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De la victima sacrificial

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De la victima sacrificial

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Nueva Revista 130 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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147158 Rene Girard.qxp:Layout 1 23409 13:41 Página 147CulturaDE LA VÍCTIMASACRIFICIALAL APOCALIPSISLOSTEMASFUNDAMENTALESDELAOBRADERENÉGIRARDJosé María CarabantePROFESOR DE FILOSOFÍA DEL DERECHO. C.U. VILLANUEVALA OBRA, PERO TAMBIÉN LA BIOGRAFÍA, DE RENÉ GIRARD CONSTITUYE UN DESAFÍO PARA UN MUNDO COMO EL NUESTRO, EMPEÑADO EN LA ESPECIALIZACIÓN CIENTÍFICA Y EN LAS MIRADAS PARCIALES, PROPIAS DE LA POSMODERNIDAD. PORQUEGIRARD CONSTRUYE UNA TEORÍA QUE PUEDE SER TACHADA DEOMNICOMPRENSIVA —Y QUE, POR TANTO, SE ERIGE COMO LABESTIA NEGRA DE LOS DEFENSORES DEL PENSAMIENTO MÍNIMO O DÉBIL— Y PASEA CON COMODIDAD ENTRE LAS FRONTERAS DISCIPLINARIAS. ¿FILÓSOFO? ¿CIENTÍFICO SOCIAL? ¿ANTROPÓLOGO? ¿TEÓRICO DE LA LITERATURA? TODO Y MUCHOMÁS ES GIRARD, CUYAS PROPUESTAS FILOSÓFICAS SE ADENTRANEN TERRENOS INEXPLORADOS E INCLUSO EN UN ÁMBITO TANDENOSTADO COMO EL DE LA RELIGIÓN.nueva revista· 130147147158 Rene Girard.qxp:Layout 1 22409 18:44 Página 148josé maría carabanteEs curioso que un hombre interesado en la dinámica deldeseo, que se perfila en la gran tradición de la novela realista y que más tarde examina con detalle el ritual y el potencial semántico de los mitos y tradiciones religiosas, hayacobrado actualidad y sea, si se permite la expresión, unhito importante para comprender cuestiones tan actualescomo la violencia terrorista, el anhelo religioso o la raigambre ritual de las culturas. Tal vez porque lo que haceGirard es dar contestación a quienes, en la estela de ciertorelativismo cultural —que se vio, en su momento, comouna exigencia metodológica para todo antropólogo— afirman que el hombre de hoy no es como el de ayer. Nadaha cambiado para este pensador francés que confiesa quedesde que comenzó en su tarea investigadora su propósito«ha sido encontrar lo invariante».Su actitud es un aldabonazo en el contexto posmoderno y ello por varios sentidos. En primer lugar, porque subúsqueda de lo común y permanente —de lo invariante— pone en entredicho la reivindicada importancia de ladiferencia que tanto ha afectado a la antropología cultural,hasta el punto de que esta disciplina ha terminadoconformado un collagede culturas en el que queda pocoespacio para el hombre. Y, en segundo término, porque lametodología de Girard ha hecho palidecer la hybrisdesnortada del cientificismo, que pretende explicarlo todo,aunque sea a costa de desnaturalizar los fenómenos.Si Girard rechaza la fría mirada del científico social noes solo porque este último cosifica aquello que estudia,sino porque considera que sus fines y temas escapan a sudominio. Lo que puede ser considerado ciertamente comonueva revista· 130148147158 Rene Girard.qxp:Layout 1 22409 18:44 Página 149de la víctima sacrificial al apocalipsisimpostura —acudir a fuentes literarias y religiosas— estambién una de sus exigencias metodológicas: «En lugarde interpretar las grandes obras maestras de la literatura ala luz de las teorías modernas, debemos criticar las teoríasmodernas a la luz de esas obras maestras una vez que sehaya hecho explítica su voz teórica».Hacer explícita la voz teórica de las grandes obras de laliteratura: a ello se dedicó al comienzo de su obra, con unosresultados que quizá ni él mismo sospechaba. Porque loque puede ser paradójico para la comunidad científica espara Girard una verdad insoslayable, la de que en Shakespeare, Cervantes, Proust o Dostoievesky, entre otros, se puedeaprender más sobre el hombre y su cultura que en todolo que una plétora de expertos pueda certificar en sus revistas de investigación. De esa forma, la obra de Girard esoriginariamente literaria y así hay que leerla si se quierecomprender su potencial teórico.LA RIVALIDAD MIMÉTICAGirard termina con algunos tópicos, con ciertos fantasmas que circunvalan el pensamiento contemporáneo, perolo hace analizándolos en sus orígenes modernos y denunciandola visión constructivista de cierta ciencia social. Noes casual, por ello, que en su primera obra, Mentira románticay verdad novelesca(1961), acuda a los grandes noveXIXpara establecer una genealogía del deseo. Ellistas del deseo, se pensaba, nacía de forma independiente, era algoabsolutamente subjetivo. He ahí, por cierto, la idea del individuo aislado y autónomo de la modernidad. Sin embargo,partiendo del análisis de ciertas novelas, Girard elaboranueva revista· 130149147158 Rene Girard.qxp:Layout 1 22409 18:44 Página 150josé maría carabanteuna teoría realista del deseo que socava, como acertadamente ha indicado Javier Gomá, el modelo de individuono determinado y sometido a las únicas decisiones de sulibertad. El deseo se estructura en una relación triangularcompuesta de dos sujetos que pugnan y se enfrentan porun mismo objeto.La idea de Girard es que el deseo de uno se constituyeen la medida en que se ve en el espejo —no importa siclaro o turbio— de otro individuo que desea. Se conforma, pues, intersubjetivamente. Se trata de una relación deaguda reciprocidad, en la que cada uno se conforma parael otro en obstáculomodelo. Aludiendo a las tramas delas grandes novelas del siglo, el pensador francés se percata de que los individuos comienzan a desear objetosporque imitan las conductas de su contraparte. Este fenómeno es posible encontrarlo en las narraciones románticas, en las que la mujer aparece como el objeto deseado—mujer deseada y dos amantes rivales—. Pero la dinámica del deseo es tan intensa que termina reemplazando elobjeto. Girard concluye entonces que en la relación mimética lo de menos es, finalmente, el objeto deseado; loque importa, a fin de cuentas, es la orientación miméticade un individuo en función de la conducta del otro, de loque el otro desea.Esta teoría del deseo mimético tenía que sonar novedosa en el ámbito de una cultura que, como confesabaGirard, todavía entendía la imitación en los términos enlos que Aristóteles se refirió a ella en su retórica. En efecto, la mímesis era un término usual en el campo estéticoy también pedagógico, pero a diferencia de la acentuaciónnueva revista· 130150147158 Rene Girard.qxp:Layout 1 22409 18:44 Página 151de la víctima sacrificial al apocalipsisenvidiosa que revela Girard, en ellos mantenía un significado positivo. La imitiación o emulación servía, en estesentido, como forma de superación del hombre ya que elotro servía como ejemplo o guía en la orientación de laconducta propia.Girard, sin embargo, cree que aludiendo al caráctercompetitivo y potencialmente violento de la mímesis serecupera su sentido original, un sentido que empieza aoscurecerse en Platón y que termina ahogado en la interpretación aristotélica. En realidad, el deseo mimético esnaturalmente conflictivo porque abre la espita a la violencia: «Si un invididuo —explica el autor francés— imita aotro cuando este último se apropia de un objeto no puedeseguirse de ello sino rivalidad y conflicto». De ahí que lamímesis desemboque en lo que denomina «rivalidad mimética».Pero ¿qué supone para la ciencia social el que Girardhaya encontrado similitudes estructurales entre novelasrománticas? Primero, que la regularidad con la que Girard encuentra esas relaciones triangulares le permite formular una hipótesis. Segundo, con perplejidad se percatapronto de que esa estructura triangular aparece no soloXIX: es común en las tragedias griegas, se muesen el siglo tra también en la Divina Comediay en el Quijote, peroasimismo puede encontrarse en las grandes novelas delXX. Dice Girard que «la enorme importancia asignasiglo da a la mimesis durante toda la historia de la literatura occidental no puede ser un mero error; tiene que haber unarazón profunda de ese énfasis, una razón que nunca fueexplicada». Y, en tercer lugar, afirma que es la potencialidadnueva revista· 130151147158 Rene Girard.qxp:Layout 1 22409 18:44 Página 152josé maría carabanteexplicativa de esa teoría la que le permite enfrentarse alas simplificaciones del estructuralismo y a la visión reduccionista del psicoanálisis. La teoría del deseo miméticose convierte, de esa forma, en una suerte de metateoría,tan denigrada hoy día, que permite explicar con coherencia los aspectos más importantes de la vida social.EL CHIVO EXPIATORIODe la teoría de la literatura, Girard abre sus intereses especulativos y se adentra en la antropología cultural. El deseo y la mímesis constituyen, en realidad, una de las motivaciones de la acción humana, si no su motivo principal.Y gracias al deseo, los hombres se ven reflejados en otroshombres, actúan en función de los otros, de forma que seconforman como seres sociales. El problema es que, comose ha indicado, el deseo mimético provoca conflicto y rivalidad. Esta rivalidad entre dos sujetos se expande a lolargo y ancho del tejido social y da lugar a la espiral interminable y brutal del conflicto.En el fondo, esta tesis de Girard puede recordar laguerra de todos contra todos de la que hablaba Hobbes.Porque si, en efecto, el deseo mimético tiene algún sentido social (es lo que permite que las conductas de los individuos queden engranadas), es potencialmente tan violento que llega a ser destructivo. ¿Cómo conciliar la idea desociedad, de orden pacífico, con el origen violento del deseo mimético? Para ello el pensador francés recurre a lateoría del chivo expiatorio.Desde el momento en que Girard llegó a la conclusiónde que era posible extender sus hipótesis al campo de lanueva revista· 130152147158 Rene Girard.qxp:Layout 1 22409 18:44 Página 153de la víctima sacrificial al apocalipsisantropología, comenzó a estudiar culturas arcaicas, mitosy leyendas, llegando a la conclusión de que el hecho fundacional de las comunidades humanas es siempre algoque pone fin y clausura la violencia mimética y hace posible el orden pacífico. Lo que quiere indicar es que sia partir de la extensión del deseo mimético se generalizala violencia, solo quedan dos caminos. O bien la cóleray la rivalidad llegan a un grado tal de destrucción queconsumen a la misma comunidad —y ésta desaparece—,o bien se lleva a cabo un acto radical de reconciliación.Pues bien, la reconciliación es posible si la rivalidad contenida y la violencia expresa convergen en un víctima, lavíctima propiciatoria. Esa víctima, designada por el colectivo de forma unánime, concita el odio y la violencia hastael punto de que su inmolación interrumpe la dinámicaviolenta del deseo mimético y salva a la comunidad de suautodestrucción.La cultura y la sociedad, entonces, tienen un origenviolento en la medida porque se fundan en una víctimasacrificada en aras de la comunidad. Al concitar los odios,no solo permite la diferenciación pacífica entre los miembros del colectivo, sino que también asegura el mantenimiento de su continuidad existencial. Además, el chivoexpiatorio adquiere una doble significación: por un lado,para acabar con la violencia, se cree que de él provienetodo mal, todo odio, todo conflicto; pero, de otro lado, alhacer posible la convivencia social, es también un bien aposteriori,porque su remembranza sacrifical se asienta lapermanencia de la vida social y porque con su sacrificioadviene la paz.nueva revista· 130153147158 Rene Girard.qxp:Layout 1 22409 18:44 Página 154josé maría carabanteNo pueden separarse ni diferenciarse temporalmentelas inquietudes de Girard, porque su obra revela una continuidad y coherencia sorprendente, pero su interés por elfenómeno religioso se acreditó en su estudio exhaustivode la mitología y los ritos arcaicos, estableciendo el nextoentre la violencia y su supresión por lo sagrado. Como seha advertido ya, Girard no solo critica aquellos intentosde explicar el origen de la cultura y de las instituciones apartir de moldes más modernos, sino que comprende losgrandes relatos fundacionales —griegos y bíblicos, porejemplo— como respuestas a los mecanismos de la violencia mimética y del chivo expiatorio.Resulta escandaloso afirmar, como hace Girard, que lasociedad tiene unos fundamentos rituales y religiosos yque son estos fundamentos lo que permiten la convivenciaentre los hombres. Lo es hasta el punto de exclamar que«la humanidad es hija de lo religioso» y que «lo religioso esla madre de todo». Pero también puede resultar políticamente incorrecto acercarse con una mirada tan libre deprejuicios a los rituales antiguos. Porque lo que se ha considerado como muestra y ejemplo de irracionalidad extrema—la religión, los mitos y todas sus narraciones— a la postreaparecen como elementos indispensables de la vida social,no solo de la antigua, sino también de la contemporánea.LA REVELACIÓN DE LA TRADICIÓN JUDEOCRISTIANAEn La violencia y lo sagradose estudiaba el mecanismo dela violencia y del chivo expiatorio en las religiones primitivas y en las narraciones míticas griegas; en su epílogo, sosteníaque su teoría tenía que extenderse al complejo quenueva revista· 130154147158 Rene Girard.qxp:Layout 1 22409 18:44 Página 155de la víctima sacrificial al apocalipsisforma la tradición judeocristiana y, a partir de ahí, generalizarse a toda cultura. Lo que no pudo prever el autorfrancés, en su momento, es la gran diferencia que representa esta última tradición.Girard se educó en un contexto cristiano, pero abandonó la fe en la adolescencia. Tampoco pudo prever entonces que sus intereses teóricos en el ámbito de la antropología le llevarían a la conversión ya en su madurez. Enel conjunto de entrevistas que se recogen en uno de suslibros más interesantes, El origen de la cultura, Girard reconoce que la teoría literaria le condujo a la antropología,la antropología a la Biblia y ésta a la superioridad del cristianismo, lo que decidió su conversión. Este hecho le hagranjeado muchas enemistades entre los especialistas, queveían con asombro cómo Girard recurría a los Evangelioscomo fuente de conocimiento. En cualquier caso, a su juicioentre ciencia y fe religiosa no puede darse contradicción alguna, en la medida en que ambas tienen el mismoobjetivo: comprender la realidad.Frente a la tradición mítica, que pone fin a la violenciagracias a un chivo expiatorio, pero que asegura su eficacianegando su carácter, la Biblia representa un paso importante porque en ella se reconoce antes de su inmolación. LaSagrada Escritura constituye, de ese modo, el primer textoque denuncia no solo la violencia que funda la sociedad ysus instituciones, sino precisamente su carácter inmoral.De ahí que Girard en innumerables ocasiones aluda ala superioridad de la cultura judeocristiana. Caín mata injustamente al inocente Abel, Cristo, el Hijo de Dios, muerepor todos los hombres. Las víctimas siguen concitandonueva revista· 130155147158 Rene Girard.qxp:Layout 1 22409 18:44 Página 156josé maría carabantela violencia, siguen apagando con su muerte la rivalidadfundacional, pero la tradición judeocristiana desenmascara el mecanismo del chivo expiatorio o, lo que es lo mismo,da lugar a un proceso de desmitificación. Girard entiende,pues, en términos culturales lo que supuso el acontecimientoextraordinario de la muerte de Cristo, en quien converge toda violencia, quien redime todo pecado, pero que esla víctima más inocente.Así explica: «Los mitos antiguos están contra la víctima, mientras que la Biblia está a favor de ella». La diferencia no es baladí y no lo es, sobre todo, para el acontecerhistórico. La cultura nacida de la herencia judeocristianasupone un avance en relación con otras visiones culturales en la medida en que nos permite tomar conciencia denuestros orígenes, revelándonos el acto injusto que permite la vida social. Pero lo hace traspasando al hombre laresponsabilidad por su propio futuro, es decir, exigiendoal hombre decidirse en una disyuntiva trágica: la que lelleva a abandonar toda forma de rivalidad y de violencia,como manda Cristo, o el camino que conduce a su propiaautodestrucción. «Jesús salva a los hombres, comenta Girard, porque su revelación del mecanismo del chivo expiatorio, al privarnos cada vez más de protección sacrifical, nos obliga a abstenernos crecientemente de practicarla violencia si es que queremos sobrevivir. Para alcanzar elReino de Dios, el hombre debe renunciar a la violencia».LA VISIÓN APOCALÍPTICA DE GIRARDSus reflexiones sobre el fenómeno religioso o, mejor dicho, sobre las funciones sociales de la religión, obligan anueva revista· 130156147158 Rene Girard.qxp:Layout 1 22409 18:44 Página 157de la víctima sacrificial al apocalipsispensar que el porvenir de una sociedad como la nuestra,que se concibe a sí misma como secularizada, no se antoja muy halagüeño. Y, ciertamente, Girard cree que hoymismo podemos observar un estado de extrema ruina, deviolencia desmesurada y no solo en los conflictos armados: una sociedad consumista es una sociedad de enfrentamiento exacerbado, aunque adopte la figura aparentemente más pacífica de los intercambios culturales.En su último libro, Clausewitz en los extremos, publicadooriginalmente en 2007, Girard repite con insistencia queestamos presenciando una escalada de la violencia hacia losextremos, y apoyándose en las reflexiones sobre la guerradel militar prusiano Clausewitz, sostiene que hemos entrado en una edad apocalíptica. Se podría pensar que Girardse encuentra abocado por su propia teoría a un pensamiento pesimista, pero la verdad es que si sus premisas son ciertas, las conclusiones dejan poco espacio para la esperanza.Pero ¿cuál es el problema? Para Girard está claro: nosomos suficientemente cristianos, no estamos decididos aabandonar la violencia. El cristianismo desmitificó el mecanismo del chivo expiatorio, pero dejó demasiado en manosde los hombres. Y tras una modernidad que se preciabade haber abandonado la senda de la religión, afirma Girard, ya no podemos recurrir a ninguna víctima propiciatoria que nos redima de esta rivalidad mimética, de esteenfrentamiento sin final. «La violencia está desencadenada, hoy en día, a escala del planeta entero, provocandoaquello que los textos apocalípticos denunciaban». Solo, ajuicio de Girard, queda una salida: la conversión, es decir,la renuncia voluntaria a la violencia.nueva revista· 130157147158 Rene Girard.qxp:Layout 1 22409 18:44 Página 158josé maría carabanteVIDA DE RENÉ GIRARDRené Girard nació en Aviñón en 1925, pero culminó suetapa formativa en Estados Unidos, país donde ha ejercido la docencia en numerosas universidades (Duke University, John Hopkins y Standford, entre otras). Se hantraducido al castellano sus principales obras, de las quepuede destacarse Mentira romántica y verdad novelesca(Anagrama),Literatura, mímesis y antropología(Gedisa),El chivo expiatorio(Anagrama),La violencia y lo sagrado(Anagrama),Los orígenes de la cultura(Trotta) y Clausweitz en los extremos(Katz). En 2005 fue elegido miembro de la Academia Francesa.nueva revista· 130158