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Meditaciones sobre museos para un nuevo milenio

Philippe de Montebello

Acerca de los museos, para que lleguen al milenio en condiciones saludables, con un público numeroso, serio y satisfecho, tiene que adoptar la forma de un aforismo, que es la siguiente: para ser verdaderamente populares, los museos de arte deben guardarse de la popularización.

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Philippe de Montebello, “Meditaciones sobre museos para un nuevo milenio,” accessed March 29, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/2228.

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Meditaciones sobre museos para un nuevo milenio

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Club de Debates

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Acerca de los museos, para que lleguen al milenio en condiciones saludables, con un público numeroso, serio y satisfecho, tiene que adoptar la forma de un aforismo, que es la siguiente: para ser verdaderamente populares, los museos de arte deben guardarse de la popularización.

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Philippe de Montebello

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Nueva Revista 017 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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riosa paradoja— su éxito fenomenal. Los museos de arte han llegado a un punto en ¿Los museos actuales permiten realmente difundir las expresiones que no son ya oasis somnolientos de cultura artísticas? En la continua polémica en torno al papel de las salas para un grupo de estetas. Montan, a ritmo de exposición, ¿hasta qué punto conviene escuchar la opinión del artista? vertiginoso, una exposición impresionante Cuando faltan pocos años para el siglo XXI, el director tras otra. Viven repletos de espectadores, hierven de programas y actividades, sus codel Museo Metropolitano de Nueva York analizó estos y otros lecciones siempre están en movimiento, sus interrogantes en una conferencia que ha despertado tiendas florecen, las listas de sus asociados gran interés. se alargan por momentos y las máquinas expendedoras de boletos de Nueva York hacen esperar a los fanáticos del baloncesto, para atender solicitudes de entradas para visitar una exposición de Degas. Es algo exciMEDITACIONES tante, vital. Claramente, los museos viven una gran prosperidad, y ni siquiera menciono sus recintos para recepciones, que son la envidia del Hotel Plaza. SOBRE MUSEOS PARA Pe.v, ^ué hay de las obras de arte? ¿De Lí experiencia del arte? ¿De la delectación de los ojos? En el rumor incesante del museo, ¿ hasta qué punto puede oírse al artisUN NUEVO MILENIO ta? Para definir el «Met», uno de mis antecePor Philippe de Montebello sores, F. H. Raylor, pidió prestada la afortunada frase de Coleridge: «Augusta mansión de placer» (stately pleasure dome). ¿Comenzamos, tal vez, a parecemos a un caravanserai (palio donde pernoctan las caravanas)? ¿Puede suceder que los anuncios de expoUNQUE faltan ocho años para siciones colocados en las fachadas de los el nuevo milenio, incluí esta museos y la multitud de actividades que se palabra en el título para dar un realizan en ellos no reflejen el brillo de la mayor efecto aliterativo. En salud, sino el ardor de la fiebre? cuanto a «meditaciones sobre Pero como, en general, la abrumadora museos», el término refleja apropiadamente mayoría de los visitantes está contenta —las el contenido de esta conferencia, para la encuestas nos lo dicen—, mis planteamienque he reunido algunos pensamientos sobre tos pueden parecer forzados. Si ustedes el estado y la naturaleza de los museos de creen eso, permítanme decirles por qué L problema se complica arte, Considero útil ese ejercicio, pues encreo que muchos museos están al borde de caramos tiempos difíciles; mayores costes, actualmente debido al una decadencia permanente de sus criterios, ingresos reducidos y expectativas crecientes montaje de exposiciones una pronunciada tergiversación de los valode parle del público, que nos resultan cada res y una bancarrota del pensamiento recto. irresponsables organizadas vez más difíciles de satisfacer, Recuerdo el ejemplo del Victoria and Alpor motivos políticos y Reconozco que habría sido hermoso, al bert Museum, con su reorganización, que comerciales que no sólo iniciarse la nueva década, explayarse sobre enfrenta a los conservadores de las colecciosometen las grandes obras de los grandes movimientos hacia delante, sones y es demasiado complicado para siquiebre el rejuvenecimiento y la innovación: el arte a riesgos innecesarios, ra resumirla aquí. problema es que un exceso de esa medicina sino que, además, dificultan Pero cuando comenzamos a sondear en en los últimos 20 años, ha llevado a los muprofundidad, seria y reflexivamente, enconproyectos serios que se seos, no al umbral de algo, sino más bien al tramos un cambio de énfasis y un desplazaabandonan borde de algo. Pero antes de decirles lo que miento del centro de atención, graduales es, lo que considero el peligro, debo referirpero inequívocos, dei arte hacia todo lo que me a la paradoja que hay en su raíz. Los puede producirse para envolverlo, empamuseos de arte, como veremos, son verdaquetarlo, promoverlo, Y en Europa y en Jaderas colmenas de paradojas. pón el problema se complica actualmente debido al montaie de exposiciones irresponLa popularidad de los museos sables. organizadas por motivos políticos y comerciales, que no sólo someten las graAsí pues, la mayor amenaza para el biedes obras de arte a riesgos innecesarios, nestar y la integridad de los museos es —cusino que además producen el efecto de difisuena como apostasia—, aunque las obras cuitar con frecuencia proyectos serios, que de arte son la razón de ser del museo, cuanse abandonan o deben aceptar onerosas imdo existe una filosofía, una deontologia, si posiciones. Las raíces del problema, quiero lo prefieren, se preocupa mucho más del decir, del uso y abuso de obras de arte y de público que de las colecciones. grupos de expertos para impulsar políticas discutibles, deben buscarse tanto dentro de las instituciones como fuera de ellas, de modo que las presiones de toda índoie conNumerosas paradojas vierten a tos directores de museos, si no en puros comerciantes, al menos en empresaARA que el visitante rios. Ahora bien, el hecho de que colecciones y entre en comunión con las Básicamente, lo único que quiero hacer público visitante puedan hacerse pesar en la obras de arte parece esencial es hablar de los museos de manera tal que balanza de modo que se equilibren muque esté solo con ellas o si los llevara al interior, tras bambalinas, ustuamente, se debe a la naturaleza contradicrelativamente solo, y la mera tedes se descubrieran asintiendo con la catoria del museo público de arte, a sus numebeza cuando les dijera que ver en la oficina rosas paradojas. Por ejemplo, ¿cómo puede presencia de una multitud, el de un director a un estudioso escribiendo armonizarse la noción del arte como expesonido de otras voces, en un fichas junto a anaqueles llenos de libros es riencia privada con una institución pública museo o «galería de arte», se más tranquilizador que contemplar el más obligada a Negar a gran cantidad de persosiente como una intrusión moderno de los sistemas computerizados nas? para el manejo de una colección. Desgraciasacrilega ¿Son legítimas las quejas de que los mudamente. no muchos organismos de gobierseos se llenan en exceso? ¿Debiera intentarno piensan ya de este modo, y, lo que es se, en ocasiones, limitar la asistencia? bastante más inquietante, muy pocos direc¿Cómo se haría esto sin ser excluyeme? tores de museos tienen esa visión. De ma¿Y qué hay del ambiente? ¿Del más prenera que comencemos con nuestro gremio: cioso y esquivo de los bienes, esa aura de ello debiera reflejar más claramente el proseriedad, el toque de grandeza, la majestad, blema. el misterio, que deben envolver al visitante apenas entra? ¿De qué modo le afectan los Pensé, por ejemplo, en todos los directodríamos pensar que se trata de un producto acontecimientos sociales, las tiendas de reres de museos que he escuchado y advertí comercial. galos. todo el despliegue de avudas educacuán pocos eran los que hablaban algunas Hablemos del elevado precio de las cionales —incluidas las audiguías— y los veces de arte. Quiero decir arte, estilo, icoobras, de los programas educacionales, de catálogos? nografía. forma: me refiero al significado de las cifras de miembros, de las tiendas de regalos en tos museos, de las leyes tributarias, las obras. Los directores parecen referirse a ¿Cómo se mantiene el valor de las visitas y los directores nos hemos hecho expertos edificios de museos y a museología: hablan no programadas o de los vagabundeos sin en todo esto. Somos, en nuestra mayoría, de lo que estas instituciones hacen, lo cual destino —lo que Valéry llamó el vagabonsorprendentemente aburridos, predecibles y dage de loeil—, la emoción de los descubries anecdóticamente interesante, supongo; banales. Hablamos demasiado de dinero, mientos azarosos, y al mismo tiempo se supero muy pocos tienen preparación filosófino lo suficiente de arte, y planteamos nuesministran indicaciones e incluso itinerarios ca para reflexionar sobre una pregunta más tros problemas como si se prestaran necesapara quienes las desean v necesitan importante, a saber, qué es un museo. riamente a soluciones administrativas. ¿Y qué ocurre con el contexto? El museo Los directores hablan de exposiciones de arte es la entidad reconocida, legalmente En verdad, de dos extremos indeseables, principalmente como sí se tratara de un constituida para la adquisición óe arte; nintendría que decir que los museos en que imconcurso. Sólo de pasada oímos mencionar guna otra entidad tiene esa misión específipera ta confusión y que manejan personas su valor como aporte al conocimiento y el ca. Y sin embargo, por su naturaleza mispoco formadas pero de visión, serán mejoplacer estético que ofrecen, aunque se nos ma. el museo de arte despoja a las obras de res que aquéllos cuyos fines artísticos están insiste en la dificultad de las gestiones dessu función original, se trate de un retablo subordinados a una bien acertada maquinaplegadas para darles vida. Asi, quedan reque ya no sirve para ilustrar las escrituras ria de administración. Y sin embargo, las flejadas las habilidades persuasivas y negoni mover a los fieles a la piedad —o siquiera paulas de contratación de hoy hacen pensar ciadoras de estos promotores. Pero no aborpara exaltar a un príncipe cuando se refiere que las juntas directivas han llegado a sendan ante nosotros los molestos asuntos de a él—, o se trate de un «shawablí». que ya tirse más cómodas con administradores efila atribución, la investigación, el sondeo y no acompaña al faraón en su viaje a la Etercientes que con auténticos directores, y ellas los juicios cualitativos que informan las denidad. mismas están integradas ahora por menos cisiones de los directores; en otras palabras, coleccionistas que hace dos decenios. Y sin embargo, paradójicamente, ¿no lo verdaderamente importante en las expocontienen estos objetos un mensaje estético Debo admitir en este punto que me gana siciones. más fuerte en un museo donde la calidad el impulso de ser indulgente con estas junSí se nos da, en cambio, información soestética es la razón principal de que estén tas: se espera de ellas que se vuelvan hacia bre las cifras de asistencia, las encuestas a allí? La obra de arte tiene significado fuera los directores en busca de experiencia y los visitantes, los conceptos del diseño de la de sus circunstancias originales, por eso es orientación, pero no es frecuente que hallen muestra y la última teoría sobre la redacque siglos más tarde, a menudo después de en estas personas una filosofía y un sentido ción adecuada de las etiquetas de las pareque la función original se ha olvidado o está claro de su misión. des... ¿Y las obras de arte? A juzgar por en desuso, el trabajo mantiene su fuerza; y Y últimamente —pido disculpas sí esto algunos comentarios sobre (os museos, poción del arte, que es turbada por la presencia de multitudes. Cito a M. McCarthy: «Para que el visitante entre en comunión con las obras de arte, parece esencial que esté solo con ellas o relativamente solo, y la mera presencia de una multitud, el sonido de otras voces, en un museo o galería de arte, se siente como una intrusión sacrilega. La experiencia puramente visual de la belleza es peculiar a este respecto y distinta de otras formas estéticas como los conciertos, las óperas, las obras de teatro, que se disfrutan en sociedad. No creo que gustara a nadie ser el único espectador de una pieza dramática. Pero a diferencia del oído, el ojo es un órgano celoso, concupiscente, y en nuesUa relación con ia belleza visual interviene alguna idea de propiedad ó exclusión. El ojo es un coleccionista natural, ávido, no democrático, enemigo de compartir». Pero debe hacerlo, en cierto grado, y el problema es que nt ustedes ni yo tenemos derecho exclusivo a las obras de arte, y de este modo debemos sencillamente encontrar un equilibrio: complacer, por una parte, a gran numero de personas, y, por la otra, de algún modo también, satisfacer profundamente a unos pocos. Museos y democracia Encaramos aquí dos naturalezas en gran medida irreconciliables: una institución democrática al servicio de la naturaleza aristocrática de la experiencia artística. Pocas personas sufren mayor desgarramiento que aquellos de nosotros que terminamos dirigiendo museos, porque estamos encargados de atraer un público aún más American Gothic (1V30), Grant Wood tal es la razón, también, de que el museo amplio, y sin embargo nuestra inclinación tenga su valor (hasta podría argumentarse, natural —la mía, al menos— nos lleva a deen otro momento, que ahora vemos algunas sear que los museos ofrecieran experiencias obras de arte que aún se hallan en su marco que sean más como la del gabinete del amaoriginal). teur —el retiro del esteta—, y en verdad ¿Que hay. además, de la paradoja de la con frecuencia lo hacen, como en los depararquitectura? Queremos museos que sean tamentos de dibujos y grabados, en que poedificios distinguidos, manifestaciones nodemos apreciar, con placer impenitente y bles y magníficas en que alojar el arte granegoísta, pliegos que se sacan uno a uno de dioso, pero ¿cómo le pedimos a un arquisus vitrinas, sin que nadie mire sobre nuestecto famoso que permanezca neutral y protro hombro. O en galerías como la Islámica duzca estrictamente el marco que acompaña del «Met», en que uno puede sentarse y mila exposición de arte? rar tranquilamente manuscritos persas, o en En primer tugar, debo afirmar que para la colección de pinturas de la National Gadisfrutar profundamente de una obra de llery; todos los demás están en el ala este, arte, para disponer de una oportunidad de contemplando las exposiciones temporales. comprenderla realmente, debemos estar en Pero, aunque muchos de nuestros directivos condiciones de verla con cierta tranquilicomprenden y hasta expresan su satisfacdad, algún grado de recogimiento y en circión ante el hecho de que se obtengan expecunstancias que permitan la concentración. riencias profundamente gratificantes en los Éste es un requisito imprescindible. museos, su museo, en la medida en que ésEstá también el asunto de carácter inhetos son supervisores públicos, consideran a rentemente egoísta, posesivo de la apreciamuseos públicos de arte. Cómo dejar en Nuestro deber es, por tanto, instalar las la institución como instrumento social, y claro que el arte es difícil, es la tarea que obras y estructurar el amhiente del museo prefieren las masas que se agolpan ante «La debemos resolver si queremos que el viside tal modo que todos nuestros visitantes, Casa de Campo Inglesa» o ¡a muestra de tante se acerque a él con el grado necesario no meramente los iniciados, sientan al estar Degas que el estudioso que lee las inscripde paciencia y concentración, y advierta que ante una gran obra que se hallan en presenciones de un relieve antiguo. Pero debemos una mirada superficial no servirá. cia de algo que importa, de algo que no hacer ambas cosas. pueden obligarse a abandonar con demasiaSi no logramos comunicarlo de algún Y estas cosas son una cuestión de grado. da rapidez. modo, desorientamos a nuestro público, Las galerías de museo llenas de gente pueque es demasiado propenso a buscar gratifiden ser maravillosas, significan que muchos Y con cada converso que logren los mucación instantánea y a descubrir en una han decidido venir a apreciar el arte, y eso seos si tienen éxito en la empresa, con cada obra de arte una especie de «gracia» inmesólo puede ser positivo. Lo que es depripersona que hayan iniciado en una forma diata, antes que a saborear una historia que mente es hallarse prácticamente solo, aun de placer que no concebía con anterioridad se despliega lentamente. Me pregunto cuánen domingo, en Filadelfía, frente a la glo—y del que nunca querrá verse privada en tos de nuestros visitantes terminan decepriosa Deposición de Rogier, o solo en Cleadelante—, habremos cumplido nuestro obcionados al descubrir que las obras de arte veland en las galerías medievales, en medio jetivo democrático, que va mucho más allá no manifiestan su mensaje en un abrir y cedel tesoro de Guelph. de atraer a gran número de personas a las rrar de ojos. El problema es que uno puede salas, y consiste más bien, a fin de cuentas, Pero cuando, como en las exposiciones abarcar una pintura con una sola mirada, en convenir al mayor número que podamos especiales, debemos manejar grandes multipero esto supondría tanto como reducir el de nuestros visitantes en expertos. De esa tudes, en lugar de solamente a «muchas ciclo wagneriano del «Anillo» a 30 minutos. forma es como mejor podemos contribuir a personas», los problemas y conflictos son Como nos demostró recientemente la otra la creación de una élite creciente, esto es, a inevitables: por ejemplo, es razonable que «Met» (la Metropolitan Opera House), esto que haya más personas que crean profundauna instalación ha alcanzado su máximo nisería tarea de cuatro noches. Casi todos mente en valores no materialistas; en el vel, su mayor éxito, cuando hace que la concuerdan en que para saborear un cuartecaso de los museos, esos valores pueden obra de arte atraiga ia mirada, y al visitante to tardío de Beethoven hay que escucharlo descubrirse en las cosas. entero junto con ella. Pero si atraemos mulcon atención concentrada, mientras una mititudes. tenemos la obligación de facilitar su Dije ambiente adecuado, y eso puede sigrada percibe lo que hay en la superficie de desplazamiento —se lo llama circulación, nificar cualquier cosa, y lodo, desde las cola tela en el Mezzetin de Watteau. Pero si control de las masas—, para evitar embotemodidades más elementales —asientos concomienzo a hablar de romanticismo, del llamientos, mantener a las personas en el fortables, cafeterías, toilettes adecuadas y personaje extraño que está afuera y del sigitinerario, especialmente en las exposicioseñalización clara— hasta el diseño de la nificado de la estatua en la parte trasera del nes, y así mientras parte del personal hace instalación, ia arquitectura circundante, y, jardín, ese espectador tendría que permasu trabajo en mejor forma cuando retiene lo más importante, los principios que oriennecer un poquito más frente al Watteau. al visitante, la otra mitad actúa con la matan la disposición de las colecciones, el funyor responsabilidad cuando se muestra efidamento de su orden; e) esquema más acerciente en el manejo de las multitudes. tado será no sólo el que nos ofrezca un sentido de la continuidad de la historia del La cuestión de las cifras plantea otra serie arte, sino además nos recuerde que cada de asuntos, uno de los cuales está contenido obra es la culminación de un acto creativo en la palabra accesibilidad, con sus múltiúnico, y, hablando en términos amplios, el ples connotaciones, desde hacer la colecpunto de encuentro de la individualidad del ción lo más comprensible y fácil de apreciar artista y el mundo que lo rodea. Esto es imque se pueda hasta lograr que se llegue al portante. porque en los museos la noción edificio con la mayor facilidad posible, hasde individualidad se pierde fácilmente, subta salir fuera y atraer a los no visitantes. E JAR en claro que el sumiéndose en una historia de civilizacioEsto conduce a cuestiones filosóficas como: arte es difícil, es la tarea que nes, como si existiera algo que pudiera lla¿con qué intensidad deben intentar los mudebemos resolver si queremos marse genio colectivo. seos atraer a los no conversos? ¿Cuán válido o útil es llenar los museos de personas que el visitante se acerque a él que en lo profundo de su corazón quisieran con el grado necesario de Comprender el arte estar en otra parte? ¿Deben preocuparse los paciencia y concentración, y museos de servir mejor a aquellos, y no son advierta que una mirada El arte grandioso es obra de grandes arpocos, que han venido por voluntad propia superficial no servirá tistas, aunque no sepamos sus nombres, y y están allí porque quieren? pienso que los museos de arte deben servir La palabra accesibilidad se presta, sin para recordarnos los logros extraordinarios embargo, al planteamiento de un asunto de personas individuales. También deben, más problemático, específicamente el de aunque discretamente, ofrecer información que «el arte es para todos», con su connotasobre las colecciones, y resulta irónico que ción de que «el arte está al alcance de toel medio más directo y en apariencia más dos»: ¿lo está realmente, aunque sea en el sencillo, la ficha, continúa siendo tan conmás superficial de los niveíes? Al menos netrovertido en cuanto a la naturaleza y canticesita una buena dosis de trabajo esforzado. dad de información que debe presentar. Porque, en verdad, el arte es difícil, y Aún tenemos opiniones opuestas en las filas esto es uno de los dilemas que encaran los de los directivos, desde los que quisieran esniveles de arte medios o bajos en que la cribir volúmenes enteros sobre apreciación imaginación de los grandes maestros no dedel arte que son destinados sólo para colesempeña ningún papel, puesto que la obra gas especialistas. También están los puristas maestra es del todo ajena a la experiencia absolutos, que no parecen inclinados a sudel funcionario encargado de la adquisición. ministrar más que el nombre, la categoría y El proceso es uniformador y conduce a que I los espectadores se el número de serie. Piensan que la obra de se dedique atención desmedida a movimientos secundarios y artistas menores, a un rearte habla por sí sola. Debo decirles que me sienten algo perdidos y no surgimiento del interés por obras de arte horrorizan tas personas capaces de pensar poco desconcertados en los que están mejor en las salas de estudio que de esta manera. Para m¡, no todas las museos, o directamente en las galerías de primera magnitud. obras, del período y civilización que fueren, aburridos e insatisfechos, la entregan tan fácilmente sus secretos, y enY es comprensible: si un museo gasta culpa es, a menudo, del museo, cuentro que mi disfrute de ellas aumenta en 500.000 dólares en una pintura, la exhibirá forma directamente proporcional a mi coy el resultado es que no con orgullo en el centro de una pared. nocimiento de ellas. Así, me siento agradeCuando un museo destina su asignación de vuelven con frecuencia y dejan cido cuando, en ámbitos con que no estoy un año a un Lemoyne o un Mareschi, lo de ser visitantes habituales muy familiarizado, recibo algo más que los anuncia con tanto orgullo como hacían datos mínimos; lo que me sugiere que, en nuestros precursores cuando compraban un el arte que conozco bien, la información Fragonard o un Canaletto. ¿No engañamos a nuestro público inocente de manera especialmente insidiosa? Pensemos, por ejemplo, en el todopoderoso Museo Metropolitano, Recientemente organizó una exposición especial del Engaño de Caravaggio, comprado por el Klmbell. Es una buena pintura temprana, aunque, en cierta medida, un Caravaggio avanl la lettre, pero no es el Llamado de San Mateo ni La Sepultura. Luego mostramos La Sagrada Famüia con Santa Catalina, de Tiziano (New York Times), variación firmada de una hermosa composición, pero un cuadro modesto. No imagino que hace 20 años hubiéramos hecho tanto alboroto por una pintura que ni siquiera era nuestra, excepto, quizás, por e! retablo de Pesaro, ¡y ésta definitivamente no podía compararse! Me resulta deprimente e inquietante oír a expertos de museos que no tienen ningún Claude Lorrain, por ejemplo, elogiar la luz dorada de sus puestas de sol, cuando se refiere a obras difícilmente comparables de discípulos menores holandeses como Pynac(amblen oene ser importante para quienes ker o Jan Both, que son las únicas que puelo manejen menos. den adquirirse, y por lo demás dejaron de Quisiera ahora cambiar de tono. Si la raser baratas. zón de ser de los museos es e! arte, entonces debe ser prioritario coleccionar. Por desgraA decir verdad, prefiero los pecados que cia, la escasez de los fondos y los precios se cometían en época de Lord Duveen. a desproporcionadamente altos han relegado, comienzos de siglo, en que se prestaba deen la práctica, el proceso de adquisición a masiado poca atención a los artistas menoun plano secundario. res. Rafael podía venderse; Garofaio, no. Hoy, los museos sin Rafaeles y sin esperanPara mis propósitos de hoy. lo poco que zas de comprar uno, adquieren Garofalos pueden comprar los museos es sólo de intepara informar a su público sobre Rafael, o rés aritmético y menor. Deseo, antes, refleaigún Goyaert Flinck para hablarles de xionar sobre consecuencias mucho más graRembrandt. ves de los precios altos, específicamente su efecto sobre los conservadores y. más intensamente aún, sobre el público. Quiero decir Seleccionar con acierto que, con presupuestos limitados de adquisición y precios astronómicos, los conservaSeamos honestos: ¿hasta qué punto es dores aplican cada vez más sus esfuerzos a duradera y estimulante la emoción —si al¿Y no nos han demostrado las encuestas guna hay— que provocan todas esas pintuque la mayoría de nuestros visitantes viene ras de gabinete bien hechas pero sin alma? principalmente en función de la exposición Veo a tantos coleccionistas en la actualidad que se haya abierto, y que los habituales lo a quienes el precio y —en cierta medida— son porque se ofrecen exposiciones con frela escasez niegan las oportunidades de que cuencia? disfrutan un Crozat o un Walpole, que ahora hacen genuflexiones ante el altar de Pensemos en los grandes museos nortea[ leda o I. Van Ostade. Cuando comenzamericanos: se han convertido, en la práctimos a aceptar, a acostumbrarnos a los preOMO lo que nos hace ca, en enormes máquinas productoras de cios altos de obras sólo discretas, podemos exposiciones que poseen colateralmente regresar a los museos es la perder de vista la mediocridad de éstas. grandes colecciones. permanencia del arte, los Hay aquí otra paradoja, que consiste en museos deben cuidar, en su que si bien obras de arte de la categoría de interés por ser acogedores y Los museos del futuro los kouros griegos del siglo VII o los tapices del unicornio que posee el «Met» es lo que accesibles, de no intensificar distingue a un gran museo, así como las La exhibición se ha convertido tanto en el arte ni disminuir el impacto obras que verdaderamente impactan, deleiun programa artístico como en un instrutan e inspiran, uno tendría que reconocer mento de desarrollo, porque si podemos que los murmullos de la historia del arte asumir los crecientes presupuestos operatitambién tienen su lugar en una política de vos se debe a que la principal fuente de inadquisiciones. Algunos de los objetos megresos ya no son los fondos institucionales nores, ya sea en arqueología o las artes deni las subvenciones municipales, sino la asisjuicios artísticos, y una negativa pertinaz a corativas, o bajo la forma de los más breves tencia vinculada a las exposiciones, las tomar decisiones, a evaluar y clasificar, a apuntes en papel, contribuyen ciertamente muestras con entradas baratas, Las de este distinguir entre mayor y menor. No me rea una mejor comprensión y apreciación de carácter aseguran la llegada de multitudes y fiero a colgar un impresionista menor como las obras maestras. Estas obras menores su impacto consiguiente en el ingreso por Caillebotte junto a un Monet, o un postimpueden ayudar a formar una visión más entradas, venta de catálogos, restaurantes y presionista secundario como Manguin al completa de civilizaciones cuyo carácter no garajes, así como un crecimiento de la asolado de un Gauguin. Como individuos, tesiempre puede deducirse plenamente del ciación de amigos, las donaciones anuales, nemos derechos inalienables, garantizados contacto exclusivo con los logros más elevaíos aportes empresariales, eicéíera. por la Constitución —y por Dios—, pero dos del hombre. Aun así, este nuevo culto otorgar a todo artista aceptable el derecho Estas muestras pueden tener un mérito a las cosas menores, inducido por el mercaa exhibirse en compañía de los grandes enorme, y no propongo que se supriman, do, me recuerda un poco los gustos en gemaestros —al menos, sin dar explicación— pero su fin andamiento es actualmente casi neral áridos de los príncipes que nos legaprohibitivo, y su magnitud y frecuencia tiees fruto de un pensamiento democrático ron las galerías de pintura de Kassely de nen un coste, en tiempo y energía, que no descolocado, y no apunto con el dedo excluBraunschweig. Con algunas excepciones nopuede solventarse indefinidamente sin tesivamente hacia Orsav. tables, un muro tras otro cubierto indiscrimer que se altere profundamente el carácter En fin de cuentas, el enfoque más demominadamente de Teniers, Joos de Monpers de los museos. crático nos pide que seamos rigurosamente y Valrenborchs. Y, lo que era más discutiYa en este momento, oculto tras las fano democráticos en nuestras elecciones. ble, al lado de grandiosos Rembrandts o Tichadas llenas de carteles de los museos que Para beneficio del museo del futuro, sus zianos. Ai usar el término «exhibición indisorganizan exposiciones, existe un coeficienfuncionarios deberán vencer este temor a criminada» saco a la luz una de las contrate demasiado alto de abandono en sus cohacer juicios cualitativos, lo que puede no dicciones más desconcertantes de la actualilecciones, y los conservadores están obligaser tan sencillo, pues sospecho que hay un dad en los museos. Me refiero a una curiosa dos a trabajar con la experiencia y el conoescepticismo generalizado respecto del méfalta de criterio en la elección y presentacimiento que han acumulado, no pudiendo rito, o aun la necesidad, de hacerlos. Aunción misma del arte. Atribuiría esto a una ya mantenerse al día con los avances en su que se trata de juicios que ustedes tienen extraña desviación del profesionalismo, que terreno, y corriendo el riesgo de perder su todo el derecho a esperar de nosotros, Y resulta con seguridad perjudicial para el vicarácer singular, la sabiduría misma que los les sorprendería el grado en el cual su dissitante: lleva a los conservadores a seguir hace indispensables, para empezar. frute del arte aumentaría gracias a ello. ciegamente el principio del agregado o de Porque, si se sienten algo perdidos y no De este modo, ¿cómo volvemos hacia la inclusión total, y a muchos de nosotros, y poco desconcertados en los museos, o direcatrás el reloj para afrontar el milenio en fora ustedes, estoy seguro, a preguntar, hastiatamente aburridos e insatisfechos, la culpa ma adecuada? dos e insatisfechos: ¿debe guardarse en una es a menudo del museo, y el resultado es Bueno, ocurre que, al parecer, será el vitrina cualquier fragmento de la antigüeque no vuelven con frecuencia, y que cada mercado mismo quien imponga alguna modad? vez más personas dejan de ser visitantes haderación en la magnitud y el ritmo de las bituales. exposiciones, habiéndose hecho prohibiti¿Debe realmente esperar su turno la xilovos temas como el impresionismo, Los mugrafía manchada de Durero, guardando Argumentarán que si en diciembre de seos necesitarán volverse mucho más hacia 1988, 800.000 personas visitaron el «Met», cola detrás de todos los grabados de escenas sus colecciones permanentes y a programas significa que tenemos visitantes habituales, deportivas, antes de ser atendida? más profundos, mucho más imaginativos e ¡y de sobra! Pero, ¿en busca de qué clase Otra razón que explica la falta de criteinspiradores, que faciliten al visitante un de experiencia acudieron? ¿Y qué clase de rios selectivos demuestra una desafortunada diálogo serio y permanente con el arte, asesatisfacciones podían, en verdad, esperar? extensión de los principios igualitarios a los gurando en último término su interés sostetado de la colección del museo en esa ciunido. dad, abandonada y colocada heterogénea y desprolijamente en galerías y corredores Digo sostenido porque disminuyendo las mal iluminados. Pero les encantó. Pasaron llamadas exposiciones *bomba»desaparecehoras explorando, descubriendo, sintieron rán las enormes cifras de asistencia que ahoel impacto pleno de la magia de los faraora alimentan las finanzas de un museo, y !os presupuestos no se equilibrarán. No creo, nes. tampoco, que todas las personas que ahora Y no fueron indulgentes conmigo al comvisitan masivamente las muestras de Van parar El Cairo con lo que consideraban era Gogh y el Vaticano regresen tan frecuenteel enfoque estéril y poco atractivo del mente a ver los mismos Rubens o Picassos «Met», en que tos potentes reflectores de de siempre. Y allí reside uno de mis granlas vitrinas inmaculadas tomaban por ellos des temores para el futuro, e¡ de que ¡os todas las decisiones. directores de museos no comprendan plenaAunque no sugeriría que los museos se mente los diferentes marcos de expectativas vuelvan hacia las galerías de El Cairo como de personas de gustos distintos, y, enfrentamodelo de instalación, el ejemplo puede dos con la dura verdad de que las visitas se servir para recordar a muchos directores quedarán en un nivel más modesto, recuque las grandes obras de arte rara vez derran al rebuscamiento y el artificio en sus cepcionan y se las arreglan muy bien si se intentos, seguramente infortunados, de relas abandona a sus propios recursos. cuperar las multitudes. Después de todo, ¿acaso no descansa en sus colecciones la reputación y el éxito del Las personas no van a los museos de arte Prado y del Louvre? Y debemos aprender en busca de una experiencia común. Quieuna lección del hecho de que, por mucho ren elevarse espiritualmente, y si perdemos que nos quejemos de la iluminación, seguinuestra fe en la capacidad de las obras de mos visitando el Prado, y, por deficiente arte de conmover, complacer, transfigurar que nos parezca la presentación, todavía vao impactar, no podremos llegar a más permos al Louvre. sonas, y además perderemos a nuestro publico más apreciado, la concurrencia fiel Pues bien, esto nos indica que los museos que queremos crear y conservar, ofreciénno deben sentirse indebidamente obligados dole una experiencia de valor duradero. a ser «excitantes», y que quizás en el futuro Como lo que nos hace regresar a los mudeben contentarse con un ejercicio juicioso seos es la permanencia del arte, los museos de la imaginación, el gusto y la moderación. deben cuidar, en su i ti tetes por seT acogedoEn ese momento, habrán creado el marco res y accesibles, de no intensificar el arte ni adecuado para ese diálogo vital e inteligente disminuir su impacto, El aura que rodea la de director de museo y visitante, a través creación en los museos es de primordial imde colecciones admirablemente comprendiportancia, y todas las formas de explicación das y admirablemente exhibidas. y presentación deben formularse con el maEspero con ansias el día en que se nos E este modo, pare que yor cuidado y sensibilidad, con el fin de diga, no lo entretenidos que somos, sino lo mantener las condiciones en que se produce los museos lleguen al milenio mágicos que somos. Los museos tienen tanese clima de sacralidad y reverencia, o sento atractivo porque son especiales, distinen condiciones saludables, cillamente de contemplación serena, que es tos, fuera de lo común para muchas persocon un público numeroso, esencial para la experiencia plena del arte. nas. Al crear un tono adecuado, un tono serio y satisfecho, un público Antes de poner los museos patas arriba elevado, cumplirán su misión no confunde visitantes habituales, mi para modernizarlos y hacerlos comerciales, diendo accesibilidad con familiaridad. Estoy conclusión, que adoptará la con el fin de asegurar un elevado número convencido de que si logran transmitir, prode visitantes, me detendría a reflexionar, yectar un sentido de autoridad, de majesforma de un aforismo, es la por ejemplo, sobre la reacción de mi familia tad. de dignidad en lo que hacen, ustedes siguiente: para ser ante el Museo de El Cairo. los frecuentarán más. verdaderamente populares, Rueño, como ustedes sabrán, el «Met» De este modo, para que los museos llelos museos de arte deben tiene en exhibición la más extensa colección guen al milenio en condiciones saludables, de arte egipcio fuera de El Cairo, y se halla guardarse de la popularización con un público numeroso, serio y satisfeinstalada en galerías ultramodernas y elecho, un público de visitantes habituales, mi gantes, brillantemente iluminadas y muy conclusión, que adoptará la forma de un bien rotuladas, que se abrieron con gran aforismo, es la siguiente; para ser verdadeéxito hace algunos años. ramente populares, los museos de arte deMuchos consideran ese montaje el paraben guardarse de la popularización. • digma del museo del mañana. Mi esposa y yo viajamos años atrás a la capital de EgipPhilippe de Mootcbtllu es director del Metropolitan to con nuestros tres hijos adolescentes; se Museum of Art de la ciudad de Nueva York. (Cortesía les había advertido sobre el lamentable esde El Mercurio, Santiago de Chile.)