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Hacia la educación integradora

Rafael G. López-Egea

Reseña literaria de "Ética del quehacer educativo" por Carlos Cardona.

File: Hacia la educación integradora.pdf

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Referencia

Rafael G. López-Egea, “Hacia la educación integradora,” accessed March 29, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/2530.

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Title

Hacia la educación integradora

Subject

Libros

Description

Reseña literaria de "Ética del quehacer educativo" por Carlos Cardona.

Creator

Rafael G. López-Egea

Source

Nueva Revista 007 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

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Text

HACIA LA EDUCACION
INTEGRADORA
Por Rafael Gómez López-Egea
El hombre, como ser humano
completo, necesita
recibir una educación que le
permita adquirir plenamente
su capacidad de ser persona.
Se trata de un largo proceso
que se inicia con el nacimiento
y se prolonga hasta el final
de la vida- Nadie duda de la
importancia de ese proceso,
especialmente en las fases de
infancia, adolescencia y juventud.
Por tanto, parece importante
estudiar cuáles son los
contenidos de la educación, el
sistema utilizado, los criterios
generales de los educadores y
los principios que los inspiran.
Este es el propósito del filósofo,
doctor Cardona, en su
obra Etica del quehacer educativo,
en el que somete a examen
el enfoque general del
problema, partiendo de la realidad
presente, para luego exponer,
a través de preguntas y
respuestas, algunas conclusiones
válidas en el intento de
ofrecer elementos racionales
sobre la cuestión.
Sentido unitario
de la persona humana
El autor fija su posición en
torno al concepto que tiene del
individuo, al que llama «sujeto
receptor» en ese proceso
educativo: «Sujeto receptor,
que es la persona que debe ser
educada», destinataria de los
conocimientos. Y esa persona
es, para él, «radicalmente unitaria
». Sobre algo tan obvio,
de sentido común, va a girar el
fundamento del análisis posterior.
En efecto, si la persona
humana —hombre o m u j e r -
es radicalmente unitaria, necesita
de acuerdo con su naturaleza
recibir los conocimientos
de forma integradora, coherente
y no dispersa, unitaria y
no fragmentada en compartimentos
estanco.
Es decir, todo lo contrario
de como se lleva a cabo hoy la
tarea educadora, caracterizada
por la especialización de los
conocimientos científicos en
parcelas aisladas, buscando la
eficacia y el rendimiento inmediato
antes que la formación
global de la persona. Las consecuencias
de este planteamiento
educativo erróneo son éstas:
la persona, ante la fragmentación
inconexa de enseñanzas a
la que habitualmente es sometida,
se desorienta y paraliza
intelectualmeme, primero y
prácticamente, después.
Una ética
para educadores
Ante el fenómeno generalizado
de la educación fragmentaria
que produce en la persona
unitaria que es el ser humano
los efectos negativos expuestos,
parecería razonable proponer
un sistema integrador de
los conocimientos. Sí, pero
¿cuál seria ese sistema? ¿Cómo
lograr una visión orgánica
y coherente de todo aquello
que constituye el contenido de
la educación?
Según el autor, el único modo
radical y definitivamente
válido para conseguir superar
la fragmentación del proceso
educativo sería «la recuperación
de la metafísica, del saber
del ser y acerca del ser: de su
consistencia, de su origen, de
su fin».
Dentro del panorama abiertamente
ant ¡meta físico que caracteriza
el pensamiento moderno,
el profesor Cardona reconoce
que la tarea propuesta
—considerada indispensable—
no será fácil de llevar a la práctica:
el daño es muy profundo
y el filósofo debe ser realista,
Ante la urgencia del problema,
que no admite la demora, se
propone ofrecer soluciones inmediatas.
¿Cuáles serían éstas?
El desplazamiento de los
fundamentos de la actividad
educativa hacia el ámbito de la
ética. Asi, recomienda a los
educadores —pero a todos,
padres, maestros, profesores—
que en su labor y dadas las circunstancias
de la vida presente,
no pueden «perder de vista
que su meta es formar hombres
íntegros, personas, restituyendo
a la norma ética su
primacía». Porque —continúa
el autor— la actitud ética es la
primera condición requerida
para el buen conocer, y, por
tanto, para el mismo conocimiento
sapiencial integrador.
Esta preocupación, que late
a lo largo del denso y elaborado
trabajo del profesor Carlos
Cardona, se resuelve finalmente
en la exposición de una ética
fundamental «ontológica y
no puramente descriptiva en
perfecta continuidad con la ética
espontánea de la recta conciencia
», y pensada en función
de la libertad de la persona,
rectamente entendida.
Pese a la precisión en el lenguaje
y a la dificultad de ciertos
conceptos filosóficos, Carlos
Cardona consigue exponer
su tesis con meridiana claridad,
mostrando las raíces del
problema que tanto preocupa
—con toda razón— a los teóricos
de la educación, obcecados
en conseguir soluciones
«técnicas», parciales y sectoriales,
en lugar de buscar la visión
integradora de los conocimientos
que van a coincidir
en la personalidad, única e
irrepetible, del sujeto receptor.
Responsabilidad
de los educadores
Los diálogos, que constituyen
la forma práctica de exponer
sus teorías, permiten al
autor sentar las bases de una
ética especialmente concebida
para educadores, desde los padres
de familia, con derecho deber
de ser los primeros, —frente
al Estado y cualquier otra
institución— pasando por los
profesionales de la enseñanza.
Gran lucidez muestran las
respuestas dadas a las preguntas
sobre el modo de concebir
la libertad. Los educadores adquieren
la responsabilidad de
hacerles comprender a los receptores
el ámbito de la libertad
verdadera, hecha de actitud
generosa de servicio a los
demás, fuera del egoísta: soy
libre cuando hago lo que me
da la gana. Esa no es la libertad,
sino el descenso a lo
no-racional, es decir, la anima-
Vización, la cesión a las apetencias,
a los instintos.
El autor ha conseguido sintetizar,
no un conjunto de fórmulas
«eficaces», sino un amplio
panorama de principios y
actitudes basadas en la ética espontánea
de la recta conciencia,
con sólido anclaje en el
sentido común.
Rafael Gómez López-Egea es abogado
y periodista.