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La vida soñada por los hombres...y por el cine

Julio Rodríguez Chico

De cómo hay muchos tipos de cine que no son excluyentes entre sí, que hay diversas maneras de acercarse a la realidad, de utilizar el cine como instrumento para transmitir experiencias de la vida.

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Julio Rodríguez Chico, “La vida soñada por los hombres...y por el cine,” accessed April 20, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1912.

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Title

La vida soñada por los hombres...y por el cine

Subject

Cine cierto y verdadero

Description

De cómo hay muchos tipos de cine que no son excluyentes entre sí, que hay diversas maneras de acercarse a la realidad, de utilizar el cine como instrumento para transmitir experiencias de la vida.

Creator

Julio Rodríguez Chico

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Nueva Revista 124 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

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La vida soñada por los hombres...ypor el cineJULIORODRÍGUEZCHICOCRÍTICOCINEMATOGRÁFICODice el maestro Manoel de Oliveira que «el cine es espejo de la vida, de susmodas y costumbres cambiantes». Sin duda lo es o debería serlo de manerahabitual, porque en ambos casos el hombre es el protagonista y su huellase dejará ver a cada paso —en cada plano— como reflejo de inquietudespersonales y sociales. Sabemos que unas veces la ficción tratará de acercarse a esa realidad hasta confundirse con ella, y otras preferirá la evasión almundo de los sueños buscando alivio y consuelo de los posibles sinsabores de la vida. En cualquier caso, casi siempre procurará recoger imágenesque encierren un trozo de esa realidad y darle cierta verosimilitud —aunqueen ocasiones se deje en ellas la impronta del propio gusto estético—, yasea buceando en la experiencia vivida por el director o penetrando en elsubconsciente de esa otra realidad soñada, deseada, reprimida... Pero ya setrate de realismo, surrealismo o esteticismo, de cotidianeidad o espectacularidad, de adaptaciones del cómic o de la ciencia ficción, no hay duda deque detrás de una imagen, de una escena, de una película... siempre hayun hombre que deja parte de su alma, con su búsqueda formal y tambiénexistencial, con su insatisfacción vital o su voluntad de denuncia social, alguien que respira con la cámara y que escribe su diario personal con cadaplano. No hace falta que lo reflejado en el celuloide sean episodios de carácter autobiográfico, pues a veces será suficiente con que la historia narrada tenga su germen en algún breve trance de su experiencia personal, mientras que en otras ocasiones al director se le escapará —sin pretenderlo ysin poderlo evitar— ese enfoque de la vida y de los acontecimientos que ledesnudan mejor que cualquier entrevista periodística pueda hacerlo.En definitiva, parece claro que el cine quiere hablar, de una u otra manera, de la vida vivida o soñada por los hombres. Ahora bien, habrá quever si logra reflejar esa vida con la fuerza narrativa y visual necesarias,107JULIOSEPTIEMBRE 2009JULIO RODRÍGUEZ CHICOcon la sensibilidad y estética acertadas, con la autenticidad y honestidadexigidas. Indudablemente, también es necesario valorar si esas imágenesdan fe del objeto sin traicionar su esencia, si existe la voluntad firme de nofiltrarlo tan subjetivamente que se haga irreconocible. Hace ya tiempo queen ese sentido se han manifestado los auténticos cineastas, interesados encapturar fragmentos de realidad acercándose con respeto y el menor intervencionismo posible, de modo que el propio espectador contemple ysaque sus conclusiones. Unos lo harán desde el documental y otros desdela creación de ficción, pero en realidad importa poco el género o el formato elegido, pues es sabido cómo la puesta en escena y el montaje siempre están presentes... como forma artística y de manipulación cinematográfica (sin que eso reste honestidad ni verdad a lo recreado). Es patente,por otra parte, que cada vez son más borrosas y confusas, más delgadas ytenues, las fronteras entre imagen y realidad, entre ficción y documental,y que las «migraciones y contaminaciones» están a la orden del día desdeque comenzamos la era de la imagen digital.Una vez hechas estas consideraciones acerca de los géneros, la imagencinematográfica y la realidad presentada, tenemos que plantearnos también si el cine que invade la cartelera se acerca verdaderamente a la vidareal, con lo que tiene de cambiante y con la riqueza que encierra, con lahondura e incertidumbre que esconden, con toda la potencialidad delhombre para escaparse al destino y a lo previsible. En definitiva, si el cineasta (director, guionista...) conoce de verdad al hombre que va a convertir en protagonista y si sabe llegar a lo más íntimo del espectador (víaemocional o reflexiva), si tiene algo que contar sobre el hombre y la sociedad, si su obra contribuye al progreso individual y colectivo de quienlo ve, o si en cambio su discurso aporta alguna luz o novedad o si se repite hasta la saciedad y se queda en un formalismo vacuo. Partiendo deque cualquier generalización nace con la etiqueta de la falsedad, todo parece indicar que la industria del entretenimiento gana por goleada a la cultura y al pensamiento, que las ideas en el cine quedan arrinconadas enlas ya inexistentes salas de arte y ensayoy que las películas artísticas sonsepultadas en las muestras organizadas por los museos.Está claro que desde estas líneas se apuesta por un cine útil en el sentido menos pragmático de la palabra, por un cine antropológico y humano108NUEVA REVISTA 124LA VIDA SOÑADA POR LOS HOMBRES... YPOR EL CINEque no tiene por qué ser complaciente: un cine idóneo y válido para hacerUnas veces la ficción tratará demejor al espectador, de manera inteacercarse a esa realidad hasta congral y sin reduccionismos ideológicos.fundirse con ella, y otras preferirá laSirve tanto aquel que muestra con coevasión al mundo de los sueños busherencia un mundo de conviccionescando alivio y consuelo de los posifirmes y que resuelve satisfactoriables sinsabores de la vida.mente los conflictos planteados, comoel que suscita dudas y empuja a la reflexión y a cuestionar las certezas que se tenían; el que va dirigido al corazón y busca suscitar emociones intensas o sutiles como el que apunta al raciocinio y esconde mensajes entre sus símbolos y metáforas; el que muestralos aspectos más terribles y baja a las simas en que puede caer el individuocomo el que recoge sus más elevados ideales o apunta a la trascendenciade la persona; y también el que se contenta con que el espectador se ría ydivierta, viaje por el espacio o por su imaginación, o descanse y «juegue»...porque todo eso viene bien al hombre y forma parte de su naturaleza. Perolo dicho no supone un cheque en blanco para cualquier película, porque—desgraciadamente— hay muchas historias que no beben de la realidad nila reflejan, porque hay personajes que no pasan de caricaturas o marionetasde ideas sin vida —o de ideologías—, cuyas reacciones están confeccionadas en un laboratorio que mira exclusivamente a la taquilla repartiendo «pany circo» e identificando simplicidad con sencillez, espontaneidad con autenticidad, animalidad con humanidad.Al cine propuesto sólo le exigimos tratar al espectador con respeto a suinteligencia y a su sensibilidad, dejándole libre y defendiendo su dignidad,de forma que cada película sirva para su enriquecimiento personal, para laconstrucción de una sociedad mejor. Por otra parte, como ha dicho JesúsGonzález Requena, conviene no confundir la experiencia estética con laidentificación ideológica porque no siempre la mejor película es aquella quecomunica más eficazmente el propio orden de valores existenciales: másbien, el valor personal de una película «estriba en su capacidad para suspender y atravesar las ideologías, para golpearnos en lo más íntimo de nuestroser». El cineasta intentará, a través de su sensibilidad artística, transmitir unaexperiencia difícilmente codificable en códigos y signos de comunicación,109JULIOSEPTIEMBRE 2009JULIO RODRÍGUEZ CHICOy entonces el acto de ver una película se convertirá en un acto humano enel que director y espectador puedan tener su propia experiencia con la imagen y recorrer un camino en el que quizá se encuentren. Sólo de esa manera, dice Requena, «toda verdadera película es huella de lo real cristalizada dela experiencia que tuvo lugar durante su rodaje. No en otra cosa se cifra su1verdad o su banalidad».El problema es que, a rebufo de lo que el mercado cinematográficoofrece, asistimos a una huida de la realidad por parte del propio espectador, que a su vez arrastra al directorproductor y le «obliga» a realizar productos comerciales que dejen beneficios y le permitan seguir filmando.Es la pescadilla que se muerde la cola, y ahí es donde el cine comienza acavar su propia tumba, porque huyendo de la vida real y escondiéndoseen los terrenos ya trillados que aseguren ganancias, las historias se repiten y se copian sin escrúpulo alguno, las secuelas o los remakesproliferan sin más interés que saber qué pasó con el protagonista o descubrir siel director ha dejado algún sello propio, las novelas o los cómic se convierten en terreno sobre el que pastar con éxito o en mina que explotartras el bestsellerde turno: estamos ante una dinámica que Salman Rushdiecalifica como «proceso insaciable que a veces puede parecer voraz, dispuesto a tragarse el mundo, como si ahora viviésemos en una cultura queno para de engullirse a sí misma, de forma que, al final, se habrá devora2do por completo». Evidentemente, quien escribe no tiene nada contra elcine de entretenimiento y de evasión ni contra las adaptaciones literariaso de novelas gráficas, pero resulta preocupante la escasez de ideas propias, de historias nuevas, de experiencias personales... que se llevan a lapantalla. Y esta inquietud se eleva a la enésima potencia en el caso delcine español, empeñado en imitar el cine de género americano en buscadel éxito de taquilla, cuando no empantanado en obsesiones trasnochadasy patéticas, en discursos ideológicos y gregarios que no hacen sino hurgar en los mismos tópicos sin vida ni verdad.Pero para no seguir moviéndonos en el terreno de las ideas, bajemosa la arena de lo concreto y veamos algunos ejemplos que vienen a ilustrar algo de lo dicho hasta ahora. La grata sorpresa del año en el cine español ha sido, en mi opinión, El truco del mancode Santiago A. Zannou,donde se recoge una historia de amistad y también de superación de la110NUEVA REVISTA 124LA VIDA SOÑADA POR LOS HOMBRES... YPOR EL CINEJuan Manuel Montilla“Langui” y OvonoCandela, en El trucodel mancoadversidad a cargo de su protagonista Juan Manuel Montilla«el Langui»,que da muestras de su propia música en una banda sonora perfectamente integrada en la trama. Estamos ante un ejemplo de autenticidad, desaber exprimir la vida y trasladarla a la pantalla (por parte del director ydel actor), de acertar en el tratamiento de la imagen para que exprese(mejor eso que decir «represente») la vida sin quitarle su fuerza y realidad.Y eso el espectador lo percibe y asume como verdadero, como algo quele sirve «personalmente»... y por eso recordará la película con el paso deltiempo. No importa que su vida vaya por otros caminos distintos y no seidentifique con el protagonista ni comparta algunos de sus planteamientos. Es una película nacida de la realidad de la vida, y que por eso conecta con la vida vivida por quien se sienta en la butaca.111JULIOSEPTIEMBRE 2009JULIO RODRÍGUEZ CHICORecientemente, Pedro Almodóvar ha estrenado la esperada Los abrazos rotos, un trabajo que le ha dejado exhausto y en el que —según suspropias declaraciones— se refleja una «pérdida de la alegría de vivir [...]que me ha llevado a hacer un cine más íntimo y desgarrador», pues aunque «me interesa cultivar más la pasión lúdica y delirante de mis personajes, mi tipo de vida me aleja de esto, mis dolores de cabeza me han ais3lado mucho, no comparto las cosas... y uno se nutre de su propia vida».Como dice él mismo, su cine actual es reflejo de una vida distinta a la delos años ochenta («que era más divertida y coral») y «ahora que no puedosalir a la calle y que cuatro mujeres me dejen escucharlas durante cinco4horas, cosa que podía hacer cuando trabajaba en Telefónica». Al parecer, ese distanciamiento de la vida real de los ciudadanos y otro más íntimo porque intenta «salvarse a sí mismo y no mostrar su interioridad tras5la imagen»es lo que le han empujado a bucear en su imaginación y ensu propio cine y dibujar unos abrazos demasiado fríos y artificiosos, unosdiálogos excesivamente correctos y explicativos. Al margen de otros logros indudables —sobre todo en el aspecto plástico de la imagen—, el resultado de este Almodóvar es un pálido reflejo de la vida real del director (por voluntad propia) aunque sí de su imaginario (de ahí lacomplejidad de su estructura narrativa y los abundantes flashes visuales), y también de ahí la dificultad para que el espectador conecte conese mundo —quizá salvo sus incondicionales y los teóricos de la imageny su representación—, para que se sienta implicado y conmovido coneste melodrama metacinematográfico.Otras cintas españolas han tratado de reflejar la realidad vivida por elhombre —y experimentada de alguna manera por el director al documentarse para el rodaje—, y así acercar al espectador la respuesta del individuofrente a la enfermedad y el dolor, la muerte o la discriminación. Es el casode dos documentales de indudable valor humano y antropológico comoson Una cierta verdady Las alas de la vida, de Abel García Roure y Antonio P. Canet, respectivamente, ambos vistos en las dos últimas edicionesde la Seminci. El primero se acercaba a la esquizofrenia para descubrir esaotra mirada de la realidad a través de varios enfermos que pasan de ser«casos clínicos» a personas que viven en su universo, unas veces soñado yotras sufrido. El segundo recogía el testimonio de Ángel Cristos, médico al112NUEVA REVISTA 124LA VIDA SOÑADA POR LOS HOMBRES... YPOR EL CINEEl director de Las alas de la vida,Antoni P. Canet, con uno de los protagonistas del documentalque diagnostican una enfermedad neurológica degenerativa y sin posibletratamiento, y que habla con el espectador de todas las realidades humanas desde la posición y óptica de quien sabe que va a morir y que intentallevarlas con una sonrisa y con sencillez. En ambas propuestas rebosa realismo, honestidad y una mirada limpia y humana a la otra cara de la vida,que el cine recoge y el espectador contempla absorto y reflexivo, conmovido y también con más de una risa y sonrisa que se le escapan.A medio camino entre el documental y la ficción —«contaminada» porambas diría Carlos F. Heredero— se situó la última cinta de Chus Gutiérrez, Retorno a Hansala, con la inmigración de telón de fondo y una historia de amor como antídoto para salir de la soledad: un viaje de ida yvuelta entre Algeciras y el poblado marroquí del título para hacer otro másinterior que permita al protagonista poner cara a los «sin papeles» y aprender de ellos una humanidad que Occidente parece haber olvidado en su113JULIOSEPTIEMBRE 2009JULIO RODRÍGUEZ CHICOafán de confort. Con mayor o menor acierto visual o narrativo, las tres propuestas se acercan a la realidad sin engaño ni falsedad, y sin duda lomejor que ofrecen al espectador es esa sinceridad y verdad extraída a lavida que «ayuda a ser mejor persona» al salir de la sala (según manifestóel productor de Retorno a Hansalaen rueda de prensa durante la últimaSeminci).Similar cuestión ha salido a escena con ocasión del estreno de Juliade Erick Zonca al retratar el drama de una alcohólica arrojada al sexo y labebida con todos sus excesos e inmersa en la soledad más absoluta. El crítico Hilario J. Rodríguez ha traído a colación la dificultad de reflejar esevértigo abisal para quien no ha experimentado las ruinas del alcohol,como es el caso del director o de la protagonista, Tilda Swinton; de ahíque, según él, «la mayor parte de los escritores de la Generación Perdidase dejaran guiar por “una musa” sedienta. Francis Scott Fitzgerald, ErnestHemingway, William Faulkner y Eugene O’Neill vivieron de forma azarosa a veces, murieron apenas cumplido los sesenta años y a lo largo desus carreras pusieron de manifiesto los estragos que produce el bourbon6o los martinis, la ginebra o el vodka»; por otra parte, a la vez que pone elcontrapunto en Billy Wilder y su Días sin huella, vuelve sobre un Cassavetes como ejemplo de director que llevó a la pantalla sus sentimientos desoledad y los efectos del alcohol. El mismo Almodóvar, en la entrevistaconcedida a Carlos F. Heredero para Cahiers du Cinéma Españahabla desu voluntad de no convertir sus películas en confesionario personal almodo tan feroz en que lo hacía Ingmar Bergman o John Cassavetes, y queprefiere protegerse de esa tentación autobiográfica.En un tono semejante, y desde la experiencia como director y maestro,se manifestaba el polaco Krzysztof Zanussi a su paso por Madrid, en unareciente entrevista, al afirmar que «para mí, hacer cine significa comunicara los otros una cierta sabiduría y una cierta experiencia, experiencia acumulada por los siglos en las estructuras narrativas. Eso es lo primero queles planteo a los alumnos: si no hay nada en su experiencia digno de sercontado, no creo que me pueden contar las historias de los demás; si llevan una vida banal, da igual los estudios que tengan. Lo que importa es laexperiencia de vida. En Rusia, los estudiantes de los últimos años tienenunas biografías fascinantes. Muchas veces falta talento, pero la vida que114NUEVA REVISTA 124LA VIDA SOÑADA POR LOS HOMBRES... YPOR EL CINELa actriz Tilda Swinton, en Juliacuentan esos jóvenes de 24 o 26 años es muy rica, muy compleja y dramática. En cambio, otros alumnos occidentales sólo pueden contarme lo queconocen de la televisión. Pero eso no me interesa como cineasta. Esopuede valer para las telenovelas, en las que no hay expresión de la sensibilidad particular de una persona. Saber sólo técnica cinematográfica escomo saber sólo caligrafía. ¿De qué sirve? ¿Qué me importa si Dostoievskitenía una buena caligrafía? En el audiovisual tener sólo buena caligrafía tepuede servir para la publicidad o para cierta televisión. No para el cine».Más adelante, Zanussi aclara y completa su defensa de un cine que digaalgo al espectador y señala que «no quiero decir que sea obligatorio paracada autor contar su biografía. Al contrario, eso es algo excepcional. Me refiero a que, con cierta experiencia de la vida, es más fácil hacer un diagnósticode la existencia. Muchos jóvenes de hoy no sienten la necesidad de diagnosticar la vida, de preguntarse por qué las cosas duelen, por qué las cosasvan mal... En los guiones de muchos jóvenes realizadores occidentales actuales cada escena representa una visión del mundo, separada, distinta de la115JULIOSEPTIEMBRE 2009JULIO RODRÍGUEZ CHICOsiguiente: no hay una visión coherente, sólo se tratan aspectos por separado. Esta fragmentación de la visión del mundo es el motivo por el que mu7chas veces las películas carecen de integridad».Sin duda, hay muchos tipos de cine y no son excluyentes entre sí, diversas maneras de acercarse a la realidad y recogerla en el celuloide, peroen todo caso no está de más esta llamada a hacer un cine más humano yreal, a servirse de él como instrumento para transmitir experiencias de lavida y ayudar al espectador a que viva el cine libremente, como la vida.Por eso, lo importante —incluso en el cine más comercial y de consumo—será tener algo que transmitir con la imagen y no limitarse a imitar y repetir cansinamente estereotipos que nada aportan, no esconderse en lugares comunes ni en lo políticamente correcto y enriquecer al cine y al espectador con una mirada personal... que ayude a entender otros modos dever la realidad, lejos del «sueño de los ángeles» o de la impostura de magosde poca monta. Porque necesitamos un cine cierto y verdadero que habley dialogue con el espectador, que comprenda al hombre en su complejidad y también en su enorme riqueza y capacidad, que le dé alas paravolar en la propia realidad.NOTAS1Jesús González Requena, «La experiencia cinematográfica», en Cahiers du Cinéma. España,nº 20, de febrero de 2009, pág. 61.2Salman Rushdie, «Cine y literatura, amistades peligrosas», en ABCD Las Artes y Las Letras,nº895, semana del 28 de marzo al 3 de abril de 2009.3Chusa L. Monjas, artículo recogido en el Diario El Norte de Castilladel 14 de marzo de 2009,pág 59.4Federico Marín Bellón, «El festivalito de Almodóvar y “Los abrazos rotos”», en el diario ABCdel 14 de marzo de 2009, pág. 5455.5Carlos F. Heredero y Carlos Reviriego, entrevista realizada a Pedro Almodóvar y recogida enel artículo «El cine protector» en Cahiers du Cinéma. España, nº 21, de marzo de 2009, pág.8ss.6Hilario J. Rodríguez, «La última copa», en ABCD Las Artes y Las Letras,nº 891, semana del 28de febrero al 3 de marzo de 2009.7Juan Orellana, entrevista realizada a Krzysztof Zanussi y recogida en Alfa y Omeganº 618,del 4 de diciembre de 2008.116NUEVA REVISTA 124