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Multilateral no rima con multipolar (aunque lo parezca)

Jaime Otero Roth

Reseña del libro "El espejismo multilateral" de Javier Rupérez

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Jaime Otero Roth, “Multilateral no rima con multipolar (aunque lo parezca),” accessed April 26, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1915.

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Multilateral no rima con multipolar (aunque lo parezca)

Subject

Libros

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Reseña del libro "El espejismo multilateral" de Javier Rupérez

Creator

Jaime Otero Roth

Source

Nueva Revista 124 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

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document/pdf

Language

es

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Multilateral no rima con multipolar(aunque lo parezca)JAIMEOTEROROTHREALINSTITUTOELCANOJavier Rupérez —diplomático y ex diputado del PP, en el que representael ala democristiana— pasó tres años en Nueva York, de junio de 2004 ajunio de 2007, como director ejecutivo del Comité contra el Terrorismo delConsejo de Seguridad de Naciones Unidas, experiencia que constituye elhilo narrativo de El espejismo multilateral.El penúltimo capítulo del libro —el último es un «homenaje a la ciudady a la gente que lo vieron crecer»— constituye el corolario argumental delos XXVIanteriores. Para Rupérez, el «proceso de paz» del presidente Zapatero fue un grave error no tanto por el hecho de negociar —sus predecesores también ordenaron contactos con la banda— sino por introducir enlas conversaciones elementos políticos —supuestas concesiones a los objetivos de ETAy no sólo vías de reinserción a presos y prófugos— y porhacerlo de forma pública, buscando la mediación internacional y llevando la negociación a las Cortes y al Parlamento europeo, creando así unaficticia paridad de legitimidades entre el Estado y los terroristas.No es de extrañar que la negociación causara «estupor» en más de undiplomático español. Si hay un dosier recurrente de la diplomacia española en los últimos cuarenta años es el de convencer a la comunidad internacional de que ETAno es un romántico movimiento de liberación sino144NUEVA REVISTA 124una organización revolucionaria y terrorista. No ha sido ni es tarea fácil.A pesar de la similitud de títulos, ElEl propio Rupérez —que sobreviviódesafío multipolartiene poco ena un secuestro de común con El espejismo multilateETA— ha explicaral. Si aquél es un libro de memodo en una reciente tercera de ABClarias, éste es un ensayo académicotradicional resistencia de la prensainternacional —especialmente la esa palo seco.tadounidense— a llamar terroristas alos terroristas. Los partidos firmantesdel Pacto por las Libertades y Contra el Terrorismo (2000) consideraronnecesario «mantener una actividad informativa permanente, a escala internacional, en el ámbito de las instituciones y de las organizaciones políticas y ciudadanas». Los atentados de 2001 en Estados Unidos precipitaronun cambio de actitud general hacia el terrorismo. En febrero de 2002,ETAfue incluida por primera vez en las listas de terrorismo internacionalde Estados Unidos. En junio del mismo año, el Consejo Europeo adoptaba una posición común sobre el terrorismo —que entre otras cosas permi tió simplificar los procedimientos de extradición— y una lista de personas y grupos terroristas entre los que se incluyó a ETA, lista que ha sidorenovada por última vez en enero de 2009 con la inclusión de ANVyPCTV. En estos días del principio del verano de 2009, el Tribunal de Estrasburgo ha confirmado que la ilegalización de Batasuna no viola lasconvenciones europeas de derechos humanos.El problema no se acaba, para España, con el terrorismo de ETA. Después de ganarse a pulso el reconocimiento internacional por la lucha contra el terrorismo y por el reconocimiento de sus víctimas, España se convirtió como consecuencia de los atentados del 11 de marzo en un caso deestudio de cómo el terrorismo es capaz de alcanzar sus objetivos políticos,en este caso determinar el resultado de unas elecciones y provocar la retirada de un contingente militar de un área de conflicto.Desde la distancia, Javier Rupérez asiste al proceso de paz en Españacon «frustración» por trabajar al servicio de una política antiterrorista «en laque desgraciadamente caben esas contradicciones» (hacer lo contrario quela doctrina que se estaba fraguando en Naciones Unidas al mismo tiempo ycon gran esfuerzo). El relato de Rupérez ha comenzado con las dificultades145JULIOSEPTIEMBRE 2009JAIME OTERO ROTH—trabas burocráticas, recelos personales, rivalidades nacionales— queencuentra para crear una oficina cuyoimpulso surge precisamente de losataques terroristas contra Estados Unidos y en el contexto de la «guerracontra el terror» de la administraciónBush —término por cierto al que Rupérez prefiere «lucha contra el terrorismo»— y alcanza su punto álgidocuando describe cómo se conforma laELESPEJISMOestrategia onusiana sobre el terrorisMULTILATERALmo, entre discusiones sobre las «cauJAVIERRUPÉREZsas profundas del terrorismo» o sobreCórdoba, Editorial Almuzara,el terrorismo y las libertades funda2009, 216 págs.mentales, e idas y venidas de KofiAnnan a Madrid. Precisa Rupérez, y esimportante para la comprensión dellibro, que aunque dejó su destino de embajador en Washington por el cargoen Nueva York en junio de 2004, la propuesta y aceptación del puesto fueron anteriores a las elecciones generales de marzo del mismo año. Es decir,fue el gobierno Aznar el que promovió su candidatura con el significativorespaldo de Estados Unidos, pero fue el gobierno Zapatero el interlocutorespañol durante la duración de su mandato en Nueva York.Después de algunos ajustes de cuentas con altos funcionarios de Naciones Unidas y con el gobierno español, Rupérez dedica cuatro capítulos ahacer balance de su experiencia onusiana. No predica, como otros «en laderecha y sus proximidades», la inanidad de la ONUy por lo tanto su eliminación. La dificultad de cumplir las aspiraciones de paz, justicia y libertadpara todos no debería conducir al cinismo sino a un mayor esfuerzo para alcanzarlas. Si no existiera la ONUhabría que inventarla: la prueba es que sonya sesenta años sin un conflicto mundial generalizado. Ahora bien, la ONUno es sino lo que los Estados miembros quieran hacer de ella; no genera unavoluntad distinta de lo que ellos expresan y, en consecuencia, lo mejor quepueden hacer los miembros para dar vida a la ONUes hacer valer en ella146NUEVA REVISTA 124MULTILATERAL NO RIMA CON MULTIPOLAR (AUNQUE LO PAREZCA)sus planteamientos e intereses. «LaEl libro de Charles Kegley y Gregorypeor de las políticas posibles consisteRaymond es más circunspecto aunen alabar sin matices el significado yque también tiene un corolario pretrabajo de las Naciones Unidas y alceptivo de tono más optimista, comomismo tiempo practicar la pasividadcorresponde a dos académicos deen los meandros que conducen a suslarga trayectoria que han caminadodecisiones buscando refugio en iniciamás bien por el lado demócrata de lativas vacías de contenido como porcarretera.ejemplo la llamada Alianza de Civilizaciones». Quien crea, como HaileHelassie en los años treinta o el goXXI, que la ONUtiene el carácter «mágibierno español a principios del siglo co y providencial que le conceden los círculos progresistas», está sufriendoun espejismo: el espejismo multilateral.A pesar de la similitud de títulos, El desafío multipolartiene poco encomún con El espejismo multilateral. Si aquél es un libro de memorias dela praxis política con unas gotas de reflexión y análisis, éste es un ensayoacadémico a palo seco. Naturalmente, hay nexos entre ambos. En la parteque dedica al análisis geopolítico, Rupérez incluye un capítulo titulado«El “Imperio Americano”: instrucciones de uso» en el que pone en cuestiónlo que la literatura sobre relaciones internacionales viene anunciandodesde hace décadas: el principio del declive de la hegemonía estadouniEE.UU.perdura —adense. Para Rupérez es evidente que la supremacía de pesar del ascenso chino y las diferencias transitorias con aliados comoFrancia y Alemania— y además tiene ventajas. Y termina afirmando quelos planteamientos de Estados Unidos no son dispares de los que formanla filosofía básica de la Unión Europea y de sus miembros y que «la inteligente y permanente alianza entre Washington y Bruselas es la mejorcombinación de capacidad política, desarrollo económico, proyección democrática y fuerza militar que hoy existe en el mundo».El libro de Charles Kegley y Gregory Raymond es más circunspectoaunque también tiene un corolario preceptivo de tono más optimista, comocorresponde a dos académicos de larga trayectoria que han caminado másbien por el lado demócrata de la carretera. Ambos están vinculados al Carnegie Council, «la voz de la ética en las relaciones internacionales», una de147JULIOSEPTIEMBRE 2009JAIME OTERO ROTHlas instituciones creadas a principiosdel siglo XXpor el magnate del aceroy filántropo militante Andrew Carnegie. El desafío multipolares, precisamente, una muestra de esa literaturasobre el declive del «Imperio Americano» a la que se refiere Rupérez. Publicado por primera vez en 1994,según los créditos esta edición en español ha sido actualizada por los autores, que en un breve prefacioELDESAFÍOMULTIPOLARhacen referencia a los atentados deCHARLESW. KEGLEYJR.septiembre de 2001 y, más tarde, a laYGREGORYA. RAYMONDguerra de Irak.Córdoba, Editorial Almuzara,Para Kegley y Raymond no hay2009, 272 págs.duda de que el futuro será multipolar. Las cifras, dicen, hablan con rotundidad de la supremacía estadounidense en términos militares, económicos, científicos y culturales. Peroestas cifras no deben ocultarnos debilidades domésticas como el endeudamiento excesivo, los problemas sociales crónicos o la pretensión deabarcar demasiado militarmente, debilidades que podrían acelerar el declive relativo del poder americano, anunciado por los avances de otras potencias. La cuestión es cómo prepararse para que ese futuro multipolar sealo más estable y pacífico posible. Para ello, los autores abordan el estudiode los sistemas multipolares (definidos como aquellos en los que tres omás potencias poseen capacidades muy equivalentes), primero desde elpunto de vista teórico y a continuación a través del comportamiento deseis casos históricos. Los dos últimos (18151914 y 19191939), que terminaron en las más grandes catástrofes de la historia del mundo, se caracterizaron por una maraña de alianzas cambiantes con tendencia a la polarización y por órdenes normativos poco restrictivos. De poco sirvió, en elsegundo de ellos, la denuncia de la diplomacia secreta por parte del presidente Wilson y la instauración de un nuevo sistema de «alianzas transparentes, acordadas públicamente» encarnado por la Liga de Naciones.148NUEVA REVISTA 124MULTILATERAL NO RIMA CON MULTIPOLAR (AUNQUE LO PAREZCA)Pareciera como si el fin de cadasistema multipolar diera paso a una«Los que dicen creer en el multilateconfrontación bélica más feroz todaralismo están utilizando un términovía. Entonces ¿qué opción tomarcodificado para indicar su oposiciónahora que el mundo unipolar de laa la política americana», denunciaposguerra fría parece dar paso a unRupérez.mundo multipolar? ¿Qué modelo debería favorecer Estados Unidos mientras conserve su influencia predominante? Entre los cuatro caminos alternativos hacia un «futuro pacífico multipolar», ninguno de los que ahora seabren como opciones —equilibrio unilateral, relaciones especiales, concierto de potencias, seguridad colectiva— ha garantizado nunca una paz duradera. Kegley y Raymond se inclinan por una opción combinada: un multilateralismo que estaría diseñado en dos niveles: un concierto de potencias(puesto que «el multilateralismo tiene mejores posibilidades de funcionaren grupos pequeños») junto a un sistema de seguridad colectiva más amplio «donde las pequeñas y las medianas potencias podrían hacer escuchar su voz en cuestiones pendientes si sus intereses se viesen afectados osi fueran especialistas en tales cuestiones».Aunque Kegley y Raymond no identifican su multilateralismo de dosniveles con las Naciones Unidas tal como están hoy configuradas, su propuesta se parece mucho al sistema implantado por Estados Unidos y susaliados en 1945 y al que, como sabemos, Rupérez atribuye los últimos 60años de ausencia de conflicto generalizado. Salvo que la bipolaridadEE.UU.URSSha terminado. Es interesante comparar las conclusiones delos académicos con las del diplomático. La receta de éste, una alianza sólida entre EE.UU.y la UE, es algo que de Kegley y Raymond dan por hechoaunque sólo como una de sus subopciones dentro de la opción de «relaciones especiales», junto a otras posibles relaciones especiales con Rusia,Japón o China: un sistema desaconsejable por su inestabilidad y por losrecelos que produce.Cuestión de perspectiva, y de interpretación del término «multilateral» ysus derivados. «Los que dicen creer en el multilateralismo están utilizandoun término codificado para indicar su oposición a la política americana»,denuncia Rupérez, en una alusión velada al gobierno español actual y su149JULIOSEPTIEMBRE 2009JAIME OTERO ROTHfe ciega en Naciones Unidas, que desde luego es difícilmente aplicable alos académicos estadounidenses. Para éstos, multilateralismo no es másque una «forma organizativa exigente que requiere la coordinación de políticas nacionales entre tres o más potencias». Es grato, en todo caso, aunque seguramente no muy exacto, comprobar cómo los autores tratan a laUnión Europea como actor único en un posible sistema multipolar, junto aEstados Unidos, Japón, Rusia y China. Tratándose de una obra escrita en1994, no extraña tanto la ausencia de otros poderes emergentes como Indiao Brasil, o la falta de un análisis más detenido de amenazas como el terrorismo internacional o el poder desestabilizador de Estados como Irak, Iráno Corea del Norte. Muy apegada a la teoría de las relaciones internacionales, que suele obviar las políticas domésticas y la ideología como variablesmenores de la geopolítica, es también previsible hasta cierto punto que noconsidere la división del mundo entre países libres, seguros y prósperos yEstados autoritarios, fallidos o amenazadores. Con todo, la tesis de partida—el declive de la hegemonía estadounidense y su posible sustitución porun sistema multipolar— mantiene su vigencia y es meritorio el esfuerzoanalítico de aplicar un marco teórico a la prevención de posibles conflictos generalizados.El desafío multipolarincluye un «estudio preliminar» firmado por Ignacio de la Rasilla del Moral, joven investigador de las relaciones internacionales. Es un valioso texto introductorio que pone el trabajo de Kegley yRaymond en su contexto académico. Su presencia no anunciada en la portada resulta, sin embargo, algo impropia, y junto a otros detalles como algunos pasajes de difícil comprensión atribuible a la traducción o a unarevisión insuficiente (que son más frecuentes conforme nos acercamos alfinal), la rotulación equívoca de apartados, la falta de índices (tampocoen el libro de Rupérez los hay) y una bibliografía miniaturizada (de varioscentenares de títulos) dan a la edición un aire algo casero; detalles queapenas quitan valor a la loable tarea de la editorial Almuzara de poner alalcance del lector en español una literatura que no suele ser fácilmente accesible en nuestro idioma y que tiene la utilidad de hacernos pensar enel largo plazo.150NUEVA REVISTA 124