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Memorias a medias

Concepción Alonso del Real

Reseña del libro "Olor a yerba seca. Memorias" de Alejandro Llano

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Concepción Alonso del Real, “Memorias a medias,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1914.

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Title

Memorias a medias

Subject

Libros

Description

Reseña del libro "Olor a yerba seca. Memorias" de Alejandro Llano

Creator

Concepción Alonso del Real

Source

Nueva Revista 124 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

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Memorias a mediasCONCEPCIÓNALONSODELREALPROFESORADEFILOLOGÍALATINAEn este libro Alejandro Llano da una cierta razón de vida. Él mismo afirma que sus memorias no quedan agotadas con esta primera entrega. Contodo, ante los ojos del lector se deslizan algunos de los cabos que hastaahora han tejido su vida.Hay que comenzar por el principio, comparecen el entorno familiar ysu propio mundo interior ante el ambiente de sus veranos asturianos y desus, al parecer, tediosos inviernos madrileños: rememora la historia familiar, las vivencias del progresivo descubrimiento de la complejidad de lavida en la España de una posguerra ya algo pasada, donde junto al haz dela sociedad acomodada a la que pertenece va comprendiendo que siemprepuede haber un envés, inicialmente sorprendente pero real. No escapan alpanorama la pequeña controversia familiar sobre los antecedentes socioeconómicos de la familia asturianoindiana, en que con cierta sorna el autorsiempre había optado hasta ahora por la versión más acorde con su inclinación socialdemócrata, según la cual su padre había emigrado a Méxicoa causa de la pobreza de una familia que no poseía más que una vaca. Parece que ahora ha sentido la necesidad de reparar sus fechorías, contestadas durante tiempo por el sector femenino de la familia. También en esteambiente se percibe el alto concepto sobre las cualidades intelectuales y decarácter de sus padres, especialmente de su madre, y la inextricable solidaridad entre los siete hermanos, cada uno con su modo de ser. De aquíexactamente surge el título del libro, que procede de un poema de su hermano Carlos, quien ha ejercido un importante influjo en el autor.Con sentido humano (homo sum) y sentido del humor es posible adentrarse en cómo se fue tejiendo la vida de este filósofo, que parece haberconservado algunos de los rasgos que él mismo refleja en su niñez, esetira y afloja entre la timidez reflexiva, inicialmente huraña y progresivamente más modelada por el rodar de la vida, y la capacidad y la necesidad delas relaciones humanas, desplegadas en múltiples ámbitos a lo largo de su151JULIOSEPTIEMBRE 2009CONCEPCIÓN ALONSO DEL REALvida; quizá también se encuentre eneste columpio en movimiento elhecho de que Alejandro Llano, después de un compromiso mantenidotoda su vida, se vea a sí mismo comopersona de fe vacilante.El ambiente del colegio del Pilar,sus éxitos iniciales, escolares y socialesen el ámbito de esa pequeña sociedadque es un colegio, dejan paso a algunos desencuentros precisamente conOLORAYERBASECAel entorno —señaladamente divertidoALEJANDROLLANOel capítulo del «desafortunado símil delpecho»—. Éstos dan lugar a su vez a laMadrid, Encuentro, 2008, 527 págs.forja de sus grandes amistades; quedasubrayada la amistad que data deaquella época con Carlos Mellizo ycon Carlos Álvarez Villar especialmente. Tampoco sus inclinaciones intelectuales hacia lo que hoy llamarían algunos «letras puras» (se confiesa un letraherido) le facilitaron la relación en un momento dado con su padre, cuestión que pronto fue agua pasada. Es el momento de tomar una decisiónsobre la orientación de su vida, que relata con la misma vivacidad y normalidad que el resto; quizá se lo haya hecho asequible el hecho de que quienmás le facilitó el paso, fue Azucena, la «tata», una especie de genio protectorfemenino de agudeza serena y decires netamente asturianos.El inicio de su contacto con la Universidad en la Complutense de Madrid allá por el comienzo del 60 abre la ventana al ambiente estudiantilde la época, vivido por el autor con gran intensidad: sobre todo en el aspecto intelectual, donde el magisterio de Antonio Millán Puelles, «filosofíasusurrada», y la amabilidad de Rodríguez Rosado hicieron posible el definitivo encuentro con los grandes temas filosóficos que hasta la fecha hanocupado la atención de Llano. Es el hallazgo del puente entre conocimiento y referente y el punto de partida de la metafísica lo que intriga a esteaprendiz de filósofo, y el «donde comiences allí permanecerás» de Hörderlin parece perseguirle: la representación, en ideas o en el lenguaje, al152NUEVA REVISTA 124MEMORIAS A MEDIAStiempo que sus relaciones con el mundo exterior vienen a marcar puntosimportantes de su reflexión, reflejados en distintos títulos suyos, Fenómenoy trascendencia en Kant, Metafísica y lenguaje, El enigma de la representación, etc.Y tanto su insistente estudio de Aristóteles y Tomás de Aquino,como su convicción de que en I. Kant está en germen todo el pensamiento moderno, dan importantes pautas para comprender qué ha andado buscado con su tarea de filósofo. Suinterés por la vida civil le ha llevado a prever cambios sociales anticipados ensu Nueva Sensibilidad.Sin apenas medios, con una importante cantidad de estudiantes, y sólomovidos por el studiumde su tarea, esta generación de profesores universitarios y de estudiantes de primeros cursos toman la iniciativa en la orgaEl inicio de su contacto con la Universidad en la Complutense deMadrid allá por el comienzo del 60 abre la ventana al ambiente estudiantil de la época, vivido por el autor con gran intensidad: sobretodo en el aspecto intelectual, donde el magisterio de Antonio Millán Puelles, «filosofía susurrada», y la amabilidad de RodríguezRosado hicieron posible el definitivo encuentro con los grandestemas filosóficos que hasta la fecha han ocupado la atención de Llano.nización de seminarios sobre temas que actualmente parecen quedar relegados al doctorado, si es que se salvan ahí. Así es el seminario voluntarioy no computable en el currículo (gran desperdicio para los pro Bolonia),celebrado semanalmente en la Residencia de Estudiantes durante doshoras para leer despacio y discutir la Crítica de la razón pura de Kant yotras obras. Carencias y excelencias se mezclaban en las visitas pausadasy reflexionadas al Prado y las clases de Arte, aún con diapositivas en blanco y negro. Nombres como García Gual, Adrados y tantos maestros de laépoca crean el ambiente de la primera formación universitaria.Especialmente interesantes para quienes vivimos de una u otra maneraen el ámbito universitario son los capítulos «Por las vías de la investigación»y «La fabricación de una tesis», aunque hay otros muchos aspectos en ellibro que reflejan, en actos y palabras de diferentes personas de diferentes 153JULIOSEPTIEMBRE 2009CONCEPCIÓN ALONSO DEL REALtendencias y en la interpretación del autor, el esfuerzo por la excelencia enla búsqueda de la verdad y en la investigación.Así como la relación con sus amigos y maestros madrileños parecenhaber discurrido con la tónica de una amable armonía, su abrirse caminoen la Universidad de Valencia se halla más bien en el tono de la dialéctica —años duros y desesperanzados, dice él—. El perfil de Manuel Garrido(«un tipo —dice Llano— de amistadenemistad que a él le gustaba y conla que yo tampoco me encontraba incómodo») queda reflejado tanto en algunas actuaciones que podrían ser tachadas de atrabiliarias, como en elambiente de diálogo serio con sus estudiantes y en una importante notade buen paladar intelectual, precisamente en el momento en que podríahaber dejado pasar una memoria de licenciatura sin pena ni gloria, y sinembargo abrió otras posibilidades al doctorando, dando simultáneamenteun reflejo de notable respeto a la libertad del joven filósofo. El ambientede desgarro y una cierta carencia de interés intelectual además de la acumulación de sus ocupaciones, ahora ya desde la posición del profesor,están a punto de hacerle abandonar. Una sugerencia de un colega con resonancias bíblicas —«por un solo justo»— parece haberle impulsado denuevo. Bien es cierto que en esos mismos años encuentra el aliento delgrupo de colegas, con los que se reúne en casa de Rodríguez Rosado, conlos que mantiene el necesario diálogo humano e intelectual. También aestos tiempos se remonta su colaboración y amistad con Jesús Ballesteros, como también la dirección de las primeras tesis doctorales; muy peregrinas por cierto las circunstancias en que dirige la de Adela Cortina.De Valencia a Münster, donde Fernando Inciarte —éste sí, genio protector— da lugar a una de esas grandes e interesantes relaciones de amigoshasta el fin, tanto en los intercambios intelectuales como en la adhesión personal, y que abre el camino a la real comprensión del filósofo de Königsberg de parte de Llano. Será, sin embargo más tarde, ya al final (9697) desu propio mandato rectoral, cuando tenga Llano la oportunidad de una másestrecha relación con él, a raíz de la cual traza las más sentidas páginas («unfilósofo con ángel») en la valoración intelectual y humana de Inciarte.A pesar de encontrarse, al fin, con un buen ambiente de colegas ycompañeros en Valencia, se impone la necesidad —supervivencia laboralde los peculiares ambientes laborales universitarios— de emprender el ca154NUEVA REVISTA 124MEMORIAS A MEDIASmino de las oposiciones, que traza bajo un título irreverente, «La otra fiesta nacional». Con estos avatares entramos en la mezcla de esfuerzo, humory aguafuerte a que se prestaba este tipo de lances. El caso es que al cabode este episodio el autor se encuentra tomando posesión de la cátedra deMetafísica de la Universidad Autónoma de Madrid; orgullo para su padreque lo considera como el sucesor de la cátedra de Ortega.Poco duró, sin embargo esta estancia madrileña. Reclamado por AlfonsoNieto, rector entonces de la Universidad de Navarra, decide trasladarse a la«lluviosa Iruña», donde durante ya largos años ha ejercido un poco todos losoficios, de profesor más joven y cercano a los alumnos a decano de Letras yEl interés por la cosa pública es una constante en la vida de Llano,pero desde sus inicios en las lides relacionadas con la política universitaria de estudiantes del premayo68 hasta ya avanzada su trayectoria vital, parece ser que siempre ha tenido que ejercer una especie de oficio del funambulista: no le han hecho gracia nunca losmatices patrioteros de muchos representantes de la política oficialde la época, pero distingue claramente esta ganga del sentido depatria más serio, esa que brilla en los grandes de la teoría política.rector. En esta ciudad se reencuentra con otro de sus amigos de siempre,Rafael Alvira, también filósofo y a punto de obtener su plaza universitaria.Los antiguos lazos de Madrid, cuando había establecido relación con ungrupo del instituto Ramiro de Maeztu que fueron un descubrimiento y unaemulación para él, se refuerzan aquí, y la sección de Filosofía de esta facultad alcanza un importante relanzamiento, a través de líneas de desarrollobien marcadas en docencia, publicaciones e investigación, y con la aportación de profesores de otras universidades: I. Angelleli, Geach y Anscombe,Spaemann, etc., van configurando el necesario intercambio con otros ambientes y temas universitarios que dejarán pautas marcadas para el futuro.A fecha cercana a sus contactos iniciales con Alvira se remonta tambiénsu conocimiento directo con San Josemaría, fundador del Opus Dei, quele dejó una marca de humanidad, de espiritualidad, de amor a la libertad155JULIOSEPTIEMBRE 2009CONCEPCIÓN ALONSO DEL REALy de afecto. Mucho agradecimiento y un recuerdo muy hondo guarda también para don Alvaro del Portillo.Poco le duró la paz cuando dejó el decanato de la Facultad de Filosofía, porque fue nombrado rector pronto. Sus recuerdos de este periodo noson ciertamente los más gratos, porque, a parte de no permitirle tanto leer,escribir y estudiar —auténticas inclinaciones de su vida— le obligan a verselas caras con la socialdemocracia de andar por casa del PSOE, en el poderentonces en la simpática pero reducida sociedad de la comunidad foral.El interés por la cosa pública es una constante en la vida de Llano, almenos en lo que representa de aportación a esa sociedad en la que sesiente naturalmente inserto y actuante, pero desde sus inicios en las lidesrelacionadas con la política universitaria de estudiantes del premayo68hasta ya avanzada su trayectoria vital, parece ser que siempre ha tenidoque ejercer una especie de oficio del funambulista: no le han hecho gracia nunca los matices patrioteros de muchos representantes de la políticaoficial de la época, pero distingue claramente esta ganga del sentido depatria más serio, esa que brilla en los grandes de la teoría política. Inclinado también a la generosidad social, de niño, en una comida familiar,no tiene mejor idea que aclamar la incautación de la fábrica de habanosperteneciente a la familia de su madre de parte del entonces triunfanteFidel Castro. Sus inclinaciones socialdemócratas se plasman poco antes delcambio de régimen político, en el movimiento cívico Causa Ciudadana,que hubo de ampararse bajo el pabellón de las sociedades anónimas hastamomentos más oportunos. A través de su hermano Ignacio se realiza estecontacto con el grupo, que más tarde había de integrarse en UCD, y delque formaban parte F. Fernández Ordóñez, García López, D. Ridruejo,entre otros. Precisamente Ignacio será gobernador civil de Navarra al pocode llegar Alejandro a Pamplona, ya en época democrática. El momento esel de máxima incidencia del terrorismo de ETA; es el tiempo del asesinato,entre otros, del jefe de la Policía Nacional en Pamplona, el comandanteImaz. Aunque Alejandro Llano se mantiene al margen de la actividad política activa, sus estrechas relaciones con su hermano le abren los ojossobre una hosca realidad política y le hacen chocar una y otra vez con latestaruda realidad de la concreción histórica de la utopía, que arroja unsaldo no precisamente positivo.156NUEVA REVISTA 124MEMORIAS A MEDIASNo fueron años fáciles para la Universidad de Navarra los de su mandato como rector, y ser su representante oficial le permitió contemplar lacara desconchada de una hostilidad un tanto testaruda y nada dialogante.A pesar de sus viajes a Alemania y a Estados Unidos, y de haber publicado en ese tiempo libros significativos en su biografía intelectual, pareceque estos respiros no son suficientes para él y su salud se resiente. También esto queda reseñado con la sencillez característica de su redacción,proclive a discretas expresiones que no amplifican problemas y suavizanotras, dada a unir en un mismo tenor de redacción lo más directamentepersonal con lo más oficialmente significativo, todo acompañado de untinte de humor, o incluso de zumba o ironía. Se diría que su redacción caecomo el orballuasturiano. Si en algún lugar se permite la amplificatioesen los avatares de estudiante del tardofranquismo, en sus consiguientesSEU(o tempora!),en los vaivenes de las elecciones estudianroces con el tiles, y —con perdón— en las relaciones con el llamado sexo débil; unacento este, que más bien parece buscado para equilibrar el guión dellibro, por más que es verdad: Llano ha tenido y tiene muchas y buenasdiscípulas y es capaz de ser un buen interlocutor con las féminas.Llano tiene el don de expresar en la narrativa de la normalidad su pensamiento; cuenta muchas veces en forma de hecho los destellos de lasideas de fondo. No agobia con una sucesión de teorizaciones, sino el relato del decurso de su vida en diferentes facetas, empapadas de su visióndel mundo. El libro es interesante, se lee muy bien, porque él es muybuen lector y siempre ha sabido escribir bien, tiene sentido del humor másque suficiente para hacer un libro divertido a base de retazos de la autobiografía de un profesor; pero, sobre todo, es un libro interesante, dondese puede ver cómo se puede configurar una vida que es a la vez humana,familiar, con un recorrido intelectual profundo, llena de amistades; a pesarde los desencuentros sociales, dotada de convicciones morales y religiosas serias, y con la buena cintura de ese buen deportista que le hubieragustado ser al autor cuando de pequeño se escapaban los hermanos a lasaventuras espeleológicas en la cueva de Tito Bustillo. Y sin darme cuentahe vuelto a la caverna, símbolo que tortugueaen el libro, ya con las resonancias de platónicas, ya con otras más literarias y cercanas a la búsqueda del tiempo perdido.157JULIOSEPTIEMBRE 2009