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Azaña y su modernización fallida

Pablo Hispán

Ensayo de algunos libros publicados sobre Manuel Azaña, una de las personalidades que marcó el s.XX
"Vida y tiempo de Manuel Azaña (1880-1940)" de Santos Juliá

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Pablo Hispán, “Azaña y su modernización fallida,” accessed March 29, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1683.

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Title

Azaña y su modernización fallida

Subject

Literatura e historia de Manuel Azaña

Description

Ensayo de algunos libros publicados sobre Manuel Azaña, una de las personalidades que marcó el s.XX
"Vida y tiempo de Manuel Azaña (1880-1940)" de Santos Juliá

Creator

Pablo Hispán

Source

Nueva Revista 121 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

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Language

es

Type

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Azaña y su modernización fallidaPABLOHISPÁNDOCTORENHISTORIAManuel Azaña fue, sin duda, una de las personalidades que marcó el siglo XXen España. A él le ha dedicado el historiador Santos Juliá una gran partede su labor investigadora. En 1990 publicó Manuel Azaña. Una biografíapolítica,centrada especialmente en su etapa republicana. Una biografíaque se ha considerado como una referencia imprescindible, y que el autor,con injusta dureza la describe como «manca de la guerra y destierro, cojade juventud e hinchada sobremanera de República». A pesar de esas palabras que dirige a su obra, no dejaba de ser una biografía política, y Azañano tuvo más responsabilidades políticas de gobierno que entre abril de1931, que fue designado ministro de la Guerra del Gobierno provisional dela República, y 1939, cuando marchó al exilio como presidente de la República.Desde entonces Santos Juliá se ha convertido en el gran divulgador dela obra de Azaña. Aparte de numerosos artículos sobre el personaje y sutiempo, en 2000 prologó los Diarios completos de Azaña. Una parte de ellos,los conocidos como los Cuadernos robados, se habían publicado en 1997pocos meses después de aparecerentre unos libros pertenecientes a la familia de Franco y ya habían contado con una introducción de Juliá. A comienzos de 2008 han visto la luz las Obrascompletasde Azaña, recopiladase introducidas por Santos Juliá y que amplían y mejoran en mucho las publicadas en México en los años sesenta por el profesor Juan Marichal.El objeto de esta nueva biografía, Vida y tiempo de Manuel Azaña (18801940)es, como el propio autor reconoce, «ofrecer a los lectores de susObras completasun relato continuado de la vida de su autor que ayude asituar los textos». Por tanto, no pretende presentar un Azaña nuevo sino unabiografía más completa de su trayectoria intelectual y política.128NUEVA REVISTA 121De las 552 páginas dedica un poco más de 250 al Azaña anterior a abrilde 1931, por lo que nos encontramos más ante una biografía intelectual queante una biografía política. O mejor, la biografía de un intelectual y su laborpolítica.A lo largo de esas páginas se expone de un modo coherente cómo se vaconfigurando la compleja personalidad del protagonista. Alcalá de Henaresy su familia, los Agustinos de El Escorial, su primer contacto con Madrid y eldoctorado, su labor y las polémicas en el Ateneo, los viajes a Francia comopensionado, su crítica a la generación del 98, su apuesta por el reformismode Melquíades Álvarez y sus diferentes empresas culturales. Para ello, SantosJuliá se vale del enorme aparato documental que se ha ocupado de recogeren la edición de las obras completas y que es una referencia ineludible paracualquiera que quiera acercarse a la época y su protagonista.El interés que despierta la figura de Azaña no es una curiosidad más omenos erudita o una pasión romántica por el personaje y su dramático finalen una habitación un hotel de Montauban alquilada por la legación de México, acosado por los franquistas y acompañado por el obispo de TarbesLourdes.Azaña fue un intelectual, involucrado en las principales polémicas culturales de su época desde muy diversas posiciones —de ahí la importanciade las primeras 250 páginas del libro—, con un programa modernizador nítido y que contó con la posibilidad de llevarlo a cabo desde diferentes responsabilidades como jefe de partido político, ministro, presidente de Gobierno y presidente de la República.No son muy abundantes en la historia de España los ejemplos de empresarios culturalesen puestos de responsabilidad política ejecutiva y, sin duda,Manuel Azaña es quien más importantes los tuvo.Su proyecto modernizador liberalpasaba en el terreno cultural por laruptura con cualquier tipo de influencia católica en la vida pública. La religión católica debería quedar recluida al ámbito privado. Para incorporara España a la modernidad había que romper con la identificación de lo nacional con lo católico, por lo que era necesario «impedir que los frailes129FEBRERO 2009enseñen ciencia y construir una visión de la historia de España liberada del doble fardo de la Iglesia y lamonarquía».Si en el terreno cultural el objetivoera romper con esa identificación, enel terreno institucional Azaña apoyabalas opciones reformistas como alternativa a la política de palacio de Alfonso XIII y a los vicios de la restauraVIDAYTIEMPODEMANUELción. Por ello es de sumo interés elAZAÑA(18801940)retablo de las controversias de la EsSANTOSJULIÁXIXquepaña de comienzos de siglo Taurusofrece Juliá. Una España, no olvideNoviembre de 2008552 páginasmos, que en el campo científico habíavisto cómo, en 1906, uno de sus catedráticos de Medicina de la Universidad Central —Santiago Ramón y Cajal—recibía el Premio Nobel por sus investigaciones, y que en el campo de las relaciones internacionales, en 1919, al constituirse la Sociedad de Naciones,había sido elegida como uno de los primeros cuatro miembros no permanentes del Consejo. Esa España, al mismo tiempo, vivía en una permanentecrisis política de Gobierno.A partir del respaldo del monarca al golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923, Azaña pasó del reformismo de Melquíades Álvarez a promover—literalmente desde la rebotica de la farmacia de Giral— iniciativas quecondujesen a la ruptura del régimen político por medios pacíficos. El conocido como Pacto de San Sebastián de 1930 fue el más logrado de esos proyectos.Eliminación de lo católico de la vida pública, República y un reconocimiento a la pluralidad de la nación, especialmente en el caso catalán fueronlos elementos básicos de un programa que tiene en el radicalsocialismofrancés su principal referente europeo.130NUEVA REVISTA 121PABLO HISPÁNEse era el bagaje intelectual de Azaña cuando, de forma inesperada porla atropellada salida del país de Alfonso XIII, formó parte de la coaliciónque, en palabras de Miguel Maura, recogió el poder del borde del arroyodonde lo había arrojado la monarquía. El 14 de abril era la hora de la verdadde la capacidad transformadora y regeneradora del programa modernizadordel liberalismo español, para lo cual ya se había conseguido uno de los objetivos, el advenimiento de la República. Ahora tocaba dar contenido a lamisma.La rapidez con que el Gobierno provisional, que debía limitarse a gestionar los asuntos del país hasta las Cortes Constituyentes, se puso a tomardecisiones de un calado mucho mayor a los de ordinaria administración erauna demostración de hacia dónde se pretendía dirigir el país. Gobernar considerando inexistente un compromiso internacional del Estado como era elConcordato con el Vaticano, o las reformas militares de Azaña desde el Ministerio de la Guerra que Santos Juliá explica, eran demasiadas ambicionespara un Gobierno sin más base legítima en esos momentos que la congregada en la Puerta del Sol de Madrid.Con una política de luces cortas, los principales dirigentes del Gobiernoprovisional confundieron la República con un proyecto político y culturaldeterminado y exclusivo. Ya ha contado Fernando de Meer en el clásico Lacuestión religiosa en las Cortes Constituyentesde la II Repúblicacómo los dirigentes republicanos rechazaron alcanzar un compromiso con una Iglesiaespañola a la que el Vaticano había dado instrucciones de mostrar lealtad alnuevo régimen político. Además, muchos de sus prelados, singularmente elarzobispo de Tarragona, Vidal i Barraquer, se mostraban dispuestos al entendimiento y en todo momento contaron con el apoyo del nuncio Tedeschini.Laicos como Ángel Herrera Oria, entonces director del Debate, al que Azañaen sus Diarios cataloga como «jesuita de capa corta», también hicieron gestiones en esta dirección. Lamentablemente, para algunos era la hora de lamodernización, no de la concordia.Santos Juliá acierta al definir los contornos del España ha dejado de sercatólica que pronunció Azaña la tarde del 13 de octubre de 1931, es decir,131FEBRERO 2009AZAÑA Y SU MODERNIZACIÓN FALLIDAel elemento católico había dejado de ser el principal principio informador dela cultura española. Esto había ocurrido en una España que había otorgadoa la Iglesia diversos privilegios a través de un Concordato firmado en 1851y que como ya he dicho, el Gobierno provisional dio por inexistente. Si conestos mimbres España había dejado de ser católica,¿por qué era necesarioexpulsar a los jesuitas y tratar de someter al resto de órdenes religiosas?El propio Azaña, en ese mismo polémico discurso sobre el artículo 26 definió su objetivo: «a mí lo que me interesa es el Estado soberano y legislador». Su proyecto modernizador —como el de tantos otros liberales— no estaba orientado a permitir que la vida libre y plural de la sociedad española,sin interferencias de ningún tipo, pudiera discurrir con plenitud en todas susdiversas manifestaciones y posibilidades, sino, precisamente, a dirigir, ordenar y encauzar a la sociedad desde el Estado en una determinada dirección.Esa voluntad dirigista y excluyente, que su compañero de partido RuizFunes —que había sido miembro de la Comisión Constitucional del Congreso— en un momento de excitación partidista reclamó durante la Asamblea de creación de Izquierda Republicana de 1933 con un «¡Viva nuestra República, la República izquierdista del 14 de abril!», como recoge Santos Juliá.Al igual que lo hace con la maniobra política que llevó a la destitución deAlcalá Zamora como presidente de la República y su sustitución por el propio Azaña, en un momento que el autor entiende «no era el más oportuno».La guerra civil, en cuanto tuvo de fracaso para quienes en 1931 habíanintentado cambiar la historia de España, supuso un profundo trauma paraAzaña. Bajo esas circunstancias y a pesar de las permanentes dificultadespolíticas por la heterogeneidad de los miembros del bando republicano yde sus controversias con Negrín, tuvo momentos de gran lucidez. Lucidezcomo para pronunciar ese discurso que todavía hoy nos conmueve a muchos reclamando «paz, piedad y perdón», o para buscar una mediación internacional que acabase con las atrocidades desencadenadas como consecuencia de la rebelión militar. Una mediación que contaba con el apoyo delVaticano pero que era rechazada por Gran Bretaña debido a que su política de apaciguamiento pasaba por reconocer un papel de relevancia a Italia132NUEVA REVISTA 121PABLO HISPÁNen la política mediterránea, y en cierto modo, dejando a España bajo suNo son muy abundantes en la historia de España los ejemplos de emesfera de influencia.presarios culturales en puestos deTambién para ser consciente deque «los españoles tendrán que conresponsabilidad política ejecutiva.vencerse de la necesidad de vivir juntos y de soportarse a pesar del odiopolítico. Si lo hubiesen comprendido así a tiempo, nos habríamos ahorradotodos estos horrores».En 1978, tomando como ejemplo los errores de 1931, los padres constituyentes sí supieron encontrar un terreno común de convivencia para quecada cual desarrollase sus propias empresas culturales. Al fin y al cabo la historia sirve, y de mucho. No para anclar proyectos políticos por medio dereinvenciones de la historia, sino para conocer las decisiones libres que tomaron hombres y mujeres ante problemas que siguen siendo los nuestros.Azaña no fue el más brillante de los intelectuales de su generación ni,como he dicho más arriba, su labor de gobierno fue dilatada en el tiemponi su partido político fue el más votado. Pero como intelectual y como político, los problemas que se planteó fueron los problemas de la modernidad;la europeización del país, el papel de la religión en la vida pública, la convivencia en un Estado plural, la mejora del papel de las instituciones, laorientación de la educación..., en definitiva, problemas que son la médulaespinal de nuestro tiempo, los que polarizan cualquier sociedad plural contemporánea. De ahí el interés que sigue despertando su figura. 133FEBRERO 2009AZAÑA Y SU MODERNIZACIÓN FALLIDA