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Las elecciones en clave

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“Las elecciones en clave,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/2637.

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Las elecciones en clave

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Nueva Revista 132 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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LAS ELECCIONESEN CLAVE NACIONALGabriel Elorriaga PisarikEn las elecciones municipales existen multitud de factores queno tienen tanta relevancia en consultas electorales a gran escala. Sin embargo, ello no impide ensayar una segunda lecturade los resultados electorales ni reflexionar sobre su significadonacional. La evolución del voto en las grandes ciudades, losresultados de las fuerzas nacionalistas y las cifras de participación pueden servir como indicadores a tener en cuenta paraponderar si el electorado pide un cambio de político.Las elecciones locales son las más generales de cuantasse celebran en España. Con tantas circunscripciones comomunicipios —a los que hay que añadir cabildos y consejos insulares, así como las juntas forales vascas—, el próximo22 de mayo se celebrarán más de 8.000 procesos electoralesdiferenciados, a los que concurrirán varios cientosde miles de candidatos para ocupar más de 70.000 cargospúblicos.El resultado de las urnas determinará, en unaelección indirecta posterior, el destino de las 38 diputaciones provinciales existentes en la actualidad. En los dosgrandes partidos nacionales se suele decir que las elecciones municipales se empiezan a ganar el día de presentaciónnueva revista· 13217gabriel elorriaga pisarikde las candidaturas. No se refieren con ello a la importancia de la calidad de los candidatos elegidos —que también— sino al hecho innegable de que los votantes solopodrán elegir unas siglas allí donde éstas se hayan presentado. A diferencia de unas elecciones generales, donde 350candidatos repartidos en 50 listas hacen posible a cualquier español expresar su preferencia por un partido, en lasmunicipales esa misma formación política necesitará disponer de muchas decenas de miles de candidatos a concejal repartidos por todo el territorio, una inmensa exhibiciónde capacidad organizativa. Cada municipio sin lista presentadarepresenta una fracción del censo electoral que ya nopodrá elegir, aunque lo desee, una opción concreta.Estas elecciones están muy influidas por los factoresmás próximos, más cercanos, más subjetivos y, sin embargo, suelen tener una segunda lectura política que va mucho más allá de su mero significado local. Posiblementesea porque pesa en nuestra memoria colectiva el impactopolítico de las elecciones municipales de abril de 1931,donde el triunfo de las candidaturas de orientación republicana en las grandes capitales acabó con la monarquíaen apenas dos días. O tal vez, porque desde comienzos dela década de los noventa las municipales anteceden a laselecciones generales e, inevitablemente, se impone su análisis casi como si de una primera vuelta se tratara. Cualquiera que sea la causa es preciso relativizar este uso predictivo de las municipales o, al menos, es necesario explicarcon cierta precisión los elementos que diferencian elcomportamiento electoral en convocatorias de tan distintanaturaleza. Echando la vista atrás es fácil comprobar quenueva revista· 13218las elecciones en clave nacionalDiferenciaPSOEPPPSOEPPAbstención(%)(%)(%)(%)1991municipales38,3425,3413,0037,221993generales38,7834,764,0223,561995municipales 30,8435,27–4,4330,131996generales37,6338,79–1,1622,621999municipales34,2634,44–0,1836,012000generales34,1644,52–10,3631,292003municipales34,8334,290,5432,332004generales42,5937,714,8824,342007municipales35,3536,01–0,6636,732008generales43,8739,943,9326,16ese carácter anticipatorio de las elecciones locales ni estan cierto, ni resulta tan fácil de analizar.En cuatro de las cinco últimas elecciones generales lavictoria fue previamente anunciada en las lecciones municipales. Ocurrió en 1993, 1996, 2000 y 2004; sólo en2008 la victoria popular en las municipales de 2007 fueseguida por una derrota al año siguiente. Si observamoscon atención la tabla precedente podremos advertir quelas circunstancias fueron muy distintas en cada uno de los«emparejamientos». La gran victoria socialista de 1991(+13 puntos) no anticipó la consolidación del Partido Popular como alternativa real de gobierno que se puso demanifiesto en las generales, dos años más tarde.En sentido parcialmente contrario, el gran resultado popular de1995, que le llevó a mejorar en diez puntos porcentualesnueva revista· 13219gabriel elorriaga pisariksus resultados de las anteriores elecciones locales y a superar en casi 4,5 al partido socialista, quedó en casi unempate un año más tarde. En las municipales de 1999 sedio el resultado más equilibrado de la historia, con unalevísima ventaja popular y, sin embargo, las elecciones generales del 2000 trajeron la que hasta ahora ha sido laúnica mayoría absoluta del PP, con más de 10 puntos dediferencia. Algo similar ocurrió, en sentido político inverso, entre las ajustadas municipales de 2003 y la holgadavictoria socialista de 2004 (aunque en este resultado, comoes sobradamente conocido, influyó decisivamente la masacre terrorista del 11M). Por lo tanto, incluso cuando enapariencia las locales anuncian el resultado de las generales, la claridad de la profecía deja bastante que desear.Un viejo relato nos puede arrojar alguna luz adicional.Los más veteranos analistas políticos suelen decir que lasrelaciones de un gobierno con sus electores suelen atravesar por cuatro fases: una primera y breve época de idilioposterior a la victoria, la luna de miel; una segunda y largade progresivo desgaste, la decepción de la realidad; untercer momento cierra la etapa anterior, esel hundimiento aparente; y por últimosuele llegar una cierta recuperación, en ocasiones insuficiente. En el calendario políticoespañol las elecciones municipales y autonómicas siempre llegan en el peor momento de los gobiernos respectivos y posiblemente eso nos ofrece una explicación parcialde lo ocurrido en 19951996, 19992000 y 20072008.En todo caso, tras las impresiones recibidas de las grandescifras agregadas, conviene detenerse en analizar la trastiendade esos números. Como ya se ha indicado, los renueva revista· 13220las elecciones en clave nacionalsultados de unas elecciones locales son la suma de milesde procesos diferentes, gran parte de ellos desarrolladosen pequeños municipios. En estos ayuntamientos de menor dimensión es donde la personalidad de los candidatosadquiere mayor relevancia, en detrimento de las siglas políticas bajo las que se cobijan. Dos razones estrechamenterelacionadas pueden explicar este fenómeno. De un lado,las elecciones municipales tienen un carácter más administrativo. Los ciudadanos buscan en sus alcaldes buenosgestores más que dirigentes con una determinada orientación ideológica que apenas se deja sentir en el ejerciciode las competencias locales. El voto en las generales, mucho más político, se mueve por pautas distintas. Por otrolado, cuanto menor es el municipio mayor es la información directa de la que dispone el elector sobre el candidato y su equipo. Los partidos juegan en nuestras democracias un papel orientador del sentido del voto; suplen elescaso conocimiento público de algunos candidatos con suaval partidista. Los electores confían en que los candidatos, a quienes apenas conocen, sean las personas más idóneasporque el partido en el que habitualmente confíanlos ha designado para ocupar ese puesto. Este atajo informativo solo es relevante cuando no existen otros caucesigualmente sencillos para formarse un juicio sobre las alternativas en liza.Visto desde otra perspectiva, lo anterior explica también la proliferación de candidaturas independientes enlas elecciones municipales. Es este un fenómeno que seconcentra en los municipios más pequeños, aunque elpaso del tiempo lo ha ido minorando. En las eleccionesnueva revista· 13221gabriel elorriaga pisarikmunicipales, como ocurre con las generales, se observa enlas dos últimas décadas una tendencia constante hacia laconcentración bipartidista del voto. Los dos grandes partidos sumaron juntos el 64% en 1991, el 66% en 1995, el69% en 1999 y 2003, y más del 71% en 2007. Con todo,esta última cifra aún queda muy lejos del casi 84% quePPy PSOEsumaron juntos en las elecciones de 2008.Por último, a la hora de establecer comparaciones entre procesos electorales de distinta naturaleza territorialdebe tenerse en cuenta un último factor: las muy diferentes tasas de participación. Las elecciones locales son marcadamente más abstencionistas que las generales. En losúltimos veinte años la abstención se ha situado en las elecciones generales entre el 31% de 2000 y el 22% de 1996;en el mismo periodo, en las elecciones municipales hadejado de votar entre un 30% del censo en 1995, las demayor participación, y el 37% de 1991. Parece fácil concluir que las elecciones locales se perciben por los ciudadanos como menos trascendentes y, por ello, una parte renuncia a emitir su voto. Lo que resulta más difícil conoceres la tipología de esos abstencionistas y, a los efectos queestamos comentando, determinar si se reparten de manera homogénea entre todas las opciones políticas o sonmás abundantes en unas u otras formaciones.A pesar de todo lo anterior las elecciones del próximo22 de mayo serán un eficaz termómetro político, solo quehabrá que leerlo con la debida atención. En primer lugar,convendrá fijarse en la evolución de las grandes ciudades.PSOEgobierna hoy en cinco de las diez mayores ciudaEl des españolas (Barcelona, Sevilla, Zaragoza, Las Palmas ynueva revista· 13222las elecciones en clave nacionalPalma de Mallorca) mientras que el PPlo hace en cuatro(Madrid, Valencia, Málaga y Murcia); Bilbao tiene alcaldePNV. El voto municipal en estas grandes ciudades esdel tará más influido por el entorno general que por factoreslocales y, en consecuencia, nos dará un fiel reflejo del clima político. Todo indica que el Partido Popular afianzarásus actuales alcaldías y, muy probablemente, ganará algunas nuevas. El Partido Socialista puede perder por primera vez en democracia, además, la ciudad de Barcelonaenfavor de un alcalde nacionalista.En segundo lugar, conviene prestar atención al voto delas fuerzas nacionalistas y de Izquierda Unida en cuyaevolución se fundamenta el más reciente éxito electoralde Rodríguez Zapatero; este ciclo parece estar concluyendo. En el centro derecha algunos acontecimientos pueden también distorsionar los resultados. La división enPPy UPN, y el surgimiento en AsturiasNavarra entre el del nuevo partido de Álvarez Cascos pueden fragmentarlos votos populares. En sentido contrario, el hundimientode Unión Mallorquina y la práctica desaparición del naPPcionalismo andaluz pueden reforzar los resultados del en ambas comunidades autónomas.La tercera lectura imprescindible deberá hacerse entorno a las cifras de participación. España transpira voluntad de cambio. La envergadura del fracaso socialistaes de tal calibre que el deseo de una alternativa es compartido incluso por los votantes de izquierda. La teoríanos dice que esta tensión impulsará al electorado hacialas urnas. Pero a nadie se le oculta que los ciudadanos también interpretan la gravísima crisis económica actual comonueva revista· 13223gabriel elorriaga pisarikconsecuencia de una profunda crisis institucional en laque el descrédito de los partidos y los políticos está alcanzando cotas hasta ahora desconocidas entre nosotros. Sondos impulsos encontrados cuyo resultado final habrá quevalorar correctamente.El resultado de las elecciones municipales de la primaverapróxima será reflejo del cambio político que ya seanuncia para 2012, un cambio tan necesario como urgente. Pero no se debe olvidar que el correcto análisis de losresultados deberá incorporar un amplio conjunto de factores que singularizan las elecciones locales y las distinguen netamente de las generales. Con todo, una vez másen nuestra historia democrática,la elección de miles dealcaldes y concejales será también el primer paso para elacceso de una nueva mayoría al gobierno de la nación. nueva revista· 13224