Nueva Revista 122 > Tras los pasos de Brasil

Tras los pasos de Brasil

Iago Bolívar

Sobre el proceso de integración de los países de América Latina. Una mirada al pasado de 1825 hasta la situación actual.

File: Tras los pasos.pdf

Referencia

Iago Bolívar, “Tras los pasos de Brasil,” accessed November 25, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1869.

Dublin Core

Title

Tras los pasos de Brasil

Subject

Brasil como modelo alternativo de sociedad

Description

Sobre el proceso de integración de los países de América Latina. Una mirada al pasado de 1825 hasta la situación actual.

Creator

Iago Bolívar

Source

Nueva Revista 122 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

Document Item Type Metadata

Text

Tras los pasos de BrasilIAGOBOLÍVARPERIODISTADELDIARIOFOLHADES. PAULOEl hombre que soñó con la unidad de la América española no considerabaal mayor país de América del Sur un aliado. «Infelizmente, Brasil hace frontera con todos nuestros Estados», lamentó Simón Bolívar en carta al generalSantander el 23 de enero de 1825, dejando claro la exclusión de este paísde sus planes federativos. Bolívar temía que el emperador brasileño aprovechase la inestabilidad del periodo de independencia de las colonias españolas para invadirlas. Hoy, reaparece como modelo para cierta izquierdapanamericana.Casi ciento cincuenta años después, un presidente estadounidense manifestaba la convicción de que las fronteras brasileñas eran más tenues deque lo desearía el caudillo colombiano. «Nosotros sabemos que a donde vael Brasil, allá va el resto del continente latinoamericano», dijo Richard Nixonal recibir al general y presidente brasileño Emílio Garrastazu Médici, en laCasa Blanca, en 1971.El presente proceso de integración oscila aún entre ambas posiciones:del alejamiento beligerante a la convicción de un destino común que une alas naciones separadas por la dislocada y desaliñada línea del Tratado deTordesillas (1494) —responsable de los límites para las Américas portuguesa y española—.En el siglo XIXganaba fuerza el concepto «Latinoamérica» en contraposición a la otra América: la del norte. Estados Unidos es excluido, a priori, decualquier plano de integración continental. A pesar de inspirar a muchos países de recientemente independizados en aquellas fechas (baste sólo con recordar la sucesión de «estados unidos» latinoamericanos con regímenes presidencialistas), los vecinos del norte son considerados herederos morales de77ABRIL 2009las metrópolis europeas. El término Latinoamérica, creado en 1856 por el chileno Francisco Bilbao Barquín y el colombiano José María Torres Caicedo,lleva aparejado, desde su origen, un carácter de oposición a los estadounidenses. Fue esa la razón por la que en 1864, Napoleón III lograba utilizarlopara justificar el «panlatinismo» de su aventura imperial en México.La dinámica entre los tres polos —Estados Unidos, América Hispánica yBrasil— marca la historia del continente en el actual proceso de integracióndando lugar a muchas estrategias de unión y también movimientos de repulsa que sospechaban «pretensiones imperialistas» —reales o retóricas— en laspolíticas externas tanto estadounidense como brasileña.Cuando Brasil, hasta el inicio del siglo XIX, concentraba su política sudamericana en la definición pacífica de sus fronteras, Estados Unidos empezóa ejercer, para una buena parte del continente, el papel metropolitano de estuario de los productos primarios y fuente de capital para inversiones, conuna relación no muy distinta de aquella que mantenía con los países centrales de la economía europea. Como todos los países volvían sus ojos parael norte, no parece sorprendente que la atención para las relaciones regionales fuera escasa.La ausencia notable de integración física entre Brasil y sus vecinos constituye una señal clara de que las relaciones bilaterales nunca han sido prioridad para los gobiernos. Proyectos como el malogrado ferrocarril de MadeiraMamoré, construido entre 1907 y 1912, y la reciente estrada para elPacífico, ligando el estado brasileño de Acre a la costa chilena, no son excepciones a la regla: la mayor parte de las inversiones en infraestructura parasalida de la producción ha posibilitado el abastecimiento de materias primas para mercados de países desarrollados.Con la formación de bloques económicos en Europa y Asia, la integración latinoamericana recibió un nuevo impulso en los años ochenta, aunquede forma poco homogénea. México se asoció a la economía estadounidense, funcionando en la práctica como una extensión de ella. Otras economías de Centroamérica, dependientes del comercio con Estados Unidos y de78NUEVA REVISTA 122IAGO BOLÍVARlas remesas de dólares de los emi«Nosotros sabemos que a donde vagrantes siguieron el mismo camino.el Brasil, allá va el resto del contiLa cohesión ha sido más fuerte ennente latinoamericano», decía RiAmérica del Sur, donde ha habidochard Nixon.una ampliación del núcleo del MercaMERCOSUR), condo Común del Sur (una adhesión creciente de los paísesandinos, a pesar de la resistencia colombiana, que se materializó en la reciente formación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).La opción por Mercosur fue una contestación al modelo propuesto porEstados Unidos de impulsar el Área de Libre Comercio de las AméricasALCA), que ha sufrido una fuerte oposición por parte de Brasil motivada por(el temor a que las economías del sur sufrieran una acción predadora de laconcurrencia estadounidense, sin que sus productos tuviesen ventajas en elmercado del norte. Ante el aparente fracaso de la ALCA, Estados Unidos insiste en una agresiva política de acuerdos bilaterales, que retorna, en líneasgenerales, a las relaciones verticales que han marcado la historia latinoamericana. Son dos modelos que se sobreponen sin excluirse, pero que expresan objetivos generales de organización económica distintos.La integración regional empezó en los años ochenta a partir de las propuestas que surgieron después de la Guerra Fría y del consenso forjado enel proceso de redemocratización del continente. Mercosur ha emergido en elmomento en que la tesis de que la democracia representativa de tipo occidental, sustentada en una economía capitalista liberal, era el modelo idealpara las naciones. La ruptura de la dicotomía entre Estados Unidos y laUnión Soviética disminuyó los antagonismos en el continente y redujo elabanico de opciones de caminos a seguir. Se trataba de buscar una formamás rápida para alcanzar el desarrollo político, social y económico que laeconomía globalizada presentaba en moldes liberales. De ahí el énfasis enla integración económica, en la quiebra de las barreras comerciales, comoun paso para aumentar la eficiencia de las economías locales. La cláusula79ABRIL 2009TRAS LOS PASOS DE BRASILdemocrática de Mercosur ha surgido como elemento natural y consensualen este contexto.Pero la historia no ha dejado de visitar el continente demostrando que nopodría ser ignorada por acuerdos circunstanciales entre élites políticas y económicas empeñadas en redefinir las sociedades. Las convulsiones socialesque han acompañado los fracasos de las reformas liberales, por ejemplo, enArgentina, la virtual dictadura de Alberto Fujimori en Perú, la inestabilidadpermanente en Bolivia y en Paraguay, la continuidad de la acción de la FuerFARC) y el ascenso al poder dezas Armadas Revolucionarias de Colombia (Hugo Chávez en Venezuela han mostrado que había límites para la eficiencia de los acuerdos de caballeros y han representado un desafío, no solamente para la integración del continente, sino también para los modelos desociedad que cada país intentaba adoptar. Este contexto ha abierto caminopara el crecimiento de fuerzas políticas alternativas que han tornado máscomplejo el esquema político continental.Es importante señalar que la ascensión de la izquierda no ha sido casual sino que se inserta en la continuidad del proceso de redemocratizaciónde los años ochenta y en los resultados insuficientes de las políticas liberales de los noventa. Un pueblo que puede escoger a sus gobernantes tiendea cambiarlos cuando sus necesidades básicas no son satisfactoriamenteatendidas, algo muy común en las democracias jóvenes con problemas sociales antiguos y graves.En cuanto las élites latinoamericanas continuaban desarticuladas, la izquierda del continente desarrollaba una red de contactos que se torna másdensa en la segunda mitad del siglo XX. Lo hace inicialmente con la ayudadel Komintern, después en los foros socialistas internacionales y posteriorCEPAL) ymente en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (en la experiencia común del exilio en los años sesenta y setenta. Tales situaciones han hecho que los líderes de la izquierda desarrollasen lazos intelectuales y personales mucho más fuertes que sus análogos conservadores.Compartían así una conciencia de destino común más clara. Al llegar casi80NUEVA REVISTA 122IAGO BOLÍVARjuntos al poder, era natural que busBrasil aparece como un modelo alcasen una integración con un sentidoternativo, no sólo de izquierda, sinomayor de colaboración.de sociedad. Hay entre los principaResulta tentador examinar las relales actores del país un virtual conciones entre los líderes izquierdistassenso de que las normas democrádesde las personalidades y actuaciónticas deben ser respetadas y de quede los más destacados: Hugo Chávezla política, aunque imperfecta, reen Venezuela y Luiz Inácio Lula dafleja las preocupaciones más geneSilva en Brasil. Algunos afirman querales de la población.el primero representa la izquierda revolucionaria que manipula la democracia directa a través de plebiscitospara socavar la democracia representativa y establecer un dominio personal, mientras usa el petróleo para exportar su modelo a otros países. Por otraparte, Lula sería el rostro amable de una izquierda democrática que intentaresolver los problemas sociales de su país a través del crecimiento económico y programas sociales, respetando la democracia y actuando como unmoderador en los conflictos locales. Esta visión es muy verosímil y se ajusta a la imagen que cada uno de ellos busca representar. Pero omite los factores que explican la actuación de ambos en la escena política de AméricaLatina.XX, Venezuela fue una excepción demoEn la segunda mitad del siglo crática en un continente lleno de dictaduras. A pesar de la longevidad de sudemocracia, no logró resolver sus graves problemas sociales, como la enorme concentración de riqueza asociada a un gran contingente de miserables.Desde la década de los años veinte —con el descubrimiento de petróleo enel país— la élite de Venezuela buscó formas de apropiarse de la riqueza, sindiversificar la economía y crear oportunidades para recompensar el méritoindividual. Si Chávez manipula la democracia para socavar las bases de larepresentación democrática, muchos de sus predecesores la utilizaron paraevitar el acceso del pueblo a la riqueza del país. La población ni siquiera81ABRIL 2009TRAS LOS PASOS DE BRASILfue explotada en la forma de cierta crítica marxista: su trabajo no fue robado por empleadores. Sino que fueron simplemente excluidos de la corriente central de la economía del país.El patrón se repite en el país que sigue más de cerca los pasos chavistas:Bolivia. Una rápida lección de la historia es esclarecedora. Basta mirar la galería de sus ex presidentes. Desde la independencia en 1825, el país tuvo, demedia, un gobierno cada dos años y cinco meses, pero en la larga sucesiónde rostros, es difícil encontrar rasgos indígenas hasta llegar a Evo Morales. YBolivia tiene el mayor porcentaje de indígenas en la de la población del continente. Quien camina por las calles de La Paz nota la politización de la vidacotidiana. Ante de la imposibilidad de resolver los problemas seculares, el gobierno trata de promover la tensión social, étnica y entre las naciones, especialmente contra Estados Unidos y el vecino gigante.La situación en Paraguay es similar, con el agravante de la memoria deXIX, cuando las tropas brasileñas ocuparon el país, yla guerra en el siglo del contrato de ventas de energía de la central hidroeléctrica de Itaipú adjudicado a Brasil. El análisis podría ampliarse en términos similares a otros países, como Ecuador, donde el discurso chavista no inspira sólo las reformaseconómicas y la distribución de los ingresos, sino la transformación de la organización social con el fin de distanciarlos de los modelos europeos. La relación de la igualdad de los ciudadanos ante el Estado se rompe. Clasificaciones anteriores de su origen étnico, ascendencia y culpas históricas seconvierten en los criterios para definir el tratamiento recibido por cada individuo. El Estado se convierte en el gran redistribuidor, que busca purgar laculpa del pasado y restaurar derechos pisoteados.En este contexto Brasil aparece como un modelo alternativo, no sólo deizquierda, sino de sociedad. Hay entre los principales actores del país un virtual consenso de que las normas democráticas deben ser respetadas y deque la política, aunque imperfecta, refleja las preocupaciones más generales de la población. En este sentido, la elección de Lula fue simbólica por demostrar que la vía democrática para alcanzar el poder no estaba cerrada a82NUEVA REVISTA 122IAGO BOLÍVARlas clases populares. El compromisoLula intenta amortiguar los temoresde Lula con los principios generalesdel imperialismo y aprovechar parade estabilidad —firmado durante lasí mismo la imagen de un modelo decampaña y visto como crucial para sumoderación. Esta presencia es eséxito— ha frustrado la izquierda máspecialmente importante ante el moradical, pero aseguró que su gobiernodelo chavista.tendría el apoyo político necesariopara seguir la acción social del Estado hacia la masa de excluidos.Algunos movimientos del gobierno, percibidos como potenciales amenazas a la democracia, como el establecimiento de un Consejo Federal de Periodismo, fueron abandonados ante la reacción de los sectores organizadosde la sociedad, en un signo de funcionamiento del sistema de equilibrio. Almismo tiempo, el principal movimiento para impugnar el orden legal —elMST)— se mantiene activo, lo que refleja laMovimiento de los Sin Tierra (concentración de tierra en el país y los efectos de la despoblación rural, perosus intentos de articularse como una fuerza de contestación más amplia delorden social y económico parece debilitada. Y el desafío que plantea el tráfico de drogas no se ha revestido de un carácter ideológico como en otrospaíses de Latinoamérica.En la política externa estos factores se juntan al capital político de Lula,en su lucha por defender los intereses nacionales ante los vecinos, al mismotiempo que busca una mayor integración en todo el mundo y se proyectacomo el líder de la región. Son tres los movimientos simultáneos que el presidente brasileño intenta coordinar con la articulación de una política exterior que favorece las relaciones SurSur, un discurso pragmático de la búsqueda de nuevos mercados y el peso que la participación en el grupollamado BRICS(Brasil, Rusia, Índia, China y Sudáfrica) concede al país. Aunbajo las nuevas circunstancias mundiales, Brasil sigue adoptando la política externa de cierta independencia con respecto a Estados Unidos, que se estableció principalmente en el gobierno del penúltimo dictador militar,83ABRIL 2009TRAS LOS PASOS DE BRASILel general Ernesto Geisel (19741979). La complejidad de estas interacciones, destacada por la proyección de una organización multilateral como elG20 que busca ser un nuevo foro para las decisiones globales, reavivó vieOMC, Brasil lojos temores de una hegemonía de Brasil. «Hay un lugar en la quiere; hay un lugar en la ONU, Brasil lo quiere; hay un lugar en la FAO, Brasil lo quiere. Si hasta quisieron poner al Papa», afirmaba según um periódico el ex presidente argentino Néstor Kirchner en 2005.Usando su carisma, la reconocida capacidad de la diplomacia brasileñay los canales de mediación de la izquierda en América Latina —que se manifiestan en la controvertida figura del asesor especial de la Presidencia paraAsuntos Exteriores, Marco Aurelio Garcia—, Lula intenta amortiguar los temores del imperialismo y aprovechar para sí mismo la imagen de un modelo de moderación. Esta presencia es especialmente importante ante el modelo chavista, y se torna aún más importante cuando la relación entre laopción democrática y el modelo económico liberalexportador es cuestionada por el crecimiento chino, y Estados Unidos está en medio de una crisisque afecta a su economía y gran parte de su predicación económica en lasúltimas décadas.El régimen de Pekín propone un modelo alternativo, justificando la ausencia de democracia en moldes occidentales por «características culturales»de su sociedad. Mitos históricos, en Venezuela, y las divisiones étnicas, enBolivia, pueden realizar la misma función de «disculpa» para el rechazo delas instituciones democráticas, que pueden ser presentadas como inadecuadas para estos países. La influencia brasileña en el continente tiende a crecer ahora, cuando el propulsor del chavismo en América Latina —los ingresos del petróleo venezolano— muestra signos de debilidad, indicando lanaturaleza inestable de los modelos constituidos sobre él.La presencia de distintas propuestas políticas en Latinoamérica puede sercomprobada por el análisis de la elección de Mauricio Funes como presidente de El Salvador. Después de veinte años de gobiernos de la Arena, alineados con Estados Unidos, la ex guerrilla Frente Farabundo Martí para la84NUEVA REVISTA 122IAGO BOLÍVARLiberación Nacional (FMLN) ha alcanzado el poder a través de las urnas. Suoponente, Rodrigo Ávila, afirma que la victoria de la oposición representaríala llegada de Chávez al país —apoyado por la sospecha generalizada de quelos venezolanos costeaban la campaña de la izquierda salvadoreña—. Perouna vez elegido, Funes hizo su primer viaje a Brasil, se reunió con Lula y diceque el Brasil es un «ejemplo de izquierda democrática».Este gesto se puede interpretar de varias maneras: como una sincera adhesión al modelo lulista o un cínico intento de ocultar sus vínculos con elchavismo —el ex canciller mexicano Jorge Castañeda dijo en un artículo queFMLN—. En ambos casos, el menfotos de Chávez adornan los comités del saje es el mismo: el modelo brasileño es aceptable, no así el de Venezuela.Si, como Nixon afirmaba, Brasil y América Latina han caminado hastaahora más o menos en la misma dirección, las causas externas pueden habersido más importantes que las internas. La novedad ahora es que caminar unidos puede ser fruto de una decisión tomada con mayor autonomía, cuandoel abanico de modelos posibles de nuevo es muy amplio. 85ABRIL 2009TRAS LOS PASOS DE BRASIL