Nueva Revista 046 > Cuatro sonetos de Ugo Foscolo
Cuatro sonetos de Ugo Foscolo
Julio Martínez Mesanza
Sus sonetos se compararon con los de Dante, Petrarca y Tasso, renovando de forma conceptual y estilísticamente la arquitectura de los poemas tradicionales.
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Referencia
Julio Martínez Mesanza, “Cuatro sonetos de Ugo Foscolo,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/906.
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Title
Cuatro sonetos de Ugo Foscolo
Subject
De otras lenguas
Description
Sus sonetos se compararon con los de Dante, Petrarca y Tasso, renovando de forma conceptual y estilísticamente la arquitectura de los poemas tradicionales.
Creator
Julio Martínez Mesanza
Source
Nueva Revista 046 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426
Publisher
Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.
Rights
Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved
Format
document/pdf
Language
es
Type
text
Document Item Type Metadata
Text
Cuatro sonetos de Ugo Foscolo [ Julio Martínez Mesanza ] ijo de un médico veneciano y de una griega, Ugo Foscolo nació en 1778 en la isla de Zante, por entonces bajo el dominio de la SereHnissima, y murió en Turham Green, Inglaterra, en 1827. Historiador de la literatura y traductor, autor de una novela epistolar y autobiográfica, Le ultime lettere di ]acopo Oríis, una especie de Werther, en la que la pasión amorosa y la pasión política arrastran al suicidio al protagonista; de tragedias en las que resulta fácil advertir la influencia de Alfieri; de ensayos políticos y literarios, Foscolo le debe la gloria, casi exclusivamente, como Leopardi, a una obra poética no demasiado extensa. Los sonetos que presentamos, junto a otros ocho más y dos odas de corte neoclásico, «A Luigia Pallavicini» y «Alia amica risanata», fueron publicados en Milán en 1803 con el título de Poesie. En 1807 ve la luz su obra más celebrada, I Sepolcri, un carmen civil y filosófico, con influencias temáticas y de planteamiento de la poesía de Young y Gray, entre otros, pero con un desarrollo del todo original y un gran poder de evocación. Finalmente, el corpus esencial de la poesía foseoliana se cierra con el inacabado poema «Alie Grazie», su proyecto más ambicioso. En sus sonetos, que Carducci comparó con los de Dante, Petrarca y Tasso, Ugo Foscolo renueva conceptual y estilísticamente la arquitectura de esta forma tradicional. La idea central y su sintaxis no se acomodan a las pausas de verso y estrofa, sino que avanzan con libertad a lo largo de la composición. Como consecuencia lógica, con el tiempo, en sus obras fundamentales, I Sepolcri y «Alie Grazie», Foscolo abandonó el estrofismo y se decantó exclusivamente por el endecasílabo suelto, que ya había sido utilizado con éxito por Parini y Alfieri dentro de la misma tradición poética. Los sonetos son, en su gran mayoría, autobiográficos. En el primero de nuestra selección, repleto de imágenes y sensaciones prerrománticas, hay una anticipación del sentimiento leopardiano, con esas «orme che vanno al nulla eterno». En el segundo, aparece una idea dominante en la juventud del poeta, la del suicidio. El penúltimo verso, que declara con gran fidelidad la tensión que vive Foscolo por aquellos años («Conosco il meglio ed al peggior mi appiglio»), es un calco de otro de Petrarca (Rime, CCLXIV, v. 136), que retoma, a través de Ovidio («...uideo meliora proboque, deteriora sequor»: Metamorfosis, vil, w. 2021.), una famosa sentencia de Eurípides (Hipólito, w. 380 ss). En el tercero de estos sonetos, Foscolo nos habla de una inalcanzable Zante, la isla griega en la que nació y el paraíso de su infancia, vecina de otra famosa isla, Itaca, lo que le sirve para establecer un paralelismo entre su exilio, por entonces solo un motivo poético que se convertiría en experiencia real más tarde, y el de Ulises; aunque éste pudo regresar al fin a su tierra materna y nuestro poeta presiente que no tendrá esa dicha. El último soneto, tal vez el más desgarrador, está motivado por el suicidio del menor de sus hermanos, Giovanni, que, agobiado por las deudas de juego, se había clavado un cuchillo en presencia de su madre. Con gran naturalidad, lo que es una constante en su poesía, Foscolo también toma prestada aquí la expresión de un poeta clásico y cierra su soneto recordando los emotivos versos de Tibulo: «...non hic mihi mater quae legat in maestos ossa perusta sinus.» ( Lib. III, 3, w. 56.) I Porque tal vez de la fatal quietud eres la imagen, soy feliz al verte, oh noche, cuando alegres te cortejan suaves brisas y nubes estivales; y cuando traes con la tempestad las tinieblas profundas e inquietantes, te invoco siempre, y las secretas vías del corazón con suavidad gobiernas. Haces que el pensamiento se extravíe por la senda que va a la eterna nada, y huye este tiempo inicuo y con él marchan las preocupaciones que me oprimen. Miro tu paz y en mi interior se calma el insaciable espíritu guerrero. Forse perché della fatal quiete Tu sei limmago a me si cara vieni O Sera! E quando ti corteggian líete Le nubi estive e i zeffiri serení, E quando del nevoso aere inquiete Tenebre e lunghe alluniverso meni Sempre scendi invocata, e le secrete Vie del mió cor sóavemente tieni. Vagar mi fai co miei pensier su lorme Che vanno al nulla eterno; e intanto fugge Questo reo tempo, e van con luí le torme Delle cure onde meco egli si strugge; E mentre io guardo la tua pace, dorme Quello spirto guerrier chentro mi rugge. II No soy quien fui; murió de mí gran parte, y lo que queda es languidez y llanto. Las hojas de laurel, las esperanzas de mis jóvenes cantos, se han secado. Desde que Marte y su licencia impía con su sangriento manto me vistieron, está ciega la mente y muerta el alma, y las desgracias son mi arte y mi orgullo. Y aunque el deseo de morir me viene, a mi fiera razón cierran las puertas ansia de gloria y caridad de hijo. De la suerte, de mí y de otros, esclavo, conozco lo mejor y no lo escojo y sé invocar la muerte y no matarme. Non son chi fui; peri di noi gran parte: Questo che avanza é sol languore e pianto. E secco é il mirto, e son le foglie sparte Del lauro, speme al giovenil mío canto. Perché dal di chempia licenza e Marte Vestivan me del lor sanguíneo manto, Cieca é la mente e guasto il core, ed arte Lumana strage, arte é in me fatta, e vanto. Che se pur sorge di morir consiglio, A mia fiera ragion chiudon le porte Furor di gloria, e carita di figlio. Tal di me schiavo, e daltri, e della sorte, Conosco il meglio ed al peggior mi appiglio, E so invocare e non darmi la morte. ni Ya nunca tocaré la sacra orilla donde de niño recosté mi cuerpo, Zante mía, en las olas reflejada del griego mar en que nació doncella Venus, que hizo fecundas esas islas con su sonrisa; así callar no pudo ni tus límpidas nubes ni tus frondas el verso célebre de quien las aguas cantó fatales y el diverso exilio por el que rico en fama y desventura besó su pedregosa Itaca Ulises. Solamente tendrás de tu hijo el canto, materna tierra mía: nos prescribe el hado no llorada sepultura. Né piú mai toccheró le sacre sponde Ove il mío corpo fanciulletto giacque, Zacinto mía, che te specchi nelTonde Del greco mar da cui vergine nacque Venere, e fea quelle isole feconde Col suo primo sorriso, onde non tacque Le tue limpide nubi e le tue fronde Linclito verso di colui che lacque Cantó fatali, ed il diverso esiglio Per cui bello di fama e di sventura Bació la sua petrosa Itaca Ulisse. Tu non alteo che il canto avrai del figlio, O materna mia térra; a noi prescrisse II fato illacrimata sepoltura. IV Un día, si no sigo siempre huyendo de gente en gente, me verás, hermano, llorar, sentado al pie de tu sepulcro, la muerta flor de tus gentiles años. Ahora, sólo nuestra anciana madre habla de mí con tu ceniza muda: sin ilusión os tiendo yo mis manos, pues aunque vea nuestro hogar de lejos, siento el numen adverso y los temores que fueron tempestad para tu vida, y pido yo también paz en tu puerto. Hoy, de tanta esperanza, esto me queda, gentes extrañas, que pongáis mis huesos en el regazo de la madre triste. Un di, sio non andró sempre fuggendo Di gente in gente, mi vedrai seduto Su la tua pietra, o fratel mió, gemendo U fior de tuoi gentili anni caduto. La madre or sol, suo di tardo traendo, Parla di me col tuo cenere muto: Ma io deluse a voi le palme tendo; E se da lunge i miei tetti saluto, Sentó gli awersi Numi, e le secrete Cure che al viver tuo furon tempesta, E prego anchio nel tuo porto quiete. Questo di tanta speme oggi mi resta! Stranieri genti, lossa mia rendete Allora al petto della madre mesta. (Traducción de Julio Martínez Mesanza)