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Las fundaciones culturales

Marta Rey

De cómo las fundaciones culturales han desempeñado un papel fundamental en la sociedad española del s.XXI, conservando y difundiendo lo mejor de la cultura y abriendo su conocimiento y disfrute a amplias capas sociales.

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Marta Rey, “Las fundaciones culturales,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1887.

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Las fundaciones culturales

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La cultura en España y las fundaciones

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De cómo las fundaciones culturales han desempeñado un papel fundamental en la sociedad española del s.XXI, conservando y difundiendo lo mejor de la cultura y abriendo su conocimiento y disfrute a amplias capas sociales.

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Marta Rey

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Nueva Revista 123 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

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Las fundaciones culturales en la España contemporánea: XXIde la transición al siglo MARTAREYPROFESORADELDEPARTAMENTODEANÁLISISECONÓMICOYADMINISTRACIÓNDEEMPRESASDELAUNIVERSIDADDELACORUÑALas fundaciones culturales han desempeñado un papel fundamental en laEspaña del último tercio del siglo XX, acompañándonos en la transiciónhacia la democracia y en la inmersión en la posmodernidad. Las exposiciones de la Fundación Juan March forman parte del paisaje de nuestraeducación sentimental en los años ochenta del pasado siglo; las actuaciones de conservaciónrestauración de la Fundación Caja Madrid nos handado la bienvenida en tantas visitas a catedrales españolas; las fundaciones del Gran Teatre del Liceu o la Isaac Albéniz nos han brindado, en Barcelona o en Santander, momentos irrepetibles de encuentro con la música clásica; la Fundació la Caixa nos inició a muchos en el arte de lafotografía o en la más rabiosa contemporaneidad; las fundaciones del Santander y del BBVAhan presentando obras maestras de la pintura españolaen América Latina; la Fundación Amigos del Museo del Prado ha acercado las colecciones reales a diversos rincones de España; la Fundación Cultural Mapfre ha profundizado en la creación de finales del XIX... y tantasotras fundaciones que en el ámbito local, autonómico, nacional o interna46NUEVA REVISTA 123cional han conservado y difundido lo mejor de la cultura abriendo su conocimiento y disfrute a amplias capas sociales.Según el Directorio de Fundaciones Españolas publicado por la AsociaAEF) en 2007, durante los últimos treintación Española de Fundaciones (años el número de fundaciones constituidas anualmente en España ha crecido de forma sostenida. Este crecimiento se ha intensificado sensiblemente durante los últimos quince años, hasta alcanzar un promedio de 454nuevas fundaciones por año para el periodo 20002006, resultando untotal de fundaciones en España de en torno a 8.600 al término del mismo.Si focalizamos nuestra atención sobre las fundaciones creadas ex novoentre 1996 y 2006, nos encontramos con que las áreas de adscripción másLas fundaciones culturales han desempeñado un papel fundamenXX, conservando y difuntal en la España del último tercio del siglo diendo lo mejor de la cultura y abriendo su conocimiento y disfrute a amplias capas sociales.frecuente han sido la investigación y la cultura (con 334 y 327 fundaciones, respectivamente), seguidas de la cooperación al desarrollo (244), lasalud (239), el desarrollo local y regional (199), la tecnología (184) y elmedio ambiente (172 fundaciones).Este empuje de lo cultural hizo que en 2006 las fundaciones activas enel ámbito de la cultura (1.329) le pisasen los talones a las fundaciones activas en el ámbito educativo (1.559) y hubiesen desplazado a un tercer ycuarto puestos a las dedicadas a asistencia social (1.141) y a la investigación (1.081). Si sumamos aquellas que se declaran activas en los camposdel patrimonio históricoartístico (582) y del arte (536), concluiremos queel ámbito cultural en sentido amplio es el más cultivado por las 3.061 enAEF, y muy probablementidades que respondieron al cuestionario de la te por el conjunto general de las fundaciones españolas.En ese aparente crecimiento de lo cultural dentro del sector fundacionalespañol han tenido especial protagonismo las fundaciones que gestionanfondos de obra social de las cajas de ahorros —ellas mismas fundaciones de47JUNIO 2009MARTA REYcarácter privado—, hasta eclipsar a fundaciones patrimoniales que eran tradicional referente en ese ámbito y en abierta competencia con las fundaciones corporativas de grandes bancos. Ahora bien, si atendemos a los datosque proporcionan las Memorias de Responsabilidad Social Corporativa delas Cajas de Ahorros editadas por CECA, esa proliferación de fundaciones activas en lo cultural no obsta para que el peso relativo de los recursos aplicados a este ámbito por las cajas de ahorros haya descendido durante losúltimos años. Si atendemos al reparto de los 1.824,29 millones de euros invertidos por las 45 cajas de ahorros españolas en obra social (OBS) en 2007,observaremos que por primera vez desde 1984 el área de asistencia socialy sanitaria se sitúa por delante del área de cultura y tiempo libre, al absorber el 37,3% y el 36,8% del total, respectivamente. El peso específico delárea de cultura y tiempo libre, tras alcanzar su cuota máxima sobre el totalde OBSen 2001 con un 47,61%, lleva en sostenido descenso desde entonces, en un contexto de crecimiento ininterrumpido de los recursos destinados a OBS. Es decir, que tanto los recursos totales como la partida asignadaa cultura han crecido en términos absolutos, pero el ritmo de crecimientode la porción cultural de la tarta ha sido inferior al ritmo de crecimiento dela tarta en su totalidad, y ha estado muy por debajo de la velocidad de aumento de la porción socioasistencial.Si profundizamos un poco más, veremos que en 2007 la asistencia social absorbió el 34,7% de los recursos de obra social, seguida de la cultura (30,7%), la educación (11,1%), el tiempo libre (6%), el medio ambientenatural (5,5%), la investigación y el desarrollo (5,1%), el patrimonio histórico artístico (4,1%) y la sanidad (2,6%). El patrimonio histórico artístico,área afín que llegó a consumir en 2002 el 10% del total de fondos OBS,ha experimentado pues en términos relativos una evolución similar a la dela cultura. Si analizamos el número de beneficiarios y actividades culturales, ha crecido en 2007 respecto al ejercicio anterior a un ritmo superioral experimentado por los recursos; no así el número de centros, que hadisminuido en un 2,3%, sugiriendo mejoras de eficiencia.En un mundo ideal donde las fundaciones sean capaces de anticiparcambios en las demandas sociales, un escenario de relativa caída de recursos y centros como el que acabamos de sugerir pudiera responder, al margen de a eventuales mejoras de eficiencia, a cambios en la demanda de48NUEVA REVISTA 123LAS FUNDACIONES CULTURALES EN LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA: DE LA TRANSICIÓN AL SIGLO XXIproductos culturales. Si la cultura fue en la Edad Moderna un productoreservado a las élites (patricios, reyes, papas o nobles que, por otro lado,ejercían un mecenazgo encomiable), la Ilustración inaugura un modelopaternalista o salvífico donde las nuevas élites, ampliadas a la alta burguesía, se ocupan de dar acceso a la cultura a otras capas sociales a través de la creación de museos, academias, etc. La segunda mitad del siglo XXes testigo de la integración de los productos culturales en la lógica delconsumo de masas, la aparición de las industrias culturales y la emergencia de lo audiovisual. El incremento de la actividad cultural de origen fundacional ha sido en este contexto incuestionablemente positivo, pues hapermitido no sólo aumentar sino sobre todo diversificar desde el sectorprivado la oferta de un bien que tradicionalmente se consideraba públicoy por tanto susceptible de ser provisto en exclusiva por el Estado.El incremento de la actividad cultural de origen fundacional hapermitido no sólo aumentar sino sobre todo diversificar desde elsector privado la oferta de un bien que tradicionalmente se consideraba público y por tanto susceptible de ser provisto en exclusiva por el Estado.La destacada actuación de las fundaciones culturales en la España contemporánea ha tenido lugar en un contexto de crecimiento sostenido detodos los indicadores de actividad y consumo cultural que aparentemente no ha decaído en la última década. Según el Anuario de EstadísticasCulturales publicado por el Ministerio de Cultura en 2008, prácticamentetodos los indicadores relativos a empleo, gasto y número de usuarios sehan incrementado entre 2000 y 2007. Así, han crecido notablemente el número de ocupados en el empleo cultural, el total de empresas con actividad económica principal cultural y su volumen de negocio, el gasto liquidado en cultura por las administraciones general del Estado, autonómicasy locales, el gasto de consumo cultural de los hogares, la recaudación de derechos de propiedad intelectual por entidades de gestión, el turismo cultural de extranjeros, los visitantes a museos y monumentos, los 49JUNIO 2009MARTA REYasistentes a espectáculos de danza y a conciertos de música actual, el número de libros inscritos en ISBN, las obras musicales editadas, los largometrajes producidos y las películas estrenadas.Si ponderamos los grandes apartados —empleo cultural, empresas culturales o gasto público en cultura— en relación al empleo total, al total deempresas o al PIB,resultan en cambio crecimientos suaves o situacionesde estabilidad, con la excepción del gasto de las administraciones localessobre el total del PIB, que crece de forma muy apreciable. Entre los pocosapartados que caen en términos absolutos cabría destacar la asistencia abibliotecas, archivos, teatros, ópera y zarzuela. En cuanto a la evolución delnúmero de infraestructuras o centros, es desigual: crece el número de museos y colecciones museográficas, espacios escénicos estables teatrales ysalas de concierto, y decrece el número de bibliotecas y cines.Estos datos son ilustrativos pero distan de ser concluyentes. Habría queconocer, entre otros factores, qué porcentaje de recursos se ha destinadoa gasto corriente directo y cuál a inversión en infraestructuras culturales,o a su mantenimiento; cómo han evolucionado en el mismo periodo losmiles de fundaciones culturales no vinculadas a cajas de ahorros; o cómoha impactado el arranque de la crisis en el año 2008. Ahora bien, invitana especular con las razones que llevaron, primero, a un acelerado incremento de la actividad fundacional cultural y, durante los últimos años, auna lenta pero sostenida disminución de su peso relativo en las OBSde lascajas de ahorros y, dado el papel preponderante de éstas, también en elconjunto del sector fundacional.El primer motivo del crecimiento de lo cultural fundacional sería, en miopinión, el efecto arrastre del sector público. La cultura ha sido objetivoprivilegiado de las políticas públicas en España, particularmente autonómicas y locales, acorde con el modelo mediterráneo y en las antípodas delmodelo anglosajón, donde la responsabilidad sobre la provisión de servicios culturales pivota casi exclusivamente sobre las entidades privadas nolucrativas. Centros públicos de referencia como el MNCARSo el Museo delPrado han tenido un efecto de arrastre muy positivo sobre el mecenazgoy las programaciones propias de los agentes fundacionales.El segundo motor de esta espiral de crecimiento ha sido muy probablemente, sobre todo en el caso de fundaciones corporativas de misión50NUEVA REVISTA 123LAS FUNDACIONES CULTURALES EN LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA: DE LA TRANSICIÓN AL SIGLO XXIgeneralista, la emulación entre los patronos y directivos de las fundaciones. La trasposición al sector de prácticas empresariales como el benchmarkingo comparación con los competidores y la obsesión por el tamaño se ha traducido en una dinámica imitativa no exenta de riesgos. Unode ellos que la fragmentación de mercados propia del Estado de las autonomías haya derivado en que muchas entidades compitiesen no tantocon los mejores como con los cercanos. Otro riesgo, el derivado del cultoa indicadores tan fáciles de entender como de manipular, i.e. el númerode visitantes. Si la decisión de asignación de recursos que originó la espiral de emulación estuvo simplemente basada en las preferencias personales de los patronos o directivos, podríamos traer a colación las reticenciasde Milton Friedman respecto a la responsabilidad social corporativa y sospechar que, en último término, no ha sido la mano invisible del mercadoLos empresarios y directivos de empresa en los patronatos de lasfundaciones han aplicado al gasto cultural la misma estrategiaque aplicaron antes a su actividad maximizadora de beneficios.la que ha aplicado más recursos al ámbito cultural al hacer los demandantes explícitas sus preferencias, sino las preferencias de los administradoresde las entidades. Administradores que, en el caso de una fundación, no debemos olvidar que nunca serán propietarios.El tercer motivo estaría relacionado con el riesgo de papanatismo de losindicadores obvios y con los incentivos de los gestores de las fundaciones.En un sector como el fundacional, donde a pesar de las expectativas demuchos patronos la medición y evaluación son todavía prácticas de gestiónincipientes al amparo del argumento de que su actividad es difícilmentemensurable, la cultura ha sido una excepción. Los indicadores de eficiencia son evidentes: número de usuarios por actividad o centro, coste porusuario, valoración del impacto en medios, coste por impacto en medios,taquillaje, costes de producción, etc. La cultura, a pesar de su naturaleza deservicio y por tanto de intangible, resulta en una serie de outputso productos plenamente tangibles. Su materialización en eventos públicos —rituales51JUNIO 2009MARTA REYcolectivos como la contemplación de la obra de arte o la escucha de la música culta, transmisores de estatus social—, dossieres de prensa, merchandisingo lujosas publicaciones, facilita sin duda alguna la percepción de suvalor a los ojos de los no expertos. Quizá se haya producido una ciertaconfusión entre los medios y los fines de la acción cultural, entre sus outputsy los outcomeso beneficios sociales perseguidos, al ser estos últimosno sólo más difíciles de medir sino también largoplacistas por naturaleza.Otro motivo ha sido sin duda el carácter mediático de la cultura, quehabría hecho que muchas fundaciones, sobre todo corporativas, hayan entrado en este nicho con una expectativa de retorno de imagen en ese ámbito. Un proyecto cultural bien cuajado y mejor comunicado será siempremás goloso para los medios —aunque también aquí la saturación de oferta de los últimos años ha moderado el atractivo mediático—, máxime encomparación con las actividades investigadoras, educativas o sociales.Querría aventurar ahora las razones de la relativa caída de la inversióncultural fundacional durante la última década. La primera está relacionada con el marketingy su lógica. Los empresarios y directivos de empresaque normalmente tienen la última palabra acerca de la asignación de recursos en los patronatos de las fundaciones han aplicado al gasto culturalla misma estrategia que aplicaron antes a su actividad maximizadora debeneficios: la de generar ventaja competitiva gracias a un posicionamiento diferencial basado en el brandingo desarrollo de marca y a la elección de un nicho de mercado en el que adquirir posición dominante ycrear barreras a la entrada de otros competidores. Quizás estas estrategiashayan producido, a nivel agregado, un cierto exceso de productos culturales efímeros, reiterativos o paradójicamente indiferenciados, una sobreoferta de equipamientos culturales y de marcas no siempre dotadas dereputación, y un déficit de iniciativas en colaboración y de apuesta por ellargo plazo. Me atrevo a sugerir que la saturación producida en este ámbito ha hecho que la cultura, de ser hace un par de décadas un factor deposicionamiento diferencial para los mecenas españoles, haya adquiridorasgos propios de un commodity,y por tanto a los ojos del cliente seacada vez más irrelevante quién la produce.La segunda razón tiene que ver con la impaciencia. Es probable queel crecimiento de la oferta no haya ido acompañado de un crecimiento52NUEVA REVISTA 123LAS FUNDACIONES CULTURALES EN LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA: DE LA TRANSICIÓN AL SIGLO XXIacompasado de la demanda y que las expectativas de cifras de visitantes sehayan visto progresivamente defraudadas, sobre todo en relación a las inversiones realizadas en equipamientos que, con actividad o sin ella, requieren de un mantenimiento constante y costoso y se arriesgan a ser percibidoscomo elefantiásicos por los ciudadanos. Se han subestimado los tiempos:aunque el pipelinede ciertos proyectos culturales es más fácil de acortarque el de los proyectos sociales, educativos, investigadores o medioambientales, la mayoría precisan de perseverancia y paciencia para llegar a buenpuerto, además de una planificación que los evalúe y redimensione.La última razón que sugeriría entronca con una puesta en práctica reduccionista de lo cultural, plasmada en el abuso de un formato, el de laSería una pena que en el ámbito del gasto fundacional en culturaactuase una vez más el efecto pendular, reduciéndose su aportación drásticamente sin la reflexión estratégica debida. Las capacidades de gestión, no sólo en términos de eficiencia sino tambiénde eficacia, serán claves. Sabemos que gastarán menos; nos gustaría que gastasen mejor.exposición temporal, decimonónico en origen pero magistralmente aggiornadopor Philippe de Montebello, en su larga etapa como director delMetropolitan de Nueva York. Esa idea de reunir temporalmente en unúnico lugar objetos valorados por el público en torno a una temática,autor, tesis o argumento, convirtiéndolos en un nuevo producto dotadodel atributo de la exclusividad, ha sido utilizada hasta la saciedad. En ocasiones vehículo divulgador de hallazgos o reinterpretaciones científicas,la exposición temporal se ha convertido en otras en un espectáculo convida propia y, en no pocos momentos, en un objeto banal cercano almundo del merchandising, difícilmente justificable desde el punto de vistade los costes de transportes especializados, embalajes, montajes o seguros requeridos para su miseenscène.La actividad fundacional en el ámbito cultural se enfrenta, pues, a importantes retos agudizados por la situación de crisis económica en que55JUNIO 2009MARTA REYnos encontramos. La restricción de los recursos disponibles para fines deinterés general se acentúa y el coste de oportunidad de los recursos dedicados a cultura en detrimento de otros fines quizá no más importantespero sí más urgentes —como la asistencia social— aumenta. Sin caer endemagogias fáciles del tipo «con el coste promedio de una exposicióntemporal podríamos...», es evidente que la decisión de asignar gasto a cultura en el caso de fundaciones generalistas —es decir, de fundaciones queestatutariamente pueden elegir gastar entre fines de interés general alternativos, requiere hoy de más reflexión previa que nunca.Una vez tomada la decisión de gastar en cultura, las capacidades de gestión, no sólo en términos de eficiencia sino también de eficacia, serán claves. Lo cierto es que cuando contamos con 300 euros para adquirir unacámara de fotos digital disponemos de mejor información para tomar esadecisión de compra de la que tendríamos si tuviésemos que invertir deforma acertada 200.000 euros de presupuesto fundacional en el ámbito cultural. La confusión entre conocimiento experto y capacidad de gestión quese ha producido en algún momento —pongamos la dirección de un museoen manos de un conservador, o asesorémonos con un pintor para formaruna colección de arte— tiene cada vez menos probabilidades de repetirse.Las transformaciones sociales en curso arrumbarán el concepto deusuario o consumidor que recibe pasivamente el producto cultural, obligando a los agentes a interpretar la cultura como un espacio más de participación ciudadana, abandonando posiciones institucionalistas y acercándose a su dimensión comunitaria o de fermento de la sociedad civil. Laprogresiva entrada de ordenadores personales y acceso a Internet en loshogares ha completado un entorno de demanda donde las barreras deacceso a los contenidos culturales se minimizan, pero en el cual es probable que se produzca también una migración del tiempo dedicado a esoscontenidos desde lo presencial hacia lo virtual. A esta tendencia se sumala transferencia de consumos culturales, propia de la crisis, de espaciospúblicos al ámbito doméstico.Si bien el acercamiento a la cultura a edades tempranas se ha potenciado como nunca gracias a las programaciones didácticas de los agentes culturales, el binomio educacióncultura está lejos de haber alcanzado su potencial en España. Adolecemos de la falta de una visión integral de la56NUEVA REVISTA 123LAS FUNDACIONES CULTURALES EN LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA: DE LA TRANSICIÓN AL SIGLO XXIcultura, que incluya todas sus dimensiones —simbólica, creativa, económica y comunitaria— y que entienda que las fundaciones son probablemente los únicos agentes culturales que pueden permitirse orientar programaciones de largo plazo no determinadas por el partidismo, larentabilidad o a lo políticamente correcto. En este contexto, las fundaciones enfrentan el desafío de llegar a los más jóvenes, a riesgo de que seconviertan en «no públicos» de su oferta cultural. Al margen de la dificultad evidente de que la generación LOGSEque puebla nuestras universidades disfrute de la cultura a falta de los conceptos y las capacidades lingüísticas necesarias, la Web 2.0 y sus redes sociales abren posibilidadesinsospechadas a la difusión —casi diríamos contagio— de contenidos culturales.Sería, en definitiva, una pena que en el ámbito del gasto fundacionalen cultura actuase una vez más el efecto pendular, reduciéndose su aportación drásticamente sin la reflexión estratégica debida. Si los gestores,desde Karl Popper, debieran dedicarse no tanto a acertar como a equivocarse lo menos posible, las fundaciones debieran, en este entorno de crisis,focalizar sus esfuerzos en no perder los avances conseguidos en tantoscampos, entre ellos y de manera destacada el cultural, durante las últimasdécadas. Sabemos que gastarán menos; nos gustaría que gastasen mejor.Urge recuperar el sentido de propósito y centrarse en objetivos de transformación social a medio y largo plazo. Para conseguirlos habrá que aceptarel carácter esencialmente cultural de la realidad que nos rodea y buscarcomplicidades institucionales, aun a costa de rebajar los respectivos egos,que permitan acometer proyectos importantes para la sociedad civil.57JUNIO 2009