Nueva Revista 045 > Jose del Rio Sainz

Jose del Rio Sainz

Luis Alberto de Cuenca

Breve reseña de la vida y la obra de José del Río Sainz.

File: Jose del Rio Sainz.pdf

Referencia

Luis Alberto de Cuenca, “Jose del Rio Sainz,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/885.

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Title

Jose del Rio Sainz

Subject

Poesía

Description

Breve reseña de la vida y la obra de José del Río Sainz.

Creator

Luis Alberto de Cuenca

Source

Nueva Revista 045 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

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JOSE DEL RIO SAINZ Luis Alberto de Cuenca osé del Río Sainz (Santander, 1884Madrid, 1964) estudió Naútica en su ciudad natal y navegó durante muchos años como caJpitán de barco por esos mares de Dios, aprehendiendo la variedad del mundo y la inanidad de las cosas. Se dedicó más tarde al periodismo, popularizando el pseudónimo de «Pick» tanto en la prensa cántabra como en la nacional. En el ínterin, había ido publicando libros de poemas como Versos del mar y de los viajes (1912), La belleza y el dolor de la guerra. Versos de un neutral (1922), Hampa (1923) y Versos del mar y otros poemas (1924 y 1925). Es autor, también, de una estupenda obra de teatro {La amazona de Estella, 1926) y de documentadas biografías de Nelson, Zumalacárregui y Churchill. Tradujo, entre otros libros, La maga de la montaña, de Sir Walter Scott. Si bellos son los poemas de asunto marinero de José del Río, aún lo son más los que componen la serie de Hampa, uno de los libros más frescos, originales y divertidos de la poesía española del siglo xx (además de un objeto memorable, adornado con unas bellísimas maderas que constituyen la única obra gráfica conocida de Pancho Cossío). En Hampa, del Río, desde su experiencia de marino desengañado, nos habla de ese lado oscuro que todos intentamos ocultar, muy en la línea postmodernista de la poesía canalla. Ofrezco a continuación el último poema de Hampa, «Apelación» (págs. 103105), en el que el poeta justifica la hechura de su libro, y un maravilloso soneto publicado en el raro volumen colectivo Sonatina al soneto (Santander, Talleres tipográficos de El Diario Montañés, 1935, pág. 59). APELACIÓN Burguesitas románticas, sensitivas Ofelias, que lloráis viendo La Dama de las Camelias; a vosotras someto mi libro taciturno, que los hombres sin alma tacharán de inmoral porque pinto un estado social que, cual Saturno, a sus hijos devora en un festín bestial. Muchachitas de tierno corazón, sed mis jueces; si el cáliz de la vida muestro lleno de heces, no es para recrearme con el licor viscoso, sino por ver si presto un latido piadoso al corazón del mundo. La vida es una sima y en su fondo profundo, oculta por la capa de un espejo radioso, de un rosicler jocundo, hay mucho negro légamo, hay mucho turbio poso. Margarita Gautier, la de tierna raigambre, no es la más desgraciada flor de este mundo abyecto; ella no sufrió apenas los mordiscos del hambre y murió consolada por un amante afecto. ¡ Ay, las que caen comidas de tisis y gangrenas en salas de hospitales frías cual catacumbas, y el ansia de ser puras y el ansia de ser buenas como un sueño imposible se llevan a las tumbas! Esas hoscas mujeres, pesadillas que oprimen el ánimo y que a veces resbalan hasta el crimen, quizá dentro llevaban un ángel del hogar y empezaron su vida con un ingenuo idilio. ¡Ay, si hubieran tenido quien les prestara auxilio, como se salva a un náufrago de la furia del mar! En casi todas ellas, intactos y latentes, se hubieran encontrado de la virtud los rasgos; la mayor parte de ellas, víctimas inocentes, fueron pasto de monstruo y carnaza de trasgos. Yo llevo en mi conciencia como un remordimiento el grito que mil veces oí en un meretricio, el doliente lamento: ¡Sácame de este infierno, redímeme del vicio! Y yo salí cobarde y me alejé del corro de tristes suplicantes sin hacerles ni caso, como cuando escuchamos una voz de socorro de noche y apresura el miedo nuestro paso. Yo digo que se ha visto a las que algún milagro libró de sus vergüenzas, como la Magdalena ante los pies de Cristo, arrastrar por el suelo las penitentes trenzas. Al juicio yo no intento apelar de los hombres que la moral confunden y que tranquilos duermen sin oír el lamento de las blancas palomas vencidas por el viento que con las alas rotas en el fangal se hunden, y que luego, inflexibles, al mirarlas de aprobio y deshonor cubiertas, las condenan con esos anatemas terribles que les cierran del mundo para siempre las puertas. Yo apelo a las mujeres que saben del dolor de vivir sin abrigo, sin pan y sin amor cuando se tiene una graciosa juventud y ríe un diablillo hábil y tentador... Ellas, las que han vencido por gracia del Señor, a las que fueron débiles y falló su virtud comprenderán mejor que el frío pensador, que la hosca multitud, y verán que no es éste un libro pecador. SONETO Catorce versos de bruñido acero sobre un paño de mármol que al sol brilla, panoplia del idioma que Castilla labró al pulir el tosco Romancero... Es el soneto. En cada puño fiero, de cada espada tersa y sin mancilla, una rosa de plata se atornilla o un amorcillo ríe prisionero. Es el soneto. Sus catorce espadas se entrechocan y forman enlazadas el dosel de la musa pensativa... Y así el símbolo puro se completa: fulgor de hierro en el dosel de arriba, y abajo la humildad de la violeta. un lenguaje común, de menos pución y el desconsuelo, la plenitud y limento, y a la vez por una forma el vacío, la soledad habitada y la tan rigurosa y exigente tiene sus presencia fingida, desde la nostalriesgos, y no siempre consigue el gia, la contemplación de la belleza, poeta su deseo de hacer cristal del la amargura, o la fe. barro: hay algún que otro verso mal La fuerza y la debilidad de la medido, ritmos duros, rimas forzaobra del poeta tienen el mismo oridas o versos intrusos, algún que gen: su exceso, su desmesura; la otro relleno, redundancias... pero el voluntad de explorar y prolongar lector está avisado de antemano, y hasta su último extremo la vivencia el acierto del que arriesga lo nuevo y la plasmación literaria de la expecon lo viejo, aun a costa de decepriencia amorosa. El abultado númeciones puntuales, compensa más ro de sonetos (¡y no son más que la que la tersura irreprochable del nesexta parte de los que podrían figuoclásico. Se recuerdan felices acurar en el libro!) y la recurrencia de ñaciones aliterantes o sinestésicas, los motivos conduce a una inevitacomo cuando califica a sus poemas ble sensación de monotonía. Claro de tercas taraceas o lamenta su que, en esto, el lector que lee espodestino de horóscopos hostiles, o rádicamente y catando aquí y allá, describe el romper de las olas cocomo suele leerse la poesía, lleva mo trueno de nieve, y sorprende ventaja sobre el crítico, obligado a positivamente su intento reiterado intentar una impresión de conjunto. de forzar la sintaxis en la expresión No obstante, el libro pide, en buena del absoluto amoroso, o la dupliciparte, una lectura seguida. Son vadad del yo que en el presente recurios los ejemplos de últimos versos pera el nosotros del pasado. convertidos en arranque de un poema o grupo de poemas sucesivos, y Pese a la infinita tradición que basta repasar el índice de primeros el tema arrastra tras de sí y que el versos del final del volumen para autor reelabora en alguna de sus advertir las muchas coincidencias. modalidades más emblemáticas Todo esto tiene su razón de ser. Un (amor cortés, amor a lo divino...), alto porcentaje de la esencia del lisiguiendo a modelos característicos bro se perdería si perdiéramos de (desde San Juan de la Cruz y Gonvista que el encadenamiento y la gora, invocados por él, hasta Mivariación acumulativa son un efecguel Hernández, además de Queveto buscado. do), tampoco en el plano de la inEl haber optado para la mayor vención conceptual faltan en el liparte del ciclo de los sonetos por bro interesantes atisbos. Para aludir a ello volvamos a los símbolos del muerte, la destrucción de la intimiprincipio. dad expuesta minuciosamente al descubierto, el vacío y el silencio El olivo de la portada es el emson rescate y libertad para vivir de blema de la plenitud del amor; el nuevo: en el juicio final muerte ámbito aislado por su copa en su y resurrección del último soneto burbuja mágica es la Arcadia antela experiencia vivida retorna lapirior a la ilusión frustrada, el ayer dariamente reafirmada, como única sin final, al que, desposeído, el poeganancia computable de la vida. ta se niega a renunciar y se obstina Pero ya es de otro mundo. en volver manteniéndolo vivo. Para el árbol del penúltimo soneto, la El disfrute de un libro de poelectura de todo el poemario nos mas es una cuestión de sintonía. En propone sentidos que trascienden la este caso, mis preferencias persosimple antítesis retórica de la imanales se inclinan por los sonetos gen luminosa de la portada, y que descriptivos, limpios, ligeros, ditienen su origen en uno de los conrectos en la elección de detalles y tenidos más poéticos en su senllenos de movimiento, en los que, tido etimológico de creativos, como debe ser, el arte sabe ocultarefectivos, incitantes a la reacción se a sí mismo, haciendo aparecer lo activa en la conciencia del lectorque es, sin duda, tanto intento, codel libro. rrección reiterada de pintor minucioso, como instinto, pulso y rapiSe trata del proceso por el que dez de acuarelista consumado. Pero lentamente, a medida que el poeta habrá quien se sienta más próximo insiste en su obsesión, las palabras a los emotivos cantares cercanos a usurpan el lugar del objeto, suplanlos clásicos, o a los tonos íntimos tan a la realidad, que se ve reducida de la efusividad romántica, o quien al hecho mismo de su formulación prefiera la musa tenue de los objeverbal. Y el amor que dictaba comtos y el lenguaje cotidiano. Recorpulsivamente versos y más versos, dando a Marcial, cada cual hallará, pasajeramente transmutado en entre los que lea, buenos poemas, amor, se acaba convirtiendo en un otros medianos y, no los más coamor dictado y creado por ellos, mo quería la falsa modestia del de camino del silencio. Bilbilis sino tal vez algunos, para Ese me parece el desamor su gusto, malos; pues no hay otra del árbol muerto: el poeta vaciado, manera de componer un libro. • el canto exhausto, el fuego consuAngel Sierra de Cózar. mido, el amor apagado. Pero la