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El hombre primero

Alfonso López Perona

Sobre Albert Camus, compartió con su generación la filosofía existencialista, fue una de las plumas más brillantes de la posguerra, marcó sus diferencias con todo aquello que juzgó inaceptable.
Análisis de su hombra inacabada "Le Premier Homme".

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Referencia

Alfonso López Perona, “El hombre primero,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/708.

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Title

El hombre primero

Subject

Libros y lectores

Description

Sobre Albert Camus, compartió con su generación la filosofía existencialista, fue una de las plumas más brillantes de la posguerra, marcó sus diferencias con todo aquello que juzgó inaceptable.
Análisis de su hombra inacabada "Le Premier Homme".

Creator

Alfonso López Perona

Source

Nueva Revista 037 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

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Libros y Lectores Entre el desarraigo y la esperanza: el primer hombre del último Camus. EL HOMBRE PRIMERO Por Àlfonso López Perona ace 34 años, Albert Camus fallecía en un accidente de automóvil cerca de París. Con su muerte, la lista gloriosa y dolorosa de genios malogrados quedaba engrosada con una de las plumas más lúcidas y brillantes de la posguerra. Marcado indeleblemente por el ascenso de los totalitarismos de entre guerras y por los trágicos acontecimientos de la II Conflagración Mundial, Camus compartió con su generación la filosofía existencialista, hija del nihilismo del primer tercio de siglo. Sin embargo, a diferencia de otros escritores franceses sometidos a la moda intelectual del momento, Camus marcó sus diferencias con todo aquello que juzgó inaceptable en el marxismo imperante. Su posición le enfrentó al sumo sacerdote de la Rive Gauche, Jean Paul Sartre y a buena parte de sus antiguos amigos y camaradas de izquierda. Tras dos años de militancia, había tenido el valor de abandonar el partido comunista francés y se había negado a hacer la apología de la tiranía soviética y a buscar justificaciones a la infamia en el presunto devenir ineluctable de la historia. En ese sentido, cabe hablar con JeanYves Guerin, autor de un reciente artículo aparecido en Le Nouvel Observateur, de revancha de Albert Camus. De ahí el interés de su obra y su permanente actualidad. Tras estos treinta años de silencio sobre su obra, se produce la publicación de Le Premier Homme, novela inacabada y rescatada en el momento en que los acontecimientos recientes demuestran la clarividencia del autor. La sobria y cuidada edición, a cargo de Catherine Camus, hija del escritor, ha sido publicada por Gallimard. Se nos presenta el esbozo de una novela de prosa brillante, no exenta de inconsistencias y sin el pulimento final del texto corregido. En notas a pie de página y en los anejos finales se apuntan caracteres, episodios y pensamientos que previsiblemente hubieran engrosado el libro definitivo. Lo que se ofrece al público es, en realidad, el armazón rico y prometedor de un proyecto novelístico mucho más ambicioso. Camus ha recogido en su última novela, cargada de señas autobiográficas, todas sus ideas fundamentales: su apego telúrico a la Argelia francesa de sus primeros años, su ubicación existencial entre la gente modesta, la recreación ni complaciente ni despectiva de su niñez pobre. Todas estas vivencias tienen el trasfondo histórico y social de Francia a lo largo del siglo XX. Resulta interesante observar cómo esta novela se emparenta con otra, escrita por uno de los grandes escritores antitotalitarios de nuestra época. George Orwell cedió en Corning Up For Air a la tentación literaria de adentrarse en el callejón de los recuerdos en búsqueda de un paraje idílico, hermoseado en la memoria del protagonista. Por el contrario, Jacques, protagonista de este relato y alter ego de Camus, inicia su evocación siguiendo el rastro de su padre, muerto en la batalla del Mame, al que no llegó a conocer. La recreación de la historia familiar sirve para exponer la dureza de la aventura colonizadora francesa en Argelia. Iniciada durante el reinado de Luis Felipe de Orleans, la aspereza del terreno, la inclemencia de las tierras africanas y la hostilidad de los beduinos diezmaron a los primeros colonos. Esta referencia es esencial para comprender la actitud reticente de Camus ante la guerra que a fines de los años 50 se libraba en la antigua colonia y que dividió profundamente a la opinión pública francesa. La precaria existencia del emigrante pobre, francés en su mayoría, pero también español, italiano o de cualquier otro lugar del Mediterráneo, se enmarca en el barrio de las afueras de Argel donde Jacques pasa los años de infancia en casa de su abuela, figura patriarcal que domina y vertebra a la vez a la familia desamparada tras la muerte del padre. La estrechez económica en que transcurre su vida es, ante todo, una realidad que se desgrana en un sinfín de pequeñas miserias que definen una existencia opaca, limitada y sin horizonte. La grandeza de Camus se manifiesta cuando recoge, con frases vibrantes de plasticidad mediterránea, las horas pasadas con los amigos del barrio en juegos callejeros o en la playa, o bien en esas salidas de caza (¿excursiones cinegéticas?) de la mano de su tío Ernest. Tonelero de profesión y hombre elemental y entrañable, Ernest es un prototipo de jovialidad y energía. Es también el contrapunto a la madre de Jacques, privada de su esposo en plena juventud por los designios incomprensibles de una metrópoli lejana, y sumida en una vida acabada cuando apenas comenzaba. La pobreza que describe Camus es real, no una categoría socioeconómica apta como arma retórica de unos cuantos intelectuales. Se trata de la vivencia de cada día, en una sociedad y en una época determinadas, en la que las escasas oportunidades vienen a menudo a través de la escuela laica y republicana, herencia de Jules Ferry. El protagonista, ávido de saber, utilizará esta vía para escapar al opresivo ambiente familiar. La aventura inconclusa de Jacques es la del hombre del siglo XX, desarraigado y sin Dios. Pero también es una historia de esperanza, de momentos de exaltación, de esfuerzo y de todo aquello que compone, en definitiva, el tejido de nuestra vida. Su amor al país en que nació y creció queda bien patente, y se identifica con la idea de patria de Barres, definida por la tierra y los muertos. El combate de Camus por la justicia y por la libertad engarza con una tradición de ética humanística transida de compasión hacia los más débiles. Antes que nada, su alegato y el orden de sus valores están perfectamente claros: el hombre primero. •