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Vivir entre pinceles

Jaime Otero

Reseña del libro de Carlos d'Ors, Vivir entre pinceles. Cien anécdotas de pintores célebres (2007)

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Referencia

Jaime Otero, “Vivir entre pinceles,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/3074.

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Title

Vivir entre pinceles

Subject

pintura

Description

Reseña del libro de Carlos d'Ors, Vivir entre pinceles. Cien anécdotas de pintores célebres (2007)

Creator

Jaime Otero

Source

Nueva Revista 117 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

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Así son las cosas. Convivimos durante años con un concepto elemental e inconcreto entre un autor y su obra hasta que un buen día nos llega un relato acaecido en ese espacio irreal, como transportado entre los senos de una princesa de cuento. Nuestra apreciación sobre el uno y la otra cambia para siempre. Unas veces, las más, para humanizar al personaje, elevando la obra a otro nivel. ¿A quién no le ha ocurrido? A lejanos conocimientos sedimentados se superpone de repente un dato nuevo que arroja VIVIR ENTRE PINCELES distinta luz, compone un rompecabezas, CIEN ANÉCDOTAS DE PINTORES convierte una rutina en una liturgia, acaba CÉLEBRES quizá con una inocencia, da un nuevo lusCARLOS DORS tre. Este cronista confiesa su admiración Áltera, Barcelona, 2007 antigua por La vista de Delft. Pero desde 178 páginas que leyó a Proust considerarlo el cuadro más bello del mundo, el criterio del ilustre engullidor de magdalenas despejó toda duda: no hay otro paisaje como el de n viejo condiscípulo de colegio me Johannes Vermeer. confesaba su devoción, desde niño, Upor los melocotones. Un buen día, ya adenEl autor de esta colección de minirretrado en la madurez, accedió al relato de latos es a su vez pintor, y no hay duda de cómo llegaron los melocotones a Occique vive entre pinceles. No hay más que dente. Cuenta la leyenda que una linda ver la dedicatoria a sus hermanos «todos princesa china, de amor movida, consintió artistas», y hojear estas páginas, que casi en transportar las preciadas semillas almenparece que manchan de carboncillo y huedradas, desafiando severas leyes. Y el cofre len a óleo. Carlos DOrs recién ha publidonde las escondió fue el mágico espacio cado un curioso libro cuyo subtítulo, Cien entre sus núbiles senos. Mi amigo, desde anécdotas de pintores célebres, no alcanesta lectura, ya nunca pudo comerse un za a definir el contenido. Cien anécdotas melocotón como antes. Poetizó la prosaison, ciertamente, de cincuenta y cuatro ca ceremonia de masticar la aterciopelapintores. Pero más allá del sucinto relato da fruta mediante una nebulosa liturgia en de los hechos, el autor ha creado para el la que cobraba vida la imaginada tersura espectador un espacio nuevo en la relación de la piel de la princesa. autorobra. Permítanme un ejemplo más. Toda mi del pintor. Ni siquiera en las notas, donde vida he admirado los renoirs llenos de figuencontramos sobre todo noticias de perras, pintados en las orillas del Sena, no sin sonajes que habitaron la vida el artista, a sentir una especie de pudor pecaminoso veces anécdotas que completan el cuadro. ante sus numerosos desnudos que preTrazos de artista que parecen caprichosos sentan orondas jovencitas, adolescentes y que puestos juntos nos dan su percepmetiditas en carnes. Carlos dOrs nos refieción personal del modelo, o la impresión re cómo Augusto Renoir tuvo una modeque persigue crear en el lector. lo durante su estancia en Holanda, muy De la lectura de este libro no saldrejoven y bonita «con su piel de virgen y sus mos con un repertorio que nos permita firmes y sólidos senos y el hermoso pliegue lucirnos en tertulias. No es este el resultaque se formaba entre ellos, con una somdo ni el alcance de esta obra catalogable bra dorada». El artista la apreciaba tanto en el capítulo de curiosidades y anecdoque quería llevarla consigo a París. Así se tarios, pero que tiene una extraña virtud, lo hizo saber a la madre de la modelo a y es la de ir llenando, enriqueciendo ese quien, para tranquilizarla, prometió que vacío, esa tierra de nadie existente entre el ningún hombre la tocaría. A lo cual la creador y el producto de su arte. Al leer madre respondió, como sin entender: ¿qué este libro se puede escuchar un silenciohará entonces en París, si no trabaja? so diálogo, el que entabla el espectador con las obras que admira, y a las que no Ahora contemplo los cuadros de podrá mirar igual después de lo aprendiRenoir con nuevos ojos, tras compartir la do. Un espectador, que no es otro que Carsorpresa que entonces sintiera el artista. La los dOrs, convertido a su vez en creador, bañista peinándose de la Nacional Gallery porque cada entrada va acompañada de de Washington ya no puede ser una impúun retrato del pintor en cuestión: 54 expreber adolescente cuya contemplación implisivos dibujos a lápiz que no constituyen ca pudorosos escrúpulos. Es lo que es: el el mérito menor de este libro (¿Cuál sería cuerpo de una bella meretriz en trance de la anécdota que cambiara nuestra visión realzar sus encantos. de estos retratos?). En ese mundo evanescente, escurridizo, habitualmente opaco para el mero Como el melocotón de mi amigo, observador, situado entre autor y obra, sublimado tras conocer la leyenda de la ha ido introduciendo dOrs, con cada uno bella princesa china, la obra de arte ya no de sus relatos breves, anécdotas que no será la misma para el amante de la pintupretenden ser necesariamente graciosas o ra, para bien o para mal, después de la lecextravagantes. No se trata de adornar la tura de las anécdotas recogidas por Carlos figura del artista ni de reafirmar su fama dOrs. JAIME OTERO de heterodoxo o bohemio. Tampoco aportan por sistema datos eruditos a la biografía