Nueva Revista 037 > La marejada del Cantábrico rompe el status quo
La marejada del Cantábrico rompe el status quo
Antxón Sarasqueta
La determinación de las últimas elecciones al Parlamento Vasco van a resultar mucho más decisivas para la futura composición del mapa político nacional.
File: La marejada del Cantábrico rompe el status quo.pdf
Número
Referencia
Antxón Sarasqueta, “La marejada del Cantábrico rompe el status quo,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/697.
Dublin Core
Title
La marejada del Cantábrico rompe el status quo
Subject
Panorama nacional
Description
La determinación de las últimas elecciones al Parlamento Vasco van a resultar mucho más decisivas para la futura composición del mapa político nacional.
Creator
Antxón Sarasqueta
Source
Nueva Revista 037 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426
Publisher
Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.
Rights
Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved
Format
document/pdf
Language
es
Type
text
Document Item Type Metadata
Text
Elecciones vascas La marejada del Cantábrico rompe el statu quo Por Antxón Sarasqueta 1 laberinto tiene su atractivo: las últimas elecciones al Parlamento vasco (231094) resultarán mucho más decisivas para la futura composición del mapa político nacional, de lo que se valoraron coyunturalmente al conocerse los resultados. Afectan muy directamente a la consolidación del liderazgo del Partido Popular como alternativa, constatan la caída de los socialistas, y replantean el equilibrio de fuerzas en la comunidad vasca entre nacionalistas y los partidos de ámbito estatal. Produciendo todo ello, simultáneamente, unos desplazamientos internos en los partidos, cuando éstos ya viven un acelerado proceso de cambio del poder político en España. Si hace cuatro años, el batacazo de los populares en el País vasco fue determinante para la dimisión de Manuel Fraga al frente de su partido, y su marcha a la política regional gallega, en esta ocasión los resultados han supuesto un duro golpe para los intentos de recuperación que había iniciado Felipe González. El principal beneficiario político de todo ello ha sido José María Aznar. Aznar, el primer beneficiario Con la salida de Fraga empezó a emerger el liderazgo de Aznar, que ahora se consolida. Para lo cual se han tenido que producir tres hechos: la pérdida de un miedo que retraía el voto para el centroderecha llamado españolista, la evidencia de que el nacionalismo ha tocado techo, y el mérito del PP de haber sido el único partido con Unidad Alavesa que ha ganado votos por sí mismo. El PP no ha ganado votos a costa de otras fuerzas de centro derecha PNV y UAcomo ha ocurrido con Izquierda Unida, que sí ha subido a costa del PSOE y de Euskadiko Ezkerra. Convertirse en la primera fuerza en San Sebastian, y en la segunda en Bilbao, superando en ambas al PSOE y a Herri Batasuna, demuestra la corriente favorable de los populares en los centros urbanos, como viene ocurriendo en el resto de España desde que comenzó la tendencia al cambio, que se ha ido manifestando en todas las consultas electorales desde 1993 (nacionales, locales y europeas). Esta marejada del Cantábrico ha supuesto la ruptura del statu quo de la mayoría nacionalistasocialista, y en el nivel del país vasco da una mayor complejidad al mapa político y a la forma de gobernar y hacer política. ¿Más difícil? Probablemente es más difícil, pero no tiene por qué ser peor. Quizá sea lo contrario. Hasta ahora, las dos principales referencias para gobernar en el País vasco eran el poder hegemónico del PSOE en el gobierno central, y ETA. La alianza del PNV como fuerza mayoritaria, con el PSEPSOE como segundo partido e interlocutor en Madrid, garantizaba a su vez un poder hegemónico en la comunidad vasca. Factor éste al que las demás fuerzas estaban condicionadas, sobre todo porque enfrente están HB y ETA. Mayor equilibrio de nacionalistas y partidos de ámbito estatal Desaparecida la hegemonía socialista en el poder central, e iniciado lo que muchos comenzaron a considerar hace un año como el declive final del terrorismo etarra (que se ha reflejado en una leve pero progresiva caída de HB, en 34.000 votos y un 1% menos desde las autonómicas de 1986), el esquema de bloques se ha visto alterado. Simultáneamente, el equilibrio de fuerzas nacionalistasespañolistas también ha cambiado. Pasando del 2 a 1 a favor de los nacionalistas (50 escaños frente a 25), a una mayor igualdad (4134 escaños en esta ocasión). El Partido Nacionalista Vasco sigue consiguiendo una mayoría amplia (22 escaños de los 75), pues casi dobla al segundo partido, el PSEEE (12), pero la caída de éste ya no le permite al lehendakari José Antonio Ardanza formar la mayoría absoluta con un sólo acompañante, sino que necesitará gobernar con un tripartito. ¿Acelerará esto un nuevo proceso de fusión entre el PNV y sus disidentes que formaron Eusko Alkartasuna con el antiguo presidente Carlos Garaicoetxea a la cabeza? Este es un proceso que desde las bases de ambos partidos que se consideran la misma fuerza ideológica se está demandando. Aunque las dificultades de entendimiento personal y las viejas heridas entre el líder del PNV, Xabier Arzallus, y Garaicoetxea, suponen un obstáculo. Pero una política realista por parte de ambos puede desembocar en un futuro entendimiento (sobre todo al comprobar el PNV que Garaicoetxea no se ha hundido en estas elecciones, como muchos pronosticaban, sino que a pesar de su descenso de 115.703 votos en 1990 a los 104.890 de ahora ha resistido). Sin embargo, hay que consignar que en las autonómicas de 1984 el PNV tuvo 451.178 y el 41,6%. Última referencia antes de la escisión de la que emanó EA. Hoy, ambas fuerzas, conjuntamente, tienen 408.313 votos y el 39,1% (43.000 votos menos y 2,5% por debajo). Es decir, el nacionalismo moderado vasco también ha descendido en los últimos diez años (siempre tomando como referencia las elecciones autonómicas). El retroceso del nacionalismo moderado (PNV, EA) y del radical (HB) coincide en el tiempo con el descenso de la izquierda. En las autonómicas de 1990, el PSE y EE sumaban 281.841 votos y el 27,4%, y en las de 1994 esta candidatura unida ha conseguido 173.813 y el 17,1%. Es decir, una pérdida de más de cien mil votos y diez puntos, que no han sido recuperados íntegramente por el incremento de IU. Izquierda Unida ha obtenido 93.038 votos y el 9,1% (6 escaños), y en las autonómicas de hace cuatro años consiguió 14.440 y el 1,4%. Los comunistas ganan así casi ochenta mil votos de los cien mil que han perdido los socialistas y euskadikos fusionados. Pero no deja de ser un retroceso de la izquierda en su conjunto, además del varapalo muy directo que supone para los socialistas. Los populares, que ya en 1990 habían pasado de los 55.606 votos y el 4,8% de hace cuatro años, a 83.719 y el 8,1%, han vuelto ahora a subir hasta 146.786 votos y 14,4%, multiplicando casi por dos su número de escaños (de 6 a 11). Mientras, un grupo foralista y derechista como Unidad Alavesa refuerza esa tendencia al duplicar casi sus votos (27.682), su porcentaje (2,7%) y sus escaños (de 3 a 5). UA tiene concentrado sus votos en Vitoria, donde obtuvo el 84% de su total. Paréntesis y expectativas de cambio La diversificación del total de la Cámara parlamentaria vasca en siete partidos, y las dificultades para obtener una mayoría estable han abierto un paréntesis en la vida política regional, que coincide con las crecientes expectativas de cambio en el nivel nacional. Todas las fuerzas políticas, nacionalistas y estatales, tienen su mirada puesta en las elecciones municipales y autonómicas previstas para mayo de 1995. Sus estrategias están condicionadas por esa fecha, ante el acelerado declive del PSOE y de la presidencia de Felipe González, especialmente por los casos de corrupción. El lider nacionalista vasco, Xabier Arzallus, ha señalado en varias ocasiones durante los dos últimos años, en privado y en público, que hay que replantearse una nueva época. El mundo ha cambiado. Al margen de las exigencias dialécticas electorales, los propios dirigentes nacionalistas han comprobado que el discurso antiMadrid tiene un límite en los propios resultados. Se agota en sí mismo. En 1984, el nivel de desarrollo del País vasco estaba en el cuarto puesto del conjunto de España, y hoy está en el noveno. La renta familiar disponible ha pasado del primer puesto (125,87%) de hace veinte años al octavo (1991: 99,71%), y el PIB per cápita del primer puesto (135,70%) al quinto: (1991: 110,85%) en los porcentajes sobre el total nacional, según las estadísticas del BBV y de la Renta Nacional. En su capacidad de compra, los habitantes del País vasco han pasado del séptimo puesto en 1984 al decimocuarto, diez años más tarde. El País vasco demanda una recuperación y un nuevo horizonte en su visión política. Arma utilizada por el líder del PP en aquella comunidad, Jaime Mayor Oreja: por una dinámica de cambio, ha sido su eslogan favorito, vinculando las tendencias regionales a las expectativas y tendencias nacionales (un dato revelador en el PP vasco es su juventud, incluidos el propio Mayor y el número uno por San Sebastian, Gregorio Ordoñez, en línea con la irrupción generacional en el resto de España). Los resultados de las elecciones vascas esa marejada influirá en el nuevo mapa regional, y en el nacional, pues, entre otras, cosas, ha acelerado un desplazamiento interno en el PSOE y dentro del conjunto de la izquierda política y sindical que parte del convencimiento de un cambio en el poder. Unos lo expresan como el histórico lider ugetista vizcaíno, Nicolás Redondo y otros lo degustan, como el vicesecretario Alfonso Guerra y el líder comunista, Julio Anguita. Guerra, que aspira a quedarse con el control del partido, ya ha utilizado la derrota vasca para transmitir el mensaje interno de que el estilo de campaña personal made in González termina en derrota, citando los comicios últimos de Galicia, las europeas, la pérdida de la mayoría absoluta en Andalucía, y ahora las elecciones vascas. En España, la izquierda ha comenzado a vivir su propia lucha por un espacio de supervivencia, mientras que el centroderecha se enfrenta a la conquista del gobierno de la nación, y de un nuevo rumbo en el liderazgo político. Es la imagen de dos tendencias que se cruzan, como lo han hecho en Euskadi. P