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Diario 1887, 1910
Andrés Sánchez Magro
Acerca del libro "Diario: 1887-1910" de Jules Renard. Que trata de las memorias que parten de la vivencia de un fracaso.
File: Diario 1887, 1910.pdf
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Andrés Sánchez Magro, “Diario 1887, 1910,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1368.
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Title
Diario 1887, 1910
Subject
Reseñas
Description
Acerca del libro "Diario: 1887-1910" de Jules Renard. Que trata de las memorias que parten de la vivencia de un fracaso.
Creator
Andrés Sánchez Magro
Source
Nueva Revista 063 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426
Publisher
Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.
Rights
Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved
Format
document/pdf
Language
es
Type
text
Document Item Type Metadata
Text
mismo, pues todas las sátiras e invectivas dedicadas por Renard a sus ilustres contemporáneos son únicamente cortinas de humo de la ferocidad con que contempla el escritor las ruinas de sus ilusiones literarias. Por ello, la lectura culturalista que sin duda debe hacerse de este Diario no oculta el desgarro intimista que lo recorre. La profunda mirada escrutadora del francés compone unas La imagen de Jules Renard se agranmemorias que parten de la vivencia da con el transcurso del tiempo grade un fracaso; pues Renard sólo obtucias a las páginas de su Diario. Este vo un parcial éxito con su oscura draescritor francés fue testigo privilematurgia. Estamos ante uno de los giado de una época vibrante, la que momentos claves en la gestación de contempla el ocaso de los grandes la intimidad literaria, que apunta las genios de la cultura francesa decimopatologías del yo tan inequívocanónica y el nacimiento altivo de las mente contemporáneas. El planteavanguardias artísticas que dinamitamiento romántico del Sturm und ron el remanso plácido del mundo en Dranges superado por Renard en una el que había ejercido su imperio Vícopción más viviseccionista, en una tor Hugo. El insatisfecho Renard tarea de taxidermista de los comporhunde su escalpelo irónico en una tamientos. Es constatable una delisociedad cultural con la que mantuvo cada minuciosidad, casi entomológisiempre una actitud ambivalente, ca, con ese frío desapasionamiento entre el repudio y la entrega más verpropio de un Rembrandt en su celegonzante. Desfilan por el dietario brada Lección de anatomía, o lo que es escritores y artistas de toda laya, a más relevante, en las intuiciones los que observa inmisericorde un programáticas de la educación autor fracasado, consciente de que el sentimental flaubertiana. Hay una monumento literario por el que pasamayor contención y al mismo tiemría a la posteridad es este Diario, que po una mayor crueldad; nunca la ahora recupera en una inteligente neurosis del romántico y sí esa edición Clásicos Mondadori. hiriente media sonrisa. En las páginas deslumbrantes de la obra se aprecia una extrema El Diario es, además, un prodicrueldad, la del autor vuelto hacia sí gioso ejercicio de escultura de la palabra, al estar cinceladas las frases gracias a un lenguaje en estado de pureza. Domina la economía de estilo, y esto no es aquí un mero tópico que alude a la claridad de las formas. Se aleja el inclasificable Renard de toda grandilocuencia, aunque el equilibrio y la concisión de muchos de sus hallazgos recuerdan el aliento de las punzadas líricas. Incluso son evidentes las posibles analogías con autores que cultivan el fogonazo del ingenio, caso de las greguerías de Ramón. Este cultivo del ingenio es el resultado también de una incapacidad. El ingenio como simulacro de la falta de vis creadora. No lo sostieToulouseLaulrec, Chocolal bailando. ne una verdadera pasión creadora. Una de las grandes vetas de este maravilloso centón es, entre tantas ejemplo de distanciamiento y de otras, la dialéctica trazada entre el necesidad para el menesteroso autor, talento y el ingenio, dentro del conpues a su inicial repudio se sigue el texto de la relación entre la sociedad ingreso en la secundaria Academia y sus reclamos y la soledad del artista de los no admitidos en la francesa. O puro. Detrás de los dilemas sólo apaesa amistad cultivada con el, por rece de modo entrañable la incapafin, justamente recobrado Marcel cidad de Renard para la creación Schowb. Pero el autor del Diario se que tanto añora. muestra un conservador artístico en En una época brillante, no hay definitiva, receloso de las vanguarmejor guía para degustar su mundadias, en especial del surrealismo. Se nidad. Rostand, ToulousseLautrec, sintió cercano a Víctor Hugo o a las delirantes ocurrencias sobre BauRostand. Defendió al Zola intelecdelaire, Mallarmé, entre otros tantual, aunque no considerase su natutos, desfilan por la pluma inquisitiva ralismo narrativo. de un autor diletante y memorable. Aunque Renard no sea un pensaCobran un especial valor las páginas dor de la talla de Pascal, ha legado en dedicadas a los hermanos Goncourt, este delicioso y agridulce Diario un fuego. De la tradición oral, Pereira perfecto testimonio de una era de heredó algunas virtudes narrativas, transiciones múltiples, además de por ejemplo la capacidad para adenhaber logrado verdaderas y raras pietrarse con rapidez en la historia o zas líricas. Lo que llevó a escribir: para mantener siempre despierta la «Saboreo la alegría áspera del esplénatención del que escucha; pero quizá dido aislamiento». lo que más agradece el lector es la ANDRÉS SÁNCHEZ MAGRO forma en la que el narrador se oculta para dejar que la historia se quede con todo el protagonismo. Pereira va al grano, trabaja la sencillez y desecha cualquier tentación manierista que se acerque a sus relatos. Me gusta contar supone una excelente oportunidad para acercarse a la obra de este escritor periférico, polifacético poeta vocacional, cuentista siempre, novelista esporádico, acostumbrado al reconocimiento minoritario, a transitar por lo que hasta hace bien poco eran los «Me gusta contar»: con tres palabras arrabales de la literatura española. resume Antonio Pereira más de cuaPereira reúne en este volumen más renta años de dedicación al cuento. de sesenta cuentos, muchos publicaExacto desde la primera frase, Pereidos anteriormente y otros inéditos, ra encierra en esta afirmación una muestra acertada de su aportarotunda el norte que guía su escritución al género en la que recopila hisra, el fin grande y modesto de quien torias memorables: «El hombre de escribe para tener amigos, para la casa», «El apartamento», «El señor poder reunirse con ellos alrededor de los viernes», «El síndrome de de una mesa y charlar y beber unos Estocolmo», «Palabras, palabras para vasos de vino. una rusa» y tantas otras. Pereira busca siempre la complicidad de su lector, crear el ambiente Pereira ha dividido el conjunto familiar y de camaradería que presien cuatro apartados, de los cuales tres día los filandones, aquellas reuniones aluden a lugares geográficos: Madrid, invernales de otro tiempo en las que remotas regiones del globo y, por se contaban historias a la luz del supuesto, el noroeste peninsular.