Nueva Revista 005 > El rey Ton-Ton
El rey Ton-Ton
Alberto Míguez
Reseña literaria de "Le Président" por Franz-Olivier Giesbert.
File: Nueva Revista Nº5 El rey ton-ton.pdf
Archivos
Número
Referencia
Alberto Míguez, “El rey Ton-Ton,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/2561.
Dublin Core
Title
El rey Ton-Ton
Subject
Libros
Description
Reseña literaria de "Le Président" por Franz-Olivier Giesbert.
Creator
Alberto Míguez
Source
Nueva Revista 005 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426
Publisher
Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.
Rights
Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved
Format
document/pdf
Language
es
Type
text
Document Item Type Metadata
Text
EL REY "TONTON"
Título: «Le Président».
Autor: Franz-Oliver Giesbert.
Editorial: Editions du Seuil. París,
394 páginas.
Precio: 130 francos franceses.
Hace más de 10 años
Franz-Olivier Giesbert
publicó un libro titulado Frangois
Mitterrand o la tentación de la
historia. Se trataba del primer
intento biográfico serio sobre el
hoy presidente de Francia,
cuando eran muy pocos quienes
le vaticinaban un destino tan
brillante. Su autor era entonces
un brillante periodista del semanario
«progresista» Nouvel
Observateur. Giesbert es hoy director
del diario conservador Le
Figaro y Mitterrand, por segunda
vez, presidente de la República.
El destino de ambas personalidades
marca significativamente
lo sucedido en Francia
durante el último decenio.
Giesbert acaba de publicar
ahora un nuevo intento o tiento
biográfico sobre Mitterrand.
Su libro El Presidente es también
un éxito de ventas espectacular
como fue el anterior. En apenas
unas semanas ha provocado
reacciones airadas —la primera,
la del biografiado— y entusiastas
en un país cuya vida política
atraviesa ahora momentos
de cierta crispación.
Nos hallamos, en efecto, ante
un libro turbador e implacable
en la línea de lo que en
Francia se llama «panfleto» y
que en español tiene una significación
muy distinta. La nueva
obra de Giesbert no es, ni
pretende ser, una biografía
complementaria ni una crónica
de los «años Mitterrand». Aunque
el autor retoma a su personaje
donde lo había dejado en
su primera biografía, las intenciones
son diferentes aunque el
rigor del análisis, la documentación
y el anecdotario (en gran
parte inédito) se mantengan.
Giesbert escribe desde una
perspectiva crítica, a veces implacable,
sobre una personalidad
por la que siente una mezcla de
admiración, animadversión y
ternura. Y lo hace utilizando
una prosa brillante y un caudal
de conocimientos poco común.
Es implacable, en efecto, cuando
acusa a François Mitterrand
de doblez, oportunismo, falta
de lealtad, arrogancia, egoísmo,
narcisismo o cursilería. Pero
lo es más cuando enfoca su
objetivo hacia quienes rodean al
rey-presidente, sus cortesanos y
mayordomos políticos. Los retratos
que el autor hace de personalidades
tan sobresalientes
como Laurent Fabius, Pierre
Mauroy, Jack Lang, Jacques
Attali o incluso Michel Rocard
(por el que, sin duda, muestra
cierta debilidad) resultan incomparablemente
más duros e
inclementes. La «corte» de este
monarca republicano, viene a
decir el autor, resulta mucho
menos presentable que el soberano.
Pocos son, en efecto,
quienes se salvan de este paisaje
catastrófico. Incluido, naturalmente,
el impulsivo y, según
Giesbert, algo atolondrado Jacques
Chirac, el hombre que
cumplió la nada fácil aventura
de la «cohabitación».
¿Socialista?
Por supuesto no encontrará
el lector español interesado por
la política francesa ningún descubrimiento
espectacular en este
libro. La historia del primer
septenato de Mitterrand y de
los primeros años del segundo
es de sobra conocida. Mitterrand
pasó del izquierdismo infantil
y nacionalizador de los
primeros años ochenta a descubrir
la economía de mercado y
encauzar la reprivatización.
Moderó a sus jóvenes lobos
marxistas, pero también, y, sobre
todo, se moderó a sí mismo
tras haber convertido a la economía
francesa —como señala
tan acertadamente Giesbert—
en un «campo de pruebas y en
una máquina de desmitificar».
Vino después la cohabitación y,
más tarde, la casi unánime solicitud
de su nueva candidatura
a la presidencia de la República.
Y, finalmente, su consagración
como monarca constitucional,
tal vez «de por vida». De
la impopularidad, este galápago
insumergible pasó, pues, a la
«ton-tonmanía». «Ton-Ton», es
decir, Mitterrand, constituye
hoy ya una referencia inevitable
y permanente en la historia
contemporánea de Francia. Como
De Gaulle, su íntimo enemigo,
a quien ha imitado en casi
todo.
Lo que resulta curioso de toda
esta historia que Giesbert
cuenta con pluma maestra es
que el actual presidente francés
haya construido su carisma sobre
fracasos reiterados y, en
muchos casos, imperdonables.
Fracasos económicos, sociales,
políticos y hasta morales, matizados
por dos objetivos estratégicos
irrenunciables y mantenidos:
convertir al partido socialista
francés en el representante
del «statu quo» (¡cuántas
coincidencias con el socialismo
español!), reduciendo así el
margen de la derecha, y personalizar
un proyecto a largo plazo
(un partido socialista hegemónico,
que gobierna apoyándose
en la izquierda o en el centro,
según su conveniencia) basado
en la aparente neutralidad
del líder, por encima de los avatares
políticos y de las pequeñas
miserias.
Todo lo anterior explica hasta
qué punto resulta un tanto
insulso preguntarse —y el autor
del libro se abstiene— si Mitterrand
es o no socialista. Entre
otras razones porque habría
que preguntarse —y a esa pregunta
no hay, por ahora,
respuesta— qué diablos es hoy,
en las postrimerías del siglo, eso
que se llama socialismo y que
da tanto para un roto como para
un descosido.
Produce, en efecto, cierta envidia
leer libros como el de
Giesbert, escrito desde la pasión
pero también desde la razón
y la reflexión. El autor tiene
la suficiente generosidad para
concluir su retrato en negro con
ciertas fiorituras coloristas. Y
reconoce, por ejemplo, que
Mitterrand no habrá dejado a
Francia tal como estaba, que la
modernizó y pacificó, que la reconcilió
consigo misma y que
con él se cierra la gran disputa
histórica iniciada en la Revolución
francesa. ¿Podrá algún día
decirse algo parecido de Felipe
González?
A. M.
Título: «Le Président».
Autor: Franz-Oliver Giesbert.
Editorial: Editions du Seuil. París,
394 páginas.
Precio: 130 francos franceses.
Hace más de 10 años
Franz-Olivier Giesbert
publicó un libro titulado Frangois
Mitterrand o la tentación de la
historia. Se trataba del primer
intento biográfico serio sobre el
hoy presidente de Francia,
cuando eran muy pocos quienes
le vaticinaban un destino tan
brillante. Su autor era entonces
un brillante periodista del semanario
«progresista» Nouvel
Observateur. Giesbert es hoy director
del diario conservador Le
Figaro y Mitterrand, por segunda
vez, presidente de la República.
El destino de ambas personalidades
marca significativamente
lo sucedido en Francia
durante el último decenio.
Giesbert acaba de publicar
ahora un nuevo intento o tiento
biográfico sobre Mitterrand.
Su libro El Presidente es también
un éxito de ventas espectacular
como fue el anterior. En apenas
unas semanas ha provocado
reacciones airadas —la primera,
la del biografiado— y entusiastas
en un país cuya vida política
atraviesa ahora momentos
de cierta crispación.
Nos hallamos, en efecto, ante
un libro turbador e implacable
en la línea de lo que en
Francia se llama «panfleto» y
que en español tiene una significación
muy distinta. La nueva
obra de Giesbert no es, ni
pretende ser, una biografía
complementaria ni una crónica
de los «años Mitterrand». Aunque
el autor retoma a su personaje
donde lo había dejado en
su primera biografía, las intenciones
son diferentes aunque el
rigor del análisis, la documentación
y el anecdotario (en gran
parte inédito) se mantengan.
Giesbert escribe desde una
perspectiva crítica, a veces implacable,
sobre una personalidad
por la que siente una mezcla de
admiración, animadversión y
ternura. Y lo hace utilizando
una prosa brillante y un caudal
de conocimientos poco común.
Es implacable, en efecto, cuando
acusa a François Mitterrand
de doblez, oportunismo, falta
de lealtad, arrogancia, egoísmo,
narcisismo o cursilería. Pero
lo es más cuando enfoca su
objetivo hacia quienes rodean al
rey-presidente, sus cortesanos y
mayordomos políticos. Los retratos
que el autor hace de personalidades
tan sobresalientes
como Laurent Fabius, Pierre
Mauroy, Jack Lang, Jacques
Attali o incluso Michel Rocard
(por el que, sin duda, muestra
cierta debilidad) resultan incomparablemente
más duros e
inclementes. La «corte» de este
monarca republicano, viene a
decir el autor, resulta mucho
menos presentable que el soberano.
Pocos son, en efecto,
quienes se salvan de este paisaje
catastrófico. Incluido, naturalmente,
el impulsivo y, según
Giesbert, algo atolondrado Jacques
Chirac, el hombre que
cumplió la nada fácil aventura
de la «cohabitación».
¿Socialista?
Por supuesto no encontrará
el lector español interesado por
la política francesa ningún descubrimiento
espectacular en este
libro. La historia del primer
septenato de Mitterrand y de
los primeros años del segundo
es de sobra conocida. Mitterrand
pasó del izquierdismo infantil
y nacionalizador de los
primeros años ochenta a descubrir
la economía de mercado y
encauzar la reprivatización.
Moderó a sus jóvenes lobos
marxistas, pero también, y, sobre
todo, se moderó a sí mismo
tras haber convertido a la economía
francesa —como señala
tan acertadamente Giesbert—
en un «campo de pruebas y en
una máquina de desmitificar».
Vino después la cohabitación y,
más tarde, la casi unánime solicitud
de su nueva candidatura
a la presidencia de la República.
Y, finalmente, su consagración
como monarca constitucional,
tal vez «de por vida». De
la impopularidad, este galápago
insumergible pasó, pues, a la
«ton-tonmanía». «Ton-Ton», es
decir, Mitterrand, constituye
hoy ya una referencia inevitable
y permanente en la historia
contemporánea de Francia. Como
De Gaulle, su íntimo enemigo,
a quien ha imitado en casi
todo.
Lo que resulta curioso de toda
esta historia que Giesbert
cuenta con pluma maestra es
que el actual presidente francés
haya construido su carisma sobre
fracasos reiterados y, en
muchos casos, imperdonables.
Fracasos económicos, sociales,
políticos y hasta morales, matizados
por dos objetivos estratégicos
irrenunciables y mantenidos:
convertir al partido socialista
francés en el representante
del «statu quo» (¡cuántas
coincidencias con el socialismo
español!), reduciendo así el
margen de la derecha, y personalizar
un proyecto a largo plazo
(un partido socialista hegemónico,
que gobierna apoyándose
en la izquierda o en el centro,
según su conveniencia) basado
en la aparente neutralidad
del líder, por encima de los avatares
políticos y de las pequeñas
miserias.
Todo lo anterior explica hasta
qué punto resulta un tanto
insulso preguntarse —y el autor
del libro se abstiene— si Mitterrand
es o no socialista. Entre
otras razones porque habría
que preguntarse —y a esa pregunta
no hay, por ahora,
respuesta— qué diablos es hoy,
en las postrimerías del siglo, eso
que se llama socialismo y que
da tanto para un roto como para
un descosido.
Produce, en efecto, cierta envidia
leer libros como el de
Giesbert, escrito desde la pasión
pero también desde la razón
y la reflexión. El autor tiene
la suficiente generosidad para
concluir su retrato en negro con
ciertas fiorituras coloristas. Y
reconoce, por ejemplo, que
Mitterrand no habrá dejado a
Francia tal como estaba, que la
modernizó y pacificó, que la reconcilió
consigo misma y que
con él se cierra la gran disputa
histórica iniciada en la Revolución
francesa. ¿Podrá algún día
decirse algo parecido de Felipe
González?
A. M.