Nueva Revista 118 > Auden y sus hermanos

Auden y sus hermanos

Bernd Dietz

Biografía del autor W.H. Auden, el poderoso poeta y líder indiscutido en su momento.

File: Auden.pdf

Archivos

Referencia

Bernd Dietz, “Auden y sus hermanos,” accessed March 28, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1661.

Dublin Core

Title

Auden y sus hermanos

Subject

El anticomunismo como memoria histórica

Description

Biografía del autor W.H. Auden, el poderoso poeta y líder indiscutido en su momento.

Creator

Bernd Dietz

Source

Nueva Revista 118 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

Document Item Type Metadata

Text

EL ANTICOMUNISMO COMO MEMORIA HISTÓRICAAuden y sus hermanosBERNDDIETZPOETAYENSAYISTAon los aniversarios aguijón de la amnesia y, con suerte, revulsivopara la indolencia que sobrevive en el tópico o el prejuicio. TamSbién, desde luego, sana oportunidad para honrar a los héroes y a losmuertos. Aunque su principal aliciente tal vez sea la invitación a poneren claro lo que comportan esa persona señalada y la efeméride, lo queen verdad significan, a día o en el año de la fecha, en virtud de la experiencia acumulada hasta el citado instante, para quienes quieran ser coninteligencia sensibles a los hechos, la persona y la efeméride en cuestióndesde la encrucijada del presente.Abordo así la oportunidad de escribir, con motivo del recién transcurrido centenario de su nacimiento, sobre W. H. Auden, el poderosopoeta, un líder indiscutido en su momento (de ahí que Samuel Hynesle pusiese a un famoso libro el título de The Auden Generation. Literature and Politics in England in the 1930s), al estudio de cuya obra de juventud dedicara yo una parte no pequeña de mi propia bisoñez. Memoveré así, y nunca mejor dicho lo de la movilidad, dentro del paradigma de la recepción; y no sólo por enmendar un pasado en lo quetuvo de síntoma generacional, corrigiendo con retraso culpable unerror, sino ante todo por un afán de servir al futuro consignando, desdeuna vocación de permanencia en el juicio, lo que a la postre hubo y loque su intelección nos enseña. Recordando que Auden fue grande ynoble en sus fallos de apreciación, pero mucho más grande y muchomás noble aún en su rectificación. Un cambio de rumbo, el del poeta,NUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 156]que algunos fuimos demasiado estúpidos para comprender, o tal vez demasiado cobardes y acomodaticios para reivindicar, en aquella Españade la transición.Porque España, cómo no, es importante para este argumento. Enrealidad, es poco menos que esencial. No en vano resulta archisabidoque «Spain» supone la obra paradigmática que otorga su carácter a lallamada thirties poetry. De esta composición declara Stephen Spender, y lo hace bien a posteriori, en su ya anticomunista —y arriesgadamente honesta— autobiografía de 1953, World Within World, que es«the best poetic statement in English of the Republican case». Si aello añadimos que la guerra civil española fue vista como un enfrentamiento arquetípico entre el bien y el mal, la last great causepor excelencia, una ocasión única, tal pregonaban los Hemingway y los DosPassos, para tomar vigoroso partido en pro de la causa de la humanidad, por parte de toda una avalancha de artistas, escritores e intelectuales, tanto europeos como norteamericanos, parece obvio que nocabe subestimar su relevancia. ¿O acaso no fue Auden el poeta mássabio, el más reverenciado de su generación, el único indiscutidamente superior al resto?Sin embargo, no es menos sabido que de los Collected Poems de 1976,publicados al poco de morir el poeta, se excluyen ostensiblemente y pordeseo de éste determinadas composiciones, pertenecientes a los añostreinta y que son las debidas a la vertiente «comprometida» del autor.Que «Spain», en primerísimo lugar, y acto seguido todos los poemas deinspiración marxista (como «A Communist to Others») venían causándole hondas tribulaciones a Auden desde el mismo final de la guerra de España era ostensible. Por eso, ya en su recopilación de 1944había optado el poeta por ordenar los poemas según el orden alfabéticode sus primeros versos, una medida ciertamente extravagante, al objetode oscurecer toda posible lectura histórica o evolutiva, después de eliminar aquellas piezas, antes tan ensalzadas por la opinión dominante,con las que ya no se identificaba. Mientras que en el prefacio a la recopilación de 1965 decía nada menos que lo siguiente: NUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 157]Bernd Dietz«Some poems which I wrote and, unfortunately, published, I havethrown out because they were dishonest, or badmannered, orboring. A dishonest poem is one which expresses, no matter howwell, feelings or beliefs which its author never felt or entertained.For example, I once expressed a desire for “New styles ofarchitecture”; but I have never liked modern architecture. I preferoldstyles, and one must be honest even about one’s prejudices.Again, and much more shamefully, I once wrote:History to the defeatedMay say alas but cannot help nor pardon.To say this is to equate goodness with success. It would havebeen bad enough if I had ever held this wicked doctrine, butthat I should have stated it because it sounded to me rhetoricallyeffective is quite inexcusable».Según se podrá apreciar, porque la alusión a «Spain» es directa y quemapor dentro a quien la profiere, la abjuración y el arrepentimiento soncompletos. Auden no sólo considera perversa la doctrina contenida eneste extenso y ambicioso poema, de cuya alta factura literaria y considerable influencia es dolorosamente consciente; sino que se acusa a símismo de frívolo o de impostor, por haber adoptado una actitud y empleado un lenguaje por razones, aduce, más estéticas que filosóficas oque tuvieran su base en una convicción genuina. Por haber seguido losimpulsos de la moda y el Zeitgeist, diríamos entonces, que promueven entodas las épocas la vanidad amoral y la fabulación ansiosa de cosecharel aplauso; por gregarismo, que es debilidad humana habitual, y del queno se libran tampoco las rebeldías juveniles; y habiéndose situado portodo ello a espaldas de la solvencia ética y epistemológica.Conviene aquí tener en cuenta que «Spain» se escribe en Inglaterra,tras la breve y traumática visita del poeta a España. Al atinado decir deEdward Mendelson, en su edición de The English Auden. Poems, EssaysNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 158]Auden y sus hermanosand Dramatic Writings, 19271939(donde por cierto encontramos unaversión de «Spain» recortada y expurgada, en la que se aminora su servicialidad a la causa revolucionaria; para encontrar una versión completa, aunque con alguna errata, hay que ir a la antología Poetry of theThirties, del canadiense Robin Skelton, que reproduce la original), eltexto implica ya una atenuación de su grado de «compromiso» anterior.No podía ser de otro modo. Tal y como yo lo entiendo, Auden se hallaba sumido en un difícil viraje de ciento ochenta grados, por lo que notenía más remedio que proceder gradualmente. No tanto, o no sólo,porque el entorno del poeta, y no digamos el ambiente literario británico al que regresaba, siquiera para trasladarse al poco a los EstadosUnidos, estuvieran aún fervientemente persuadidos de su «verdad progresista»: la de que la libertad, el humanitarismo, el comunismo, la decencia, el Frente Popular, la solidaridad y las autoridades de la II República caían todos de un mismo lado, justamente ese que Auden ardía endeseos de abandonar; sino, con seguridad, por una más que imperiosanecesidad de fabricarse una modesta transición, de preservar el propioequilibrio psicológico.Pero vayamos a lo ocurrido, que es escueto y se conoce. Había primero decidido Auden alistarse como combatiente, porque, según lecomentara a los allegados, ello era corolario ineludible de su compromiso. Después, antes de emprender el viaje, opta por convertirsemás bien en conductor de ambulancia. Sin embargo, una vez en España, las autoridades —que si algo dominaban a fondo era la movilización de artistas e intelectuales; recuérdese que el Congreso de Intelectuales Antifascistas de Valencia, de 1937, llegó a disponer, segúnnos cuenta de primera mano Stephen Spender, de un RollsRoycepertrechado de champagne en el que trasladar a los invitados— deciden que les resulta mucho más rentable contar con él como propagandista, tarea que, empero, dista mucho de satisfacerle y de la queapenas tarda en distanciarse. El propio Auden nos describe, ya en losaños cincuenta, de qué forma se le derrumba el mito de la II República nada más pisar el suelo de Barcelona, y descubrir que se hallancerradas todas sus iglesias:NUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 159]Bernd Dietz«To my astonishment, this discovery left me profoundly shockedand disturbed. The feeling was far too intense to be the result of amere liberal dislike of intolerance, the notion that it is wrong tostop people from doing what they like, even if it is something sillylike going to church. I could not escape acknowledging that,however I had consciously ignored and rejected the Church forsixteen years, the existence of churches and what went on inthem had all the time been very important to me».Epifanía íntima y fundamental donde la haya, nuestro personaje experimenta de golpe su propia caída del caballo. Tengamos en cuenta que nose trata de un beato (en «Reading», define así la religión de su preferencia: «Roman Catholic in an easygoing Mediterranean sort of way. Lotsof saints»), sino de un curtido escritor marxista de treinta años acostumbrado a imponerse, lo que confiere más peso a su hallazgo. La causa delbando republicano no es la causa de la libertad o de la civilización, comprueba, sino la de quienes la maltratan con denuedo. Esa utopía de democracia directa, avances científicos ilimitados, compañerismo afectuoso, comunión con la naturaleza, lujos inofensivos («Tomorrow theexchanging of tips on the breeding of terriers») y simple gozo de vivir queél nos pinta con tan vivos colores en «Spain», como postal esplendorosade la sociedad sin clases a la que el comunismo nos llevará en el inmediato mañana, y para construir la cual serían una contrapartida asumiblela guerra, la brutalidad y hasta el asesinato de personas inocentes, es enverdad la más macabra de las distopías. Se trata de una mentira infame,de una estafa abyecta, la misma que, en cascada creciente, irían denunciando, espantados y en considerable número, buenos excomunistas y exprogresistas como el propio Stephen Spender, Cecil Day Lewis, GeorgeOrwell, Arthur Koestler, André Gide, Ignazio Silone o Richard Wright,entre otros. Por no hablar, claro, en la segunda mitad del sigloXX, de Alexander Solzhenitsin, del cual, para que nos ubiquemos, dijo el novelistaJuan Benet, profiriendo una frase tan insigne como el chalet de El Viso enel que vivía, con aquel rutilante Jaguar a la puerta, que su mera existencia era suficiente para justificar los campos de exterminio estalinistas.NUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 160]Auden y sus hermanosAuden era proclive a disertarEl propio Auden se lesobre lo humano y lo psicosocialderrumba el mito desde una mayor distancia, a travésde la II República nada másdel milagro interpuesto que nos supisar el suelo de Barcelona, ministra, sin fallarnos, la gran litey descubrir que se hallanratura. De ahí, sin duda, que su crícerradas todas sus iglesias.tica deslumbre y dé tanto placerduradero, exenta como está de todoacademicismo, de cualquier asomode presunción. Claro que ello no quiere decir que no esté hablando delhombre, del sufrimiento, de la traición o la política. Sino que muy alcontrario le será, por predisposición y cortesía de poeta, más caro discurrir, con tal motivo, acerca de Shakespeare; o analizar con ojos nuevos la presencia atemporal del mal entre nosotros, a propósito de Dostoievski y de Dante:«Like Dostoyevsky, Dante exploits the figures of Satan andIscariot to remind us of the reality of evil. He’d have had onlyscorn for the mechanistic theory that’s tried to turn society intoa mass of pleasureseeking units. The modern view is: we live ina world of imperfect materiality. The perfection of technicalmethods helps us to progress. Almost no one believes in a forceof evil; no one now can conceive conditions so bad economicmeasures cannot cope with them. The technician, the modernman, looks on natural catastrophes and moral disorders as flawsin the overall machinery of living. Individuals to him are objectsto handle, things responsive to manipulative techniques. ButDante explained evil rationally».De esta suerte, destacaríamos que Auden es uno de los primeros intelectuales europeos en transitar —más allá de los viajes de ida y vueltaque se dieron en los años veinte entre fascismo y comunismo, cuandopocos sabían a ciencia cierta lo que se cocía— la posteriormente concurrida senda que va de la asunción del comunismo, frívolamenteNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 161]Bernd Dietzacariciado desde el dandismo burgués, hasta el más sobrio y honestode los desengaños, y que lo hace en un periodo extraordinariamenteincierto y difícil. La mayor parte de sus coetáneos emprenderán idéntico camino algo después, cuando la información sobre los juicios deMoscú era más exhaustiva y cuando empezaba a resultar innegableque la praxis comunista resultaba por sistema genocida. Por supuestoque ello no impediría que nuevas generaciones se dejasen embaucarpor el comunismo, con el único resultado, al cabo de sus respectivosperiodos de ensoñamiento y enajenación cognitiva, de acabar mirándole cara a cara al espanto. Llámense Kingsley Amis, o RobertConquest o François Furet, volverían a ser otros brillantes escritorese intelectuales de fuste quienes, tras la II Guerra Mundial, inmunesa las lecciones duramente aprendidas por sus colegas de los añostreinta, y obcecados en su alegría apocalíptica y antisocial, volverían a dejarse tentar, durante los años de su primera juventud, por laidea comunista.En los casos citados, no se retrasarían mucho en enmendar suserrores. A ellos les debemos algunos libros impactantes, en cuyas páginas está contenida la mejor refutación del comunismo, la más gráfica descripción de sus crímenes, la más vívida explicación de la patología que, una vez y otra, induce a jóvenes de talento a convertirse en«compañeros de viaje» de experiencias innegablemente perniciosas,mendaces y asesinas. Así publicó Furet, uno de los mayores historiadores del sigloXX, su voluminoso Le passé d’une illusion. Essai sur l’idéecommuniste au xxe siécle, en 1995, poco antes de morir, siendo ya póstumo el apasionante intercambio epistolar, Fascisme et communisme,con Ernst Nolte. Pese a su brevedad, implica un diálogo de alturaacerca de cuestiones interpretativas de máximo calado, y que tal vezpodrían comenzar a estudiarse los que, sin ton ni son, andan a cuestascon el sonajero de la memoria histórica. Robert Conquest, por suparte, el prestigioso poeta y editor además de diplomático e historiador, se ha ido convirtiendo en el mayor sovietólogo de nuestro tiempo, siendo de lectura inexcusable su libro sobre el terror estalinista, enla edición revisada que es ya posterior a la apertura de los archivosNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 162]Auden y sus hermanossoviéticos. Por completar el marcoAuden es uno de los primerosmínimo de las referencias más eleintelectuales europeos mentales, en fin, recomendaré laen transitar la posteriormenteedición en Harvard Universityconcurrida senda que va Press de The Black Book of Commude la asunción del comunismonism, verdadero memorial de atrohasta el más sobrio y honestocidades; sin dejar de ponderar, ende los desengaños.una vena más divulgativa, el Kobathe Dread. Laughter and the TwentyMillion, del novelista Martin Amis,sugestivo por la intensidad de su escritura, y también en la medida enque relata la recurrencia del fenómeno en dos generaciones, la delpadre y la del hijo.Diríase, por tanto, que Auden no renunció jamás a esa función deliderazgo antes enunciada, sino que fue, a su manera y a la postre, pionero en descubrir en qué consiste el error al que venimos refiriéndonos, y con ello nos centramos, por ir acabando, en la memoria histórica. La «memoria histórica»... ¿de qué? ¿De la propaganda estalinistaen los años treinta, que alegaba defender la democracia en Españamientras desmentía el exterminio masivo de su propia población, manipulaba con ideología mendaz incluso el ámbito de la ciencia experimental (como se aprecia en el caso Lyssenko, para pavor de cualquiergenetista) o asesinaba en secreto a un Peter Palchinsky, y con él elfuturo de la ingeniería soviética, alardeando, con voluntarismo dignode mejor causa, de que la mentira oficial es por definición capaz detransformar cualquier realidad? ¿Esamemoria histórica? ¿La de Negrín, Ibárruri y Carrillo, contra la que Auden y sus hermanos reaccionan con pleno conocimiento de causa y singular coraje cívico a partir de 1937?Una de las falacias más divulgadas hoy en día,esp ecialmente en la España que nos toca, es la de predicar que el llamado «antifascismo» supone una consecuencia del fascismo, una valerosa reacción a éste, y cronológicamente posterior. La realidad y laverdad histórica son exactamente al revés. Lo corrobora, con su peculiar perspicacia, el filósofo marxista Guy Debord: «El fascismo fueNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 163]un modo extremista de defensa deUna de las falacias másla economía burguesa, que se sintiódivulgadas hoy en día amenazada por la crisis y por laes la de predicar que subversión proletaria, una reacel llamado «antifascismo»ción contra el estado de sitiode lasupone una consecuencia sociedad capitalista, mediante ladel fascismo, una valerosacual esta sociedad consiguió salreacción a éste.varse, dándose una primera racionalización de urgencia al hacer intervenir masivamente al Estado ensu gestión». ¿Se necesita más? ¿De veras queremos seguir diseminando, porque conviene a la retórica comunista, que es el carro el que tiradel caballo, y no al revés? En consecuencia, parece evidente que no hay coartada más esquizoide, para unos intelectuales aburguesados, hedonistas y celosos de laindividualidad resignados a «comprender» a Lenin, Stalin, Mao, Castroo Pol Pot (o felices de hacerlo) como parientes más o menos lejanos desu propio «compromiso», que su pintoresca variedad del antifascismodemocrático, esa que lucha codo con codo y comparte imaginario simbólico con los comunistas para «instaurar» la libertad; toda vez que hansido en nuestra experiencia histórica el fascismo (y no olvidemos lomucho que Hitler, por lo demás un psicópata de cortísimas entendederas, copia directamente de Lenin y de Stalin, dos precursores que él odiay a los que tiene a la par muy en cuenta), o el autoritarismo reactivo decorte defensivo, los que, con tristísima y pavloviana asiduidad, retornancomo respuesta, y no como detonante, cada vez que los humanos decidimos que nos apetece olvidar y barruntamos, con adanismo progresista siempre joven, que una buena revolución con fuego, expolio, destrucción y muertos puede despejar el tedio y aliviar el rencor (sopretexto de salvar al Hombre en abstracto, desde luego), aunque tiremos una vez más por la borda lo construido con esfuerzo y generosidad?por los antepasados.BERNDDIETZNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 164]