma económica por el Presidente Miguel de la Madrid. A partir de 1988 el Presidente Salinas se puso a profundizar en ella, manteniendo lo fundamental. Parece claro al viajero que las reformas económicas se han comenzado gracias a que, por primera vez en la historia de México, dos economistas con vocación política y con voluntad de recuperar el rezago económico nacional, se ponen al frente de los destinos del país. Hablando del reciente cambio chileno Alain Touraine escribía hace poco lo siguiente: el gran obstáculo al desarrollo de Chile ha sido siempre el hecho de que la economía estuviera dominada por la política y el clientelismo, el sectarismo o el autoritarismo, según las épocas, que han agravado esa politización de la economía. Si esto ha sido así en el caso de Chile, país con una arraigada práctica democrática, ¿qué decir de México que lleva penando, desde 1917, los sueños igualitarios jamás alcanzados?. Afortunadamente, en México llevan once años largos hablando de economía real y dejando a un lado el lastre de utopías trasnochadas. Entre ellas el viajero destaca su contrario: no se puede distribuir riqueza si previamente no existe crecimiento económico. Por ello el impulso reformista de los gobiernos de la Madrid y Salinas, ha sido escuchado por la ciudadanía mexicana, habiéndose ya conseguido dos hitos importantes: que los mexicanos se pongan a trabajar con ilusión y que estén convencidos que es tarea de todos resolver los problemas que el país tiene. México cuenta con profesionales excelentes, con líderes empresariales y con una clase media creciente que aborrecen la intervención estatal y sólo piensan en sacarse por sí mismos las castañas del fuego. La modernización económica mexicana, basada en la iniciativa individual, sin desmedro de una acción social solidaria pero ágil y eficiente, propiciada desde el Gobierno, posee tres líneas básicas de acción: macroeconómica, microeconómica el lado difuso del desarrollo, según un ilustre economista y de actitudes. A pesar de contar con una Administración Pública, unos administradores públicos y unos administrados habituados al proteccionismo y a los subsidios gubernamentales y partidistas los del P.R.I. la triple dimensión de la Reforma económica está sacudiendo el país, de arriba abajo, aunque el proceso de reajuste estructural en curso tardará tiempo en consolidarse y beneficiar a todas las capas sociales. Un dato fundamental de esta Reforma: se ha puesto el acento en el cambio radical en la filosofía del gasto público, abandonando la actitud paternalista del Estado y la toma de decisiones en forma centralizada. El ajuste estructural va de la mano de la descentralización económica y administrativa y todo ello aceptando un régimen comercial abierto, con fomento de las exportaciones industriales más diversificadas y con mayor valor añadido. Como resultados concretos de esta nueva Revolución mexicana merece la pena señalar los siguientes: rebaja de las tarifas arancelarias del 45 al 911% promedio; eliminación de las barreras no arancelarias y firma de acuerdos de libre comercio; la inflación que desciende del 200%, de 1987, al 7% en 1993; déficit público del 16% del P.I.B., en 1987, a un superávit del 06%, en 1992; la deuda pública neta pasa del 62,4% del P.I.B., en 1988, al 25%, en 1992; la entrada de inversiones extranjeras del orden de los 24.000 millones de dólares en el período 19881992, de los que 23 fueron a parar a la industria y el 20% al sector turismo; y las privatizaciones de empresas públicas (en 1982 había 1.155 y en 1993 quedan 214), mediante ofertas públicas transparentes y dedicando los 21.000 millones de dólares obtenidos de las ventas a aminorar la Deuda Interna. Un elemento clave de las reformas llevadas adelante ha sido la reiterada disposición y dedicación al diálogo, es decir, aquéllas son México se encuentra en la necesidad de adentrarse por la senda del crecimiento económico sostenido y no inflacionario consecuencia directa de los pactos alcanzados a tres bandas (gobierno, empresarios y sindicatos): el Pacto para la estabilidad y el crecimiento económico y el Pacto de competitividad y productividad, en ambos casos sector por sector, y teniendo en cuenta siempre unos objetivos de diversificación, de desregulación y desintervención, de simplificación administrativa, de liberalización y mayor competencia, de mayores flexibilidad, eficiencia y productividad, y de poner coto a los monopolios vienen del Virreinato, en un marco de compromiso general y responsable. Y como herramientas insustituibles de tan ambiciosas operaciones se mencionan cuatro: la reforma fiscal (de I.R.P.F. y Sociedades), la reducción del tamaño del sector público, la renegociación de la Deuda Externa y la reducción de la Deuda Interna, teniendo por sustrato ideológico la economía de mercado corregida. Obviamente, en el recorrido se llevó acabo la reforma constitucional de 1991, por la que se puso punto final al artículo 27 relativo a los ejidos abriéndose la posibilidad de su expropiación. Con esta Revolución desde arriba y pactada, que ha generado grandes expectativas dentro y fuera del país, México se encuentra en la necesidad de adentrarse por la senda del crecimiento económico sostenido y no inflacionario. Un crecimiento razonable del 3% del P.I.B. al año no es suficiente para que este seísmo económico cuaje en el tiempo y sin sobresaltos sociales y derrumbes empresariales: el P.I.B. mexicano necesita alcanzar una media del 6% por año como en el caso chileno. Por lo tanto el sucesor de Salinas tendrá ante sí un doble desafío: crecimiento económico elevado y democratización política con estabilidad. Y esto lo remacha el viajero porque a su juicio la cantidad es un elemento clave en la economía mexicana y, consiguientemente, en la consolidación de tan osada Revolución. Para entenderlo el viajero facilita unos cuantos datos: en el período 19881992 se crearon 1.303.146 nuevos empleos, un 14% más; los trabajadores cotizantes a la Seguridad Social se situaron, al cierre de 1992, en 10.104.105 y el Instituto Mexicano de la Seguridad Social atendía, a esa fecha, a más de 40.000.000 de mexicanos, número casi igual al que vive en el límite de la pobreza, situándose el 70% del mismo en el campo. El agromexicano contribuye al P.I.B. con el 7% y ocupa el 23% de la mano de obra total, siendo México importador neto de maíz y trigo (sólo se cultivan 20 millones de hectáreas de los 196 millones de hectáreas cultivables, de las que 50 millones se dedican a bosques). Parece claro al viajero que a ese otro México hay que atenderle con prontitud e ingentes recursos de todo tipo, especialmente los formativos. I Sexta La relación mexicana con el vecino de la frontera Norte ha sido complicada, históricamente. Y no sólo por la aplicación de la bochornosa Doctrina Monroe. Ya desde 1821, año de la Independencia, se comenzó a cultivar la amarga flor de la xenofobia antigringa, por aquello del miedo a la predominancia de Estados Unidos. Aparte de la ya mencionada expoliación de un tercio del territorio mexicano por los norteamericanos, un manojo de estos ciudadanos avispados labraron a mediados del siglo pasado, gigantescas fortunas personales con sus inversiones en el sector petrolífero de México: Guggenheim, Hurst y Pearson son algunos de sus nombres. Durante la llamada Pax porfiriana algunos influyentes promotores estadounidenses obtuvieron concesiones para construir y explotar las líneas de ferrocarril, revitalizar la minería y desarrollar determinadas zonas agrícolas. En pleno fragor revolucionario Theodore Wilson colocó a los marines en Veracruz y apostó por Pancho Villa, pero al fin tuvo que reconocer a Don Venustiano Carranza como Presidente... El Tratado de Libre Comercio es como un síndrome nacional para los mexicanos y con razón si bien enviaría otra expedición de castigo a Chihuahua que traería cola, pues en 1919 Carranza se doblegaba ante las Compañías petroleras. Las expropiaciones petrolíferas llegarían con Lázaro Cárdenas, en 1938, y el sentimiento antiyanki había adquirido la categoría de cruzada nacional. Pero el futuro de México y de la reforma en curso depende en una proporción decisiva de Estados Unidos. De una parte, el 70% del comercio exterior mexicano se hace con ellos y el 8% de la inversión total se materializa en las plantas ensambladoras o maquiladoras, linderas al dominio norteamericano. Dentro del realismo con que está actuando el Gobierno mexicano, la firma del T.L.C. o Tratado Libre Comercio entre los tres socios Canadá, México y Estados Unidos, se considera esencial por varios motivos: se superarían los prejuicios norteamericanos; se enterraría definitivamente la parte obsoleta del bagaje revolucionario; se harían imparables las reformas económicas internas puestas en práctica; se apuntalarían con suficientes medios financieros las reformas sociales; y el sueño del crecimiento económico sostenido, podría hacerse realidad con sus repercusiones favorables en el empleo, en la inversión 23 de la total procede de Estados Unidos, en el comercio intrazonal y en la renta per cápita de los mexicanos, situada actualmente en el entorno de los 4.000 dólares. Esto del T.L.C., es como un síndrome nacional para los mexicanos y con razón. Raro es el local que en un momento de la conversación deje de mencionar u olvide el T.L.C. y las expectativas creadas en su torno. México y los mexicanos se juegan muchísimo en la operación: Todas las partes implicadas están de acuerdo en la bondad y en la necesidad de suscribir el Tratado... salvo algunos sindicalistas proteccionistas y ecologistas utópicos norteamericanos. La última palabra la tiene el Congreso de Estados Unidos, más concretamente un sector de la bancada demócrata que, por razones muy personales de clientela local, trae de cabeza al Presidente Clinton y destroza el descanso nocturno del Presidente Salinas. Piensa el viajero que el asunto del T.L.C. más que un síndrome es una pesadilla y, como tal, incómoda y desabrida, fomentada por unos insensatos un tanto paletos que no tienen en cuenta porque lo desconocen el curso y las necesidades de la Historia. El vudú aislacionista de Ross Perot se compadece mal con el libre comercio, afectando a América Latina en su conjunto. 1 Séptima Cree el viajero que México está corriendo un marathón titulado a la búsqueda del tiempo perdido, pero que no tiene nada que ver con el moroso y detallista caudal novelesco del ilustre Proust. Uno de los aspectos de la carrera tan particular, en un país de profunda religiosidad popular y sincrética, se refiere a la recuperación de las relaciones Iglesia CatólicaEstado mexicano, rotas desde la Constitución Liberal de 1857, por la que quedó abolido el catolicismo como religión del Estado. La Carta Magna de Benito Juárez fue seguida, en 1872, con varias leyes anticlericales: la Ley Lerdo de Tejada nacionalizó todas las propiedades eclesiásticas; se introdujo el matrimonio civil y se expulsó a una gran parte de las órdenes religiosas, las Hermanas de la Caridad incluidas. Por la Constitución de 1917 se decretó la enseñanza laica obligatoria, prohibiéndose, además, todo acto público religioso y el derecho de la Iglesia a la posesión de templos, urgiéndose, mediante la Ley Calles, de 1924, el cumplimiento con la amenaza de fuertes sanciones. Todo este ordenamiento legal se producía en una nación en la que, según el dicho popular, el 90% es católico y el 10% restante son curas. Las dos visitas Papales de 1979 y 1990 sirvieron para facilitar el inicio del cambio en las mal avenidas relaciones y que dejaban mal sabor de boca en la sensibilidad de los mexicanos. Se abrió, así, una nueva etapa muy diferente a la anterior, tan cargada de anticlericalismo que, curiosamente, $e había iniciado con la insurgencia de dos clérigos seculares Hidalgo y Morelos, en 1810, bajo la enseña Viva la Virgen de Guadalupe; abajo los gachupines. A medio camino quedaba la guerra de los cristeros, de 1926 a 1929, llena de crispación y sembrada de muertos. La última visita Papal a Mérida, de agosto de 1993, se efectúa bajo la impronta de varios hechos principales: el reconocimiento jurídico de la Iglesia aprobado mediante la reforma Constitucional del artículo 32 de 1991; el establecimiento de relaciones diplomáticas, entre la Santa Sede y el Estado mexicano, de 1992; el preocupante aumento de las sectas protestantes y evangélicas en territorio mexicano, concretamente en el sureste, que han comprado ya, con dólares contantes y sonantes, al 49% de la población mexicana; y la necesidad imperiosa que tiene la sociedad mexicana de contar con un mayor número de escuelas privadas, regentadas por órdenes religiosas, con larga experiencia en la educación de promociones de mexicanos desde que pusieron los pies en el suelo de México, allá por 1.519. Ahora el diálogo entre Gobierno e Iglesia ésta como Asociación religiosa es fecundo. Paso a paso, se está favoreciendo el reencuentro con temas prosaicos pero de largo alcance: la obtención del registro federal inmobiliario de los 1.014 templos propiedad de la nación; el trámite legal para el Registro Federal del Contribuyente; la obtención de la exención del impuesto predial de los templos y la de los ingresos de los sacerdotes, quedando libres de gravamen los ingresos por limosnas; y, por último, el otorgamiento de validez oficial a los estudios en los seminarios. Mientras se dialoga y, probablemente, se pacte en fechas próximas, los miles y miles de escuincles se apiñan en aulas públicas repletas, pero de dudosa capacidad educativa. El empeño de este esfuerzo conjunto Estado mexicano e Iglesia merece la pena, ya que supone dejar a un lado y para siempre la obsesión de las manos muertas, pues, lo que México necesita es contar con mano vivas que se pongan a trabajar de verdad y de forma sostenida. El viajero confía en la sabiduría e inteligencia de las dos partes; también en la habilidad y generosidad recíprocas. Todo, antes que se produzca de nuevo lo que la letra de una ranchera inmortal de Cuco Sánchez dice: también el Cristo se puso a llorar. I Octava Si con la insurgencia de 1810 los discursos políticos alborotados comenzaban a desplazar a los sermones recitados desde los pulpitos, con la Reforma de 1857 y, sobre todo con la Revolución de 1910 se dió paso a la sacralización de la ideología. De tal punto es así, que los mensajes que aparecen hoy en los carteles y en las pintadas de las tapias de los pueblos más insignificantes de México constituyen para el viajero el resto arcaico de consignas políticas, elevadas a la categoría de lo sagrado. Por raro que parezca o suene, al viajero, cuando los veía, le volvía a habitar la sensación de hallarse en lugares colmados de una rara atmósfera, muy parecida a la época del franquismo puro y duro, bajo la estólida y muda presencia de las antenas de televisión sobre los tejados. Es opinión del viajero que en México coexisten el culto a la cargazón del pasado revolucionario y el frenético deambuleo de la cultura de la imagen. Probablemente, ésta terminará por enterrar al primero, aun cuando el viajero confía en que no sea a base de concursos y culebrones, como tampoco con la ayuda de los telefilms estadounidenses, plagados de violencia gratuita, sexo sin amor y familias rotas. Y como comentaba un personaje novelesco: el entierro es la parte más terrible de la victoria, los entierros de ideologías fuera de época hay que hacerlos con respeto y piedad. Están desapareciendo muchos tics y modos de actuar en la política mexicana. El viajero piensa que para bien, porque ha apreciado que los mexicanos están ya bastante hartos de las viejas mañas políticas y aspiran a la modernidad en todas sus modalidades y formatos. El mexicano es corajudo y, de no mediar un contratiempo significativo, seguro que lo conseguirá más pronto que tarde. El déficit democrático que arrastra el sistema político mexicano es histórico. Con la suma de la independencia de España, las pugnas de criollos liberales y conservadores, las guerras de Reforma, el prolongado porfiriato y la Revolución, ese vacío no se logró llenar. Es más, las pugnas de los generales revolucionarios que cristalizaron en la Constitución de 1917 la primera socialista del mundo sirvieron para tapar la posible olla democrática; la creación del Partido Nacional Revolucionario, en 1929, contribuyó a cerrarla a cal y canto, y convertirla en un Partido Revolucionario Institucional, el P.R.I., en 1946 en 1938 se le denominó P.R.M. de la Revolución Mexicana, teniendo a la sazón por el primer mandatario a Manuel Avila Camocho. El México revolucionario acabó transformándose en una burocracia partidista y centralizada que controlaba toda la vida mexicana hasta las parcelas más ínfimas, incluyendo, claro está, las Administraciones Públicas, los servicios de seguridad, la Justicia, la Prensa y los Sindicatos (mediante la Confederación de Trabajadores Mexicanos, en 1938, teniendo por líder a Vicente Lombardo Toledano y bajo la Presidencia de Cárdenas). Todo el sistema político nacional quedó, hasta hace bien poco, bajo el inflexible control del omnipresente P.R.I. Los primeros y tímidos pasos de vertebración democrática fueron dados en 1989 con la creación del Código Electoral, mediante una reforma de la Constitución vigente, aprobada por el 85% de la Cámara de Diputados, es decir, por cinco de los seis partidos en ella representados. Así y todo, queda mucho por rectificar todavía, aun cuando el Gobierno Salinas parece que está decidido a reactivar el proceso democratizador, conducente, vía diálogo y consensos puntuales, a una reforma en serio del sistema. El que los altos dirigentes del P.R.I. manifiesten que andan buscando crear vínculos con la sociedad civil y el que se propongan y aprueben una serie de reformas constitucionales que abundan en la flexibilidad y apertura democráticas el principio de representación proporcional en la Cámara Baja; la configuración del Senado, con tres escaños por Estado, el otorgamiento de autonomía al Tribunal Federal Electoral; la fijación de topes de los gastos de las campañas electorales; la creación de la figura del observador electoral independiente; y el establecimiento de las reglas de financiación pública y privada de las campañas de los partidos políticos muestran el coraje y la determinación gubernamentales, de cara a las elecciones de 1994, en sacudirse el lastre corporativista y centralista del P.R.I. Este se creó como una maquinaria de poder, tanto para ganar las elecciones y controlar el Estado, como para considerar que los poderes legislativo y judicial eran meros apéndices del Ejecutivo que, a su vez, asumía el cargo por delegación del P.R.I. Era el clásico sistema de cooptación subliminal, en el que la lealtad ideológicopartidista primaba sobre cualquier otra consideración o categoría. La gigantesca y omnívora burocracia que es el P.R.I. contaba, además, con todos los medios de comunicación del país para canalizar su propaganda con alarde y grandes palabras, muchas de ellas vacías. Pero en México todavía hay que leer entre líneas los periódicos. Los cambios que se están operando son profundos y los impulsores de los mismos deben ir con cuidado y mucha paciencia: setenta años de impunidad partidista son muchos años y muchos tinglados corruptos que desmontar. Aunque las diferencias internas no aparezcan a la luz pública, los resabios y las resistencias de los llamados dinosaurios ante lo nuevo, se están produciendo. Después de tantos años de vender una imagen pseudoprogresista y uniforme la del P.R.I. ponerse a predicar la democracia real resulta bastante complicado y azaroso, cuando menos. Por ello cuando el viajero lee en la Prensa las advertencias presidenciales a los comerciantes acceder a la nueva era de la competitividad con responsabilidad y plena conciencia; a comprender que tienen frente a sí el reto permanente de modernizar sus sistemas administrativos de mercadeo y distribución; a profundizar en la desregulación, para evitar trámites innecesarios que no hacen sino afectar la actividad comercial se pone a pensar con cierta retranca tal vez sea un atavismo antitotalitario en los mensajes, pues considera que al buen entendedor con pocas palabras le bastan: todo esto también va dirigido y afecta ¡y de qué modo! al P.R.I. Al viejo y anquilosado P.R.I. se le están moviendo los cimientos bajo sus pies, precisamente a causa de su falta de modernidad y escasa capacidad de adaptación a los fuertes vientos de la historia política y económica que hoy soplan por doquier. Como institución partidista monolítica que se ha estado recreando en el culto al pasado, el P.R.I. soporta con dificultad las aguas poderosas que circulan por los innumerables canales de la El grupo modernizador del P.R.I. está rebajando con habilidad muchas de las utopías, sustituyéndolas con pragmatismo y visión de futuro sociedad mexicana, exigiendo modernidad real y un futuro promisorio para todos los mexicanos y no sólo para los priístas. | Novena Este apasionante y lleno de zozobras fin de siglo se está encargando de desmitificar de modo abrupto muchos contenidos históricos, considerados, hasta hace bien poco tiempo, como modélicos y espejos donde mirarse: el régimen soviético, la Revolución cubana, la socialdemocracia sueca, etc. La pérdida de fuelle de los logros de la Revolución mexicana, sin embargo, y dejando a un lado la implacabilidad de los datos económicos que los cuestionan cruelmente, hace que se halle en una fase de catarsis amplia y profunda. De una parte, el grupo modernizador del P.R.I. está rebajando con habilidad muchas de las utopías, sustituyéndolas con pragmatismo y visión de futuro. Y de otra, los intelectuales mexicanos, orgánicos o no, liberales o estatalizadores , aceptan debatir de manera sincera y abierta no sólo los fundamentos mismos de la Revolución sino también los éxitos y los fracasos obtenidos al calor de ella durante su dilatado y no siempre uniforme trayecto. Al viajero esta capacidad autocrítica sobre la vaca sagrada que era la Revolución le llena de satisfacción por cuanto se realiza no de modo airado y maniqueo sino pacíficamente y en bien del interés general de México y los mexicanos. Cree el viajero que la televisión mexicana está jugando un papel decisivo en el revisionismo de la Revolución, puesto que está permitiendo que los intelectuales aparezcan ante las Cámaras y divulguen sus opiniones a favor o en contra, de este suceso trascendental de la historia mexicana. De todas formas, parece claro que cuando la introspección se endurece y no se realiza conforme al espíritu de la época, puede convertirse en dogma, terminando por morir de manera inanimada. El viajero tuvo la suerte de presenciar uno de ellos y realmente salió impresionado por la libertad con que los intelectuales se pronunciaron. A vuela pluma, el viajero recuerda algunos de los comentarios que se alejan bastante de la metáfora manida y se ajustan a la realidad de lo ocurrido y no sólo en la etapa revolucionaria, sino abarcando hasta el periodo prehispánico. Veamos primero esto último: el centralismo fue una respuesta a la pluralidad de México; los mexicas lo intentaron a través de la fuerza de las armas, pero nunca llegaron a constituir una verdadera base sólida e ideológica para poder sustentarlo; Tula era un Estado militar y un modelo para los aztecas con su espíritu de conquista militar y, también, con la ciudad de Quetzalcoatí, con relevante papel en la mitología azteca. Según las investigaciones de toda suerte se perfeccionan, un dato se presenta con nitidez: Mesoamérica no era un paraíso y precisamente, y su idealización ha resultado perjudicial, ahistórica. Por lo que respecta a la Revolución, los pronunciamientos recientes de intelectuales e historiadores, constituyen una auténtica sorpresa. Veamos unos cuantos: no se debe suprimir a los adversarios, sino buscar el diálogo para alcanzar la democracia, no alcanzada en el siglo XIX ni en el XX; el libro de texto en México es importante, pues es un país necesitado de cohesión social nacional y sin énfasis nacionalista corre el riesgo de descomponerse... pero los libros de texto surgieron en México como en Francia de manera politizada; es necesario abrirse a una legitimidad nueva, no ya la carismática, la de los caudillos o la de la Revolución, sino la de las leyes y los votos; los gobiernos postrevolucionarios se han legitimado porque no hay otra vía, como es la del libre juego de partidos; una de las promesas incumplidas, además de la justicia social, es la democracia, ya que se cambió el centralismo de Porfirio Díaz por el partido del Estado; el movimiento armado de 1910 dió estabilidad, pero acabó con la inidativa, instituyó la corrupción y la mentira, pero evitó las dictaduras militares y las grandes catástrofes europeas, como la llegada de Mussolini, Hitler y Stalin. Vistas y oídas tales afirmaciones, macro y micro históricas, y tan desapasionadas, el viajero piensa que México camina por la buena senda: la vida y la historia de los pueblos no son estancas y las naciones son cuerpos vivos, es decir, dinámicos y mudadizos, lo más lejano a los dogmas, al anquilosamiento y a la exclusión del otro. Hacen bien los intelectuales e historiadores mexicanos, en despojar su Historia nacional de la máscara que ocultaba su auténtico rostro, y ello sin el empleo de la televisión basura. Con las llagas todavía abiertas de los sucesos de la plaza de Tlatelolco, acaecidos en 1968, han comenzado a surgir higiénicas y fuertes corrientes de opinión que consideran que todos los males mexicanos no son de responsabilidad exclusiva de los gachupines voraces y codiciosos ni de los gringos imperialistas. I Décima El viajero abandona reconfortado el paradisíaco paraje de Xochimilco. La última meditación mexicana que se le viene a la pluma coincide con su paso por el colonial adoquinado del barrio de San Angel, tan cargado de sabor y estilo. No puede por menos que echar mano de un recuerdo histórico de su patria: todos los días 2 de enero de cada año los granadinos se concentran en la plaza del Ayuntamiento para asistir a la tremolación del pendón de Castilla, enarbolado por el titular de la Villa, que pronuncia las palabras del ritual. Es la fiesta que conmemora la entrega de la llave de la ciudad por Boabdil a los Reyes Católicos en 1492, poniéndose, así, el punto final a siete siglos de Reconquista. Tanto los granadinos como el resto de los españoles asumimos con gusto las aportaciones de toda suerte de los árabes, al igual que la de los iberos, los celtas, los fenicios, cartagineses, los judíos aunque fueron expulsados varias veces, los godos y visigodos, los franceses y, por supuesto, los romanos que permanecieron más de 600 años en nuestro suelo. España es una sociedad mestiza, como lo es su cultura y su historia. El mestizaje, si está asumido colectivamente, enriquece y abre nuevos y fecundos horizontes a las naciones. Mucho de este espíritu de mestizaje lo trasladamos con vigor a México. Como testigos mudos pero implacables de la síntesis, allí se ven, aparte de la lengua y la religión, esos fabulosos edificios civiles y religiosos que fueron levantados con el correr de los siglos, y muchos de ellos incorporando elementos indígenas. La cultura y la historia de México son mestizas; son elaboraciones fusionadas y sincréticas. La fiesta del grito de 15 de septiembre de los años mexicanos, posee un carácter rupturista con la dominación española. Desde hace siglo y medio se viene celebrando en la balconada de todos los municipios como encendido homenaje a los autores de la insurgencia: Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama, Josefa Rodríguez, la corregidora de Querétaro, ciudad fundada en 1.531 por D. Fernando de Tapia, Pipila el héroe de la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato, etc. Todos ellos criollos, es decir, hijos de españoles nacidos en México. La coincidencia de fondo que existe entre la tremolación y el grito es clara; además, ambas fiestas poseen un preminente rango popular. Pero el viajero no cree que deba finalizar estas diez meditaciones mexicanas sin consignar la frase que sus cansados ojos leyeron en la pared de ladrillo rojo de un jardín de infancia, situado en la entrada de la acogedora y bien trazada villa de San Miguel exel Grande de Allende, fundada por Fray Juan de San Miguel, en 1542, con el nombre de Itzcuinapan y vuelta a fundar, en 1555, por don Angel de Villafañe, a instancias del virrey don Luis de Velasco. La pintada rezaba así: Yo creo en México. Está seguro el viajero que durante el curso escolar los escuincles allendinos se paran todos los días para deletrear orgullosos el hondo significado de la propuesta. El viajero se suma a la operación y afirma sin rebozo alguno: Yo también creo en México. Su ferviente deseo es el de, como se titula una canción inolvidable de José Alfredo Jiménez,Ojalá te vaya bonito... México y los mexicanos. •