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Retorno a los Waugh

Ignacio Peyró

Análisis de la vida y obra del escritor Evelyn Waugh.

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Referencia

Ignacio Peyró, “Retorno a los Waugh,” accessed April 26, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1838.

Dublin Core

Title

Retorno a los Waugh

Subject

Literatura

Description

Análisis de la vida y obra del escritor Evelyn Waugh.

Creator

Ignacio Peyró

Source

Nueva Revista 120 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

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LITERATURARetorno a los WaughIGNACIOPEYRÓFILÓLOGOYPERIODISTAocos años antes de su muerte, Evelyn Waugh accedió a dejarse entrevistar en televisión. Tal condescendencia con el mundo moderPno le permitía posar como un viejo gruñón, recaudar algo de dinero paraseguir viviendo entre grandezas y mostrar de paso que su fondo reaccionario tenía —contra la opinión general— mucho de inteligencia y nadade brutalidad. Preguntado por lo que le había llevado a escribir, Waughcontestó que «toda la educación inglesa de mi época estaba pensadapara producir escritores en prosa».La mezcla de respeto a la tradición con el aliento de la libertad personal está en la raíz de la literatura inglesa como literatura de caracteres poroposición a una literatura de escuelas. Si el papel de escritor en Franciatiene notas de institucionalización, en Inglaterra tiene las notas de normalidad propias de un país intensamente lector —tan intensamente lector que, en los años treinta, Evelyn Waugh podía permitirse un serviciode catorce personas, jardineros incluidos—. Más allá de la anécdota, estecontinuum de la lectura en Inglaterra ha propiciado mayor naturalidad queacademicismo a la hora de metabolizar la literatura; en realidad, esa naturalidad en la transmisión literaria todavía nos permite presumirle a cualquier novela inglesa, de antemano, la factura perfecta de un soufflé.La aludida combinación de arraigo con individualismo sirve también de humus para la pervivencia de la excentricidad: si el poeta Philip Larkin llegó a encarnar «el espíritu quijotesco» que habita en el inglés de clase media, Auberon Waugh —hijo de Evelyn— observaráque en las clases altas del país siempre había encontrado un últimopunto de rebeldía y afirmación personal; en definitiva, de libertad de NUEVA REVISTA 120 · DICIEMBRE 2008[ 160]espíritu. El escritor Miguel SánchezOstiz comenta que, ya en su tiempo, Waugh era «un desplazado» cuyo mundo «estaba esfumado parasiempre». Y cabe pensar que en Inglaterra se han venido cumpliendotantas profecías que eran elegías: el café sustituye al té, el anglicanismotiene goteras, son los jeques y ya no los duques los clientes de SavileRow. Philip Larkin, en su poema «Going, going», lamenta por anticipado la desaparición de la Inglaterra feliz. Sí, se ha esfumado el mundoque propició la existencia de los Waugh.Era en sí un mundo de cierta novelería. En Retorno a Brideshead,Evelyn Waugh hablará de los grupos autónomos en que se constituye lapeculiar socialización inglesa, socialización por lo general alcohólicaque, sumada al pulular de caracteres pintorescos, dará pie inevitablemente al chisme. El propio Evelyn, retirado a la campiña de Somersetpor alegada misantropía y no por posar de gentleman farmer, dedicarábuena parte de su correspondencia al chismorreo: con Randolph Churchill, con Nancy Mitford, con Harold Acton, con Anthony Powell, conCyril Connolly y con Graham Greene, corresponsales de finura. Hayquien ha definido la literatura como «alto cotilleo»: en el caso de EvelynWaugh, en el caso de la familia Waugh, esta regla se cumple y se supera.Con sus literaturas y con sus rumores, la familia Waugh tiene algo deparadigma de la educación y la socialización en Inglaterra aunque sólosea porque los descendientes de Arthur Waugh, el primero de la saga,llevan escritos ciento ochenta libros. Diarios, memorias, correspondencias y papeles privados tienen mucho peso en la determinación de esteextenso léxico familiar. Allí veremos un desfile singular de caracteres,la viveza de una época, un antisentimentalismo a toda prueba, el inglésmejor domado y una voluntad de rumorología que nos habla de lo queWaugh llamó «la abominable dificultad de las relaciones humanas».Conforme a la tradición inglesa, el humor es inevitable: al proponermatrimonio por carta a Laura Herbert, Waugh señalará como ventaja eltener poca familia, «ventaja muy pequeña en comparación con mi pésimo carácter». Se ha hecho famosa la anotación de diario que hizoEvelyn sobre su hijo Auberon: «es torpe, desaliñado, malicioso; sin intereses intelectuales, estéticos o espirituales». Auberon tenía siete años.NUEVA REVISTA 120 · DICIEMBRE 2008[ 161]Ignacio PeyróLa familia Waugh lleva escribiendo libros desde el sigloXIX; los sigueescribiendo en el sigloXXI. Escribió Arthur, el padre de Evelyn, «el hombre al que le gustaba Charles Dickens», crítico literario de prestigio. Escribió Alec, hermano de Evelyn, novelista que causó escándalo a extraños y vergüenza a conocidos con un librito — The loom of youth, de1917— de palpitación homoerótica. Escribió Auberon, hijo de Evelyn,escritor más que precoz, ingenio terrible a lo largo de cuarenta años de periodismo en los que se ejercitó lo mismo en la crítica literaria que en el comentario de vinos, en la novela y la sátira y las viejas artes de la crónicasocial como un intenso pugilato. Escribe Alexander, nieto de Evelyn,autor de una biografía global —Fathers and sons— en la que la familiaWaugh parece mirarse a sí misma, entablar una conversación. «Los padressiempre son más importantes que los hijos: ese es el problema», dictamina Alexander. Todos diferentes, todos iguales: de Waugh a Waugh sobrevive un brillo del inglés y un afecto de la más curiosa reciedumbre.Aun cuando gentes respetables como V. S. Naipaul hayan considerado que Auberon, más venenoso que Evelyn, era el mejor escritor de laestirpe de los Waugh, la unanimidad de la preeminencia de Evelyntiene sus razones al margen de que éste sea el centro y el aporte de unidad en la familia. En primer lugar, toda su brillantez estilística quedaráperfectamente economizada en su cauce narrativo; en segundo lugar, laenvergadura simbólica de su novelística demuestra que, en el siglo quecomienza con el Ulisesde Joyce, la narrativa sigue teniendo su razón enla vieja tradición que va de Cervantes a Balzac y se remansa en Dickens.Evelyn Waugh es otro ejemplo de escritor que sabe contener su propiagenialidad, su capacidad para el alarde, en beneficio de una obra. Esacontención es la que ha hecho la literatura inglesa.Si la popularidad sobrevenida con la adaptación de Retorno a Bridesheadcomo serie televisiva ha logrado que se le tenga a Evelyn comoel mejor novelista inglés del siglo, la última filmación de dicho librocasi parece tener la intención de emborronar el perfil real del escritor.En realidad, la película de Julian Jarrold se complace en un esteticismoque el propio Waugh tuvo que perdonarse, poniendo en cuidadoso olvido que Bridesheadviene a hablar de la presencia de la gracia en cualNUEVA REVISTA 120 · DICIEMBRE 2008[ 162]Retorno a los Waughquier vida. Con frecuencia, las novelas se condensan en una frase; quizála de Retorno a Bridesheadesté en la boca de Julia Flyte: «No puedo estarfuera del alcance de Su misericordia».Más allá del cine y sus desmanes, es cierto que en España vamos llegando a los Waugh por el camino de Evelyn. De cinco años a esta parte sehan sucedido y aún se han de suceder las ediciones. A la pervivencia deRetorno a Bridesheadhay que sumar, por ejemplo, La prueba de fuego de Gilbert Pinfold, en la que Waugh, por personaje interpuesto, cuenta la prolongada quiebra nerviosa que le tocó vivir al novelista. También estáGente remota, crónica de viajes por el África de un Waugh que conoció lased viajera sólo en parte por ganar dinero y que —de paso— muestra la urdimbre de esos señoritos educados en Oxford y dispuestos a cambiar contoda entereza la copa de oporto por las nubes de mosquitos. A falta de latraducción de su magnum opus, la trilogía Espada de honor, Asteroide publicó en 2007 la muy blanca autobiografía Una educación incompleta, y para2009 están previstos dos caprichos hagiográficos de Waugh: sendas vidasdel jesuita Edmund Campion y del apologeta Ronald Knox. Todavía es mucho lo que falta: falta una selección de la correspondencia de Evelyn, falta una edición de sus muy expurgados diarios, latraducción de esa quêteque es Fathers and sons, tanta literatura memorialística, con frecuencia fragmentaria, que tiene la virtud de una ejemplaridad en la escritura y —a mayor abundamiento— en el carácter, conel extra de atractivo de leer sobre una familia que parece una novela.Si diarios y libros misceláneos están convirtiendo a la literatura española en otra literatura de caracteres, las prosas dispersas de los Waughanticipan la grandeza poliédrica que puede albergar esa gozosa confusión de géneros en la que la voluntad de disolución de la literatura posmoderna parece redimirse como si ahí encontrara, paradójicamente, unvenero de nuevo clasicismo. Por tradición, hemos separado la literatura entre las historias que se cuentan junto al fuego y la privacidad delgabinete de SainteBeuve o la torre de Montaigne: los Waugh han sabido darnos la fantasía novelesca de lo primero y el caudal de personalidad y sabiduría de lo segundo. Una sabiduría con la ligereza del chismorreo y los profundos matices del oporto.IGNACIOPEYRÓNUEVA REVISTA 120 · DICIEMBRE 2008[ 163]