Nueva Revista 007 > Las razones del pícaro
Las razones del pícaro
Alberto Míguez
Reseña literaria del libro titulado "El huerto del asistente".
File: Las razones del pícaro.pdf
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Alberto Míguez, “Las razones del pícaro,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/3600.
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Title
Las razones del pícaro
Subject
libros
Description
Reseña literaria del libro titulado "El huerto del asistente".
Creator
Alberto Míguez
Document Item Type Metadata
Text
LAS
RAZONES
DEL PICARO
Alberto Míguez.
Era inevitable, ineluctable,
casi obligatorio. El escándalo
de «los Guerra», la
«guerra de los Guerra», «la
irresistible ascensión del clan
Guerra» tenían que motivar
uno o varios volúmenes, además
de haber desencadenado
previamente una verdadera
riada de «exclusivas» periodísticas,
portadas, dossiers, informes
confidenciales y hasta cassettes.
He aquí el primer libro,
producto del gran zafarrancho,
Y no de los peores.
El periodista Ignacio Camacho
ha escrito «una crónica»
para «ser leída hoy». ¿Tal vez
nos hallamos ante un libro de
circunstancias, un texto amarrado
a la oportunidad, coyuntural,
«de consumo»? No
completamente. Era difícil,
tratándose de un tema de ardiente
actualidad, prescindir
de las anécdotas, evitar los
chascarrillos y la guasa con
que popularmente se asumió la
increíble historia de Juan Guerra
y sus enjuagues. El autor
quiso ir más lejos y sin renunciar
a esta crónica de situación,
ha hecho historia de algunas
cosas e incluso ha intentado la
«digresión sociopolítica». Ni
la anécdota ni el chascarrillo
resultan, sinceramente, divertidos
a fuerza de haberlos escuchado
a todas horas y en todas
partes durante meses. La
digresión sociopolítica tiene,
en cambio, más ambición y c!
análisis de una realidad proclive
al enchufe y al compadreo
me parece en muchos momentos
memorable. La historia intima
y mal conocida del «clan
sevillano» que hoy gobierna
España, la biografía (también
poco aireada) de Alfonso Guerra
hasta llegar a la Moncloa,
los hechos y dichos de los múltiples
hermanos Guerra y, finalmente,
la saga, tremenda de
cómo un parado se convierte
en millonario, tienen incomparablemente
más interés que el
nombre y ubicación de todos
los negocios del «asistente» algo
que, por cierto, tal vez nunca
se llegue a conocer en su totalidad.
Que nadie busque,
pues, revelaciones sensacionales
en estas páginas,
«La teoría más inteligente y
sutil —escribe Camacho al final
del libro— que los socialistas
lanzaron desde el primer
momento fue que Juan Guerra
era un picaro. Evidentemente,
el personaje representa una de
las más vivas versiones de esta
figura en el mundo contemporáneo
y la idea encajaba con
espléndido atractivo en el marco
de una Andalucía todavía
tópica, a medio camino entre
el siglo XIX y el XXI, entre la
«Expo» y el subdesarrollo, entre
el desempleo agrario y la
más sofisticada industria
agroalimentaria, una comunidad
contradictoria, donde se
da la peste equina y el PSOE
gobierna mediante el voto sumiso
de pensionistas y subsidiarios,
una región donde aterrizan
los especuladores al amparo
del negocio fácil y los
más listos medran, ejerciendo
de exploradores y traficantes
de influencias. En ese panorama
encajaba de forma providencial
la figura de un picaro
listo y hábil, tosco pero populista,
que hacia favores gratis
a los pobres y gestiones caras
a los ricos.»
La cita anterior es larga, lo
sé. Pero refleja a la perfección
las intenciones del libro y del
autor. A veces, la pasión política,
cierto maniqueísmo, cierto
moralismo desvirtúan estas
intenciones y el cronista se
convierte en predicador, profesión
esta un tanto ingrata en
la sociedad española. O se
arriesga en previsiones, tan peligrosas
como inútiles. Por
ejemplo cuando escribe (como
han hecho, ay, tantos colegas)
que «en la historia reciente de
España habrá ya un antes y un
después del caso Juan Guerra
». ¡Qué más quisieran muchos
ciudadanos inocentes!
Pero los comicios de Andalucía
han extendido dudas razonables
sobre el carácter«histórico
» de esta comedia de
costumbres. La historieta del
«asesor» y su omnipotente
hermano corre el riesgo de haber
sido apenas una aurora boreal
en el clemente invierno y
la soleada primavera del año
90. Vinieron después los «naseiros
» y los traficantes gallegos
tomar el relevo en el interés
público. ¿Quién se acuerda ya
de Juan José Guerra González
y sus apaños? Ni siquiera libros
como el presente, que
pretenden ante lodo rescatar la
memoria de un tiempo inglorioso,
podrán evitar el olvido
satisfecho y voluntario de la
gran mayoría,
A. M.
RAZONES
DEL PICARO
Alberto Míguez.
Era inevitable, ineluctable,
casi obligatorio. El escándalo
de «los Guerra», la
«guerra de los Guerra», «la
irresistible ascensión del clan
Guerra» tenían que motivar
uno o varios volúmenes, además
de haber desencadenado
previamente una verdadera
riada de «exclusivas» periodísticas,
portadas, dossiers, informes
confidenciales y hasta cassettes.
He aquí el primer libro,
producto del gran zafarrancho,
Y no de los peores.
El periodista Ignacio Camacho
ha escrito «una crónica»
para «ser leída hoy». ¿Tal vez
nos hallamos ante un libro de
circunstancias, un texto amarrado
a la oportunidad, coyuntural,
«de consumo»? No
completamente. Era difícil,
tratándose de un tema de ardiente
actualidad, prescindir
de las anécdotas, evitar los
chascarrillos y la guasa con
que popularmente se asumió la
increíble historia de Juan Guerra
y sus enjuagues. El autor
quiso ir más lejos y sin renunciar
a esta crónica de situación,
ha hecho historia de algunas
cosas e incluso ha intentado la
«digresión sociopolítica». Ni
la anécdota ni el chascarrillo
resultan, sinceramente, divertidos
a fuerza de haberlos escuchado
a todas horas y en todas
partes durante meses. La
digresión sociopolítica tiene,
en cambio, más ambición y c!
análisis de una realidad proclive
al enchufe y al compadreo
me parece en muchos momentos
memorable. La historia intima
y mal conocida del «clan
sevillano» que hoy gobierna
España, la biografía (también
poco aireada) de Alfonso Guerra
hasta llegar a la Moncloa,
los hechos y dichos de los múltiples
hermanos Guerra y, finalmente,
la saga, tremenda de
cómo un parado se convierte
en millonario, tienen incomparablemente
más interés que el
nombre y ubicación de todos
los negocios del «asistente» algo
que, por cierto, tal vez nunca
se llegue a conocer en su totalidad.
Que nadie busque,
pues, revelaciones sensacionales
en estas páginas,
«La teoría más inteligente y
sutil —escribe Camacho al final
del libro— que los socialistas
lanzaron desde el primer
momento fue que Juan Guerra
era un picaro. Evidentemente,
el personaje representa una de
las más vivas versiones de esta
figura en el mundo contemporáneo
y la idea encajaba con
espléndido atractivo en el marco
de una Andalucía todavía
tópica, a medio camino entre
el siglo XIX y el XXI, entre la
«Expo» y el subdesarrollo, entre
el desempleo agrario y la
más sofisticada industria
agroalimentaria, una comunidad
contradictoria, donde se
da la peste equina y el PSOE
gobierna mediante el voto sumiso
de pensionistas y subsidiarios,
una región donde aterrizan
los especuladores al amparo
del negocio fácil y los
más listos medran, ejerciendo
de exploradores y traficantes
de influencias. En ese panorama
encajaba de forma providencial
la figura de un picaro
listo y hábil, tosco pero populista,
que hacia favores gratis
a los pobres y gestiones caras
a los ricos.»
La cita anterior es larga, lo
sé. Pero refleja a la perfección
las intenciones del libro y del
autor. A veces, la pasión política,
cierto maniqueísmo, cierto
moralismo desvirtúan estas
intenciones y el cronista se
convierte en predicador, profesión
esta un tanto ingrata en
la sociedad española. O se
arriesga en previsiones, tan peligrosas
como inútiles. Por
ejemplo cuando escribe (como
han hecho, ay, tantos colegas)
que «en la historia reciente de
España habrá ya un antes y un
después del caso Juan Guerra
». ¡Qué más quisieran muchos
ciudadanos inocentes!
Pero los comicios de Andalucía
han extendido dudas razonables
sobre el carácter«histórico
» de esta comedia de
costumbres. La historieta del
«asesor» y su omnipotente
hermano corre el riesgo de haber
sido apenas una aurora boreal
en el clemente invierno y
la soleada primavera del año
90. Vinieron después los «naseiros
» y los traficantes gallegos
tomar el relevo en el interés
público. ¿Quién se acuerda ya
de Juan José Guerra González
y sus apaños? Ni siquiera libros
como el presente, que
pretenden ante lodo rescatar la
memoria de un tiempo inglorioso,
podrán evitar el olvido
satisfecho y voluntario de la
gran mayoría,
A. M.