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Número
Referencia
“Luis Ramoneda,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/2609.
Dublin Core
Title
Luis Ramoneda
Source
Nueva Revista 131 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426
Publisher
Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.
Rights
Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved
Format
document/pdf
Language
es
Type
text
Document Item Type Metadata
Text
Luis Ramoneda Soy lector y hombre andariego y eleg?aco al que le gustam?s escuchar que hablar. Los poemas y las narracionesque escribo suelen surgir de contemplar la naturaleza,ijarme en las personas con las que me topo y sus historias, observar alguna obra de arte...; y, con bastantefrecuencia, a ra?z de alguna audici?n musical. El asuntounas veces llega a puerto y otras se queda en silenciosonaufragio. Hay periodos largos de silencio y momentosen que llega alguna luz, sobre todo en oto?o (?ah loshayedos!), invierno o primavera. Los veranos me anulancon tanto calor y zaiedad.144Corren malos tiempospara la lírica(una historia real)Son las cinco y veinte de la tarde del martes santo, unhombre ?rostro enjuto, pelo escaso y lacio? guarda colaen la d?rsena n?mero 3 del intercambiador de Moncloa, quepodr?a ser escenario de la Divina Comedia, de un cuadro delBosco o quiz? del juicio inal. Al cabo de unos minutos, llegael autob?s que cubre el trayecto entre Madrid y El Escorialpor Galapagar. El hombre escu?lido, que lee un libroencuadernado en tono maril, deja una se?al en una p?gina,lo cierra y monta en el veh?culo verde.??Ha subido el precio, verdad? ?Cu?nto es??Uno con noventa.145luis ramonedaEl hombre entrega dos euros y el conductor le devuelvediez c?ntimos.??Muchas gracias!??A usted!? contesta el ch?fer.Mientras busca un asiento vac?o, el hombre piensa queda gusto encontrarse con gente educada. Se acomoda en ellado por el que se ver? mejor la sierra, abre el libro y vuelvea la lectura:Entro en templos sombr?os,Oicio un pobre rito.En el centelleo de las rojas lamparillasEspero a la Bella Dama.En la penumbra, junto a una alta columna,El crujido de una puerta me hace temblar.La mera imagen, el sue?o de EllaMe mira a la cara, llena de luz?El autob?s se va llenando, faltan pocos minutos para lascinco y media de la tarde y quedan pocos asientos disponibles. En el que el hombre tiene delante, una mujerbastante joven saca el m?vil.??Viky? Estoy en el autob?s, hay mucha circulaci?n, nos? qu? pasa, llegar? hacia las seis, ten todo preparado.De uno de los asientos posteriores al suyo, le llega la vozde alguien, a quien el hombre del libro no ve, que hablatambi?n por un m?vil; por sus expresiones, debe de serbastante joven. El hombre intenta concentrarse en la lectura.El autob?s ha arrancado y se dirige hacia la rampa de salidadel intercambiador, al inal de la calle de la Princesa.La voz del m?vil sigue imperturbable. Al hombre del libro,le invaden r?fagas de la conversaci?n: algo de horarios de146NUEVA REVISTA 131corren malos tiempos para la líricatrabajo, algo que al parecer el hablador ha compuesto... La mujer que tiene delante llama de nuevo. El autob?scircula sin problemas por el ?busbao? de la carretera de LaCoru?a. La Ciudad Universitaria est? vac?a, en algunos?rboles se intuyen los primeros brotes y se presiente el brillode las hojas nuevas. ??Paula! Estoy en el autob?s, es que tenemos atasco,habr? habido un accidente o algo as?, por eso llegar? tarde.El hombre interrumpe la lectura, porque no da cr?dito a loque oye: la circulaci?n es de lo m?s luida. El autob?s seencamina veloz hacia la cuesta de las Perdices y el hombredel libro levanta los ojos y mira por la ventanilla hacia la sierra.Oscuros nubarrones la cubren, aunque no impiden ver unosbrochazos de nieve entre la Bola del Mundo y las Cabezasde Hierro, como en un paisaje de Aureliano de Beruete.El hombre enjuto vuelve a la lectura:Nacida en la alta noche,P?lida compa?era de la tierra,Envuelta en el manto terrestre.T? brillabas arg?ntea en la lejan?a.Yo me dirig?a al norte inh?spito,Yo me dirig?a al polvo helado,O? tu voz misteriosa.T? brillabas arg?ntea en la lejan?a.Nacida en la alta noche,T? brillabas arg?ntea en la lejan?a.Y mi alma abatida devinoEl manto de la tierra helada?Al lector, le cuesta sustraerse de la voz del hombre delm?vil, que sigue con la misma conversaci?n. Parece queNUEVA REVISTA 131147luis ramonedahabla con una chica, intenta leerle algo de lo que hacompuesto, luego inicia otra historia sobre sus relacionescon una mujer rubia, al parecer muy rarita. El hombre dellibro relee varias veces el mismo poema y maldice losm?viles y la mala educaci?n, que le impiden concentrarse enla lectura.La mujer del asiento delantero vuelve a la carga:??Eres Bego?a? ?Sabes si va a llover ma?ana? Estoy enun atasco, ha habido un accidente y esto no se mueve,llegar? hacia las seis.El autob?s circula ya a la altura de Casa Quemada, no hayning?n problema con el tr?ico, ??por qu? miente??, piensa elhombre del libro. Vuelve a los poemas, detr?s sigue la voz deljoven sin rostro, que ahora trata de justiicar sus relacionescon la rubia rara y cuenta algo de cuando le ayud? a arreglarselas u?as. El hombre del libro ha estado a punto de levantarsepara pedir al incansable hablador que se calle de una vez. Alllegar a Las Rozas, el autob?s deja la autopista de La Coru?ay toma la carretera del Escorial. El hombre del libro intentaconcentrarse en la lectura. Se para ante unos versos deAlexander Blok, como si los degustara:?Desde las almenadas alturas del bosqueDespunta un alba nupcial.El hombre del m?vil sigue, ??qu? pensar? su interlocutora? Tendr? m?s paciencia que Job, porque no haydi?logo, es un mon?logo est?pido y sin in?. La mujer delasiento delantero vuelve a marcar:??Vicky? Dile a Rafa que ha habido un accidente, esto nose mueve, llegar? tarde. Me ha dicho Bego?a que ma?ana nollover?, por favor, que llame para que vayan sin falta allevarse el contenedor.148NUEVA REVISTA 131corren malos tiempos para la líricaEl hombre del libro interrumpe la lectura, ??por qu?miente??, vuelve a preguntarse. ?Esto dar?a pie para unrelato de intriga?, piensa. El autob?s se detiene junto a laentrada de una urbanizaci?n, se bajan dos mujeres, por susrasgos deben de ser eslavas. El autob?s reemprende lamarcha. El chico del m?vil sigue en sus trece y para colmodice que tendr?a que hablar menos; sin embargo, sigue conla historia de la rubia rara sin parar un segundo, como siquisiera justiicarse ante su interlocutora.El hombre del libro deja una se?al en la p?gina, lo cierra,se levanta y aprieta el bot?n de solicitud de parada. Variaspersonas se preparan tambi?n para apearse. El autob?s frenaal llegar a la rotonda de la entrada a Molino de la Hoz y sedetiene. El hombre deja salir a los dem?s. La mujer jovenest? hablando con alguien y sigue con la mentira del atasco.Antes de apearse, el hombre del libro mira hacia atr?s y veagazapado a su enemigo del m?vil, que sigue monologando,aunque dice que se le est? acabando la bater?a. Es joven ylarguirucho, y o tiene la barba m?s cerrada que un portugu?so probablemente lleva varios d?as sin afeitarse. Siente deseosde estrangularlo, pero se baja. El autob?s parte. ??Dichososm?viles, menuda pandemia!?, piensa el hombre del libromientras anda hacia una residencia de ancianos en la quevive un viejo profesor suyo: ?Hablad, hablad, mentid,contaos estupideces, yo me quedo con Alexander Blok y conesta indescriptible nube velazque?a que ahora cubre el cielode los alrededores de Madrid y con la pincelada de Berueteen la sierra?. NUEVA REVISTA 131149