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Partidos políticos y democracia real

Miguel Herrero de Miñón

Acerca de una nueva burocracia, la de los partidos políticos, vuelve a controlar el Estado, excluyendo de él a la representación social.

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Miguel Herrero de Miñón, “Partidos políticos y democracia real,” accessed April 19, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/2234.

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Partidos políticos y democracia real

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Ensayos

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Acerca de una nueva burocracia, la de los partidos políticos, vuelve a controlar el Estado, excluyendo de él a la representación social.

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Miguel Herrero de Miñón

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Nueva Revista 017 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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PARTIDOS POLITICOS Y DEMOCRACIA REAL Por Miguel Herrero de Miñón También w llega a una Para ello utilizaré una serie de conceptos geneL problema que trato de abordar en esrales de la Teoría del Estado y de la ciencia polititas páginas es e! de cómo garantizar «jtaadón antidemocráca, que doy por sabidos, y de referencias doctrique el actual Estado de Partidos no deje tica ggdo la »odadad nales que, por conocidas, renuncio a puntualizar. de ser un Estado efectivamente demoque habrá da predomicrático. Es decir, cómo los partidos políticos pueden ser instrumentos útiles de la demonar »obre «1 Eitado w cracia y no grilletes para la misma. Democracia = protagonismo estatifica y no w otra Para ello será necesario tomar conciencia clara de la sociedad cota que al Estado miide lo que la democracia es, asi como de la función que en ella tienen hoy dia los partidos políticos; mo La democracia política no es sólo el gobierno de cuáles son los riesgos que para la democracia de la mayoría, aunque fio hay democracia sin golos partidos suponen, y, por último, de cómo tales bierno mayorítario. Tampoco es mero diálogo de riesgos pueden ser conjurados. aquélla con las minorías, aunque este diálogo sea la cuestión es de la más candente actualidad, fundamental a la vida democrática. Es algo más: puesto que España es un Estado de Partidos, y, a el control del Estado por la sociedad, de los gomi juicio, no puede dejar de serlo si, como es de bernantes por los gobernados. desear, ha de seguir siendo un Estado democrátiPor eso la democracia se niega cuando se afirco. Pero es un Estado de Partidos donde, como ma la preeminencia del Estado sobre la sociedad. es propio del carácter nacional, siempre proclive Pero, lo que es más importante a los efectos de al exceso, la patología del sistema, la llamada por este ensayo, también se llega a una situación antialgunos partitocracia, no es un abuso, sino que es democrática cuando la sociedad, que había de eí más generalizado de los usos políticos, con el predominar sobre el Estado, se estatifica y no es consiguiente perjuicio de la democracia, a la que otra cosa que el Estado mismo. los propios partidos están llamados a servir. Así ocurrió con el fascismo italiano, donde, tras Sin embargo, el problema no es sólo español, afirmar la primacía de la Nación, sólo se concebía por lo cual antes de proponer algunas medidas a ésta en el Estado. Cuando se mantiene que aplicables a España haré unas consideraciones «todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada que por su índole teórica pretenden referirse no contra el Estado», resulta que es el Estado quien tanto a casos particulares de éste o aquel partido domina todo lo demás, y la estatificación de la socomo al «tipo» del funcionamiento partidista en un ciedad, manifiesta en la conversión de las corpoEstado de Partidos. Quien no pretenda acercarse raciones profesionales en órganos estatales, lleva al tipo no debe darse por aludido. ineluctablemente a lo que un autor ilustre subrayó como rasgo esencial del fascismo: la hipertrofia del mando. En una democracia que excede tos límites del concejo abierto, el control de la sociedad sobre el Estado tiene lugar a través del sufragio y las instituciones representativas. Por lo tanto, quiebra la espina dorsal de la democracia un sistema en el que los representantes de la sociedad no son quienes gobiernan el Estado, sino los agentes del Estado quienes asumen la representación de la sociedad. Ello nos lleva a ¡a gran oposición en torno a la cual giraron desde la Revolución Francesa hasta el constitucionalismo democrático de la primera posguerra, las mayores polémicas de la teoría europea del Estado. Quienes propugnaban la democratización del Estado, todavía monárquico (el Obngkeitstaat) defendían el predominio de la representación parlamentaria elegida por la sociedad, mientras que quienes se oponían a ta! democratización en nombre del Obngkeitstaat mantenían que la representación del Estado no correspondía a los elegidos por la sociedad, sino al proRevolución Francesapio orden de dominación representado por el Moy la extensión del sufragio. La generalización de Ejecución de Luis XVI narca y quienes jerárquicamente dependían de éi, las opciones políticas mediante la integración de los funcionarios. A la democracia emergente se múltiples demandas concretas, la articulación de oponía la burocracia resistente. las afinidades ideológicas, la movilización de los electores, con lo que ello supone no sólo de proEn principio, el triunfo de la democracia en lo paganda sino de formación y de información, sólo que Boris MírkíneGuetzevitch denominó «Nuevas es posible merced a las organizaciones llamadas tendencias del Derecho Constitucional» pareció partidos políticos. optar por la sociedad frente al Obngkeitstaat. Pero Nuestro sistema politico es un sistema «organimí tesis es que, hoy día, una nueva burocracia, la zacional», fruto de una sociedad organizacional de los partidos políticos, vuelve a controlar el EsHoy en día, una nueva ella misma, donde las organizaciones constituyen tado excluyendo de él a la representación social. burocracia, la de los las grandes vertebraciones y articulaciones de la Y en ello consiste una amenaza de regresión anticonvivencia. El sistema politico, como la sociedad partidos poli ti coi, vueldemocrática. misma, se ha corporativizado, y propugnar ahora ve a controlar ei Eitaun sistema democrático sin partidos sería tan utódo, excluyendo de él a pico y peligroso como defender el régimen de asamblea como paradigma institucional, o el rela representación rodal Loa partidos indispensables curso habitual a la democracia directa. El «pluralismo democrático» que nuestra Constitución reconoce como valor superior (art. 1) exige un pluralisEn una democracia de masas como es la actual, mo de partidos políticos tal como éstos se definen la participación política sólo es posible merced al en la propia Constitución (art. 6), entre otras vaconcurso de los partidos. rias. La vida pública actual o se «organiza», esto es, Éste es el fundamento del llamado Estado de se articula a través de organizaciones, o no es. Partidos, que no es otro sino aquel Estado demoAsi ocurre con el ejercicio de los más individuales crático en el cual el protagonismo político lo han derechos humanos —¿qué es la libertad religiosa asumido los partidos como tales, no sólo reconosin Iglesias o la educación sin libertad de centros cidos sino constitucionalizados. docentes?—, y ello es aún más evidente en cuanAhora bien, cuando el orden por concurrencia to a unos derechos democráticos cuantitativaen el que la democracia consiste se convierte en i mente masificados por el crecimiento demográfico significa ya una distinción entre las competencias una concurrencia entre sólo partidos, ya se explide órganos distintos, sino el reconocimiento del que esto por factores sociológicos o por razones pluralismo de partidos como exponente del pluralógicas, los grandes conceptos que articulaban la lismo democrático. No es tanto el diálogo ante el teoría clásica del Estado quiebran. Así, por ejemEl sirtema político, Ejecutivo y el Legislativo, puesto que ambos han plo, como señala Leibholz, se diluye el concepto de responder a la mayoría de un mismo partido, de representación; las elecciones se transforman como la iQdedad missino el diálogo entre la mayoría gobernante y las en una opción entre candidaturas que el sistema ma, se ha corpo ra ti diarestantes minorías o, en un sistema más simple, proporcional refleja con precisión —o correcdo, y propugnar ahora entre el Gobierno y la oposición. ción— aritmética; reaparece el mandato imperativo que vincula al diputado a su partido al margen Semejante trastrueque de la Teoría del Estado un liitema democrático clásica ya no puede ser negada y debería haber del mismo electorado, para lo cual se utiliza el sis»in partido» »era tan supuesto una constitucionalización, no sólo de ¡os tema de listas cerradas; el Parlamento entero se partidos, como ya anunciara Triepel, sino de la dereduce a una mera junta de portavoces, y el debantóplco y peligroio mocracia interna de los mismos, puesto que es en te no es ya un proceso dialéctico de revelación de como defender el régisu seno donde debiera darse el libre debate y la la razón sobre la base de la creencia en el valor men de asamblea como participación en que la democracia se realiza. No divino del diálogo y la palabra, sino la fijación de es éste, sin embargo, el debate de hoy, en virtud las posiciones previamente acordadas en el seno paradigma lnitituciode procesos y razones que más adelante se esbodel Grupo Parlamentario o de su dirección. nal, o el recuno habizan, Pnroue lo que ahora interesa es el examen Todo ello obliga a una reformulación de las cade si el sistema político al que tales nuevas catetual a la democracia ditegorías así puestas en tela de juicio, sobre la gorizaciones corresponden es, o, mejor aún, puebase de que el protagonismo de los partidos polírtcta de seguir siendo democrático, y ello requiere cierticos da un sentido nuevo a las antiguas instituciotas puntualízaciones que a continuación haré. nes o es capaz de generar otras nuevas. Pero antes es bueno señalar cómo el mismo nueBaste pensar en que el viejo principio de sepavo significado que el Estado de Partidos obliga a 32 Congreso do PSOE ración de poderes, en un Estado de Partidos, no dar a viejas instituciones se aparta notablemente de su sentido democrático y engarza curiosamente con la lógica del Estado autoritario. Baste como ejemplo mencionar el caso de las elecciones, que en buena doctrina democrática suponen designar a quien ha de representar, aunque sin vincularlo por apoderamiento alguno, sino con los poderes de representación legal que la Constitución le atribuye {mandato represeniativo frente a imperativo). En el Estado de Partidos el diputado no representa sino al propio partido que le designa, controla y, como se ha pretendido y en casos extremos conseguido, puede llegar a destituirle, mientras que es la candidatura del partido en cuestión quien recibe la confianza que se manifiesta en el voto de los electores. Ahora bien, ello supone aos innovaciones de resonancia muy arcaica. Por una parte, reaparece el mandato imperativo que el constitucionalismo democrático había hecho desaparecer y que es propio de las antiguas representaciones gremiales y estamentales, con lo cual los partidos parecen recuperar el protagonismo de los antiguos cuerpos intermedios, incompatibles con el moderno Estado constitucional y su habitud de lo general. Por otra, la articulación de una representación que viene de arriba, del propio partido, y una confianza que se expresa desde abajo, esto es, el electorado, ha sido la piedra clave de la pseudorepresentación propia del autoritarismo acuñada por sino de forma burocrática. Y conocida es la tenSieyes en los albores del Estado napoleónico. sión entre ta dirección parlamentaria del partido, de suyo minoritaria, pero aristocrática, representativa y abierta a la sociedad, y la dirección también minoritaria del partido, pero oligárquica, burocrática y, por lo tanto, más cerrada a la sociedad que Loa malos usos de lo» partidos quienes han de ir periódicamente a buscar sus votos y se ocupan de resolver sus asuntos. Estas en apariencia extravagantes —pero a toCuando triunfa la jerarquizaron en pro de una das luces evidentes— concomitancias de la repreoligarquía burocrática, se abre la via hacia ia estasentación en el Estado de Partidos debieran hacer mentalización del partido, entendiendo como tal la meditar sobre su discutible salud democrática, identificación entre servicio o función y privilegio y porque revelan algo más que abusos en el Estado la protección de éste mediante el hermetismo de de Partidos. Revelan un mal uso de la democracia sus titulares. ai que los partidos están abocados si no se introEn efecto, Weber denomina «estamento» al gruducen correctivos. Y ese mal uso no consiste en po que, dentro de la sociedad, reclama de modo el hecho de que «el lugar de la democracia clásica, efectivo eí monopolio de poderes públicos, excluparlamentaria y representativa haya sido ocupado En el Estado de Partiyendo de ellos al resto de ia sociedad, y, en conpor una democracia de partidos, fundamentalsecuencia, separándose de ella. do» el diputado no remente distinta en su estructura» (Leibholz), sino en Como es bien sabido, la tentación estamental que tal estructura puede ser antidemocrática. Y lo presenta sino al propio es propia de cualquier grupo que, como tal, ejerce será si, cualquiera que sea su calificación jurídica una función y que liega a considerarla de su propartido que le designa, —y hay algunas que abundarían en la dirección piedad, ejerciéndola no para el fin global que le y, como se ha pretendiseñalada—, el partido no es un cauce de expreera propia, sino en su propio interés. La historia sión de la sociedad, sino un instrumento de poder do y en casos extremos administrativa está llena de ejemplos al caso, y la sobre la sociedad. Una institución pública, pero teoría de la organización califica tales fenómenos conseguido, puede lleque ya no es neutral, como de otros poderes púcomo un desplazamiento de los objetivos de lo figar a destituirle, mienblicos puede aún exigirse; con una burocracia nal hacia lo instrumental, esto es, de los fines inscomo la estatal, pero incontrolada en su selección tras que es la candidatitucionales a las finalidades propias de los ageny en su gestión; financiada con recursos de todos, tes encargados de representar a la institución. tura del partido en pero a la que sólo unos pocos tienen acceso. En Y esto es precisamente lo que ocurre en los mocaso tal —y es difícil negar que ésta es la situacuestión quien recibe la dernos partidos, que, de ejercer una fracción de ción actual—, los partidos políticos habrían llegasoberanía, pasan a creerse su propietario, y cuya confianza que «e manido a erigirse entre la sociedad y el Estado como burocracia, a su vez, asume de modo cada vez fiesta en el voto de los nuevo estamento de Dhvilegiados: un estamento más excluyente el propio poder que el partido deque excluye el protagonismo político de la socieelectores tenta. dad at asumirlo y ejercerlo en exclusiva; que preEn virtud de este proceso, el partido se aisla de siona al Estado en nombre de la sociedad, pero la sociedad y llega a considerarse un todo al maren interés propio; que controla el poder del Estado gen de ella. Así ocurrió, por otras razones, en los y lo ejerce sobre la propia sociedad. Que al monopartidos que pretendían, en nombre de una clase polizar el «pluralismo democrático» lo esteriliza marginada, impugnar revolucionariamente la socomo valor superior. ciedad. Pero la experiencia más reciente demuestra que todos tos partidos, y los de centro o derecha no menos que los de izquierda, son capaces de desarrollar actitudes semejantes. La propia organización, e incluso las denominaciones de los La estamentalización partidos, calcan la del Estado no tanto por considerarse al servicio del poder, sino dueños de él. ¿Cuál es la razón de este mal uso de los partiCuando de partidos en la oposición se trata, el dos políticos? A mi juicio, puede y debe expresarfenómeno es más llamativo, porque el calco de se en una palabra: estamentalización. cargos y denominaciones expresa su voluntad no En efecto, sabido es, desde los estudios ya clátanto de alternativa cuanto de contrapoder. sicos de Ostrogorski y Mitchell, que los partidos Tal era la verdad profunda de las tesis de Cari tienden a organizarse no sólo oligárquicamente Schmitt cuando señalaba el riesgo de transformar i el pluralismo democrático en pluralidad de partíla Constitución. Pero todos los grupos parlamendos totalitarios. Y no tanto, pienso yo, porque se tarios sin excepción, como interesados que estatrate de partidos con ideología totalitaria —que ya ban en escapar a tal control y desarrollar libremennadie confiesa— o incluso con tentación totalitaria te sus proclividades oligárquicas, se pusieron fá—difícil de desarrollar en nuestra sociedad—. Ni cilmente de acuerdo para rechazar tales enmiensiquiera, como se utiliza el término en sociología das, claro está, sin aportar al debate justificación política, porque se trate de partidos que comprenalguna. den al militante en todas sus dimensiones al proEstos ejemplos y otros muchos que pudieran porcionarle una cosmovisíón global, y las institudarse revelan un tenomeno clave. Los partidos deciones a ella correspondientes. Sino porque se sarrollan una tendencia a apropiarse del poder que consideran un todo social a sí mismos y no el detentan, y en ello consiste la estamentalización. mero cauce abierto a parte de este todo. El único Pero, además, son el único estamento que no deparalelo que la sociología ofrece es el de las sectenta un poder sectorial sobre una función o profetas religiosas. sión concreta, sino sobre el poder político global. La estamentalización Y al ser éste el único que puede poner freno a la Como al comienzo de esta reflexión señalé, sede lo» partido» ge agraestamentalización, en este caso sirve de apoyo a mejante tendencia estamentalizadora es común a la misma. La estamentalización de los partidos se muchas organizaciones; pero en los partidos políva y acelera cada vei agrava y acelera cada vez más porque ios partidos ticos resulta más aguda al ser jueces y parte en m¿» porque lo« partipolíticos tienen los instrumentos para eliminar las su posible corrección. do» político» tienen los inhibiciones a este proceso, aumentar sus privileEn efecto, el moderno Estado democrático gios y con ello separarse más y más de la sociecombate el estamentalísmo por doquier, e incluso instrumento» para elidad. se ha acuñado para ello una palabra con funciominar la» inhibiciones a nes de improperio: el neocorporatívismo, En su Conocida es la frase de Weber según la cual los este proceso, aumentar virtud se condena al corporativismo de los funciofuncionarios que escriben sobre los asuntos tiennarios, de los jueces, los militares, los eclesiástiden a querer decidir sobre los asuntos de los que «u» privilegios y con cos, los profesionales liberales, etc. Las organizaescriben. Pero en el caso de los partidos políticos ello separarse más y ciones colegiales de una profesión, a poco que de la democracia actual, que sólo tiene parangón insistan en controlar el nivel y condiciones de su más de la sociedad en latitudes temporal o espacialmente muy lejaejercicio, son tachados de corporativistas. Y para nas, resulta que los funcionarios de los partidos combatirlo se dictan normas que quiebran el moque escriben y quieren decidir sobre un asunto nopolio de la función, los privilegios que les son deciden nada menos que sobre las leyes, entre inherentes, su autorregulación y, desde luego, otras las propias leyes reguladoras efe los partitoda tendencia a la apropiación. dos, y, naturalmente, deciden en pro de su propio poder oligárquico y burocrático. Ahora bien, en el caso de los partidos políticos su dominio del Gobierno y del Parlamento les lleva Los efectos de semejante proceso son muy dia evitar normas tales con relación a su propio versos, y todos ellos notablemente antidemocráticaso, cuando no a fomentar sus tendencias corcos, pero baste ahora destacar sólo dos. a) Por una parte, el hermetismo de los partidos porativas mediante un incremento de privilegios ante la sociedad civil los aparta de las preocupaeconómicos, empezando por la financiación públiciones de los ciudadanos. Los discursos de muca, sociales y jurídicos, y la eliminación de los chos políticos, especialmente de los llamados controles que pudieran establecerse sobre su pro«hombres de partido», poco o nada dicen a las pia organización y vida. mujeres y a los hombres de carne y hueso que En España abundan por doquier ejemplos de andan por la calle y se dedican a actividades múleste proceso: algunos caricaturescos como cuantiples y complejas, llenas de problemas a los que do de privilegios procesales se trata; otros extreel partido es ajeno. La mejor prueba de lo dicho madamente costosos, como es el caso de la fies la atención decreciente que las declaraciones nanciación, y otros verdaderamente paradigmátide los partidos suscitan en la ciudadanía. cos. Asi, cuando se elaboró en el Congreso de los Ahora bien, la lejanía respecto de las preocupaDiputados la vigente Ley Orgánica del Tribunal ciones sociales lleva, sobre todo en una época Constitucional, yo intenté, mediante las correscomo la nuestra, caracterizada por la disolución pondientes enmiendas, atribuirle competencia de las grandes tensiones ideológicas, a que los para garantizar la democracia interna de los partipartidos se definan en realidad por una voluntad dos políticos, sin otra pretensión que hacer efectide poder cada vez más cruda. Buscan medrar vos los principios consagrados en el artículo 6 de para mandar, porque el mando les permite fortalecerse y mandar más. La finalidad de para qué se quiere et poder les parece evidente, pero por ello la declaran cada vez menos. Sin duda, para repetir los términos de Meinecke, su «cratos», como todo «cratos», engendrará un «ethos», pero en no mayor grado que en el caso del Príncipe renacentista a quien, con razón, los comparara, elogiosamente por cierto, Gramsci. Los partidos, como los tiranos al asalto de la Signoria, compiten por el poder sin otra explicación que su propia voluntad de poder, y lo demás, si se da, se dará de añadidura. En consecuencia, no cabe ya, como se decía en los orígenes del moderno Estado de Partidos, creer que éstos expresan el pluralismo asimétrico y dinámico de la propia sociedad, la divergencia de sus intereses y que su concurrencia por el poder, por brutal que sea, no hace sino reflejar e instrumentar la conflictivldad propia de una sociedad compleja. Se trata más bien de intereses autónomos de los propios partidos, esto es, de sus cuadros y de sus dirigentes, que pretenden conseguir cuotas de poder. Para comprobarlo baste atender al paupérrimo contenido ideológico de las últimas campañas electorales, la ocasión en que precisamente más se solia cuidar los aspectos programáticos de la propaganda. V a las declaraciones cada vez más frecuentes de los dirigentes políticos sobre sus intenciones de llegar al poder o de conservarlo, sin preocuparse en absoluto de explicar o de justificar 1CP Congreso del Partido que frecuentes crisis politicas no responden ni a Popular para qué lo quieren. la inversión de las alianzas parlamentarías ni a disMás aún, es habitual en las diferentes latitudes crepancias programáticas, sino a redistribuciones políticas oír a los más audaces estrategas del parde cuotas de poder en el seno de la coalición gotido que para vencer a quien está en el poder hay bernante o de cada uno de los partidos que la inque copiar sus métodos. Unos métodos, por otra tegran. Sin duda lo« partidos parte, que el rival imitador no deja de tachar como b) De otro lado, la estamentaltzación de los parabusivos. El resultado reducido a la obtención del políticos pueden alumtidos lo es de su oligarquía, y esto acentúa la llapoder es lo único que importa, como fin en si, y mada por Mitchell «ley de bronce de la organizabrar liderazgoB populaante ello se desvanece tanto lo que debiera trasción», es decir, su tendencia a una estructura jeres, cuya mera presencenderlo, su utilidad, como lo que debiera condirárauica y burocratizada. cionarlo, los medios para conseguirlo. Pero con Un estamento por aennición es hermético —tal cía a ta cabeza del parello, también, las diferencias entre los rivales se es uno de sus rasgos característicos— y es claro tido es garantía de una difuminan y tan sólo les separa la incompatibilidad que en una organización política, en virtud de dide sus más que análogas apetencias. Como los firme conexión con La cho hermetismo, tienden a primar los elementos príncipes de antaño, todos quieren Milán. burocráticos sobre los representativos, o, lo que sociedad, y en España Ahora bien, el diálogo político entre tales interloes aún más grave, a atribuir la representatividad a hay tantas muestras de cutores no puede versar más que sobre sus resla burocracia. La razón es fácil de comprender: el pectivas apetencias de poder, y el resultado más funcionario «de carrera» es mucho más distante y ello como en al resto de positivo de su acuerdo puede encontrarse en la cerrado respecto de la sociedad que quien proceEuropa distribución del botín en el que el poder consiste. de de la misma, o, al menos, en virtud del mecaUna prueba se tiene de ello en Estados de Partinismo electoral, ha de buscar periódicamente el dos muy consolidados, como Italia, donde las más apoyo social. En otra ocasión, al indagar la géne m sis del constitucionalismo autoritario, he dado ño que los aparatos de los partidos, para fortaleejemplos significativos de este fenómeno. cer su posición de poder, a la vez que hacia fuera Ahora bien, si algo es disfuncional en una demoexcluyen el protagonismo politico de la sociedad, cracia son los elementos por definición no demoinvadiendo con su propia burocracia no sólo las cráticos. Por ello la esiamentalización del partido asambleas representativas, sino todos los controy de su cúpula tienden a transformar la ley de ^Jestrorizontales nominalmente reservados a la sobronce en la que en más de una ocasiónbettaffíáciedad civil, excluyen del gobierno del partido, prido la «ley de hojalata». Esto es, no sólo el mando mero, y del partido, después, a todo lo que puede B remedio, pues, ao de unos pocos, sino de quienes no son los más hacer sombra a su propio poder. Rige asi, como consiste en eliminar el capaces, o, mejor, son capaces de ciertas cosas sombrío corolario de la ley de bronce transformaque sólo sirven para dominar el aparato, celosada en ley de hojalata, una ley de Gresham del periiitema de partido», mente vedado a la influencia de la sociedad, y sonal político en virtud de la cual la gente mejor algo que en la practica convertirlo en único protagonista del poder. se retrae, mientras la peor permanece. de nnertro» dia» equiLa sociología de la organización en general y Sin duda los partidos políticos pueden alumbrar de la administración en particular puede proporliderazgos muy populares, cuya mera presencia a vale a eliminar la democionar abundantes tipologías de tales funcionala cabeza del partido es garantía de una firme cocracia, lino de corregir rios, de sus habilidades y tendencias, de sus panexión con la sociedad, y en España hay tantas el neocorporativümo siones y limitaciones. Pero prescindiendo ahora de muestras de ello como en ef resto de Europa. Pero todo ello, baste atender para comprobar lo dicho por doquier existe la tendencia de las burocracias partidista, m tendencia a la comparación entre los miembros de la ejecutipartidistas, sea a impedir que tales liderazgos llea la estamentalixatión va, o, si se prefiere, al efectivo equipo de gobierno guen al poder en el propio partido, sea a envolver interior de cada partido con las figuras que la opien sus lianas y controlar, aun a costa de erosionar nión pública considera más representativas del y limitar, a quien ya ha llegado. mismo partido en cuestión o, no digamos ya del Se repite así la tensión entre liderazgo y oligarsector social que el partido pretende representar. quia que tan agudamente expusiera Bertrand de Hecha esta comprobación, nada tiene de extraç Jouvenel, según la cual la oligarquía es capaz de Colegio electoral durante las elecciones en España. 26.5.91 preferir su control sobre el propio aparato de poen eílo consiste su máxima virtud, puede ser una der a la victoria del partido, en virtud de su apertueficaz magistratura moderadora, arbitral e integrara a un mayor apoyo social. dora, pero nunca, en una sociedad democrática, organizada a través de partidos, un gobernante. A pesar de todo lo dicho, quiero insistir en que los partidos políticos son una pieza indispensable A su vez, las correcciones internas son insufide la moderna democracia de masas, sin que hascientes, por razones tanto prácticas como de printa ahora se haya encontrado un sustituto eficaz cipio. La democratización del partido, por hipótede los mismos, de manera que sin ellos no se orsis, no impide su estamentalización, esto es, su ganiza una verdadera participación ciudadana en separación respecto de la sociedad, y una vez que la vida pública. el colectivo en el que el partido consiste ha sido aislado, es suficientemente limitado como para El remedio, pues, no consiste en eliminar el sisque la burocracia rectora lo controle. Si, para equitema de partidos, algo que en la práctica de nueslibrar el poder de la dirección se organizan tendentros días equivale a eliminar la democracia, sino cias y alas dentro del partido, éstas son minipartide corregir el neocorporativismo partidista, su dos que repiten en su seno las mismas tendencias tendencia a la estamentalización. En impedir que que el partido mayor y donde terminan dominando se aparten de la sociedad y sustituyan a ésta en su protagonismo político. las leyes, sean de bronce, sean de menos nobles metales. El empeño es tan antiguo como el propio Estado de Partidos, y quienes se han ocupado del fenómeno partidista en la democracia, incluso positivamente, tratando de sacar a luz una realidad Cinco medidas correctoras hasta entonces pudorosamente guardada, han sido quienes más han insistido en corregir sus tendencias perturbadoras. La desconfianza que tradicionalmente muestran Creo tpie la vía adecualos partidos hacia su estructura indirecta (clubs, Estas correcciones se han buscado principalasociaciones, sindicatos, secciones especializamente en dos direcciones. Las externas, al afirmar da para corregir lai madas, etc.), que en España llega a su paranoica neun reducto estatal (jefe del Estado, burocracia, jas tendencias antidegación e intentos de sustitución por correas de ejército, magistratura, etc.) inmune a la acción de transmisión, no son sino la manifestación de lo exlos partidos y que se supone engarza con lo más mocrátlcas de lo» partipuesto. La oligarquía directiva quiere contar con permanente de la sociedad. Las internas, al procudos políticos no consisunas bases amplias, pero suficientemente inverterar garantizar la democracia de los propios partiten tanto en dellmltarbradas, carentes de calificación y aisladas de la dos y paliar así sus tendencias hacia la oligarquía sociedad global como para permanecer inertes en y la burocratización. jo» externamente o demanos de «los explotadores de la cosa pública» La experiencia demuestra que unas y otras son mocratizarlo» interna(Mitchelt). insuficientes. Las primeras responden consciente mente, cuanto en abrirPor ello creo que la vía adecuada para corregir o inconscientemente al dualismo EstadoSociedad las malas tendencias antidemocráticas de los parpropio del antiguo Obrigkeitstaat, hoy día inviable, los a la sociedad global tidos políticos no consiste tanto en delimitarlos o a su democratización mediante la elección direcpara que, enraizándose externamente o democratizarlos internamente ta del jefe del Estado como se llevó a cabo en las cuanto en abrirlos a la sociedad global para que, Constituciones alemana de 1919 y en la francesa en ella, la sirva de cauenraizándose en ella, la sirvan de cauce en lugar de 1958, a partir de 1962, y por influencia suya en ce en lugar de sustituirde tratar de sustituirla. Si los partidos políticos son muchos otros países. la imprescindibles y su riesgo mayor no es otro que Ahora bien, es muy deseable mantener apartala estamentalización, el autoaislamiento y apropiados del pluralismo partidista a jueces, funcionarios ción de la función, y de ahí deriva todo lo demás, y militares, algo bastante difícil al relajarse la relael problema radica en cómo, sin prescindir de ción administrativa de supremacía especial y al inellos, se puede quebrar tai proclividad. Es claro troducirse sistemas de autogobierno, como reveque es tanto más fácil cuanto más penetre en ellos lan los ejemplos italiano y español, entre otros, la sociedad civil, más predominen sus preferenPero es claro que sólo personajes y circunstancias cias, más refleje su pluralismo, más imponga sus excepcionales pueden independizar al jefe del Escriterios de opinión a las directivas. tado electo de las formaciones que le apoyan. Tal fue el caso prácticamente único de De Gaulle. Por Para ello creo que sería conveniente, al menos el contrario, el jefe del Estado hereditario, precisaen España, adoptar cinco medidas, fáciles de aplimente porque es ajeno al sistema de partidos y car, Duesto que exigen, y no todas, ligeros cami bios en la legislación vigente y ninguna revisión constitucional. Pero que tendrían gran y larga repercusión en la vida de los partidos, vinculándolos estrechamente a la sociedad civil, realzarían el protagonismo politico de ésta y, a la vez, dignificarían a las instituciones representativas que, de servir para algo, es para que la sociedad civil se haga en ellas presente. Tales medidas son el fin de protagonismo exclusivo de los grupos parlamentarios, la moderación de la disciplina de voto, la apertura de las listas electorales, la flexibilidad del sistema de incompatibilidades y el fin de la financiación pública de los partidos. En todas ellas se trata de que el pluralismo democrático sea un vaior superior del ordenamiento jurídico y del sistema político que los partídos no agoten y esterilicen, sino que se inserten en él y se dejen penetrar por él. La primera vía para co1.a Él exponente más claro del protagonismo exclusivo y excluyente que los partidos han adquirregir la» tendencias serido en la política es la nueva condición de los ñalada» seria quebrar Grupos Parlamentarios en las Asambleas representativas. el monopolio de lo» porSabida es la tensión entre los cuadros parlatavoces en la» asammentarios de un partido y su dirección burocrática blea», y ello puede hay su supuesta decantación en pro de los parlaws Weber (18641920) mentarios en los partidos de centroderecha, cuyo cene, «ta mengua de paradigma en este caso seria el Partido Conservalo» grupos parlamentador británico, y en pro de la Secretaria General nen en ella más que como portavoces del respecrios, ri se habilitaran del partido y su organización burocrática en los tivo Grupo Parlamentario. partidos socialistas y comunistas. Sin embargo, Ello da lugar a un notabilísimo empobrecimiento tumos distinto» de lo» mientras tos partidos de cuadros, cualquiera que de la vida parlamentaria. Los diputados no son correspondientes a los sea su ideología nominal, mantienen el protagomás que una cifra abstracta e intercambiable. Sólo nismo de los electos, los partidos de masas se actúa el portavoz del grupo o quien el grupo a espropios grupos, cuya inclinan hacia la primada de la burocracia. Con la tos efectos, es decir, la propia dirección del grupo, concesión corresponexcepción de! mencionado caso británico, ésta es libremente designa y revoca. La primera consediera, discrecional y la tendencia que se apunta en las grandes formacuencia es que tal experiencia retrae de la dedicación parlamentaría a los elementos suficientemenciones del centro y derecha europeos. prudentemente, al prete valiosos para no conformarse con la triste funEl Grupo Parlamentario, pues, es un órgano del sidente de la Cámara, y ción de votante mudo o mandatano ocasional de partido, y lo representa en las Asambleas, sea a la dirección del partido. nivel nacional, autonómico o local, y ello en perjuique los grupos se comcio del protagonismo del parlamentario, senador, Ello lleva a que el pluralismo social que los parprometieran a no entortidos debieran reflejar en su seno con tanta mayor diputado o concejal, puesto que la Asamblea se pecer riqueza cuanto más amplio, interclasista e interarticula en grupos, y cualquiera que sea la calificagrupal el partido pretende ser, no encuentra su reción jurídica que a éstos se dé, lo cierto es que flejo en la vida parlamentaria. El sistema de incomaquélla se compone, no ya de miembros indivipatibilidades al que después me referiré abunda duales agrupados, sino de grupos respecto de tos en la misma dirección. cuales los miembros importan sólo a efectos Pero, además, llevado a sus extremos el sistecuantitativos, plenamente fungibles para medir la ma, como ocurre en España, la acumulación de fortaleza del grupo y atribuirle la correspondiente experiencia y prestigio que acrecienta el peso pocuota de presencia en comisiones y órganos de la lítico de una institución se esteriliza cuando no se Cámara. elimina. Así es posible que quienes han ejercido La Asamblea, en consecuencia, es una Junta de en el gobierno o en la oposición las máximas resPortavoces ampliada, y sus miembros no intervieen los Estados Unidos, si reduciéndolo a aquellos potabilidades queden reducidos a la condición casos en que están en cuestión elementos báside meros votantes, sin que tengan posibilidad, no cos del programa de gobierno o su propia subsisya de intervenir en la Cámara, lo cual siempre está tencia (investidura, confianza, censura). Cuando a disposición dei grupo decidirlo, sino de exponer no se den tales supuestos, exigir disciplina de en ella, no frente, pero si al margen del portavoz voto es eliminar totalmente la utilidad del debate, único de su partido, lo que su propia experiencia La eliminación de la que se reduce a una superposición de fijaciones personal y su propia reflexión política le permitidisciplina de voto conde posición previas e irreductibles. rían aportar. tribuiria no solo a mitiSin duda no es ésta la regla general en todos Para introducir una medida semejante bastaria los Parlamentos. No lo es, desde luego, en el Conel acuerdo de los propios grupos parlamentarios, gar el protagonismo exgreso de los Estados Unidos, ni en Westminster, 3.a Una tercera medida consiste en la eliminaclusivo de los partidos, ni en los Parlamentos de raíz anglosajona. Tampoción de las candidaturas cerradas y bloqueadas, sino a revitalizai el Parco lo es en aquellos Estados de partidos, la mayocuestión ésta que exige algunas puntualizaciones. ría de los europeos, donde se ha conservado un El Estado de Partidos se basa en una represenlamento, si no en grado minímo de sensibilidad para aprovechar al máxitación proporcional como sistema electoral. Adetan amplio como en los mo los recursos presentes. Por el contrario, es el más, la representación proporcional exige un siscaso español, donde el monopolio de la vida partema de lista, y éste, a su vez, una circunscripción Estados Unidos, sí redulamentaria por los portavoces, ya institucionales, amplia, y tal fue la opción expresa del constituyenciéndolo a aquellos caya ad hoc, ha llegado al extremo. te español de 1978. sos en que ettán en En consecuencia, la primera vía para corregir las Sin embargo, las listas pueden ser abiertas o tendencias señaladas seria quebrar el monopolio cerradas, bloqueadas o no bloqueadas, y, en cuestión elementos báde tos portavoces en las asambleas, y ello puede nuestro caso, rige el más estricto de los sistemas: sicos del programa de hacerse, sin mengua de los grupos parlamentael de la lista completa, cerrada y bloqueada, cuya rios, si se habilitaran turnos distintos de los corresGobierno o su propia presentación corresponde a quienes el partido pondientes a los propios grupos, cuya concesión apodera a estos efectos. subsistencia correspondiera, discrecional y prudentemente, al Puedo asegurar, porque fui introductor de este presidente de la Cámara, y que los grupos se sistema en el ya lejano marzo de 1977, que la opcomprometieran a no entorpecer, ción correspondió entonces a un doble deseo: esNo se trata de que todos los diputados y senatablecer un sistema simple que eliminara al máxidores hablen lo mismo, y eso no ocurre en el más mo las dificultades técnicas del cómputo de los vivo de los Parlamentos. Se trata de que hablen, votos y de la atribución de escaños, dada ia inexcuando quieran, todos aquellos que merecen la periencia española de entonces en lides electorapena ser escuchados y que puedan contribuir a les, y fortalecer al máximo la solidez de unos partiiluminar a sus colegas y a la opinión pública. dos políticos apenas existentes. Creo que ambas En los reglamentos de las Asambleas hay las finalidades fueron debidamente servidas, como lo previsiones adecuadas para ello, al atribuir al predemuestra la soltura técnica con la que se han cesidente libérrimas potestades de dirección del delebrado cinco elecciones generales y muchas más bate y la posibilidad de conceder tumos extraordiautonómicas y locales, desde entonces para acá, narios. El ejemplo británico seria a estos efectos y cómo se ha consolidado en España un sistema un buen modelo a seguir en España, y nadie duda de partidos, pocos y estables. ni de la agilidad de Westminster, ni de la relativa Ahora bien, lo que entonces fue necesidad reimportancia de los back benchers, ni de la solidez sulta ahora un inconveniente. Los andadores prode los partidos políticos ingleses. pios de la infancia, si se conservan pasada ésta, pueden convertirse en cepos crueles. Y las listas co mpletas, cerradas y bloqueadas, que en las primeras elecciones indujeron al elector a preferir Eliminación de la disciplina globalmente a un partido, pueden llevarle hoy a de voto desconfiar primero y abstenerse después en un proceso electoral convertido en forzado plebiscito entre diversas candidaturas que en todo le son le2.a La segunda medida, íntimamente conectada janas y ajenas, cuando no repelentes. con la anterior y que contribuiría no sólo a mitigar el protagonismo exclusivo de los partidos, sino a Sin embargo, los partidos políticos han enconrevitaüzar el Parlamento, es la eliminación de la trado en este sistema de listas una panacea para disciplina de voto, si no en grado tan amplio como llevar a las Asambleas representativas el trasunto de su propia organización burocrática, cuando no Apertura de las listas a sus burócratas Establecido el principio de que electorales los electores sólo votan a unas siglas y que en función de la contabilización de unos sufragios exLai lista» completas, presados en torno a ellas se atribuyen los escaños El remedio no puede ser otro que la apertura de entre los nombres presentados por los partidos, las listas electorales, permitiendo en una primera cerrada» y bloqueada», es claro que la elección equivale a una designafase al menos la reordenación y selección de los que en la» primeras ción de los diputados, senadores o concejales por candidatos de una sola lista, y, en un segundo elecciones indujeron al el partido, en proporción a los sufragios recibidos. momento, el pariachage de listas. Ello daría lugar Solamente la rotunda expresión de la Constitución a que los electos incrementaran su peso político elector a preferir gloha impedido sacar las últimas consecuencias de personal en virtud del apoyo social que recibieran; balmente a un partido, ello y hacer que los parlamentarios sean libremena que los partidos políticos se cuidaran de introte designados y revocados por las direcciones de ducir en sus listas candidatos atractivos y a excluir pueden llevarle hoy a sus respectivas formaciones políticas. a los notablemente deleznables y que, por hipótede«confiar primero y sis, hoy serian elegidos mecánicamente al amparo Si esto se pone en relación con el carácter oliabstener»« detpué» en de unas siglas, y a que, en consecuencia, persogárquico, burocrático y hermético de los partidos nalidades conscientes de su apoyo popular optay la consiguiente tendencia a la exclusión de los un proceso electoral ran por la vía parlamentaria e hicieran valer su pomejores por los peores, es evidente el riesgo de convertido en forrado sición en el partido. empobrecimiento de la clase política, de la que se plebiidto entre diverapartarán o serán apartadas las personalidades Ello requiere tan sólo revisar algunos artículos con propia representativídad social. de la vigente Ley Electoral. »a» candidatura» que en todo le «on lejana« y ajena», cuando no repeIncompatibilidades lente» de los cargos 4.a La cuarta medida se refiere a las incompatibilidades de los miembros de asambleas representativas y, fundamentalmente, de los diputados y senadores. Sin duda, ias incompatibilidades deben servir para evitar la confusión, con daño del interés público, de las condiciones o representaciones que debieran mantenerse separadas. Así es perfectamente explicable y recomendable la incompatibilidad entre el mandato parlamentario y la actividad como funcionario público, puesto que mientras éste ha de servir al Gobierno, el parlamentario debe de controlarlo, Y por la misma razón, y atendiendo a la específica condición del funcionario público docente, que la jurisprudencia y la doctrina han reconocido por doquier, no es comprensible por qué la Cátedra se declara en España incompatible con el Parlamento, mientras que no serían incompatibles con su pertenencia a él cualquier intelectual que no hubiera merecido ser seleccionado por la investigación o la enseñanza pública. De la misma manera se explica y debe exigirse incompatibilidad entre el mandato parlamentario y aquellas actividades privadas llamadas a entrar en conflicto con intereses públicos, especialmente de Marco Pocio Catón índole patrimonial, Pero no una incompatibilidad mica sobre las ventajas e inconvenientes de la fide parlamentario con cualquier actividad profesionanciación pública de los partidos políticos. Sin nal remunerada, por la sencilla razón de que tal duda, cumplen una función política de primer ormedida aleja a la sociedad de lo que debiera ser den que por ello podría merecer tal apoyo finansu representación. ciero. Pero el problema estriba en que, tal vez, en Una sociedad moderna es fundamentalmente determinadas circunstancias, la asistencia así jusuna sociedad de trabajadores, donde cada vez tificada contribuye a perturbar el recto cumplison menos y menos representativos quienes no miento de la alta función de tos partidos políticos tienen parte en el proceso productivo y nada tieen la democracia. nen que ver con !as rentas del trabajo. Ahora bien, estos trabajos son y serán, cada vez más, actividades complicadas que no pueden abandonarse y reemprenderse, como Catón hacia a la hora de Fin de la financiación pública arar su pejugal. En consecuencia, declarar incompatible el trabajo profesional y la representación parlamentaria es reservar ésta ya a los funcionaTal sería el caso si la financiación pública contribuyese a que los partidos, satisfechas sus necesirios públicos de escasa vocación, propensos a sodades económicas, se aislasen más y más de la licitar una excedencia, y a quienes, carentes de sociedad civil. Y, a la vez, este sistema de finantoda profesión, encuentran en la vida pública el ciación permitiese a las oligarquías dirigentes de sustituto de la misma. Ningún profesional cualifilos partidos incrementar sus poderes de control cado tendrá acceso al Parlamento. Sólo los profesobre la propia base de la formación política. sionales de la política tendrán en él su coto privilegiado. A mi juicio, esto es lo que ocurre por doquier, y Declarar incompatible en España de manera muy particular. Y no en balLos aparatos de los partidos que en virtud de la el trabajo profesional y de la buena salud democrática coincide con aqueley de Gresham antes mencionada no son lo más llos sistemas donde la financiación pública o no selecto de la sociedad en ninguno de sus aspecla representación parla existe o se encuentra debidamente restringida. tos, se muestran entusiastas partidarios de las inmentarla es reservar En efecto, unas formaciones políticas de cuya compatibilidades rígidas del mandato parlamentaésta ya a los funcionaproclividad estamental ya se han dado suficientes rio, y ello por varias razones. Los elementos sociapruebas y que a través de las listas cerradas y les más representativos, incluso dentro de su prorios públicos de escasa bloqueadas son capaces de restringir la decisión pio partido, se ven a priori excluidos de la compevocación, propenso« a de la sociedad por vía electoral, culminan el protencia por las candidaturas; éstas se abren a su ceso de aislamiento si, además, se nutren con fonsolicitar una excedenpropia pretensión, ya para si, ya para sus epígodos públicos en cuantía que ellas mismas fijan a nos; los parlamentarios así profesionalizados se cia, y a (piiene«, carentravés de un Parlamento cuyo dominio se garanticonvierten en funcionarios del partido y, como tates de toda profesión, za por el exclusivo protagonismo de ios grupos les, estrictamente dependientes de él. Su sueldo parlamentarios. lo pagará el Presupuesto del Estado, pero como encuentran en la vida el partido puede no incluirlos en nuevas candidaComo es propio de un sistema estamental radipública el sustituto de turas y se supone que no tienen o han perdido la cal, la apropiación de la función sirve para desala misma posibilidad de obtener medios autónomos de vida, rrollar un sistema de privilegios que, a su vez, consu sumisión a quien puede a medio plazo prolontribuyen a afianzar el monopolio de aquélla y y el garles el sueldo o privarles de él es absoluta. ¿Y hermetismo del grupo privilegiado. qué más puede querer una oligarquía burocrática Ante una situación así, la opción más conveque tener a su servicio otros burócratas aún meniente para quebrar la situación estamental es renos cualificados, carentes de toda autonomía y ducir e incluso eliminar la financiación pública diplenamente sumisos? recta a los partidos y mantener tan sólo la financiación indirecta relativa al acceso a los medios La adopción de la medida propuesta supondría, de titularidad pública, impresión de candidaturas, simplemente, modificar la actual ley electoral y mailing y otras actividades semejantes. Una finanrestablecer la situación de incompatibilidad con el ciación indirecta que, a mi entender, debiera ir al ejercicio privado de la profesión sólo cuando hucandidato y no al partido, pero que en España, al biera un conflicto de intereses. menos en una primera fase, pudiera y debiera diri5.a Por último, la quinta medida consiste en prigirse a éste. var a los partidos de la financiación privilegiada Ello crearía, sin duda, un grave problema ecode que ahora gozan del Presupuesto del Estado. nómico a los grandes partidos políticos, lo cual, i No es éste el momento de abordar la larga poléaunque no necesariamente en el sentido en el que sospechan quienes esto aducen. Pero tal desigualdad de los recursos aportados por la sociedad no es sino exponente de la mayor o menor aceptación de la fuerza política en cuestión en el seno de la propia sociedad. Y, por otra parte, nada debiera impedir a una fuerza política la creación, a la luz pública, de empresas cuyos beneficios se destinaran con toda claridad a su financiación. Cuando se tilda de corruptores a tales cauces de financiación, nadie explica por qué seria nocivo y deshonesto convencer a la sociedad de aportar recursos para el desarrollo de una labor política u obtener beneficios lícitos en una economía de mercado y dedicarlos a un fin de utilidad pública como es el que un partido político debe perseguir, El fin de la financiación y, en cambio, se considera decoroso obtener tales recursos sin esfuerzo propio y de espaldas a la pública directa obligasociedad, con cargo a los presupuestos del Estaría a dar la importancia do. debida a las cuotas de Para conseguir esta meta, basta con reformar en el sentido indicado la Ley de Financiación de los afiliados, con el conlos partidos políticos; introducir las concordantes siguiente impulso demedidas de fomento por vía de deducción en el mocratizador que ello impuesto general sobre la renta y en el impuesto de sociedades en las correspondientes normas tiene en toda vida corfiscales; y reducir varios miles de millones en los porativa, y a contar con presupuestos generales del Estado y en las dotaciones directas a los grupos parlamentarios, autola financiación privada, nómicos y municipales. Una financiación privaAl finalizar este breve ensayo soy consciente de da que debe ser tan ilila dificultad práctica óe mis propuestas, porque debieran ser llevadas a efecto por los propios esmitada y diáfana como Jacques Necker, por Duplessis. tamentos partidistas privilegiados cuya situación cualquier contribución Museo de Versalles tratan de quebrar. Pero no faltan en la historia regenerosa a una entidad ciente de España ejemplos de autoinmolacíón en para empezar, les obligaría a reducir gastos buroaras de la democracia, y si entonces se trataba de con fines de utilidad cráticos y a depender, mucho más que hasta ahohacerla posible, ahora es hora de evitar su esclepública, y, como tal, tisra, de colaboraciones gratuitas y voluntarias, esto rotización. es, a contar más con la participación de militantes Mucho tiempo atrás, cuando los privilegios escalmente incentivada y simpatizantes, lo cual ya es una democratización tamentales impedían el protagonismo político del en si misma del partido y una mayor apertura a la Estado llano, un caricaturista francés retrató a los sociedad civil. notables reunidos por Necker en forma de aves Pero, además, el fin de la financiación publica de corral. A la pregunta del ministro sobre la salsa directa obligaría a dar la importancia debida a las con que tan suculentas piezas preferían ser guisacuotas de los afiliados, con el consiguiente impuldas, las aves aún vivas respondían: «Pero nososo democratizador que ello tiene en toda vida cortros no queremos ser guisadas de ninguna maneporativa, y a contar con la financiación privada. ra». Y el ministro argüía: «Señores: se están salienUna financiación privada que debe ser tan ilimitado ustedes de la cuestión». da y diáfana como cualquier contribución generoY ésa es la cuestión. Pero las aves, al fin, fueron sa a una entidad con fines de utilidad pública y, a su lugar. • como tal, fiscalmente incentivada. Se Oirá que la financiación privada crea desiMiguel Herrero di Miñón es letrado del Consejil de Estado ) gualdad entre las fuerzas políticas, y ello es cierto, diputado en Cortes,