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La falacia de los embriones híbridos

Natalia López Moratalla

De cómo un lobby de intereses desfavorables hacia la Iglesia trata de convencer de la culpabilidad que tiene en que la ciencia no progrese.

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Natalia López Moratalla, “La falacia de los embriones híbridos,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1673.

Dublin Core

Title

La falacia de los embriones híbridos

Subject

Temas de reflexión: Ciencia versus Iglesia

Description

De cómo un lobby de intereses desfavorables hacia la Iglesia trata de convencer de la culpabilidad que tiene en que la ciencia no progrese.

Creator

Natalia López Moratalla

Source

Nueva Revista 118 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

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TEMASNatalia López MoratallaPARA REFLEXIONARLa falacia de los embrioneshíbridosNATALIALÓPEZMORATALLACATEDRÁTICADEBIOQUÍMICAYBIOLOGÍAMOLECULARa cuestión de los llamados «embriones híbridos» forma parte de losengaños programados por el lobbypro uso y destrucción de embrioLnes humanos, ese colectivo que se caracteriza por hacer falsas promesasde curar graves enfermedades degenerativas con los materiales biológicos obtenidos de seres humanos de pocos días de vida. Su trabajo hasido un fracaso estrepitoso, ya que estos materiales no sirven ni en terapia, ni se les encuentra utilidad en investigación. Como corresponde aun lobby con estos intereses, los que lo forman afirman que la Iglesiacatólica es de nuevo (en este caso de la mano de la Sociedad para laProtección de niños no nacidos de Gran Bretaña) la que tiene la culpade que la ciencia no progrese.El primer paso consiste en propagar la crueldad de los «creyentes»que se oponen a la curación de diabéticos, enfermos de parkinson, etc.,por el simple hecho de que para ello es necesario trocear embriones. Esverdad que existen fuentes de células madre «jóvenes»: las propias delorganismo, las células madre de un adulto, con las que se han dadograndes pasos para un uso terapéutico. Pero al hablar exclusivamente decélulas madre omitiendo el adejetivo «adultas», la investigación con células embrionarias se intenta apropiar del éxito de aquéllas.Es una vieja estrategia, como también es viejo el tema de los híbridos. Los cultivadores de las ciencias de la vida hemos entendido siempre, y seguimos entendiéndolo así, que un híbrido es el descendiente queresulta del cruzamiento sexual entre dos individuos, macho y hembra, deNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 78]especies tan cercanas —más bien razas dentro de una especie— comopara permitir que la mitad de la dotación genética proceda de uno y laotra mitad de una. Lo que recientemente se aprobó en la Cámara de losComunes es otra cosa bien distinta.El permiso para crear híbridos humanoanimal es otra chapuza másen el marco de la denominada «clonación terapéutica». Otro fracasototal. Pero continúa la obsesión de disponer mediante clonación (aunque no se sepa muy bien para qué hacen falta) de células que tengan enestado embrionario la dotación genética por ejemplo de un enfermo. Laconveniencia o necesidad para la investigación de esos tipos celularesse ha resuelto ya brillantemente «rejuveneciendo» las células de unapersona enferma o sana. Son las células iPS (células madre con pluripotencialidad inducida).Por segunda vez en este campo, la verdad termina por aflorar: quienquiere investigar en biomedicina empieza por no destruir a unos con elpretexto de, tal vez algún día, curar a otros. Pero de nuevo se difundiráa bombo y platillo que los que se oponen a clonar seres humanos son losque frenan la ciencia. En algunas ciudades españolas, así como en Londres y Newcastle, se busca desesperadamente conseguir la dotación económica para un proyecto obsoleto: inducir la conversión de una céluladiferenciada en una pluripotencial embrionaria mediante la tecnologíade transferencia del núcleo de la célula diferenciada a un óvulo desnucleado, es decir, por clonación.No ha salido, ni parece que vaya a ser factible clonar un ser humano.No se consiguen buenas células de tipo embrionario cuando se pasan aun óvulo los materiales genéticos de una célula del cuerpo de un adulto.Y aparece la otra peliaguda cuestión que arrastra esta tecnología: se requieren mujeres jóvenes donantes de óvulos. Se han usado ya miles deóvulos humanos e intentando eludir la información acerca de que el tratamiento a que deben ser sometidas las donantes tiene el riesgo del síndrome de hiperestimulación ovárica. Pero aun silenciado el tema deldaño ocasionado, la donación de óvulos a cambio de una contraprestación económica empieza a tener mala imagen. Una cosa es el altruismo,orquestado por los centros de fecundación in vitro, de donar óvulos paraNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 79]Natalia López Moratallahacer feliz a una mujer madura que quiere ser madre cuando se acerca alplazo limite impuesto por la naturaleza, y otra cosa es ser conejos de Indias para la investigación.Y aquí aparecen de nuevo, o más bien como gran novedad, los «embriones híbridos». Con el fin de no usar oocitos humanos se ha tratadode transferir núcleos de células humanas a oocitos de animales. Esto yase intentó sin éxito anteriormente. De hecho, en 1998 la compañía ACTanunció haber usado oocitos bovinos para reprogramar células humanasy desarrollar así líneas de células embrionarias, pero la línea se perdió enel camino (Science, 20 de noviembre de 1998); Cibelli invirtió tres añospersiguiendo la transferencia nuclear humana en bovinos sin éxito. Mástarde, en 2003, Hui Zhen Sheng, de la Shanghai Second Medical University, publicó en la revista china Cell Research(vol 13, pp. 251263)que había obtenido células troncales embrionarias humanas rejuveneciéndolas en oocitos de coneja. No se supo más de estas células.¿Cuál puede ser el resultado de esa transferencia nuclear? Un híbrido en sentido literal no, pues no es mitad genética de uno y mitad deuna. Sería genéticamente 99% humano y 1% animal. Si llegara a constituirse un individuo vivo se trataría de un clon. Y si llegara a ser un verdadero embrión clónico sería un embrión inviable lleno de anomalías.Primero, porque el ADNde las mitocondrias del animal sería incompatible con el ADNhumano de la célula donante del núcleo; y segundo,porque ni siquiera con óvulos de mujer se ha logrado un embrión real.Afortunadamente para la humanidad, la clonación por transferencianuclear y reprogramación del genoma en el interior de un oocito (de lamisma o de otra especie) dista mucho de ser una técnica lograda. Por unaparte, no sabemos «reprogramar» artificialmente la información genética de una célula adulta para poder generar un organismo humano. Elcuerpo humano está programado «hacia delante». Por eso, si una céluladel organismo va hacia atrás el resultado es un tumor y no otro individuo. Al menos por ahora, la todopoderosa biotecnología de la reproducción se aburre en este campo.Por otra parte, la generación de animales por clonación es sumamente ineficiente,la mayoría mueren antes de la implantación y tienenNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 80]La falacia de los embriones híbridosgraves anormalidades. Y los primates presentan una especial dificultada la reprogramación, debido entre otras causas a la peculiar formacióndel plano de la primera (o primeras) división celular que conduce al embrión bicelular, tetracelular, etc.Los conocimientos actuales sobre la clonación por transferencianuclear a óvulos (ahora denominados «embriones híbridos») ponen demanifiesto la utopía de la clonación terapéutica. Supongamos que enel caso humano no se consigue crear por transferencia nuclear un verdadero embrión y que tenemos garantías de que el resultado de estatecnología es un «pseudoembrión clónico», un cuerpo embrioide ocomo se quiera designar). Supongamos que se logre in vitrodesarrollarese conjunto celular de forma que se generen estructuras orgánicas quemadurasen correctamente las células de tipo embrionario. ¿Qué se requeriría para que las células de un paciente pudieran reprogramarse,confeccionando un pseudoembrión clónico, del cual obtener célulasmaduras específicas para trasplantárselas y que sustituyesen a las destruidas por la enfermedad? En primer lugar, crear un clon (pseudoembrión clónico o híbrido) para cada paciente. En segundo lugar, parausar las células en tratamientos, habría que tener la seguridad de que lareprogramación no ha afectado la expresión de los genes. Para ello, seprecisaría un control de calidad para cada tipo celular desarrolladodesde la célula reprogramada y diferenciada de cada paciente. La limitación de no tener un test para determinar la normalidad de las células del clon llevaría a la necesidad de desarrollar los pseudoembrioneslo bastante como para poder analizar sus tejidos. Supondría implantarvarios clones en úteros animales y extraerlos en diferentes tiempos paraobservar su desarrollo y predecir así qué tejidos podrían ser usados enun trasplante.Resulta demasiado pintoresco para la medicina utilizar un métodoterapéutico que aporta como fármaco biológico un elenco de células quepueden tener más errores genéticos que las células que trata de reemplazar. Demasiado pintoresco para los investigadores en biomedicina lapropuesta de trabajar con unas células artificialmente anormales paraestudiar la normalidad, o anormalidad, natural.NUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 81]Afortunadamente para la humanidad la naturaleza es especialmente terca y pone sus propios límites a las curiosas (por no decir estrambóticas) ideas de algunos. La confianza en la terquedad de la naturalezaalivia mucho. No se trata tanto de preguntarse dónde detendremos a loscientíficos; qué pedirán a la sociedad después de que se les concedacrear híbridos. Se trata de no dejarse engañar en dos puntos clave:1) La biotecnología, por avanzada que sea, no ha creado nada. Ha tomado «algo» del patrimonio genético de un ser vivo (a veces destruyéndolo) para ponerlo en otro sitio. La agricultura y la ganadería, durante siglos, han conseguido frutos híbridos y cruzado animales de razas diversas;pero no han creado híbridos de vaca y conejos o conejos y ratones... Estaafirmación no quita que cualquier intento de borrar algún límite genético, por simple que sea, entre un hombre y cualquier animal tenga un carácter que repugna. La dotación genética aporta a cada individuo su identidad biológica. ¿Qué derecho puede asistir a quien pretendiera que un serhumano tuviera algo de identidad vacuna? No basta decir que se pretende generar un embrión híbrido y no un ser que pueda desarrollarse y nacerhasta convertirse en una especie de hombre anormal. Es o no es un híbrido hombreanimal; y si es un ser humano no existe derecho alguno adestruirlo, después de creado, por muy híbrido de vaca que fuera.2) Los científicos, en su inmensa mayoría, son gente más seria. Sólouna minoría pretende hacer creer que «uno investiga porque tiene unacorazonada y es así como avanza la ciencia. No siempre acertamos—dice el científico y diputado laborista Ian Gibson—pero, si miran elmundo de hoy, verán que sin eso no tendríamos hoy en día las mismasterapias médicas». La metodología de la ciencia obliga al científico aanalizar racionalmente sus corazonadas antes de llevarlas a la prácticay los responsables de la política científica tienen obligación de apoyarproyectos racionales y razonables; tienen el deber, que les confía la sociedad, de apoyar aquellos proyectos que son razonablemente prioritarios para el progreso biomédico.La amenaza de crear «embriones híbridos» es una cortina de humopara desviar la atención de un fracaso tecnológico amparado y protegi?NATALIALÓPEZMORATALLAdo por fines ideológicos y políticos. NUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 82]