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Nuevas tecnologías. Nuevos retos en la protección de la infancia
Arturo Canalda González
Las nuevas tecnologías han marcado el devenir de nuestra sociedad en los últimos años y el concepto de desamparo aparece en lo relacionado a menores de edad en la red.
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Referencia
Arturo Canalda González, “Nuevas tecnologías. Nuevos retos en la protección de la infancia,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1916.
Dublin Core
Title
Nuevas tecnologías. Nuevos retos en la protección de la infancia
Subject
Generaciones interactivas
Description
Las nuevas tecnologías han marcado el devenir de nuestra sociedad en los últimos años y el concepto de desamparo aparece en lo relacionado a menores de edad en la red.
Creator
Arturo Canalda González
Source
Nueva Revista 124 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426
Publisher
Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.
Rights
Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved
Format
document/pdf
Language
es
Type
text
Document Item Type Metadata
Text
Nuevas tecnologías. Nuevos retos en la protección de la infanciaARTUROCANALDAGONZÁLEZDEFENSORDELMENORENLACOMUNIDADDEMADRIDLas nuevas tecnologías han marcado decisivamente el devenir de nuestrasociedad en los últimos años. De una tecnología de «compartimentos estancos», donde la radio, la televisión, los ordenadores y la telefonía teníansu propio protagonismo de forma individual, hemos evolucionado haciauna tecnología de «amalgama», donde ya resulta muy difícil distinguirdónde acaba el teléfono móvil y dónde empieza el ordenador personal.Las diferentes tecnologías se integran entre sí como si fueran un todo yalrededor de estos sofisticados elementos de comunicación se han generado diversas formas de entender la vida.El correo ha pasado a ser electrónico, la fotografía ahora es digital, eldinero es de plástico y nuestra vida empieza a ser de todos gracias a lasredes sociales. Si no estás en Tuenti o Facebook, simplemente no existes.Esta realidad se hace mucho más palpable en nuestros hijos ya que, porrazones de edad, no han convivido con los sellos de correos, con la película fotográfica o con las cabinas telefónicas de fichas. Nuestros hijos hannacido «digitalizados», con las ventajas que ello supone; Pero también conserios inconvenientes que empezamos a constatar desde distintos ámbitos de protección de la infancia.El concepto de desamparo como elemento determinante a la hora de intervenir cuando se trata de menores de edad es algo que no tiene discusión.Pero a la vista de la realidad actual quizá deberíamos plantearnos una nuevaacepción del término e incorporar como elemento indicativo de una posiblenecesidad de protección el «desamparo tecnológico». Entendido éste no comola falta de medios tecnológicos sino como aquellas situaciones de riesgo paraun menor provocadas por un uso inadecuado de las nuevas tecnologías.49JULIOSEPTIEMBRE 2009ARTURO CANALDA GONZÁLEZCuando en los años ochenta los niños empezábamos a utilizar los primeros ordenadores personales los riesgos que como usuarios asumíamos eranprácticamente inexistentes. Ojos rojos como consecuencia de una prolongada exposición a monitores de rayos catódicos y problemas derivados del sedentarismo ante una pantalla que poco nos ofrecía, salvo rudimentarios juegos y un aburrido sistema operativo. No existían las redes sociales y lacomunicación entre ordenadores era el privilegio de unos pocos. En definitiva, un apasionante mundo por descubrir. La única forma que alguien teníapara contactar con nosotros, adolescentes de los ochenta, era a través del teléfono, que como estaba en medio del pasillo y sonaba de forma estridente, suponía una garantía para nuestros padres, que en ese mismo momento«ponían la antena».Pero hoy las cosas son bien distintas para nuestros hijos. En la gran mayoría de los hogares españoles, el ordenador personal con pleno accesoa Internet está en la habitación de los niños. Se ha convertido en una magnífica niñera electrónica que les mantiene entretenidos durante largosratos y gracias a las redes sociales pueden tener millones y millones deamigos que escapan a cualquier control por parte de los padres.Además, el ochenta por ciento de los chavales mayores de diez añostienen teléfono móvil y la gran mayoría, teléfono móvil con acceso a Internet. Si a esto añadimos que el círculo se cierra con las consolas de videojuegos y con una oferta televisiva sin precedentes, la cosa se complica sobremanera. En especial a la hora de controlar o supervisar el uso quese hace de toda esta tecnología por parte de los más pequeños.Esta nueva realidad nos configura también nuevas necesidades deprotección de la infancia que hay que ir implementando no sólo en larelación de padres a hijos, sino que las administraciones están ante unverdadero reto que en la mayoría de los casos ni siquiera tiene soportelegal. La variedad de casos que analizamos en el día a día de nuestra institución es impresionante: usurpación de cuentas de correo electrónico,acoso escolar, delitos contra la intimidad de los menores, pornografía infantil, facturas telefónicas excesivas, publicidad no deseada, estafas, suplantación de personalidad, malos tratos, pederastia. Una panoplia de situaciones que, en muchos casos, conllevan una actuación rápida y eficazya que se dispone de los instrumentos legales para ello. Pero en otros50NUEVA REVISTA 124NUEVAS TECNOLOGÍAS. NUEVOS RETOS EN LA PROTECCIÓN DE LA INFANCIAmuchos casos, como por ejemplo laapología de la anorexia y la bulimiaNo deja de ser chocante que mieno la apología de la pederastia, esatras las administraciones se gastanactuación se ve ralentizada ante lacantidades muy importantes en lafalta de un tipo legal que nos perprevención de la anorexia y la bulimita actuar. En España, este tipo demia, sea realmente difícil cerrar pá«apologías» no están tipificadasginas web en las que se enseña acomo delito, a diferencia de lo quelas niñas a vomitar o a perder kilosocurre, por ejemplo, con la apolode forma acelerada.gía del terrorismo, y perseguir a losresponsables se convierte en unatarea poco menos que imposible. No deja de ser chocante que mientraslas administraciones se gastan cantidades muy importantes en la prevención de la anorexia y la bulimia, sea realmente difícil cerrar páginas weben las que se enseña a las niñas a vomitar o a perder kilos de forma acelerada. Y que para hacerlo tengamos que recurrir a veces a la ficción deconsiderar a los administradores de esas páginas como autores de un delito contra la salud pública o de un delito de inducción al suicidio. Porello se hace realmente necesario modificar el Código Penal para que, aligual que sucede en Francia, estas conductas sean punibles.El teléfono móvil se ha convertido en una herramienta indispensablepara la gran mayoría de nosotros. Cuando lo olvidamos o se nos quedasin batería nos sentimos realmente incómodos y algunos son capaces devolver sobre sus pasos no vaya a ser que en el trayecto de casa a la panadería se pierdan una llamada importante. Lo cierto es que los adultosnormalmente empleamos el terminal como un instrumento más de nuestro trabajo diario. Con la tecnología 3G la cantidad de información a laque se accede mediante el teléfono móvil se ha multiplicado por diez yya a nadie le llama la atención ver cómo una persona descarga archivosde correo electrónico a gran velocidad mientras come un sandwich omientras espera en la parada del autobús. Pero he aquí que los niños yadolescentes utilizan esos terminales de una forma algo distinta a comolo hacemos los adultos. En primer lugar, para ellos no es una herramienta de trabajo sino un elemento más de ocio. En segundo lugar, llevar elteléfono móvil más moderno y más sofisticado se ha convertido en un51JULIOSEPTIEMBRE 2009ARTURO CANALDA GONZÁLEZsigno diferenciador importante. Con independencia del coste que suponga y que en la gran mayoría de los casos es sufragado por los padres. Siademás tenemos en cuenta que los móviles cada vez incorporan cámaras fotográficas y de vídeo de mayor calidad, el mundo que se ofrece anuestros hijos es realmente atractivo.Así, no es extraño que cuando un adolescente observa una situacióndigna de ser inmortalizada con su cámara, haga un uso compulsivo de lamisma y que las fotos obtenidas sean «subidas» de forma inmediata e irreflexiva a su perfil del Tuenti. Esto está generando multitud de denunciasante el Defensor del Menor o la Fiscalía. Denuncias que casi siempre manifiestan la utilización indebida de imágenes de menores que atentan contra la dignidad de sus protagonistas. Las agencias de Protección de Datosestán realizando una importante labor pedagógica para prevenir este tipode prácticas pero no debemos olvidar que estamos hablando de niños yque muchas veces son absolutamente inconscientes de que están cometiendo un delito. Como inconscientes son de que esa imagen que han colgado en la red puede ser vista de una forma «algo distinta» a como ellosla ven. Este es quizá uno de los campos donde más difícilmente podemosactuar los adultos, ya que no es habitual que nuestros hijos nos consultencada vez que quieran subir una fotografía.Por ello se hace indispensable que hablemos con ellos y que les abramos los ojos de manera que piensen un poco antes de subir nada a la red.Que valoren y reflexionen sobre las consecuencias de colgar una fotografía humillante o con contenido que pueda ser malinterpretado. No podemos convertirnos en un vestigio de la censura previa pero sí que podemos,y debemos, orientarles. La patria potestad también hay que ejercerla en elmundo virtual.Hay una vieja receta que siempre funciona y que es infalible no sóloen este sino en casi todos los órdenes de la vida. Me refiero a la educación en valores que, en contra de lo que algunos pudieran pensar, también sirve para el mundo digital. Es más, yo diría que es precisamente enese mundo digital donde es más necesario educar en valores. Muchos chicos no se atreverían a criticar a otros compañeros si tuvieran que hacerlocara a cara. Por eso es tan fácil el acoso digital y por eso tiene consecuencias tan nefastas. No sólo por lo duro que puede llegar a ser sino por la52NUEVA REVISTA 124NUEVAS TECNOLOGÍAS. NUEVOS RETOS EN LA PROTECCIÓN DE LA INFANCIAuniversalización del hecho en elmundo virtual. Lo que antes quedabaLa completa implantación de la telereducido al patio del colegio ahoravisión digital terrestre necesariapermanece disperso y al alcance demente debe llevar aparejada la creacualquiera que acceda a la red. Esción de una nueva ley audiovisualmuy importante educar a los niñosque recoja estas nuevas realidadesdesde pequeños en el respeto a lospero que, sobre todo, incorpore unmayores y a los compañeros, enserégimen sancionador eficaz.ñarles a empatizar, inculcarles la cultura del esfuerzo y hacerles comprender que en la vida a veces se gana y a veces se pierde. Pero, sobretodo, hay que darles mucho cariño y apoyo.La parte más delicada de las redes sociales es la que se refiere a la ingente cantidad de información que nuestros hijos cuelgan en ellas. Notanto las fotografías cuanto sus datos personales, preferencias, conversaciones con amigos a veces muy íntimas y otros aspectos que a cualquiera de nosotros nos ruborizarían. Datos que en algunos casos pueden estarcomprometiendo su propia seguridad o la de su familia. Por eso es importante también darles una mínimas pautas de comportamiento para evitar,en la medida de lo posible, que den más información de la necesaria.La televisión también ha entrado con fuerza en la era digital. Es evidente que el apagón analógico va a suponer una mayor oferta de canales y demejor calidad (en la señal, no en los contenidos). Pero también suponeuna verdadera integración de la televisión digital con la red y con la telefonía móvil. Nuestros hijos ya pueden ver televisión bajo demanda en susterminales telefónicos y esto supone un nuevo reto para los padres, tantopor el coste como por lo difícil que va a resultar ahora controlar a quéprogramas o series acceden con su teléfono móvil. Las grandes cadenas detelevisión han visto claramente el negocio y las series de culto que han enganchado a miles de adolescentes pueden seguirse por Internet e inclusose puede interactuar con ellas. Los televisores digitales vienen provistos deun sistema de discriminación de contenidos basado en una codificaciónpor edades que deben tener todos los programas.Con los receptores analógicos este sistema de supervisión no era posibley pese a que con los receptores digitales sí que lo es, a día de hoy se trata55JULIOSEPTIEMBRE 2009de un sistema totalmente inútil. Las cadenas no codifican los programas ypor tanto el sistema de discriminación no entra en funcionamiento. Por ello,el gobierno debe plantearse seriamente la exigencia de esta codificacióncomo una verdadera iniciativa destinada a la protección de los menores. Lacompleta implantación de la televisión digital terrestre necesariamente debellevar aparejada la creación de una nueva ley audiovisual que recoja estasnuevas realidades pero que, sobre todo, incorpore un régimen sancionadoreficaz. Hoy sale barato no respetar los horarios de protección infantil fijadosen la Directiva de Televisión sin Fronteras. Los ingresos que las grandes cadenas obtienen por la publicidad son bastante mayores que las sancionesprevistas en la actual ley. Y en los casos más graves de incumplimiento nose conoce todavía a ningún responsable político que haya amenazado a unacadena con retirarle la licencia.En definitiva, nos enfrentamos a nuevos retos derivados de verdaderassituaciones de desprotección en las que el legislador no había pensado.Y por ello el esfuerzo necesario para atajarlas es doble. Por un lado, hayque legislar de manera que se pueda actuar en defensa de los derechos delos más pequeños en estos nuevos ámbitos. Por otro, hay que incorporaren el currículo una verdadera asignatura de nuevas tecnologías que enseñe y prevenga a los alumnos. No podemos poner puertas al campo. Pormuy digital que sea el campo y por muy lógicas que sean las puertas.56NUEVA REVISTA 124