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Errata, el examen de una vida

Enrique Andrés Ruiz

Crítica literaria de "Errata. El examen de una vida" de George Steiner.

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Referencia

Enrique Andrés Ruiz, “Errata, el examen de una vida,” accessed April 25, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1303.

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Title

Errata, el examen de una vida

Subject

Libros

Description

Crítica literaria de "Errata. El examen de una vida" de George Steiner.

Creator

Enrique Andrés Ruiz

Source

Nueva Revista 061 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

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Intentaré explicar por qué, según da, antigregaria, radical del escritor creo, George Steiner no es un humade ese libro, Presencias reales (ed. espanista. También creo que en el tal ñola de 1991), que significó el aldabointento estriba la posibilidad de comnazo tardío para su lectura no exclusiprensión de uno de los pensamientos vamente especializada en España, más vigorosos, hondos y verdaderos diciendo que es un humanista (o, lo del siglo que acaba. De no ser así, no que es lo mismo hoy, un raro, un perestaríamos sino ante una boutade, y no sonaje de documental histórico) o el es el caso. Apelar a la verdad en su último humanista, como se dice para elogio no es cosa, además, que pueda más literatura, tengo para mí que se hacerse sin reparar antes en que nos está escamoteando la particularidad, disponemos a abordar uno de esos la singularidad de un perfil intelectual tipos de pensamiento orgánico cuyos que a la lectura de su reciente autoobjetos han sido ubicados más allá de biografía todavía se aparece con rasla verdad y la falsedad mismas (éste es gos más distintivos. Y no es que el su único, creo, punto tangencial con libro que quiere ser de sus memorias el pensamiento trágico de estirpe venga a añadir apenas nada sobre el nietzscheana) y de cuyo autor puede corpus de ideas y pasiones que hasta decirse que, independientemente de ahora sus otros libros han ido construla validación lógica de la verdad o falyendo, sino que la coincidencia de sus sedad de sus rotundas afirmaciones y reiteraciones obsesivas, de las visitas a negaciones, él sí es verdadero. un puñado de loci intelectuales en sus ensayos filosóficos o filológicos, con Cuando con demasiada rapidez se las que aparecen en el libro de su vida dice del autor de Lenguaje y silencio resulta tan apabullante como para (1967), En el castillo de Barba Azul sugerirnos la fundamental idea de (1971) o Después de Babel (1975) que encontrarnos ante alguien cuya vida es un humanista, y sobre todo cuando de lector y de pensador constituye la se quiere sacar un partido urgente y médula auténtica de su intimidad. De mediático de la personalidad incómoahí que la organicidad de su pensaDe modo que la vida más íntima miento se enfrente una y otra vez conde George Steiner es su vida de lector. tra toda mecánica especulativa y Digamos que ésa es la historia de su racional; de ahí su oposición a que las intimidad, mientras el cuento de su tareas críticas y hermenéuticas estén privacidad —eso es lo que cuentan, dispuestas a ganar dignidad en el por lo común, las memorias— se nos mundo humanístico a costa de imporescamotea en breves aunque memotar los métodos lógicos del armazón rables apuntes de su infancia en el convencional de la ciencia. Su intiTirol (aquel libro de heráldica ante el midad más profunda es, pues, la del que se sintió por primera vez poseído lector que presta confianza a lo que por lo innumerable e inabarcable de puede desde el libro llegar de muy la realidad y sus diversidades), de la lejos, venir hasta nosotros desde el Viena antisemita de los años treinta, misterio supremo de lo que es otro de su entorno en la Universidad de inaccesiblemente, hacerse presencia Chicago, de Oxford, del New Yorker desafiando toda lógica y toda miseria en el que sucedió al gran Edmund del análisis y de la prueba empírica. Wilson, de sus maestros, de sus Ese lector es el que restablece el conpatrias, de sus viajes... Nada puede, trato roto por la modernidad (ayer la digámoslo así, con la promesa de de Hofmannsthal, la de Mallarmé; transcendencia, de transterrenalidad, hoy la de Barthes, la de Derrida) entre ante cuyos secretos lingüísticos, el lenguaje y el mundo, el que vindica escondidos entre los matices de la en cada página el gran poder de nuesletra impresa, se deshacen los ojos del tra imaginación y nuestras ficciones mandarín judío cuya vida exterior, contra el no menor del horror, de la cuya mundanidad ha terminado por tristeza y de la muerte. Ese lector es Le ser examinada y medida con el listón Phüosophe lisant, un retrato de Charde aquella lejanía inhumana propia din que Steiner quiso de sí mismo en de la voz alojada en los textos que el primero y magistral de los ensayos manchan las manos de los hasidim. reunidos en Pasión intacta (ed. espaPero ésta no es toda la verdad. Los ñola, 1997), el curioso personaje que comentarios sobre Steiner suelen se dispone al ceremonial de la lectura oscilar con igual urgencia entre el con las mejores galas, las de su casa y subrayado de su humanismo (para las de su atuendo, como quien aguardecir, sencilla y coloquialmente, de su da así la llegada de un visitante que cultura, creo) y la conclusión de su merece el mejor mantel y que puede judaismo indeclinable. Digamos que, transformar su vida. con eso, uno se lo quita de encima. La publicación de Presencias reales fue —y es esto lo que se olvida—, en la saludada con admiración, sus ideas no defensa del canon, de la tradición, en fueron elogiadas sin sonrisas y en su el recuerdo de la herencia paterna del apuesta (por la centralidad transcenjudaismo emancipado (Steiner repidental del significado) no se lamentó tiendo a los cinco años las sílabas en poco el abandono final de su razonaque el texto griego hace pronunciar la miento en los brazos de Yahvé. Entre palabra amigo en el sacrificio de Licaón uno y otro de los extremos del columa manos de Aquiles) nos hace saber pio se balancea, sin embargo, la posique su vindicación del significado no bilidad de comprensión de una obra es, por favor, un regreso reaccionario que a la luz de su vida es juzgada por el (se ha dicho así) al dogma ontológico, propio autor de modo muy distinto. sino la enmienda antirrelativista y Errata es el título de su libro memoantiestructuralista del que sabe que rial. Con él, Steiner alude, al menos, en la propia falta de coincidencia a tres sentidos probablemente indisoentre mundo y lenguaje, en la difeciables. Errata es, sí, término propio rencia y el desnivel entre las palabras de la inacabable tarea de corrección y las cosas, en el aplazamiento sin tértipográfica y, con ello, reflejo de la mino de un significado y de un sentiotra tarea infinita e inacabable de do definitivos, más allá de la aleatointerpretación del Libro, cuyo sentiriedad deconstruccionista, más allá do nunca llegará a coincidir con el de la ironía, más allá del sinsentido de análisis o la descripción hermenéutilos teóricos nihilistas, está la garantía ca. «Ninguna hermenéutica equivale de nuestra libertad (también la exia su objeto», dirá en un capítulo por gencia de nuestra responsabilidad). lo demás dedicado a explicar su conErrata es también, y en un sentido cepto de clasicidad y la necesidad de su llano, fallo; para Steiner, culpa. Sus canon. Como un recuerdo obligado, culpas son examinadas no sin dolor, en el aserto resuena la impugnación no sin orgullo, lo que tiñe las páginas de la racionalidad occidental llevada con un pátina de melancolía. Culpa a cabo por el gran judío Emmanuel por no haber respondido, corresponLévinas en su Totalidad e infinito. No dido del todo al ideal transformador es el único punto en el que dos espíripara la vida que la obra (el torso de tus talmúdicos —de muy diversa Apolo en el poema de Rilke) ordena a índole, eso sí— se reúnen. El objeto quien contempla. Culpa por haber de nuestro deseo es siempre más que dedicado sus esfuerzos a la docencia, a lo deseado, vendrá a decir Lévinas, la conversación, a la conferencia, a la del mismo modo en que Steiner divulgación, y haber despilfarrado así las energías debidas al estudio, a la son las propias del judaismo y la negaerudición, al aislamiento absoluto en tividad es el asunto que ejemplarmenel escudriñamiento de los rincones te nos obliga a examinar Steiner al del sentido. «¿Hay congruencia entre hacer examen de su propia vida. «El las humanidades y lo inhumano?», se deseo metafisico (otra vez me vuelve pregunta tantas veces Steiner cuando el recuerdo de Lévinas) es un deseo sin piensa —uno de sus temas favoriretorno porque es deseo de un país en tos— el horror y la grandeza de todo el que no nacimos». Es lo mismo, casi lo que hemos arrojado al mundo, sea un calco, que se le ocurre decir a Steila destrucción o la música. Una vez ner a cuento del Viaje de Invierno de más, no es lo humano su medida, la Schubert en el apasionado y apasiomedida de Shakespeare, de las Cantanante capítulo que dedica a su expetas de Bach, y tampoco lo es del hamriencia de la música. La música, con bre en el centro de África, de los Dios y las matemáticas, para él los tres genocidios o de los asesinatos a dislímites de nuestro lenguaje. La músitancia. Pero más llanamente, decíaca, allende la frontera de la humanimos, no hay tampoco congruencia dad y de la mundanidad. La música, entre la divulgación, la extensión de ajena a la verdad y al error del comenla cultura, a la que aboca el curioso tario verborreico de los teóricos. La sentido triunfante que se ha dado a la música, o como Steiner dice, el canto democracia, y la posibilidad de hacer que «nos conduce a un lugar en el que frente a las exigencias de altura, de nunca hemos estado». Ese lugar resulexcelencia, de seriedad, de concenta inseparable de la negación de todos tración, dictadas por esa suerte de los lugares, de todos los arraigos en un obras de la imaginación humana (los lugar llevado a cabo por la revisión clásicos) que nos hacen, mucho más semítica de la teología y la metafísica que nosotros las hagamos. clásicas. En este punto es en el que Steiner y su pensamiento se convierPero Errata hace alusión, sobre ten en el campo de una batalla sin fin todo, a la necesidad de comprensión entre la clasicidad que admira —el de un tipo de pensamiento que ha humanismo— y la vocación negativa conseguido, aunque esto se pase casi de un judaismo que no puede abjurar siempre por alto, conformar el núcleo de su recelo ante la imagen, la fabulamás duro y característico de la moderción, la figura y la metáfora. Su venenidad occidental. Las relaciones entre ración del texto clásico es antes que judaismo y modernidad, entre judaisnada veneración del Libro, sospecha mo y clasicismo, entre judaismo y del hallazgo del sentido en la negación nihilismo, o las que a fin de cuentas que el Libro lleva a cabo de la vida. pregunta no pasaría de una cuestión Más que cualquier otra obra, se llevaestadística si obviáramos el hecho de ría a una isla desierta la Berenice de que el propio pensamiento steineriaRacine, sólo porque en ella lo mundano es comúnmente visto como crítica no, lo corporal es negado, excluido de esa misma modernidad. Y en efecpor el absoluto de su claridad moral. to lo es. Pero, ¿en qué aspecto? ¿por Ningún verdadero judío, piensa, debe qué, si su advocación teológica es de aceptar un territorio propio, un genius raíz negativista, si su «cultura» no loci, una figuración del tiempo, del puede prescindir de la desconfianza espacio o de Dios, y su misión es la de ante lo imaginario, Steiner es por vagar permanentemente, la de errar, antonomasia el adalid de la antidela de convertir su vida en una inacaconstrucción, del antinihilismo? No bable errata. Su Templo destruido se es el primero tampoco que observa la ha convertido en. Libro. Su Dios no se vinculación del pensamiento semítiha encarnado en un hombre, sino en co (al que pertenecen, claro, Freud, un Libro. Es en este sentido en el que Wittgenstein, Schoenberg, LèviSteiner no puede ser un humanista, Strauss, Benjamin, Arendt, Warun Uterati. Más que apostar por el sigburg. ..) con el puritanismo moderno. nificado, lo cual es propio de la humaArnaldo Momigliano dedico excenidad clasicista, Steiner viene a clalentes páginas al entorno italiano en mar por el significado del significado, el que brillaron Svevo, Saba, Moraes decir, por la tautología de la Zarza, via, Carlo Levi, Natalia Ginzburg... por su negación de la vida, por su Pero la respuesta está, me parece, en inhumanidad, por la purificación que una diferencia fundamental. La inhuen tres momentos (aquél del monte manidad, la alteridad a la que apelan Sinaí, el propio de Cristo y el de Lèvinas y Steiner se refiere a una Marx) el judaismo ha puesto en brete supremacia absoluta del misterio de a lo vulgar y a lo humano ante «el cuya superioridad cabe extraer chantaje de lo ideal» (de ahí, asegura «reglas de claridad moral». El más allá él, el odio como respuesta). del bien y del mal nietzscheano se situaría, por contra, más acá de la En un determinado pasaje de los lógica del mundo, y que su repercuque dedica a la «cuestión judía», el sión en el arte y la literatura de nuesoccidental, el desarraigado de su protro siglo (en su crítica) haya sido la pio judaismo que, sin embargo, Steiabolición del significado y de la verner es, formula una pregunta fundadad, nada tiene que ver ya con la mental: «por qué la modernidad per se transferencia del bien moral que el [...] es tan marcadamente judía». La judaismo lleva a cabo más allá de esa hebraicas (1987), por las que también mundanidad, allá donde, como dice desfilaban, recuerdo, Scholem, Leo el Prólogo a la Berenice que nuestro Strauss, Benjamín (bien censurado Azorín puso como cabecera de su Don por Momigliano). Cuando pienso en Juan (1922), ...toute linvention conla autobiografía de George Steiner, no siste á faire quelque chose de ríen. en vano lo hago a través del ensayo que el propio Momigliano dedicó al También Momigliano rechazaba Contra Apión de Flavio Josefo, en el la frecuente correspondencia que es que creo ver el retrato del apologista posible establecer (aunque es más fácil («una apología es siempre un examen hacerlo con los puritanismos protesde conciencia», se dice allí) al que tantes) entre el pensamiento judaico y «corresponde la tarea de defender no los de Kant o Hegel, y creo que por la una actitud especulativa o determinamisma razón. La impugnación de Steidos postulados de fe, sino una minuner, antes que a unas derivas episteciosa norma de vida». Como en el mológicas, atiende a raíces de índole caso de Josefo, no creo arriesgado moral que, desde luego, para el pensaahora pensar en la «fundamental irremiento aquel son innegociables. El no ligiosidad» de Steiner; en el examen prescinde, como las negaciones antide su vida intelectual no como resmetafísicas, de la verdad o del bien; puesta al judaismo (que no puede sencillamente los mide con la vara compartir) sino «a la mentalidad levinasiana de lo completamente otro. Y helenística imperante» en las cátedras ésa es un diferencia clave. Y ése es proy los mandarinatos académicos y pseubablemente el punto de fricción clave doacadémicos; en la errante condientre el judaismo y la modernidad. Y ción de quien, sin embargo, tampoco mientras la consumación de esa verpuede olvidar lo sustantivo de la dad y ese bien no llega, y no ha llegaausencia y de la negación, el mystedo para el Steiner que en sus últimas rium tremendum que deshace con páginas memoriales, al contrario que poderes inhumanos el atavismo linEliot, aún aguarda «la primera venigüístico —diría él o Lévinas— que da», la única norma de vida es la que piensa a Dios haciéndolo coincidir prescribe la errancia, la errata infinita, con el Ser, o pintando su figura con el Exodo tan pulcramente estudiado medida y rostro humanos. por Momigliano en una de sus Páginas