Nueva Revista 135 > Nos vino, la vivimos, ¿ la venceremos?

Nos vino, la vivimos, ¿ la venceremos?

Rickard Sandell

Reconociendo que la crisis en que sigue sumergida España es
sistémica, en vez de pretender que es global, permite y justifica
reformas de hondo calado que en medio y largo plazo podría
devolver el protagonismo económico que España ha perdido.
Pero para poder usar la crisis actual como el principal activo
para salir de ella, las reformas han de ser respaldadas por un
amplio consenso político. Al no ser así, la crisis podría agravarse
todavía más.

File: 43 51.pdf

Archivos

Referencia

Rickard Sandell, “Nos vino, la vivimos, ¿ la venceremos?,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/3612.

Dublin Core

Title

Nos vino, la vivimos, ¿ la venceremos?

Subject

Crisis global

Description

Reconociendo que la crisis en que sigue sumergida España es
sistémica, en vez de pretender que es global, permite y justifica
reformas de hondo calado que en medio y largo plazo podría
devolver el protagonismo económico que España ha perdido.
Pero para poder usar la crisis actual como el principal activo
para salir de ella, las reformas han de ser respaldadas por un
amplio consenso político. Al no ser así, la crisis podría agravarse
todavía más.

Creator

Rickard Sandell

Source

Nueva Revista 135 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

Document Item Type Metadata

Text

N O S V I N O
En la primavera del 2006 vimos las primeras señales (en
EEUU) de que un huracán financiero mundial se avecinaba.
En mayo del 2006 el entonces líder de las hipotecas
subprime en EEUU —Ameriquest— anunciaba que iba a
eliminar 3.800 puestos de trabajo y cerrar 229 oficinas. A
continuación, y en el mismo mes, otro actor americano especializado
en hipotecas subprime, Merit Financial Inc,
con sede en Kirkland Washington, solicitó ser declarado en
quiebra y cerró su negocio. A partir de ahí, en el 2006 las ventas inmobiliarias en EEUU disminuyen de forma rápida.
La caída fue la más pronunciada desde 1989. En el primer
trimestre de 2007, el índice de precios de la vivienda a nivel
nacional en EEUU de Standard & Poor registró el primer
descenso interanual desde 1991. Como consecuencia de
la ralentización de la compraventa y la bajada de precios
inmobiliarios el mercado de hipotecas subprime colapsa.
La morosidad en el primer trimestre del 2007 es dos veces
la del mismo trimestre del 2006. Suben los intereses. Lo
cual baja los precios inmobiliarios estadounidenses aún
más. Esto hace que el problema de los mercados subprime
se extienda a los mercados hipotecarios principales en
EEUU. En agosto de 2007 se produce un colapso crediticio
mundial al ser descubierto que los valores en los portfolios
de los bancos y de los fondos de inversión en entidades financieras
en todo el mundo son respaldados por hipotecas
subprime de EEUU. Como consecuencia de ello muchas
entidades financieras dejan de ofrecer préstamos con garantía
hipotecaria. Ya no hay liquidez en los mercados y vemos
cómo la Reserva Federal y bancos centrales en todo el
mundo empiezan a inyectar dinero en los mercados de forma
masiva para evitar un colapso financiero. Pero el mercado
crediticio no consigue arrancar. La crisis económica
más grande desde 1928 acaba de comenzar.
L A V I V I M O S
Un año después del colapso crediticio, en septiembre de
2008, cayó Lehman Brothers y el mundo entero entró en
depresión económica. A finales del 2007 se rompieron dos
tendencias importantes en España. El IBEX 35 comenzó un declive brusco del 20% durante el mes de diciembre el
2007 y el mes de enero 2008. Durante el último trimestre
del 2007 y el primer trimestre del 2008 el paro aumentó
de 8% a 9,6%. Políticamente, el Gobierno de Zapatero no
supo, o no quiso, ver que el colapso crediticio de agosto
de 2007 fue una estocada mortal para el modelo económico
español. Tardó hasta julio del 2008 en reconocer
públicamente que España, como todos los demás países,
estaba en crisis. Pero en vez de reconocer las debilidades
del modelo español optó por esperar una recuperación
económica global con la fe de que esta devolviera los buenos
tiempos a lo que entonces conocimos como el «toro»
económico español.
Dos años más tarde, en el 2010, vino el derrumbe griego.
La economía española todavía estaba en contracción.
El paro ya superaba el 20%. En mayo de 2010 la paciencia
de los mercados ante la pasividad española acerca de
su situación económica acabó. La desconfianza en la capacidad
de España de pagar su creciente deuda se traduce
en un aumento agudo de los intereses que tiene que pagar
para refinanciarse. Arrastrado por los socios europeos
España finalmente acude al UCI económico y financiero.
Tras reconocer que España no iba bien el Gobierno emprendió
una serie de reformas cuyos resultados apuntan a
la buena dirección pero parece que se quedan cortos o tardan
demasiado en implementarse. En la actualidad España,
sigue siendo cuestionada en cuanto a su capacidad de devolver
su deuda —la refinanciación de la deuda española en
julio de 2011 ha sido la más cara desde el 1997—. Es incapaz
de generar empleo, con la consecuencia de que el paro amenaza con convertirse en un problema crónico. Se podría
clasificar la situación como estancamiento económico.
¿ V E N C E R E M O S ?
Vayamos por partes. Desde el inicio de la crisis, en más de
una ocasión los responsables políticos en España han mantenido
que la crisis financiera tiene su origen en las infames
hipotecas subprime. Además, desde el inicio de la crisis los
responsables políticos han mantenido que la crisis es global.
No cabe duda de que las infames hipotecas subprime fueron
el detonante de una depresión económica global. Pero a
estas alturas resulta muy poco creíble mantener que la crisis
causada por las hipotecas subprime tiene algo que ver
con que la economía española por cuarto año consecutivo
sigue estando sumergida en una crisis, incapaz de crear un
crecimiento sostenible y reducir su paro astronómico.
En el 2010 el crecimiento medio de los países de la zona
euro (incluyendo a España) fue 1,7 y está previsto que
sea 2% en el 2011. El crecimiento de España fue –0,1 en
el 2010 y 0,9 en el 2011. Si en vez de la zona euro tomamos
los países de la OCDE como referencia, vimos un crecimiento
de 2,9% en el 2010 y 2,3% para el 2011. EEUU
—el país madre de la crisis de los subprimes— creció
2,9% en el 2010 y la previsión para el 2011 es un «modesto
» 2,6%. Salvo tres casos muy conocidos —Irlanda,
Islandia y Grecia—, España fue el único país de la OCDE
que no se encontraba en expansión económica en el 2010.
Dicho de otro modo, en el 2009 se acabó la crisis global,
y a partir de entonces estamos atravesando un momento
de expansión económica global muy pronunciada.
Por otro lado, España sigue sumergida en una crisis económica.
Esto indica que en este momento España no forma
parte íntegra de la economía global y, por lo tanto, se
puede concluir que es el modelo económico-político español
el que está en crisis y no el mundo entero. Y no cabe
la menor duda de que esta crisis sistémica es muy grave. Si
el mundo entrara de nuevo en una recensión o depresión
global —cosa que no es improbable dado como se desarrolla
el problema griego— España no estaría en condiciones
de sobrevivir económicamente, con todas las consecuencias
que esto conlleva.
El hecho de que la crisis económica mundial, que acabó
en el 2009, ha dejado en evidencia que el modelo español
resulta obsoleto y que España está desintegrada de
la economía global puede resultar políticamente doloroso.
Pero desde un punto de vista sociológico la situación actual
de España también ha de ser considerada como una
gran oportunidad.
Existe más que un paralelismo entre la situación que
atraviesa España en la actualidad con la que vivió Suecia
al principio de los años noventa. En aquel entonces, Suecia
atravesó su peor momento económico desde 1928. Tras
estallar una burbuja inmobiliaria doméstica, en la mitad
de una recensión económica global, el sistema financiero
sueco colapsó y se enfrentó con una deuda pública desproporcionada
con serios problemas de refinanciación. El
paro aumentó desde 1,7% hasta 8,2% entre 1990 y 1993.
Para evitar un inminente default Suecia se vio obligada a
reformar en profundidad tanto partes de su constitución
como su modelo de bienestar y financiero.
Suecia consiguió rehacer su modelo político y económico
sin renunciar a demasiados de los beneficios del
modelo antiguo. En la actualidad, las finanzas del Estado
son muy sólidas y apenas tiene una deuda pública. Salió
reforzada de su particular crisis y ha sido uno de los países
menos afectados por la crisis del 2009. La economía
sueca creció 5,7% en el 2010. La gestión política de la
crisis sueca es hoy por hoy considerada como una buena
práctica y ha sido usado como modelo por muchos países
para solventar los problemas de la última crisis financiera.
Según el economista Assar Lindbeck, que fue una persona
clave en el diseño del paquete de reformas que emprendió
Suecia durante su crisis económica de los noventa,
una lección que puede ser extraída de la experiencia
sueca es que la conciencia de la gravedad de la situación
por parte del electorado causada por una crisis aguda puede
ser usada por los políticos para hacer reformas impopulares,
pero que resultan muy importantes para el rendimiento
del país a largo plazo1.
En la actualidad, la conciencia de la gravedad de la situación
por la que pasa España por parte del electorado
español es muy extendida. Un testigo de ello fue la aceptación
sin más de las primeras medidas de austeridad por
parte de los españoles tras las reformas emprendidas en
las vísperas del rescate griego en mayo del 2010. Otro testigo
de lo mismo es la derrota electoral del PSOE en las
elecciones autonómicas y locales en mayo 2011 y el movimiento
15-M, y el contenido de las protestas del mismo,
que empezó a tomar forma durante la campaña electoral
en mayo 2011. Ambos, no pueden ser percibidos como otra cosa que un grito a favor del cambio de paradigma o modelo.
Desde un punto de vista político, saber que España no
va bien, y conocer los principales enfoques de por qué
falla la economía, en combinación con que el electorado
esté concienciado de la gravedad de la situación, deja camino
libre para emprender reformas de más profundidad.
Incluso, la severidad de la crisis y el extendido malestar
del electorado de la situación actual brinda una oportunidad
de cambiar el modelo por completo. Es decir, según
mi ver, la crisis se ha convertido en un activo político muy
importante para salir de la misma.
El problema es que el mero hecho de que estemos
ante un momento en el tiempo que permite un cambio y
reformas en profundidad del modelo económico y político
español no es suficiente para que haya cambio. También
hace falta arte para emprender las reformas en una manera
que resulte convincente tanto para el pueblo español
como para los mercados internacionales y los socios políticos
del país. Llevamos una legislatura entera, con intentos
de cambiar el rumbo, pero la verdad es que España
está en peores condiciones ahora que cuando la crisis
mundial culminaba en el 2009. Esto indica que el trabajo
de reformar España resulta poco eficiente y convincente y
que el trabajo político está fallando.
¿Cómo han de emprenderse reformas trascendentales?
De nuevo el caso sueco sirve para proporcionar algunas
buenas prácticas sobre cómo un país caminando por el filo
del abismo puede actuar políticamente para no caerse. Bo
Lundgren, viceministro económico durante la crisis de los noventa en Suecia y responsable del rescate de la banca
sueca y la reforma del sistema financiero, resumió de forma
puntual, durante un discurso en el 2009, cuáles, según
su experiencia, fueron algunos de los puntos claves de éxito
en cuanto a la gestión política de la crisis sistémica sueca2.
• Ante una crisis sistémica la intervención del gobierno
es inevitable.
• Una crisis sistémica requiere una respuesta política
inmediata.
• Un enfoque integral y una reforma integral es preferible
que ir poco a poco.
• La transparencia en la gestión de la crisis aumenta
la confianza en las medidas y fomenta la legitimidad
de las medidas emprendidas.
• Un amplio consenso político (entre la oposición y el
gobierno), junto con una determinación por parte de
los representantes políticos a la hora de tomar las decisiones
claves de las reformas, es probablemente más
importante que cualquier aspecto técnico de cómo
gestionar una crisis.
• El consenso político resulta imprescindible para
aumentar la confianza, sobre todo la confianza internacional,
de la capacidad del país de gestionar su
crisis.
Si esto es la hoja de ruta para conseguir salir de una
crisis sistémica, ya tenemos algunas pistas de por qué la
gestión política de la crisis del modelo económico y político
español está fallando. La experiencia sueca solo coincide
con la española en el primer punto: de que la intervención
del gobierno es inevitable.
Para concluir, la crisis sistémica de España en combinación
con la seriedad de los problemas relacionados con
ella representa una gran oportunidad para los políticos españoles
de cambiar el modelo económico y político español
de forma integral, para así hacer posible un futuro socioeconómico
mejor y más próspero que el que nos espera si
nos quedamos con las manos en los bolsillos. Ahora solo
falta ver si finalmente se atreven nuestros políticos a ponerse
de acuerdo en usar la crisis como el arma que es para salir
de la misma y gozar de este futuro posible y apetecible. 

N O TA S
1 Vea la entrevista por Torvaldur Gylafson (2005) de Assar Lindbeck en Ekonomisk
Debatt (4:33).
2 Bo Lundgren fue el sucesor de Carl Bildt como líder del partido Moderaterna
(1999-2003) y principal líder de la oposición. En la actualidad es director
general de la Oficina de la Deuda Pública Sueca (Riksgälden).