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“Germania restituta,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1720.
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Title
Germania restituta
Source
Nueva Revista 129 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426
Publisher
Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.
Rights
Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved
Format
document/pdf
Language
es
Type
text
Document Item Type Metadata
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GERMANIA RESTITUTAJosé Pedro PérezLlorcaLA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN Y EL DESMANTELAMIENTODESORDENADO DE LA UNIÓN SOVIÉTICA PROVOCADO POR ELINCAUTO GORBACHOV HIZO RESURGIR UN MAPA DE EUROPADONDE ALEMANIA VOLVÍA A OCUPAR EL LUGAR GEOGRÁFICAMENTE CENTRAL Y POLÍTICA Y ECONÓMICAMENTE HEGEMÓNICO AL QUE SE PROYECTABA DESDE LA ÚLTIMA DÉCADA DELSIGLO XIX.La cuesta de Moyano me ha deparado siempre encuentrossorprendentes. Las memorias de guerra del general Ludendorff son uno de ellos, sobre todo por la inesperada actualidad que tienen. Ludendorff hizo casi toda su carreramilitar en el famoso cuerpo de Estado Mayor prusianoalemán. Tenía, como revela el libro, una mente tan brillantecomo profundamente reaccionaria, y así lo demostró su ulterior actividad política. Desde 1916 hasta el 26 de septiembre de 1918 fue el amo de Alemania y desde 1917 fueel hombre más poderoso de una parte del mundo que ibadesde Amiens hasta Basora y desde cerca de Venecia hastael Cáucaso, exactamente hasta Chechenia. Fraguó una granvictoria estratégica, aunque pírrica, al conseguir la disolución y derrota del Imperio Ruso. Reordenó, con la paz denueva revista· 12936germania restitutaBrestLitovsk, todo el este de Europa y terminó con la pesadilla de la guerra en dos frentes. Para ello no vaciló en autorizarpersonalmente el viaje de Lenin, desde Zurich a la estación de Finlandia en el entonces Petrogrado. La idea no fuesuya, pero sí la decisión. Sin querer reabrir polémicas, fue sinduda un viaje histórico. Impulsó luego la guerra submarinaa ultranza, para ahogar a Inglaterra, y casi lo consigue, peroprovocó la intervención americana en la contienda que sehizo mundial. La guerra submarina no fue eficaz contra lostransportes de tropas. Los americanos llegaron al frente antes de lo previsto por el general, decidieron la suerte del conflictoy con ello la del mundo, cuyo liderazgo tuvieron queasumir entonces, aunque, para el mal de todos, demasiadoa regañadientes durante dos décadas. Esta derrota final espor cierto descrita por el general bajo el revelador título de:«Fin de mi carrera militar».Fue aquella guerra una gran catástrofe, no sólo por el número de víctimas, superior al de la segunda en Europa, sinopor el trastorno geopolítico que se derivó de la disolución detres imperios. Además la confusión económica social e ideológica que siguió a la movilización de las masas, que se hizoentonces de verdad por primera vez, fue la causa de la aparición de este tremendo invento europeo de los totalitarismos.Esta atmósfera propició multitud de desórdenes y guerras, entre otras la nuestra, y finalmente provocó la segundaguerra mundial, con el horror del holocausto. Una barbaridad como nuestra especie, pródiga en ellas más que ninguna otra, nunca había realizado.Tanta importancia dieron los aliados a Ludendorff y suequipo, que el tratado de Versalles, entre otras muchas conueva revista· 12937josé pedro pérezllorcasas, prohibió que en Alemania existiera en lo sucesivo uncuerpo de Estado Mayor. Curiosa manera, probablementewilsoniana, de agarrar el rábano por las hojas.LA REORDENACIÓN DEL MAPA EUROPEOY EL MERCADO COMÚNLudendorff confiesa que pasaba la mitad de su tiempo hablando con dirigentes económicos, sindicales y políticos deSPD. No se limita a contarBerlín, y sobre todo con los del sus batallas. Al tratar de la reordenación territorial impuestaen BrestLitovsk, el general comenta más o menos así elmapa que él mismo trazó desde su despacho y que llevó ala práctica durante algún tiempo: Tres estados bálticos yFinlandia, aliados naturales de Alemania. Una Polonia que,desplazada entonces hacia el Este, llegaba exactamente ala frontera oriental actual de Bielorrusia, que entrará inevitablemente en un mercado común europeo dominado porAlemania (sic).Una Ucrania, protegida natural de Alemania, dueña de Crimea, y con ello del mar Negro, igualmente integrable, a más largo plazo, en un espacio económicoeuropeo (sic). Rusia retrotraída a la línea que los caballerosteutónicos quisieron imponer a Nevsky. Por último, el Cáucaso, libre de rusos y económicamente a repartir entre turcos y alemanes.Más cerca, Ludendorff se interrogaba sobre el porvenirde la doble monarquía, pero tenía algunas ideas claras. Losdestinos de Bohemia y Eslovaquia habrían de ser distintos.Al sur, Eslovenia quedaría integrada económicamente enAustria y el mercado común, Croacia y Bosnia serían usadas para evitar el engrandecimiento de Serbia. En definitinueva revista· 12938germania restitutava, se trataba de impedir la creación de la doble cuña antigermana de Yugoeslavia y Checoslovaquia, que por entonces se dibujaba en París.Hacia la parte de poniente Ludendorff sólo hace conjeturas, ya que todo dependía aún de la suerte final de las armas. No faltan, sin embargo, algunas líneas definidas; flamencos y valones debían tener vidas separadas, siempredentro del mercado común. Con Francia se podía ser generoso; no excluía Ludendorff el devolver Alsacia y Lorena,conocedor como era de la ralidad local por sus años pasadosen el gobierno militar de Estrasburgo. El motivo fundamental era, sobre todo, que la incorporación definitiva de estastierras al Imperio podía descabalar un tanto el relativo equilibrio interno bismarckiano, dado que Baviera y Baden pediríanla anexión de Alsacia y que Prusia y Würtemberg competíanpor la de Lorena. En definitiva, lo importante paraLudendorff era la reordenación del mapa al Este y al Sury la creación, como hemos visto, de un mercado común.Walther Rathenau, en los antípodas vitales e ideológicosdel general, como demostró su trágico sino, propulsaba también en 1917 la idea de un mercado común con una monedaúnica en torno a Alemania. En definitiva, Ludendorff, Rathenau y muchos otros veían el futuro del continente en lacreación de una Mitteleuropa que comprendería el mapa antes descrito a grandes trazos. En esa área Alemania reproduciría a gran escala la hegemonía económica, política y cultural de Prusia en la antigua Zollverein, una experiencia políticay técnica que los alemanes conocían ya bien. Francia podríaincorporarse a ese espacio económico (sicLudendorff) peroya no en condición de par igual o rival de Alemania. Los nórnueva revista· 12939josé pedro pérezllorcadicos acabarían entrando; Inglaterra seguiría su camino aparte sin ser nunca más el fiel del equilibrio del poder en Europa. El resto, Grecia, Italia, España, por ejemplo, no pareceinteresar a Ludendorff, que quizás ocultaba, tras su elusión,una idea implícita de respetar otras esferas de influencia.Lo curioso de esta geografía, en parte conseguida y enparte sólo esbozada a principios de 1918 y que aparece en ellibro en fragmentos y siempre a modo de sucesivos obiterdicta, no es su parecido con el aspecto territorial del nuevoorden que pretendió imponer la insania nazi, con ser estode suyo remarcable. Lo verdaderamente notable es que estavisión geopolítica se parezca, hasta casi identificarse, a laque espontáneamente ha surgido al este y al sur de Alemania después de que el incauto Gorbachov provocara, sinquererlo, el desmantelamiento desordenado de la UniónSoviética y su glacis. De esta manera, en lo territorial, el orden impuesto en Versalles y reimpuesto en 1945, es decir,con el costo de dos guerras mundiales, ha desaparecido. Antenuestros ojos surge un mapa de Europa casi idéntico a losde la escuela geopolítica muniquesa en la que se inspirarongentes como Ludendorff y Rathenau, toda la entonces llamada clase dirigente de Alemania y otros que la llegaron adirigir y de cuyos nombres no quiero acordarme.Sin embargo, los valores ideológicos que dieron sentidotrascendente a la segunda guerra mundial (a pesar de Stalin) y en menor grado a la primera (el zar autócrata no defendía el modelo demoliberal), han acabado prevaleciendo.No hay que apresurarse a encender las prematuras luminarias de Fukuyama; sin embargo es cierto que el modelo demoliberal capitalista, con todas sus imperfecciones, no estánueva revista· 12940germania restitutaen discusión. Ni siquiera es ya objeto de la contienda política, que gira tan sólo en torno a cómo dicho modelo se puedegestionar mejor y por quiénes. Las amenazas de fondo,dramáticamente en presencia, no pueden sin embargo asirse a una bandera ideológica alternativa global, de validezuniversal. Por ello la situación no se parece nada a la existente durante los años treinta y ni siquiera a la que residualmente existió hasta la muerte de Chernienko. Conviven elplano de Ludendorff con las ideas de Wilson.Por eso Europa y el mundo no sólo han aceptado tranquilos que una Alemania democrática realice la utopía, que parecía inalcanzable, de reunificarse, prácticamente por terceravez desde 1870, pacíficamente. Se ha aceptado, tácitamente,que este país ocupe entre Smolensko y Lisboa el lugar geográficamente central y política y económicamente hegemóXIX. Lanico al que se proyectaba desde la última década del paz, los buenos modales y la espontaneidad del destino hanganado para Alemania lo que afortunadamente no pudoconseguir en dos ocasiones mediante las armas. Para colmode coincidencias, Alemania se encuentra con «su» Zollvereinya montado, aunque originariamente se hiciera para otra cosa.A punto que han estado de darle oficialmente la moneda única, que estos días parece darle, de facto, la «mano invisible».Debemos esperar, por lo que nos va en ello, y porque sobranahora los motivos de confianza, que esta vez los germanos estén a la altura de sus mejores genios familiares, para asumirlo que parece era su destino manifiesto en este siglo.Tras unificarse, Alemania decidió devolver la capitalidada Berlín. ¡Cuánto simbolismo en ese gesto! Berlín está tansólo a poco más de cien kilómetros de Polonia, del Este.nueva revista· 12941josé pedro pérezllorcaESPAÑA EN LA PERIFERIANosotros pasamos ahora de ser la periferia del centro aser la periferia de otra periferia. Ello no es necesariamentemalo. La casa de Austria nos metió en una aventura bruselense y renana donde nada nos iba ni nos venía y que engran medida contribuyó a nuestra ruina material y moral.Lo hacían, sin duda, convencidos de la importancia de susmotivos, siguiendo la política de la primera internacional política conocida y eficaz: la familia Habsburgo. También ellosinvocaban la sublimación ideológica (religiosa entonces) desus motivaciones. Sin embargo, tras el enorme costo de laspicas en Flandes, nos dicen hoy los que han buceado en lospapeles de la época, estaba tan sólo el prestigio. El prestigioque necesitaban los Felipes en su proyección internacional,entre los suyos de allende el Pirineo, para consolidar su poder aquí. La perpetuación en el poder mediante el uso dela imagen virtual de los espejos exteriores.El estar lejos no es necesariamente estar mal. Puede serlo contrario. La velocidad buena es la que a uno le resultecómoda y no la que puedan seguir otros. La cuestión no espertenecer o no a un núcleo supuestamente duro; la cuestiónes organizarse lo mejor posible desde donde naturalmente seestá y no tratar de contradecir la geografía, olvidar la historiay negar el sentido común. La atrocidad de Maastricht nacióde los estremecimientos parisinos y alguna fiebre inglesa antela caída del muro. La pesadilla de tener que arruinarnos paraconverger ya es afortunadamente cosa del pasado. El engendro murió. Ahora sólo nos seguiremos arruinando si por nosotros mismos hacemos lo necesario para conseguirlo. En anteriores ocasiones nos hemos mostrado bien capaces de ello.nueva revista· 12942germania restitutaSi queda algo de eso que se llamó «necesidades de cohesión»tras la próxima ampliación, será sólo para hacer posible la paz y el progreso de los territorios más allá del Oder.Esa es la necesidad imperiosa de Alemania, que es la únicaque puede pagar. La ampliación hacia el Este, salvo indeseable conflagración, es ya imparable. Es un dato de la realidad al que nos tenemos que acomodar. La dilución delproyecto federal en una unión más laxa es la inseparablesecuela de la ampliación. En ese escenario hemos perdidoimportancia estratégica. A él hemos de reajustar nuestrapolítica europea, que ya no es buena ni mala, sino del pasado. Esto, si no hubiera otros motivos más evidentes, seríapor sí solo razón suficiente para arrojar lastres. Pero, además, es que, para elaborar una estrategia adecuada a la realidad, tenemos que poner la casa en orden.El que a la actual situación se la describa como de orden, estabilidad y gobernabilidad no es sino una prueba másde las posibilidades de perversión orwelliana del lenguaje.El 98 es una cita evocadora de graves errores de sobrevaloración de nuestras capacidades por parte de nuestros políticos de la izquierda dinástica. Se acerca el Centenario.Conviene recordar que de aquel desastre datan, en serio,nuestras tensiones centrífugas.Es hoy sabido que en 1899 el reparto de nuestro territorio estuvo en las mesas de algunas cancillerías. Los denostados políticos de la Restauración, y Silvela el primero,identificaron el problema y evitaron lo peor. Hoy no se haríareparto, pero no produciría demasiada conmoción el desguace. Hay que buscar a quienes puedan ser por lo menospsíquicamente capaces de reconocer el paisaje real.nueva revista· 12943josé pedro pérezllorcaEs humanamente comprensible que Pujol (lector fiel deCoudenhoveKalergi y de Bainville) desee añadir a las presidencias que ya acumula la de la Unión Europea. Pero essabido que eso es más cuestión de espejos exteriores queotra cosa, y estos espejos son ya los del antiguo callejóndelgato. La anécdota del turno rotatorio ya la atenderán losfuncionarios, que para eso están, con quien corresponda. Lourgente es poner la casa en orden, no parece necesario repetirlo. Más que nada mientras haya casa. Como le dijerona Bismarck en cierta ocasión decisiva: periculum in mora.PUBLICADO EN NUEVA REVISTA N.º 39 (1995)nueva revista· 12944