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El retorno a las humanidades

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El retorno a las humanidades

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Nueva Revista 129 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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LetrasEL RETORNODE LAS HUMANIDADESAntonio FontánEN EL LENGUAJE CULTURAL Y ACADÉMICO DE NUESTRO TIEMPO, SE CONOCE CON EL NOMBRE DE HUMANIDADES EL CONJUNTO DE DISCIPLINAS LITERARIAS, FILOSÓFICAS, LINGÜÍSTICASE HISTÓRICAS, QUE TRADICIONALMENTE HAN CONSTITUIDO YCONSTITUYEN UNO DE LOS PILARES BÁSICOS DE LA FORMACIÓN INTELECTUAL DE GRADO MEDIO Y SUPERIOR DEL HOMBRE EDUCADO. ANTONIO FONTÁN REPASÓ LA EVOLUCIÓN DEESTE CONCEPTO A LO LARGO DE LOS SIGLOS Y DESTACÓ LA NECESIDAD DE RECUPERAR LA IMPORTANCIA DE LOS VALORES HUMANOS EN EL ACTUAL SISTEMA EDUCATIVO.La palabra «Humanidades»proviene del latín, pero así, enplural, no se utilizó nunca en esa lengua. En singular, humanitas tenía todos las acepciones de la voz española «humanidad»,excepto la de designar la totalidad del género humano.Su significación original era la de «condición humana»o«naturaleza humana».El autor que más emplea humanitas en sus diversos valores es Cicerón (10643 a. C.), aunque la palabra existíanueva revista· 12994el retorno de las humanidadesen latín antes de él, como prueba su presencia en la obrade algún contemporáneo del orador, una generación anterior a la suya. Pero ya en Cicerón el campo semántico dehumanitas se extiende al ámbito de la educación, ocupandoel lugar de la paideia griega, que significaba la educaciónde niños y jóvenes, así como sus contenidos y sus métodos,con inmediata proyección sobre la escuela. En uno de susdiscursos más conocidos, la defensa del poeta Arquías, Cicerón utiliza la expresión artes ad humanitatem. Artes, enel latín de todas las épocas, quiere decir, entre otras cosas,«disciplinas»o «saberes», pero «saberes»o «artes»que seenseñan y que se aprenden.Artes son la gramática, la retórica, la poética, la dialéctica o lógica y las otras materias que se estudian en las escuelas e integran los sistemas educativos. Desde el final dela Antigüedad, y durante la Edad Media y el primer siglode la Modernidad, es frecuente la referencia a las siete artesliberales, que constituyen el currículo académico o plan deestudios más común en el mundo de cultura latina. (El filósofo español Juan Luis Vives es autor de un extenso tratado de disciplinis, en el que se recorren sistemáticamenteestas disciplinas o artes, criticando sus métodos de estudioy enseñanza y postulando su modernización en la línea, entonces renovadora, del pensamiento de los humanistas.)Estas siete artes, que se distribuían en los dos departamentos del trivium y del quadrivium, tenían un carácter práctico. Tanto las artes de la palabra y del pensamiento que formaban el trivium —gramática, retórica y dialéctica— comolas artes de lo mensurable y lo sensible —aritmética, geometría, astrología y música— que integraban el quadrivium.nueva revista· 12995antonio fontánCicerón, en su discurso, dice que todos estos saberes (yquizá otros, porque el texto ciceroniano no es excluyente nise presenta como exhaustivo) tienen algún tipo de vínculoo especial relación entre ellos. Todos tienen que ver conla humanitas, que es como el campo en que se mueven o ellugar en que convergen. «Todas las disciplinas (artes) quecorresponden al ámbito de la cultura (humanitas) tienen entre sí cierta vinculación y una especie de parentesco». Humanitas en este lugar significa claramente cultura, educación, pedagogía, etc. Esas artes ad humanitatem son las quehan hecho a Cicerón orador y sabio. Constituyen los denominados studia liberalia o liberalissima, que por su condiciónsociológica son los propios del hombre libre no esclavo.En el latín posterior a ese momento clásico ciceroniano,humanitas sigue cubriendo los campos semánticos de condición humana y de clemencia, pero también este otro deXVI,pedagogía y cultura. De ahí provino que, ya en el siglo a los estudiosos o cultivadores de las letras, y muy particularmente de las latinas, se les empezara a llamar, primeroen italiano, y pronto en español, «umanisti» y «humanistas». Esta última es la palabra con que Baltasar de Céstedes, yerno del famoso lingüista Francisco Sánchez «el Brocense», en un libro del año 1600, designa al hombre cultopor excelencia. Poco después, Cervantes llama humanistaa un médico distinguido, al que cita también como poetaen el Viaje al Parnasopublicado en 1613. Lo mismo ocurredespués en otras lenguas.XIII,Cuando en la Edad Media, a principios del siglo se formaliza el sistema universitario —París, Oxford, Bolonia, Salamanca—, las escuelas o facultades son de dos órnueva revista· 12996el retorno de las humanidadesdenes diversos: un orden, el integrado por las facultadesmayores o profesionales —Derecho, Teología y Medicina—y otro, el de las «menores». Ese esquema organizativo subsiste en España hasta las reformas de la primera mitad delXIX. En Salamanca se puede visitar y admirar el patiosiglo de las escuelas menores, en lugar aparte y a poca distancia de la espléndida gran portada plateresca del edificioprincipal de la universidad. Las facultades o escuelas de artes menores comprendían, al nivel y a la altura de aquellostiempos, los saberes humanísticos. Sus estudios debían cursarse previamente a los de la facultades mayores para aprenderel latín y esas artes del pensamiento, la palabra y la medida que, empezando por la gramática, llegaban por la víade la dialéctica a las distintas partes de la filosofía.Una vez que se habían superado (con el B.A. o bachillerato de artes) los estudios de esa facultad «menor», se podíaseguir cursando ya los grados de las facultades mayores oprofesionales, de las que saldrían los juristas, teólogos y médicos que la sociedad demandaba. (En las universidades americanas,con los más diversos currículos, las arts o humanities llenan los estudios de los cuatro años del college.)Yo creo que la penetración del plural humanidades enlos diversos niveles de la educación se produce por la víaXVIIIse empleabadel inglés, en donde parece que en el siglo humanities para designar el bloque de saberes de aquel entonces, que correspondía a los que antes se habían llamadoartes, en el sentido general de disciplinas, y que nosotrosahora, en un debate pedagógico que se extiende por todoslos países de cultura occidental, hemos vuelto a llamar Humanidades.nueva revista· 12997antonio fontánEL DOMINIO DE LA CIENCIA EMPÍRICAEl contexto social y cultural de los estudios en la EdadContemporánea ha conocido un enorme desarrollo de lasdisciplinas experimentales, que consisten, sustancialmente,en una clasificación y sistematización racional y científicade las informaciones o conocimientos que se obtienen mediante la observación de la naturaleza, y las repeticiones yensayos de laboratorio, así como sus aplicaciones e invenciones tecnológicas.XIX—y también la del XX— y los saLa ciencia del siglo beres tecnológicos se caracterizan por su gran confianza enla superioridad de estas disciplinas respecto de las humanísticas. Son ciencias empíricas, racionales, sistemáticasy aplicables, por lo tanto útiles. El sentir común de nuestrotiempo está impregnado de la idea de que esa superioridades verdadera.En las épocas dominadas por el positivismo y por el materialismo, desde la orgullosa seguridad del científico empirista, se ha tendido a desdeñar a las humanidades comomera palabrería, o poco más. Y desde las arenas movedizasde todos los relativismos no se acierta a ver en ellas un lugaren que se asienten valores o principios consistentes, quesirvan para la formación y el desarrollo de la personalidaddel que las estudia o practica. Esta communis opinio de lasuperioridad de las ciencias respecto de las humanidadesha producido importantes efectos sobre el conjunto de lasociedad e incluso sobre la comunidad de los estudiosos ycultivadores de los saberes humanísticos. Algo que es «científico», o se puede presentar como tal, suele estar rodeadode un halo de prestigio casi mítico. Cuando una afirmaciónnueva revista· 12998el retorno de las humanidadeso una reflexión son calificadas de científicas se acabó la discusión: scientialocuta, causa finita.DETERMINISMO CIENTÍFICOLa revolución, si es que se puede denominar así, se produjoXIX, cuando la mentalidad de los estudiosos, yen el siglo con ella el sentir común de las gentes instruidas, son ganados por los principios del determinismo científico y del determinismo biológico. Ambos han sido fecundos para eldesarrollo de las ciencias experimentales y de las creacionestecnológicas. El primero conduce a la formulación de leyes—como había empezado a hacer Newton en la centuria anterior— y el segundo sitúa la noción de evolución en el lugarcentral de las llamadas ciencias naturales. No es ocioso señalar que el determinismo científico linda con la filosofíay el biológico con la historia, que son dos de los elementoscapitales de lo que entendemos por Humanidades en lasdiscusiones de nuestros días.Es muy atractivo, y probablemente también muy pedagógico, titular con nombres de ilustres personalidadesfenómenos o procesos que se iniciaron antes de esas grandes figuras epónimas y han proseguido después de ellas,alcanzando a consecuencias que aquellos grandes de lahistoria no habían podido prever. Así, podría decirse queNewton fue el padre o el abuelo del determinismo científico y, mucho más tarde, Darwin el padre, o más bien elayo y el propagador, de la doctrina del determinismo biológico. Al reflexionar sobre el lugar y la función de las Humanidades en el sistema educativo hay que recordar que,en el fondo de la mentalidad contemporánea, operan, consnueva revista· 12999antonio fontáncientemente o no, pero de modo más bien simplista, los principiosy las consecuencias de la persistencia de esos dosdeterminismos.Las disciplinas que integran el bloque de las Humanidades no han escapado ni escapan al contagio de esos determinismos. Sobre todo cuando se convierten o se quierenconvertir en «ciencias»a la manera de las experimentales,olvidando que en los saberes humanísticos existen elementosque son obra del azar (por ejemplo, los sucesos que cambian el curso de la historia) o producto de la creatividad humana,como las doctrinas filosóficas, los productos de las artes plásticas, la música y algunos hechos del lenguaje, comolos neologismos o las metáforas.EL EFECTO MIMÉTICO DE LAS CIENCIASEntre los efectos que se derivan de este influjo deterministasobre los saberes humanistas se halla el mimetismo respecto de las ciencias naturales y experimentales y de las tecnologías, que se apoderó de no pocos de los grandes cultivaXIX.dores de las Humanidades en el siglo En este sentido, han sido grandes los progresos que, parael conocimiento de las lenguas y de la relación entre ellas,se han obtenido con el método comparativo. En particular,cuando se ha asociado con el método histórico, o los alcanzados con las técnicas de la clasificación y más recientementecon el estructuralismo y la lingüística funcional.Existen múltiples ejemplos de influencia deterministaen disciplinas humanísticas como la lengua, la literatura yla historia. A continuación expondremos algunos casos. ElXIX, cuandoprimero se sitúa en la segunda mitad del siglo nueva revista· 129100el retorno de las humanidadesla gente educada compartía generalmente la idea de quelas leyes de la física no conocen excepciones: ni el principiode Arquímedes, ni la ley de BoyleMariotte, ni la de la gravedad. Los lingüistas —en este caso concreto, los estudiososde las lenguas indoeuropeas—descubrieron o comprobaronque los cambios fonéticos que se detectan en su desarrollohistórico se acomodan a determinados patrones y que enlas diversas lenguas se observan unas determinadas «leyesfonéticas». Tampoco éstas, según esos lingüistas de la escuela de los que se llamaron a sí mismos «neogramáticos»,deberían conocer excepciones, porque están formuladascomo leyes físicas y la palabra es una realidad física, un sonido que se transmite a través del aire.Sin embargo, resulta que la realidad lingüística registranumerosas excepciones a cada una de esas «leyes». Muchasde ellas se explican por razones históricas. Por ejemplo, porque un fenómeno se produce en un momento o una épocadeterminada, tras lo cual el sistema de la lengua se reajustay la «ley»deja de ser obedecida, o por influencias culturaleso por innovaciones tecnológicas, que traen consigo la desviación del valor de una palabra, etc.El segundo ejemplo viene de la mano de otra ciencia degran prestigio por la misma época, la biología, que habíadescubierto y abrazado el principio darwiniano de la evolución de las especies. Enseguida hubo lingüistas que se propusieron acometer el estudio de los cambios o evolución delas lenguas con un modelo epistemológico análogo. Estepatrón es habitualmente aplicado por eminentes lingüistasde atrás adelante —del pasado hasta hoy—, para entenderlos cambios que están documentados por testimonios esnueva revista· 129101antonio fontáncritos, por comparación interlingüística, o por la observación de la práctica de los hablantes.Pero este mismo proceso también se aplica de adelanteatrás en el tiempo, imaginando —en un estado de lenguaanterior o lengua madre del que se estudia— formas hipotéticas que explican el origen de determinadas palabrasXIX, llevarono usos. Hubo sabios que, a mediados del siglo sus inducciones hasta componer textos en un supuesto lenguaje «indoeuropeo», partiendo de las lenguas de esta familia, mediante la comparación de fonéticas, morfologías ysintaxis, guiados en el fondo por los principios de la inexcepciónde la leyes fonéticas y de la evolución biológica. Sigloy medio después, el resultado de esa reconstrucción resultapintoresco. Porque, además, no hay ninguna evidencia deque el «indoeuropeo»haya existido nunca como instrumento de comunicación de una sociedad humana concreta.Imaginemos por un momento que no hubiera ningúndocumento u otro testimonio de la lengua latina, y que unsabio se dispusiera a recuperarlo a partir de las lenguas romances. El resultado sería disparatado, aunque las bases departida del proceso inductivo de reconstrucción hubieransido traducciones correctas en español, italiano, francés,portugués y catalán de un texto de Cicerón. Es lo que ocurriría con cualquier ensayo que se hiciera sobre el alemán—hochdeutsch— y el neerlandés —niederdeutsch— paraobtener la lengua germánica originaria, la lengua actualde ese nombre y el holandés. Este juego se podría hacer contraducciones a estas lenguas modernas, versión del textogermánico auténtico de los juramentos de Estrasburgo, queel cronista Nitardo transcribió en caracteres latinos, dandonueva revista· 129102el retorno de las humanidadeslugar al que quizá es el primer testimonio literario de la lengua alemana.Sin extenderme demasiado, no querría dejar de apuntarun tercer ejemplo. En el éxito del florecimiento de la lingüística estructural hay un cierto reflejo o proyección de loque yo me atrevería a llamar el estructuralismo de la físicamoderna, anterior a la indeterminación de Heisenberg, y asísucesivamente.Como cuarto ejemplo de la influencia determinista enlos saberes humanísticos, podríamos aludir al momento,XIX, en que se dividen los saberes en «cienciasen el siglo de la naturaleza»y «ciencias del espíritu»(después se diríatambién, o alternativamente, «ciencias de la cultura»). Parano pocos cultivadores de los saberes humanísticos ésta seríala tabla que podría salvarles del naufragio en que veían hundirse a sus disciplinas en alta mar, lejos de los seguros refugios costeros de las leyes en que los saberes de la naturaleza podían anclar sus naves.DIVERSIFICACIÓN DE LAS DISCIPLINASLos historiadores de la ciencia —y por tanto también losde la educación— suelen decir que hasta finales del siXVIIno se puede hablar seriamente de especializacionesglo en ambas materias. Descartes y Pascal fueron notables matemáticos y grandes filósofos, y tienen inscritos sus nombrescon caracteres de oro en la historia de tan diversas disciplinas. Hace poco más de medio siglo, las facultades alemanas de ciencias se llamaban Filosofía II, aunque estuvierantotalmente separadas de las de Humanidades o Filosofía I.En España, hasta 1930, en la antigua facultad de Filosofíanueva revista· 129103antonio fontány Letras sólo se conocían tres secciones o especialidades—filosofía, letras e historia—. Hoy se ofrecen unas cincuentatitulaciones distintas en el grado profesional o de licenciatura. En las escuelas o facultades científicas y tecnológicas ocurre algo semejante, quizás incluso con una dispersióntodavía mayor.Esta fragmentación académica no es meramente burocrática ni caprichosa. Es la consecuencia de la crecienteespecialización de las ciencias y las otras disciplinas, a laque se une la complejidad de cada una de ellas, que exigeuna dedicación práctica y pedagógicamente exclusiva. Lamateria o facultad que cada escolar cultive es absorbente ysólo ha de ir acompañada o precedida por el aprendizaje delos saberes básicos correspondientes a ella: matemáticas, física, química, derecho romano, bioquímica, lengua, etc.FUNCIONES DE LAS HUMANIDADESLa gran diversidad académica implica que sería irreal (y probablemente inoperante) pretender introducir disciplinas deHumanidades en los planes de estudio de otras facultades oescuelas. Sin embargo, es un hecho de experiencia que cualquier dedicación profesional de grado académico superiornecesita apoyarse en unas bases filosóficas —lógicas y metafísicas— para la observación y el análisis, poder expresarsecon corrección gramatical, discutir y persuadir con eficaciaretórica —o sea, dominar la lengua— y situar mentalmentela propia tarea científica o profesional en el espacio temporalen que se ejercita, es decir, en la Historia —en la historia general y en la de la disciplina—. Ésas son las funciones quecorresponde desempeñar a las disciplinas humanísticas.nueva revista· 129104el retorno de las humanidadesComo venimos insistiendo, las disciplinas humanísticasno son científicas del mismo modo que las materias experimentales. Y en lo que se refiere al sistema educativo, entodos sus grados, tienen una función distinta de ellas. Lasciencias experimentales están destinadas a dotar al jovenescolar de nuestros días de un lenguaje para leer el libro dela naturaleza y para estudiar la enciclopedia de las innumerables aplicaciones de la tecnología, comprendidas las quepermiten que el hombre, con su acción material o con sufuerza mental, penetre en la naturaleza, utilice su potencialo modifique su curso. Son, por así decir, los saberes del«texto»o ciencias de la naturaleza.Las Humanidades, por el contrario, si se me permite seguir utilizando este lenguaje, serían las disciplinas del «contexto», o los saberes —no me gusta decir ciencias— de lacultura. Las primeras enseñan a uno cuál es su medio y lositúan en él, las segundas le explican qué hace uno ahí, ypor qué y para qué está donde está.CADENCIAS EDUCATIVAS DE HOYEn un sistema escolar en que no se llega a la universidadhasta después de los dieciocho años y donde hay no pocascarreras de cuatro cursos, parece razonable que, para la enseñanza superior, se exija una formación humanística, cultural y técnica, que cubra esas necesidades que podrían llamarse mínimas. Las pruebas de acceso a la universidad tendríanque ser rigurosamente exigentes y estar orientadas a valorarla formación intelectual y cultural que ha alcanzado el aspirante. A los papers o ejercicios escritos, sería ideal que pudieraagregarse una entrevista que no fuera arbitraria. No sería exnueva revista· 129105antonio fontáncesivo aplicar, para la entrada en la universidad, métodos deselección análogos a los que hoy se emplean para acceder aun trabajo. Para que eso se pueda lograr, es absolutamenteindispensable que, en todas las variedades de bachilleratoque se creen como escalón para llegar a los estudios universitarios de cualquier escuela o facultad, los estudios de las Humanidades se lleven la parte del león de la fábula de Fedro.¿Y luego, dentro ya de la facultad o escuela? Siendo realistas, parece que sólo puede pensarse en acciones complementarias. En mi opinión, esto habría de hacerse básicamente en tres líneas. Una es la de las lecciones de docenteso profesionales de otros campos, los seminarios, coloquios,debates, mesas redondas, que muy frecuentemente puedentomar como punto de partida asuntos de actualidad. Porejemplo, al estudiar en las escuelas de ingenieros o militares, o en las facultades de comunicación el caso del submarinoruso, harían falta nociones de geografía e historia delÁrtico, geopolítica, energía nuclear y seguridad, geoestrategia de las grandes potencias, etc. Y así con las crisis energéticas, que necesitan, para ser entendidas, el contexto dela historia de la energía —desde la rueda y la palanca hastael reactor atómico—, la geografía del petróleo, su historiay las proyecciones de futuro, las aplicaciones del derechointernacional político y comercial, etc.Otra segunda línea para la realizaciones de las que hellamado «acciones complementarias»es la colaboración interdisciplinar dentro de la universidad, facultad o escuela,hacedera y de evidente necesidad.La tercera, en fin, es la que se puede poner por obra cadadía en el trabajo académico. La metodología de cualquiernueva revista· 129106el retorno de las humanidadesdisciplina es, sustancialmente, una cuestión filosófica. Lasciencias experimentales trabajan por el método inductivo—inducción primaria y secundaria—, mediante la formulación de hipótesis que han de someterse al banco de pruebasde los hechos, elaborando deducciones lógicas, o clasificandorealidades naturales o hechos de experiencia y tratando deexplicarlos. Todo lo cual remite, en última instancia, a la dialéctica,los «analíticos», la retórica y hasta la política de Aristóteles, que es uno de los grandes padres de las Humanidades que tanto preocupan en estos tiempos.Ya he constatado antes que la academia de nuestra épocaes la continuación de las universidades que nacieron en elXIII. Éstas fueron la institucionalización —legitimadasiglo por el poder público de entonces— de las escuelas que nohabían dejado de existir nunca, por oscuros que hubieransido algunos siglos. Su historia es una sinuosa sucesión dealtibajos en los que no todos los momentos fueron gloriosos.Ocurrió muchas veces que las renovaciones del pensamiento, de las ciencias, de las letras y, en general, de los saberestuvieron lugar al margen de sus claustros. Así sucedió, porejemplo, con el humanismo. Petrarca y Erasmo no fueronnunca profesores. Ni Descartes ni otros muchos de los grandes nombres que jalonan la historia de las ciencias.Pero la Universidad de nuestra época tiene funcionesanálogas a las de los otros períodos de su historia: crearciencia y fomentarla —también los saberes humanísticos—y formar los profesionales de grado superior que demandala sociedad. PUBLICADO EN NUEVA REVISTA N.º 73 (2001)nueva revista· 129107