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El partido de McCain

Ramón Pérez-Maura

De cómo el partido republicano ha ganado durante casi tres décadas las elecciones menos en una ocasión. El senador McCain, candidato de este año, y su entorno ideológico.

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Ramón Pérez-Maura, “El partido de McCain,” accessed April 23, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1666.

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Title

El partido de McCain

Subject

Retos republicanos

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De cómo el partido republicano ha ganado durante casi tres décadas las elecciones menos en una ocasión. El senador McCain, candidato de este año, y su entorno ideológico.

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Ramón Pérez-Maura

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Nueva Revista 118 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

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LOS RETOS REPUBLICANOSEl partido de McCainRAMÓNPÉREZMAURAPERIODISTAurante veintisiete años, es decir, durante casi tres décadas, EstadosUnidos ha tenido tres presidentes republicanos y uno demócrata.DEs decir, ha tenido tres presidentes provenientes de las filas naturalesdel conservadurismo y uno de las de la socialdemocracia. Tan relevante apreciación ideológica queda —sin duda— muy matizada si tenemos presente que desde 1976 todos los ticketselectorales republicanosde las elecciones presidenciales norteamericanas han ostentado el apellido Bush o el apellido Dole. Y en ocho comicios presidenciales esose ha resuelto con tres personas distintas. Bob Dole fue candidato avicepresidente en 1976 con Gerald Ford como cabeza de cartel y a presidente en 1996 con Jack Kemp como segundo. Fue derrotado enambas ocasiones. George Bush padre fue candidato a vicepresidente en1980 y 1984 como segundo de Ronald Reagan y a presidente en 1988y 1992 con Dan Quayle como acompañante. Ganó las tres primerascitas y perdió la última. George Bush hijo fue el candidato republicano en 2000 y 2004 con Dick Cheney como compañero de fórmula.Ganó ambos comicios. Dos apellidos y tres personas marcan más detres décadas del conservadurismo norteamericano. Aun en el supuesto de que concediéramos un inconmensurable valor a las tres personas en que se encarnan esos dos nombres resulta difícil imaginar comomodelo universal de democracia una república en la que el partido quemás tiempo ha gobernado en las tres últimas décadas ha competido—y en muchas ocasiones conquistado esas altas magistraturas— pormedio de dos familias. NUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 30]Pero tan aparente hecho puede ser de muy inferior relevancia si loanalizamos desde un punto de vista más político. El Partido Republicano o Grand Old Party (GOP) ha sido una máquina ideológica de unaenorme potencia desde la década de 1980. O quizá sea más exacto decirque fue una turbina ideológica que llegó al poder en 1980 con RonaldReagan tras décadas de trabajo y debate propulsados por William F. Buckley. Y es de destacar, también, que esta de 2008 es la primera elecciónpresidencial tras la muerte de Buckley, el padre de todos los conservadores, acaecida el pasado 28 de febrero. Buckley jugó un papel decisivoen la década de 1960 —fruto de la fundación por el propio Buckley dela revista National Reviewen 1955— en la articulación del pensamiento conservador, fusionando principios conservadores clásicos con ideaslibertarias. De Buckley llegaría a decir Ronald Reagan en un homenajeque le hizo durante su presidencia que «fue el Moisés que apartó lasaguas para que los conservadores pudiéramos llegar a la tierra prometida» y es muy relevante cuán incómodo se sintió en los últimos años conel auge de posiciones políticas promovidas por los neoconservadores. Los conservadores clásicos, los que llevaron al poder a Reagan, estaban acostumbrados a vivir bajo la amenaza constante de la tiranía soviética. Y si fueron capaces de dar una gran victoria a Occidente fueporque al fin Ronald Reagan se rebeló y plantó cara a una amenaza queperduraba desde hacía ya demasiado tiempo. Pero una de las sorpresasdel debate ideológico post 11S fue la de ver a Buckley ubicado frentea la Administración Bush por su intervención en Irak. El gran patriarca conservador se mantuvo en franca oposición esencialmente porqueconsideraba que la intervención no se había hecho bien. Y en ese análi sis cuenta con el respaldo de cualquiera. Pero la gran diferencia de Buckley con otros de su entorno ideológico, como por ejemplo el senadorMcCain, el seguro candidato republicano de este año, era que no da bauna salida clara para la cuestión iraquí, mientras que el senadorde Arizona proponía lo que al fin hizo la Administración Bush con un éxitoque cada vez parece menos contestado: promover una intervenciónmejor dotada con unos objetivos políticos mejor definidos. Es decir, loque los neoconservadores habían propuesto desde la primera hora y elNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 31]Ramón PérezMaurasecretario de Defensa Donald Rumsfeld había ignorado con perseverancia digna de causa más necesitada.Uno de los grandes logros de Buckley —y de su alumno más aventajado, Ronald Reagan— fue el de unir en torno al Partido Republicano a elementos de todo el espectro de centro derecha, contribuyendoasí a enraizar al GOPen el conservadurismo y dejando —por defecto—las posiciones socialdemócratas para el Partido Demócrata. Recuérdeseque en las décadas de 1950, 1960 y 1970 no era extraño encontrar entrelos republicanos muchos congresistas con posiciones claramente a laizquierda y lo contrario entre los demócratas. De hecho, la única vezque Buckley saltó directamente a la política como candidato fue cuando en 1965 compitió por la alcaldía de Nueva York por el neo nato Partido Conservador. Lo que le movió a hacerlo era que el candidato republicano, John Lindsay, era un hombre abiertamente de izquierda.Cuatro décadas después el perfil ideológico de ambos partidos estámucho mejor definido, y aunque sigue habiendo excepciones, es raroencontrar ejemplos de cargos electos ideológicamente muy desubicadosen sus partidos —aunque los hay—. Es aquí donde entra el factor demayor distorsión en esta campaña: John McCain. El senador McCainentró en política como rendido admirador del presidente Reagan. Eraun entusiasta de su firmeza frente a la amenaza soviética y de su orgullode ser norteamericano. McCain era —y es— un firme creyente en lanecesidad de intervenir frente a las tiranías que oprimen a sus pueblos.Por eso en 2000, cuando compitió contra el gobernador Bush por lanominación republicana, McCain era el candidato respaldado por losneoconservadores. Bush sólo se alió con ese ámbito ideológico cuandohubo de articular un discurso frente a la irrupción del terrorismo en territorio norteamericano. A la fuerza ahorcan.Durante los últimos treinta años el Partido Republicano ha sido elpartido de las ideas. Su ventaja sobre los demócratas en la formulaciónde un discurso que entronque con las necesidades de los norteamericanosy responda a los retos que llegan desde fuera del país ha sido evidente.Quizá se esté dando por primera vez una fisura en esa bien cimentada arquitectura ideológica. Y es que el entronque de los neoconservadores conNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 32]El partido de McCainlas familias clásicas del movimiento conservador simplemente no se hadado. Los padres del neoconservadurismo como John Podhoretz o IrvingKristol vienen de la izquierda militante. El propio Podhoretz describemuy bien su caída sauliana del caballo en su libro World War Four. Estepujante grupo ideológico, que controla una potente fundación, el Ameri can Enterprise Institute y una influyente revista, The Weekly Standard,ubicada en el ámbito mediático de Rupert Murdoch, da una enorme preeminencia a la política exterior. En asuntos internos son mucho más flexibles. Lo relevante, en esta elección de 2008, es que al redactar estas líneas en los primeros días de julio, el senador McCain se ha alineadoabiertamente con la mayoría de las posiciones políticas relevantes de losneoconservadores y eso no necesariamente será algo que le ayude aganarel 4 de noviembre. Porque son muchas las envidias que la pujanza neoconservadora genera en otras familias ideológicas del Partido Republicano.Añadamos a ello que la antaño todopoderosa derecha evangélica,decisiva en la victoria de Reagan, juega hoy en ligas menores, pero sabebien que sigue siendo imprescindible para que el candidato republicano pueda ganar. Decir que la relación de McCain con ese sector es mejorable sería un understatement. Y con 55 millones de votantes registrados como republicanos —lo que equivale a aproximadamente unatercera parte del electorado y le convierte en segunda formación en numero de miembros— el equipo de McCain sabe que no puede permitirse perder un solo voto. El maestro de las victorias electorales del presidente Bush, KartRove, construyó su victoria electoral de 2004 —la más alta votaciónjamás alcanzada por un presidente norteamericano— sobre la base deidentificar distritos electorales de clara implantación conservadora enlos que la participación electoral hubiera llegado, como máximo, sóloa la media nacional. Fue ahí donde puso todo el esfuerzo incitando asalir a votar a todo el mundo —casi sin preguntar por quién lo iban a hacer—. La radiografía electoral era tan claramente favorable que seantojaba imposible que una alta participación no favoreciese al candidato republicano. Rove definió una nueva forma de hacer campañasNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 33]electorales que este año intentaránMcCain se ha alineadoponer en práctica republicanos yabiertamente con la mayoríademócratas. Pero lo que es seguro esde las posiciones políticasque mostró nuevas formas de llevarrelevantes de losa las urnas votantes favorables sinneoconservadores y eso necesidad de perder el tiempo enno necesariamente será costosas prospecciones para averialgo que le ayude a ganar guar si se estaba motivando a unelector favorable o contrario.el 4 de noviembre.Los norteamericanos tienenansia de cambio. Parece evidenteque quien mejor lo puede encarnar es Barack Obama. Pero un hombrecomo el senador McCain tiene fácil argumentar que el suyo puede serun cambio peligroso: nunca desde los padres fundadores de la naciónllegó a la presidencia nadie con tan magra experiencia política. Obamaapenas habrá completado cuatro años en el senado si le toca jurar comopresidente en enero de 2009. Y ése es un argumento de valor transversal. Es cierto que Obama puede jugar también la carta contraria contraMcCain. Pero lo importante —y verdaderamente difícil para los republicanos— es reunificar plenamente sus filas. Algo que a tres meses de?la votación estaban lejos de lograr. RAMÓNPÉREZMAURANUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 34]