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Yo prometo

Gaspar Atienza

Sobre los cambios que quiere llevar a cabo Barack Obama como presidente de los Estados Unidos.

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Referencia

Gaspar Atienza, “Yo prometo,” accessed April 25, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1682.

Dublin Core

Title

Yo prometo

Subject

Presidente para Estados Unidos

Description

Sobre los cambios que quiere llevar a cabo Barack Obama como presidente de los Estados Unidos.

Creator

Gaspar Atienza

Source

Nueva Revista 118 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

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PARA CAMBIAR EL MUNDOYo prometoGASPARATIENZAANALISTAINTERNACIONALarack Obama quiere cambiar los Estados Unidos y de paso elmundo, pero ¿hacia dónde lo quiere guiar? ¿Qué significa cambioBpara él? ¿Qué decisiones tomaría para mejorar la sanidad americana, lacrisis económica o los conflictos de Oriente Medio? ¿Qué haría para frenar la subida del precio del petróleo? Y los votantes americanos, ¿quémedidas pueden esperar de él? Aunque Obama parezca encaminado a liderar la Casa Blanca, son todavía muchos los que le consideran un político impredecible que vende humo con su elegante retórica. En estemismo número José María Areilza escribe que el senador por Illinoisha conseguido representar muchas cosas para gente muy diversa; recientemente David Brooks, del New York Times,le caracterizaba comoun político con múltiples personalidades, capaz de combinarlas y cambiarlas sin problema. Los conservadores le siguen criticando y calificando de peligroso liberal de izquierdas; los americanos más ignorantesle creen un musulmán ferviente, y para los demócratas Barack es el unificador de un partido dividido en elecciones pasadas y el encargado dereconducir el país por el camino marcado por sus padres fundadores. Sujuventud, falta de experiencia (sólo cuatro años como senador en Washington DC) y elocuencia, en lugar de afinar su mensaje contribuyen aacrecentar su leyenda (positiva o negativa, según sea el caso) y aquellos que quieren saber específicamente qué medidas fiscales, económicas o sociales tomaría si fuera elegido presidente tendrán que votar porél para averiguarlo. Es el precio que hay que pagar para cambiar elmundo, al menos por ahora.NUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 37]Gaspar AtienzaAún no está claro qué decisiones tomaría Obama para remediar la subida del precio del petróleo —si es que esto es posible—, paliar la crisiseconómica o para redistribuir la riqueza americana más equitativamente. Tampoco ha indicado de dónde obtendría los fondos necesarios parafinanciar la ampliación de la sanidad pública a todos los americanos ocómo retiraría las tropas de Irak sin que el país se sumerja en el caos y laguerra civil, aunque éstas sean las iniciativas estrella de su campaña. Yno resulta fácil anticipar algunas de estas cuestiones, no sólo porque elcandidato no haya dedicado mucho tiempo a explicarlas, sino porque havariado su discurso y dado marcha atrás en algunas promesas de inicio decampaña que han resultado imposibles de mantener. No obstante, nuestra incapacidad para prever los detalles de su posible presidencia no esnecesariamente un aspecto negativo de su candidatura: no parece haberrazón para la impaciencia si Obama hace política en la forma prometida,es decir, pausada, razonada, lejos de extremos ideológicos, buscandoconstruir puentes hacia el partido republicano y reunir el apoyo del máximo número de legisladores, y no adoptando decisiones rápidas con repercusión mediática pero nulo efecto político, social o económico.Al fin y al cabo el cambiopropuesto por Obama no debe buscarse enel detalle de sus propuestas: pretende ser un cambio total en la formade hacer y entender la política. Una de las novedades es que a diferencia de las decisiones de Bush, las suyas no vendrían definidas previamente por la ideología reinante, si no que se elaborarían en atención alas circunstancias, datos y necesidades de cada momento sin condicionamientos de partido. Medidas que apelen a políticos en busca del interés de la nación antes que el de sus respectivos partidos, medidas que,en definitiva, no nacerían cegadas por los principios más liberales (enla interpretación americana del término) del partido demócrata. Claroque en política lo más discutible es la definición del interés nacional, ycada decisión dependerá de cómo se interpreten dichas circunstancias,datos o necesidades. En esta materia, no obstante, Obama responde coninteligencia y firmeza.Según un estudio realizado por el National Journal, en 2007 Obamaha sido el senador americano más situado en la izquierda política. PeroNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 38]Yo prometoObama no es un candidato fácil deBarack ha comprendido quecatalogar desde el punto de vistaalos Estados Unidos lesideológico; gran parte de su discurrecordarán tanto por la formaso y de su apoyo se nutre de indeen que entraron en Irak comopendientes e ideas moderadas, y suspor la forma en que salieron.asesores no representan el ala radical demócrata al estilo que lo hacíanlos halcones de Bush en el bandoconservador. En todo caso, Obama contrarresta su récord de votacionesliberales con su discurso pospartidista, y se refugia en debates abiertospero complejos sobre la raza, la religión o los principios fundacionalesdel país para de esta forma evitar valorar o discutir en profundidad la subida de impuestos propuesta para los más ricos y la financiación de la sanidad pública de inmigrantes, por poner un ejemplo, con subsidios federales. No es fácil elaborar propuestas concretas cuando se quierecambiar la política en general y el mundo en particular.Obama quiere acabar con el histórico problema de la sanidad pública extendiéndola a todos los americanos, pero no ha aclarado cómo recaudará todos los fondos necesarios; con la subida de impuestos que haprevisto para el 20% de la población con mayores ingresos obtendríaunos 700 miles de millones de dólares que posiblemente serían insuficientes para su financiación. A este tipo de insuficiencias de programase enfrenta Obama en campos clave como la seguridad social, la políticaenergética, la política exterior y la política fiscal. Y las dificultades aumentan: su equipo puede pensar que para ganar las elecciones no necesita —ni debe— elaborar propuestas definidas en términos energéticoso económicos, pero la realidad es que en dos cuestiones en las que sí sedefinió claramente —NAFTAy financiación pública de la campaña— elcandidato ha cambiado su discurso y arriesgado el valor de su palabra.En el terreno económico Barack, que ha pasado de querer rompercon NAFTAa alabar el tratado de libre comercio norteamericano, aúnestá empezando. Poco después de asegurar su candidatura contrató aun nuevo asesor, Jason Furman, procedente de la Brookings Institution, con el encargo de elaborar propuestas económicas de consenso yNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 39]Gaspar Atienzamoderadas. Dicho asesor debe fomentar un nuevo debate económicocon el objetivo de definir las medidas que serán necesarias para reparar el desastre fiscal de los años de Bush, y, aún más difícil, diseñaruna agenda económica que además de romper con el pasado venda elsueño de un mejor futuro económico. Pero su indeterminación económica es compartida por McCain; el candidato republicano, trasoponerse hace años a las exenciones fiscales para las personas con mayores ingresos diseñadas por la Administración Bush ha decididoahora hacerlas permanentes, sin molestarse en aclarar de dónde vendrán los fondos que se pierden por esta vía.En política exterior, en cambio, la falta de concreción de Obama sícontrasta con la simplicidad de las propuestas de McCain. Las ideas generales de Obama concuerdan con la política americana tradicionalprevia a Bush —multilateralismo, moderación y diplomacia— pero enel tema de Irán, por ejemplo, no sabemos qué haría si este país reiniciara sus proyectos nucleares de forma encubierta o se interpusiera másabiertamente en la reconciliación iraquí. Las relaciones de McCain conTeherán sí son predecibles: oposición, ausencia de diálogo, sanciones ydureza... y sus resultados son conocidos puesto que su política sería similar a la actual —Irán es hoy más fuerte que en 2002 y Oriente Medioun polvorín de difícil solución—. Por su parte, sabemos que Obama sereuniría con los líderes iraníes «sin precondiciones», pero ¿qué debatiría? Como ejemplo de diálogo con un líder de ideología opuesta el senador por Illinois ha citado la reunión de JFK con Kruschev en Vienaen 1961, pero no parece que se pueda comparar al líder soviético conAhmadineyad, ni que Obama recuerde que el mismo Kennedy confesóhaber recibido una paliza del soviético. Entonces, la impresión queKruschev se llevó del joven presidente obligó a éste a enfrentarse a unproblema terrible: «If he thinks I’m inexperienced and have no guts,until we remove those ideas we won’t get anywhere with him. So wehave to act». A diferencia de la de McCain, la política exterior deObama puede ser novedosa, y puede, por ello, traer efectos diferentes.La novedad conlleva un riesgo, y considerando la actual situación deOriente Medio los electores americanos quizás opten por elegir unNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 40]Yo prometonuevo camino, aunque no estén seguros de adónde les lleva. De todasformas para algunos su poca experiencia en este campo no importa,pues, como dice el senador Joe Biden —defensor de Obama y expertoen relaciones internacionales— el candidato aprende mucho y rápido.Tampoco está claro cómo Barack retiraría las tropas de Irak sin cederante los terroristas, la presión iraní y la política siria. La mejora de lasituación y la crítica ante un repliegue excesivamente rápido (Obamahabía pedido la salida para marzo de 2008) le ha hecho ajustar su discurso hacia una retirada militar «responsable y gradual». Este ajuste depalabras ha permitido a los republicanos tacharle de inconsistente yoportunista, pero en realidad el candidato sólo ha moderado su discurso persiguiendo el mismo fin. La cuestión es salir de Irak lo antes posible, pero dejando el país con un sistema democrático que funcione. Alfinal Barack ha comprendido que a los Estados Unidos les recordarántanto por la forma en que entraron en Irak como por la forma en que salieron.En la cuestión de Hamás, McCain, a diferencia de Obama, es nuevamente muy previsible: para él, Hamás es un grupo terrorista que sólopuede ser derrotado por la fuerza. Para Obama, en cambio, es algo másque un grupo terrorista, es también un partido político que ejerce unafunción social. Pero mientras que la actitud de McCain no requierecomplicaciones estratégicas, la de Obama exige una respuesta compleja, difícil y peligrosa, que aún está por llegar. Por ahora ha respondidocon fuerza al simple argumento republicano de separación entre «buenos» (americanos y aliados) y «malos» (Hitler, Hamás y el presidenteiraní, todos en el mismo cesto), pero aún debe indicar qué cree él que sepuede hacer para establecer un estado palestino que integre un Hamásdesarmado que reconozca la existencia de Israel.Un último apunte: la política energética de Obama estaría más enfocada hacia las energías limpias y el bioetanol que las de Bush y McCain,y aunque en este apartado también pueden faltar propuestas concretas,sí sabemos que, al menos, no perforaría el fondo oceánico de las costasde Florida y California para extraer petróleo a diez o quince años vistacon un enorme coste económico que no ofrecería ningún remedio a losNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 41]precios del petróleo de hoy ni a las dificultades energéticas del mañana.McCain, que ha realizado esta propuesta a pesar de haberse opuesto aella durante muchos años, ha confesado que no busca un impacto económico sino psicológico, que, en última instancia, produzca un efectoeconómico.Para sacar partido de la falta de precisión de Obama, McCain le haretado a salir de la televisión —medio en que el demócrata es superior— y debatir en pequeños foros abiertos e informales en los que el público interviene y exige de los candidatos improvisación, intuición yconcreción en lugar de grandes y elocuentes discursos sobre la igualdad,la raza o el futuro de la nación. McCain lleva más de veinticinco añoshaciendo esta clase de reuniones públicas y es un experto en las mismas;Obama tendrá que aprender a llevar este mano a mano y responder a losciudadanos con propuestas quizás menos elocuentes pero más específicas. Vencer en estos debates y descender a la tierra no será fácil, pero esuno de los inconvenientes de intentar crear una nueva forma de hacer?política.GASPARATIENZANUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 42]