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El dinosaurio de Monterroso

Carlos Mellizo

Sobre la interpretación del microcuento "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí" del escritor guatemalteco Augusto Monterroso.

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Referencia

Carlos Mellizo, “El dinosaurio de Monterroso,” accessed March 29, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1389.

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Title

El dinosaurio de Monterroso

Subject

Literatura

Description

Sobre la interpretación del microcuento "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí" del escritor guatemalteco Augusto Monterroso.

Creator

Carlos Mellizo

Source

Nueva Revista 064 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

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Language

es

Type

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El dinosaurio de Monterroso CARLOS MELLIZO A mis amigos hermeneutas Señoras y señores: (no nos preguntemos ahora si es hombre o mujer, la diferenciación *Cuando despertó, sexual del protagonista tendrá más el dinosaurio todavía estaba allí». importancia en alguna de las interFin del cuento El dinosaurio. pretaciones que quedarán registraEste microcuento que acabo de das más tarde) ha estado durmiendo leerles, del escritor guatemalteco por un cierto tiempo. Ha soñado que Augusto Monterroso, ha gozado de un dinosaurio, un lagarto terrible fama singular entre los aficionados al —recuérdese la etimología del térgénero narrativo. No cabe duda de mino— ha hecho acto de presencia que su misma brevedad lo hace inteen su vida. En pleno siglo XX, este resante, pues quizá sea el más breve animal prehistórico ha venido a atade los cuentos breves que jamás se carle, y el personaje, tratando de hayan escrito. Su valor de originalievitar una muerte horrorosa, ha desdad radica no tanto en lo que el cuenpertado para librarse de las garras de to dice, como lo que con él se sugiere. su enemigo. Mas cuando sale de su Debido a su parquedad y laconismo sueño para volver a la realidad, ve —virtudes clasicistas que de pronto con espanto que el dinosaurio de la hacen su aparición en el contexto pesadilla es un bicho de carne y posmoderno al que la pieza indudahueso, una presente realidad física blemente pertenece— queda abierde la que va a ser incapaz de zafarse. to, no a una, sino a múltiples lecturas Anticipamos la muerte segura del de cuyo larguísimo elenco quisiérapersonaje, precedida de momenmos dar aquí botón de muestra. tos angustiosos; comprendemos su pasmo y frustración cuando se da cuenta de que no hay escape posiPRIMERA LECTURA ble. ¿Influencias? Estamos ante un cuento fantástico en el que sueño y Probablemente la lectura más obvia vigilia se entremezclan para dar un y directa sería ésta: Un personaje dar un paso más y aventurar que perresultado sorpresivo e inquietante, sonaje y dinosaurio son amigos. Tal muy en la tradición borgeana y corvez la relación entre ellos es la que tazariana, como muchos de ustedes suele darse entre un amo y su perro, o habrán sabido colegir. entre un domador y su fiera. A lo mejor se trata, en efecto, de un SEGUNDA LECTURA domador de dinosaurios. Elaboremos sobre esta posibilidad: poco antes de Una lectura más graciosa que la antela actuación circense en la que ambos rior, sin abandonar la línea mágica van a actuar, el domador ha decidido que hace un momento apuntábamos, echarse una siesta al lado del bicho; y nos presentaría al personaje despercuando despierta, comprueba con tando de un sueño en el que no había alegría que su inseparable y fiel comdinosaurio alguno. No, no se impapañero sigue donde estaba. Imaginecienten ustedes, porque ahora mismo mos la desesperación del pobre homvoy a explicarme. Pensemos en un bre en caso contrario; su ansiedad y sueño dulce, sosegado, reparador, desconsuelo si el dinosaurio hubiese poblado de delicadas imágenes. De decidido abandonarlo para siempre, pronto el durmiente sale de esta grata comprometiendo así su modus viven ensoñación, sólo para comprobar di. Hemos de tener claro que sería que el dinosaurio, un dinosaurio que, difícil para esta persona buscar otra por lo visto, ya estaba allí cuando manera de ganarse el sustento, siennuestro personaje se echó a dormir, do la doma de dinosaurios, muy procontinúa en el mismo sitio. Esta lecbablemente, una de las artes más exitura tiene, como digo, un sesgo gentes y sacrificadas que cupiera imahumorístico, en el sentido de que nos ginar, de un especialismo acaparador presenta un mundo acostumbrado a y absorbente, incompatible con cualla presenciá real de dinosaurios. El quier otro tipo de ocupación. personaje, indiferente a la circunstancia de que un reptil enorme y feroz está sentado a su vera, se echa a dorOTRAS INTERPRETACIONES mir como si tal cosa, sin importarle en absoluto la proximidad de criatura Pero hay todavía más. Caben posibitan temible. ¿No es cómico ese conlidades distintas si jugamos con la traste? ¿No nos produce hilaridad lo identidad del durmiente. Pues, ¿no grotesco de la situación? Ya inmersos podría ser éste otro dinosaurio? En en este discurso —desde luego impocaso afirmativo, el narrador estaría sible cronológicamente—, podemos limitándose a contarnos un hecho sobremanera trivial: el despertar de tenido contacto con gentes de esa un dinosaurio que, como es lógico, clase: energúmenos enamorados de vive entre otros ejemplares de su la acción directa, del golpetazo y del misma especie y cuando abre los ojos mordisco. Pues bien, el dinosaurio ve cerca de él a uno de sus hermanos. del cuento bien podría ser uno de No es ésta, desde luego, la mejor lecellos. A lo mejor el durmiente estaba tura, pero sí tan legítima como las participando en una reunión de otras y como la que nos presentaría sociedad a la que habían asistido (volviendo ahora a un durmiente varias personas, entre ellas un indivihumano) la siguiente situación: la de duo especialmente agresivo, desagraun niño, por ejemplo, que tiene un dable y cargante. Aburrido por las dinosaurio de juguete, un objeto con impertinencias de este Heliogábalo, forma de dinosaurio, y que cuando el protagonista se retira a un rincón y despierta observa con alegría que el da un par de cabezadas; y cuando desanimalito está todavía allí, en su pierta, comprueba con desmayo que mesilla de noche, sin que nadie se lo el dinosaurio no se ha marchado, que haya quitado. Podría muy bien tratodavía está allí, aguando la fiesta y tarse de uno de esos dinosaurios de estorbándolos a todos. goma, pintados de verde, que se ven Más esperanzadora sería una lecen muchos escaparates y que suelen tura policial del cuento: un delinestar rodeados de otras especies cuente ha sido prendido por la autoigualmente artificiales: tortugas, ridad y cumple su condena tras los culebras, pulpos, ranas, etcétera. barrotes de una celda; el carcelero Pero supongamos que el término dormita a la puerta del calabozo, y «dinosaurio» es una expresión metacuando despierta (quizá sobresaltafórica y que el narrador está refiriéndo por no haber sabido permanecer dose a un individuo humano que por alerta durante su turno de servicio), sus características físicas o temperase tranquiliza al ver que el preso, es mentales merece que se le atribuya decir, el dinosaurio, no se ha escapaese nombre. ¿No hemos conocido do. O quizá el valor metafórico del todos al tipo dinosáurico? Amenazatérmino no tanto se refiera al carácdor, grande, pelmazo, incapaz de ter y modales de la persona, como hacer distinciones, dispuesto siema su asombrosa ancianidad. A lo pre a reaccionar de manera violenta, mejor el dinosaurio de la historia es desconocedor de los buenos modales uno de esos vejestorios que todavía y de la palabra conciliadora o cortés. se arrastran por el mundo desafianSí, rara será la persona que no haya do toda regla biológica imaginable; una de esas reliquias prehistóricas que la palabra sea un eufemismo para que, a pesar de verse constantemenreferirse a la magnitud de los atribute asaltadas por enfermedades y tos masculinos del tipo. En este achaques, no acaban de hincar el segundo caso, la recién despertada pico. Vuelvo a preguntar: ¿quién no recuerda el encuentro coitai que ha visto alguna vez estos ejemplares horas antes ha tenido con su volumide museo ? ¿Es que no les viene como noso Romeo, y se afirma en su dicha anillo al dedo el apodo de marras? de hembra vaginalmente satisfecha. ¿No son, efectivamente, dinosauA su lado, durmiendo aún, descansa rios que han sobrevivido milagrosala dulce bestia. La mujer lo siente resmente a los estragos del tiempo? pirar, palpa su enorme cuerpo para cerciorarse una vez más de que el titán no se ha ido. Rápidas imágenes DE LA LECTURA SEXUAL eróticas cruzan el magín de la enamoA LA PATOLÓGICA rada: erecciones permanentes, magníficos falos, enormes redondeces Y llegamos al discurso sexual. Porque testiculares. En fin, para qué seguir. como habrán podido ustedes imaginar, esta opción no podía quedar Quedan aún por mencionar, en excluida de nuestro repertorio. esta provisional enumeración de Hacerlo sería ignorar una constante lecturas, la patológica y la que, por que, salvo rarísimas excepciones, falta de mejor fórmula, podríamos forma parte de toda modalidad concalificar de filosóficoexistencial. Si temporánea de expresión artística. optamos por la primera, tendrán por No soy yo, precisamente, un abogado fuerza que venirnos a la memoria los del pansexualismo ni un devoto de nombres de Poe y de Quiroga: el Freud. Pero reconozco el acierto, dinosaurio como una especie más de siquiera parcial, de sus afirmaciones. la fauna alcohólica, comparsa del Ahora se trata de una mujer que desciempiés, de la rata y de la víbora. pierta. Su hombre sigue allí, en la Todo es desmesurado en el delirium cama; un hombre al que, no sabemos tremens del borracho que da las últisi peyorativa o afectuosamente, ella mas boqueadas y que ve, entre otras ha dado en llamar «dinosaurio». El muchas alimañas gigantescas, un apelativo podría revelar dos actitumonumental dinosaurio presto a trides antagónicas: o bien la mujer turarlo entre sus fauces. detesta la brutalidad y torpeza sexuaY en cuanto al simbolismo suprales de su compañero, o bien se deleita físico del relato, nada más fácil que en su extraordinaria virilidad. Puede establecer una conexión entre esa fiera que no se marcha, que está miento aterrador e insoslayable de todavía allí cuando el personaje desnuestra finitud, de nuestra insignifipierta, y la pertinaz presencia de cancia, de nuestro fatal abocamiento nuestras obsesiones, fobias, vértigos. a una muerte que ansiamos y temeEl pensamiento temido sólo nos mos al mismo tiempo? Resonancias abandona, y no siempre, durante las de Quevedo, de Sartre, de Unamuno horas de sueño. Mas permanece al y de Heidegger pueden apreciarse acecho y vuelve a hacérsenos visible clara y distintamente en el texto del —entiéndase bien, a los ojos de la guatemalteco. Y me detendría yo conciencia— en cuanto regresamos ahora a desmenuzarlas si no fuera al estado de vigilia. Sí, el dinosaurio porque ya he dedicado a ellas mi está siempre allí. ¿Quién se atrevería volumen Semiótica del Dinosaurio en a no reconocer la inmensa verdad el pensamiento existencial europeo del mensaje que el cuento de Montedesde el Barroco a nuestros días, de rroso conlleva? ¿Quién no ha experipróxima aparición. mentado en su alma el hondo malestar de tener que vivir con el pensaHe dicho.