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Una nota sobre la «crisis» en España

Antonio Fontán

La influencia de la crisis en España que se haya en un proceso político de tanto alcance como la distribución de poder de gestión pública.

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Antonio Fontán, “Una nota sobre la «crisis» en España,” accessed October 7, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1870.

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Title

Una nota sobre la «crisis» en España

Subject

El gobierno español ante la crisis

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La influencia de la crisis en España que se haya en un proceso político de tanto alcance como la distribución de poder de gestión pública.

Creator

Antonio Fontán

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Nueva Revista 122 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

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es

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Una nota sobre la «crisis»enEspañaANTONIOFONTÁNEs manifiesto que España no se encuentra en el mejor momento del terciode siglo, largo ya, que ha transcurrido desde el restablecimiento de la democracia. Pero España ha superado trances más difíciles poniéndose a trabajar políticamente, como hace más de treinta años, cuando en dieciochomeses el país pasó del «régimen» anterior a la nueva y moderna monarquía,que muy pronto sería legalmente constitucional y parlamentaria. Aquel añoy medio admiró a mucha gente en nuestro entorno internacional y a la opinión pública de todo el mundo.La diferencia entre lo de entonces y lo de ahora consiste en que, en la actual crisis, gran parte de los problemas nos vienen de fuera y en no pocoscasos somos sujetos pasivos que dependen de lo que ocurra en otros lugares a los que no llega nuestra voz. Pero eso se compensa con el hecho proXXIEspaña está en posesiónbado de que a estas alturas iniciales del siglo de instituciones, de técnicas políticas y de una experiencia nacional e internacional de la que no disponía hace seis lustros.Nuestros problemas de ahora no se reducen a la famosa crisis económica que agobia al mundo, y que quizá afecta más a España que a otras naciones con mayores reservas y una economía más diversificada.Además, el Estado español se halla actualmente todavía en un proceso político de tanto alcance como la distribución del poder de la gestión públicaen el seno de lo que se suele llamar el «estado de las autonomías», lo cual nodeja de causar desconcierto y distorsiones entre los proyectos y realizaciones de unas comunidades y otras, generando enfrentamientos e insolidaridad.44NUEVA REVISTA 122ANTONIO FONTÁNEn no pocas de esas ocasiones el EstaCon la que está cayendo... los polítido, a causa del reparto de ciertas competencias con algunas comunidadescos, sus partidos y la generalidadse ha visto privado de los medios lede los ciudadanos habrían de congales para ejercer su autoridad, aunvertir en lema personal y colectivoque ésta haya de ser más de coordinapara encabezar sus programa elción que de arbitraje.grito de Ortega: «¡Españoles, a lascosas!».Las comunidades son las que sony se hallan dibujadas en el mapa,XIX, y de ordinario coincidiendo conigual que las antiguas regiones del siglo ellas. Pero los españoles por razones de familia, de trabajo o personales setrasladan de unas a otras según su conveniencia, sus gustos o sus intereses,y pueden encontrarse con que son distintos en algunas de ellas los currículos escolares, los impuestos y, en determinados casos, hasta la lengua. El Estado y la Administración diseñados en la Constitución se leen de unamanera u otra en diversos lugares de la nación, incluso cuando se trata deestablecer una industria o gestionar una empresa agrícola. Esto, unido a lasrivalidades regionales que esas imprecisiones y contradicciones fomentan,complica más que en otros países la operatividad de las medidas necesariaspara hacer frente a la famosa crisis.En casi todos los países de nuestro ámbito eurooccidental la crisis o recesión de ahora es, sobre todo, económica. Pero en España es también políticay toca al funcionamiento de la estructura del Estado y a la mecánica del debate de los partidos. En nuestro Parlamento y en nuestras asambleas territoriales se habla más de los «partidos», del Gobierno, de la oposición o de las disputas entre ellos y sus respectivos portavoces que de «las cosas».En momentosde atonía o placidez pública eso podía ser aceptable e incluso normal. Pero,ahora, con la que está cayendo... (como se suele decir) los políticos, suspartidos y la generalidad de los ciudadanos habrían de convertir en lema personal y colectivo para encabezar sus programa el grito de Ortega: «¡Españoles,a las cosas!».45ABRIL 2009UNA NOTA SOBRE LA «CRISIS» ENESPAÑAEs lo que hicieron en los ya lejanos años de 1976 y 1977 los políticos ysus partidos, a los que siguió con serena impaciencia y con esperanza la inmensa mayoría de los ciudadanos y la opinión pública. Fue un ejemplopara naciones en crisis, no sólo crisis económica sino crisis general o crisishistórica de ser o no ser lo que se debe ser.En aquellos meses se establecieron tres acuerdos básicos: uno de dimensiones históricas, otro político e institucional y un tercero de carácter económico y social. El primero, que no hizo falta declarar explícitamente en untexto, fue la aceptación de la Monarquía, cuyas inequívocas actuaciones iniciales habían consolidado la adhesión de los monárquicos y se habían ganado la aceptación de los que eran o se decían republicanos, que de palabra y de hecho decían: si es así, sí. El segundo, consistió en confiar la gestiónlegislativa y política a un Parlamento democráticamente elegido y de indiscutida legalidad. El tercero se puede leer en el preámbulo de los llamados«Pactos de la Moncloa». En él se reconocen los «desequilibrios de la economía española en un ambiente económico internacional en que no se advierten signos de una pronta recuperación». ¿Verdad que parece que estaspalabras hayan sido escritas a principios del año 2009?Enfrentándose con la realidad de la situación nacional, los firmantes de losacuerdos de octubre del 77, tras afirmar su legitimidad política, fundada enel resultado de las elecciones generales de junio de ese mismo año, declaraban los propósitos que, desde sus respectivas filosofías políticas de las queno abdicaban, compartían los partidos o sus portavoces representados o reunidos en las sesiones y debates de la Moncloa en aquel mes de octubre.«Los representantes del Gobierno y de los diversos partidos políticos conrepresentación parlamentaria —decía el documento— manifiestan su unánime preocupación ante esta situación y su deseo de afrontar y resolverconstructivamente esos problemas en un clima de cooperación responsableque contribuya a la consolidación de la democracia. Para ello convienen enla necesidad de llevar a cabo dos grupos de acciones: las dirigidas a equilibrar la economía con actuaciones a corto plazo y las encaminadas a la46NUEVA REVISTA 122ANTONIO FONTÁN realización de importantes reformasSi se produjera un acuerdo globalque encaucen la economía y la sociesimilar al de los «Pactos de la Mondad española hacia un futuro de libercloa», habría de ser acogido contad y progreso».general aprobación en muchos paíA las alturas actuales de la historiases como las repúblicas iberoamesi se produjera un acuerdo global siricanas.milar al de los «Pactos de la Moncloa»,habría de ser acogido con generalaprobación en muchos países comolas repúblicas iberoamericanas, en las que la indiscutida y secular identidadnacional equivale a lo que en el caso singular de España, por razones históricas, en aquellos de la década setenta representaba la Corona. Y desdeluego, entre nosotros, Gobierno y oposición empezarían a pensar en recuperar el espíritu de aquellos tiempos con acuerdos prácticos y efectivos, aunque como entonces eso trajera consigo treguas y aplazamientos —e inclusorenuncias— de legítimos propósitos políticos, incluso programáticos, detodos y cada uno de los participantes en este nuevo, y temporalmente limitado, consenso.A la presente legislatura, salvo imprevisibles acontecimientos, le quedan tres años de vida y no hay nación que resista sin desprestigio de la llamada clase política tres años de una gresca verbal continua, cuyos efectospueden erosionar la estructura del Estado y la deseable convivencia de losciudadanos en un clima de libertad, tolerancia y respeto. En otros periodosdifíciles, que también los ha habido, la superficie de las aguas no llegó aestar tan encrespada. Y se pudieron sanar algunas heridas y restablecer laurbanidad.España está viviendo una situación de emergencia estructural, económica y social en la que todos los esfuerzos que se hagan para salir de ella sonindispensables y quizá no basten. Eso se puede hacer sin merma de las libertades personales y públicas, oyendo a los partidos, a los agentes socialesy a la opinión pública, dejando para otros momentos de mayor tranquilidad47ABRIL 2009UNA NOTA SOBRE LA «CRISIS» ENESPAÑAasuntos y proyectos que no son de urgente aplicación, salvo los que constituyan un compromiso internacional de Estado.Hay unos problemas de estructura política de la nación que se derivande las pretensiones maximalistas de algunos de los nuevos estatutos de autonomía: tanto entre los que están definitivamente aprobados como entrelos que se hallan pendientes de recursos ante el Tribunal Constitucional ohan sido modificados en su aplicación, aunque no en la letra de su texto,por discutibles acuerdos con el Gobierno de la nación. En otros casos sehan producido —o amenazan con producirse— enfrentamientos regionales,o se generan agravios comparativos que pueden poner en riesgo la unidadde mercado del Estado español con perjuicio de nuestras relaciones internacionales.Pero, por importantes que sean —que lo son—, todos estos asuntos pueden esperar. Lo mismo ocurre con proyectos que anuncian algunos ministerios, como el de Sanidad y el llamado de Igualdad, e incluso el de Educación,que hieren la conciencia de millones de ciudadanos y generan divisiones sociales de muy difícil recomposición.Ahora toda la acción política ha de concentrarse en el tratamiento de lacrisis económica con sus repercusiones sociales, no sólo en el empleo sinoen la producción, en la inmigración y en la cultura, reforzando la solidaridadnacional que asegure la unidad de mercado y la justa distribución de los recursos entre los pueblos y las comunidades de España.En una democracia moderna, como la de España, la responsabilidad dela gestión política, administrativa y económica es del Parlamento, no sólo delGobierno ni de las cúpulas de los partidos políticos. En situaciones de emergencia como la que nos ha deparado el momento presente, aunque estemos a las puertas de las elecciones europeas, se han de dejar para otrosmomentos los debates más calientes y que más dividen a regiones y ciudadanos, desde la distribución de las aguas hasta las grandes cuestiones deética social, como la integración nacional de los inmigrantes, la educación,la familia, la vida y la muerte.48NUEVA REVISTA 122ANTONIO FONTÁNEs un despropósito de algunos departamentos del Gobierno tratar de «justificar» su más que discutible existencia saliendo, como decía Ortega de otrosgabinetes y otras fechas, cada mañana el ministro con su rifle o su escopetapara ver si caza al vuelo algún faisán que llevar a imprimir a la gaceta. Así,desde luego, se enriquecería el inabarcable conjunto de las colecciones legislativas tan llenas de disposiciones superfluas que no interesan ni beneficiana nadie. Como dejó escrito en frase lapidaria el historiador romano CornelioTácito: plurimae leges pessima republica (muchasleyes, mal gobierno). Y,ahora con diecisiete gacetas más, que pésimo, insufrible gobierno para unanación en crisis. 49ABRIL 2009UNA NOTA SOBRE LA «CRISIS» ENESPAÑA