Nueva Revista 035 > Más gente, mejor para todos

Más gente, mejor para todos

Julian L. Simon

Se abordan temas relacionados a la tasa de mortalidad que ha ido decreciendo en todos los rincones del globo, la esperanza de vida que casi se ha triplicado en los países ricos en los dos últimos siglos y casi se ha duplicado en los países pobres en las últimas cuatro décadas.

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Julian L. Simon, “Más gente, mejor para todos,” accessed May 8, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/658.

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Más gente, mejor para todos

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Ensayos

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Se abordan temas relacionados a la tasa de mortalidad que ha ido decreciendo en todos los rincones del globo, la esperanza de vida que casi se ha triplicado en los países ricos en los dos últimos siglos y casi se ha duplicado en los países pobres en las últimas cuatro décadas.

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Julian L. Simon

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Nueva Revista 035 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

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Todos los recursos son cada vez más accesibles, en lugar de más escasos, y los demógrafos saben que la tasa de mortalidad ha ido decreciendo en todos los rincones del globo. MÁS GENTE, MEJOR PARA TODOS Por Julian L. Simon l catastrofismo ambientalista, cuando esgrime resultados científicos, se equivoca por sistema. Hasta la Agencia de Protección Ambiental reconoce que el aire y el agua de los Estados Unidos son, desde hace décadas, cada vez más limpios. KCualquier experto en economía agraria sabe que la dieta alimenticia de la población mundial ha ido mejorando continuamente desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Quienes estudian la economía de los recursos naturales saben que todos los recursos son cada vez más accesibles, en lugar de más escasos, como lo demuestra el precio descendente de todos ellos a lo largo de décadas y siglos. Y los demógrafos saben que la tasa de mortalidad ha ido decreciendo en todos los rincones del globo; la esperanza de vida casi se ha triplicado en los países ricos en los dos últimos siglos, y casi se ha duplicado en los países pobres en las últimas cuatro décadas. Además, ha quedado claramente demostrado que el crecimiento de la población no impide el desarrollo económico. En los ochenta se ha producido un cambio radical en la opinión de los economistas de la población sobre los efectos del crecimiento demográfico. En 1986, el National Research Council y la National Academy of Sciences modificaron completamente su opinión oficial, abandonando las afirmaciones pesimistas de 1971. Cayeron en la cuenta de que no existe ninguna evidencia estadística de una correlación negativa entre el crecimiento de la población y el crecimiento económico. Además, afirmaron que la escasez de recursos no renovables es a lo sumo un obstáculo de poca monta para el crecimiento económico. Pero este giro de 180 grados en la opinión de los expertos no parece por ahora merecer la atención de la prensa, del grupo de organizaciones ecologistas antinatalistas y del grupo de agencias que promueven el control de la población fuera de los Estados Unidos. • •i Evolución positiva Atención a lo que voy a decir ahora, porque es el núcleo de mi mensaje hoy: casi todos los cambios económicosociales que se analizan, si el periodo de observación es razonablemente largo, presentan una evolución positiva. Para comprender los principales rasgos de una economía es necesario prestar atención a las tendencias a largo plazo. Las comparaciones coyunturales (entre sexos, grupos de edad, razas, grupos políticos, etc.), en cambio, son más noticiables. Pues bien, repito, casi cualquier medida a largo plazo de la riqueza humana que podamos considerar, indica una clara mejora a lo largo de décadas y siglos, en los Estados Unidos y en resto del mundo. Y no existe ningún motivo serio para pensar que esta tendencia no vaya a continuar indefinidamente. El hecho demográfico más importante, el más asombroso es la reducción de la tasa de mortalidad Repasemos rádidamente algunos datos sobre la evolución de la vida humana, empezando por el aspecto más importante: su propia vida. El hecho demográfico más importante, el más asombroso (el mayor logro humano de todos los tiempos, en mi opinión) es la reducción de la tasa de mortalidad. Hicieron falta milenios para que la esperanza de vida al nacer pasara de ligeramente 20 años a un poco menos de 30 años. En los dos últimos siglos vemos que la esperanza de vida al nacer, en los países desarrollados, se ha más que duplicado: de menos de 30 años a casi 75 años. ¿Qué otro suceso humano puede compararse a éste? En los países pobres, desde después de la Segunda Guerra Mundial, la esperanza de vida al nacer ha aumentado en quince o, incluso, veinte años, como efecto de mejoras en la agricultura, sanidad y medicina. Es este descenso de la tasa de mortalidad la causa de que ahora haya más hombres que nunca en el planeta. Ahora, desde otro punto de vista: en el siglo pasado nuestro planeta era capaz de mantener solamente a mil millones de personas. Hace diez mil años el planeta sólo podía mantener a cuatro millones de personas. Ahora, cinco mil millones de personas viven en la tierra, y viven más y con más salud que nunca, como media. El incremento de la población mundial es el resultado de nuestras victorias sobre la muerte. I Saltos de alegría Lo normal es que todos los filántropos dieran saltos de alegría al presenciar este triunfo de la mente humana y de la organización sobre las fuerzas de la naturaleza causantes de la muerte humana. En cambio, muchos se quejan de que hay demasiada gente viva para disfrutar de ese don. Hasta llegan a echar de menos otras tasas de mortalidad. Así, asustados, aprueban las políticas demográficas de Indonesia, China y de otros países, políticas inhumanas, de coerción y de negación de la libertad personal en una de las elecciones más preciadas que una familia puede ejercitar: la del número de hijos que quiere tener y educar. No se entiende cómo no se oye nada de parte del movimiento feminista acerca de esta violación de derechos de la mujer. Ni de Planned Parenthood acerca de esta violación de derechos a la sucesión. ¿Por qué no se oye nada por parte de las organizaciones afroamericanas de las acciones de los Estados Unidos en Africa para presionar a los gobiernos para que se reduzcan las tasas de natalidad de sus países? Se podría pensar que esta actitud está basada en el principio de no ingerencia en los problemas de otros países, pero no es así, ya que, por ejemplo, Planned Parenthood lleva tiempo colaborando en actividades internacionales de control de la población. ¿Qué pasa aquí? Se pueden dar muchas explicaciones, ninguna agradable. La escasez de recursos siempre ha preocupado a la humanidad. Aún así los datos son elocuentes: la escasez de recursos naturales, medida por el indicador significativo de los costes o precios, ha disminuido a largo plazo en todos los casos (materias primas), con alguna excepción temporal. Es decir, la disponibilidad ha crecido. Consideremos el cobre, que es un representante del grupo de los metales. El coste actual del cobre es aproximadamente la decima parte del coste hace 200 años. Esta tendencia descendente de los precios del cobre viene de muy lejos. En el siglo dieciocho antes de Jesucristo, en Babilonia, en tiempos de Hammurabi, hace casi 4000 años, el precio del cobre, en función de los salarios, era aproximadamente mil veces el actual en los Estados Unidos. Durante el Imperio Romano el precio era aproximadamente unas cien veces el actual. Todo lo que compramos bolígrafos, camisas, neumáticos es cada vez más barato, porque cada vez sabemos producir a menor coste. ¿Pero qué me dicen de que el precio de los recursos naturales ha descendido todavía con mayor rapidez? Se mire como se mire, los recursos naturales son cada vez más abundantes, menos escasos. En cuanto al petróleo, la subida de precios desde los 70 no se debe a un aumento del coste del abastecimiento mundial. El coste de producción por barril en el Golfo Pérsico es todavía de 50 centavos, aproximadamente. Respecto a la energía en general, no hay razón alguna para pensar que ésta sea finita, o para afirmar que su coste, a largo plazo, no pueda seguir descendiendo ininterrumpidamente. Me doy cuenta de que resulta extraño decir que la cantidad de energía no es finita, que no está limitada. Los alimentos son un recurso importante. Pues, a pesar del crecimiento de la población, la tendencia actual es claramente positiva. El precio a largo plazo de la alimentación respecto de los salarios es hoy en día solamente 110, aproximadamente... Incluso comparado con los productos de consumo, el precio de los cereales está bajando, debido a una mayor productividad. Las muertes por hambre, debidas a un insuficiente abastecimiento de alimentos, han disminuido, incluso en términos absolutos, en el siglo pasado. Este hecho se ha producido en los países pobres, principalmente. El consumo de alimentos por persona lleva 30 años creciendo. Y no parece que los países menos desarrollados permanezcan al margen de esa corriente positiva general. La producción de alimentos por persona en Africa ha disminuido, pero en 1991 muy pocos analistas mantienen que esta situación tenga que ver con restricciones de tierra o agua o sol. El hambre de Africa es un producto de las guerras civiles y de la colectivización de la agricultura, agudizada por las sequías periódicas. Permítasenos ahora una disgresión particular, sobre un recurso que ha sido de primordial interés histórico en algunos países, Holanda entre ellos: la tierra cultivable. Considerémosla como un ejemplo de todos los recursos naturales. Aunque mucha gente considera la tierra como una especie de recurso, lo cierto es que está sometida al mismo proceso de creación humana que otros recursos naturales. El hecho más importante acerca de la tierra cultivable es que conforme pasa el tiempo cada vez se requiere menos cantidad de ella. Esta idea es claramente antiintuitiva. Parece obvio que el mundo necesite cada vez más tierra cultivable. Pero el título de un importante artículo, profético, de Theodore Schultz, publicado en 1951 lo explica todo: The Growing Unimportance of Land (la creciente pérdida de importancia de la tierra). ( Creación de la tierra El incremento de productividad por unidad de superficie ha crecido muchísimo más rápido que la población, y hay serias razones para pensar que esta tendencia continuará. Por lo tanto, cada vez hay menos razones para preocuparse por la disponibilidad de tierra cultivable. Aunque el volumen de tierra cultivable parece fijo en cada momento, la realidad es que está siendo continuamente incrementado (y rápidamente, en muchos casos) por la puesta en cultivo de nuevas tierras y por la recuperación de tierras abandonadas.. El valor de la tierra está continuamente en alza por el incremento del número de cosechas al año por unidad de superficie, por el incremento de los rendimientos por cosecha debido a mejoras en los métodos de cultivo y al uso de fertilizantes químicos. Finalmente, aunque no menos importante, se crea tierra donde no existía previamente. Sólo hay un recurso importante que ha empezado a drecrecer. Ese recurso es el más importante de todos: el ser humano. Sí, ahora hay más gente que nunca en el planeta. Pero si medimos la escasez de seres humanos de la misma manera que medimos la escasez de otros bienes económicos, vemos que los salarios no han hecho más que subir en todo el mundo, en los países pobres y en los ricos. La cantidad que usted debe pagar para obtener los servicios de un peluquero o de un cocinero ha subido en la India, igual que el precio de un peluquero o cocinero (o economista) ha subido en Estados Unidos durante décadas. Este incremento en el precio de los servicios es una clara muestra de que las personas son cada vez más escasas, aunque seamos más. Hablemos ahora de la polución. ¿Quiénes piensan que el aire que respiramos y el agua que usamos están cada vez más contaminados? La realidad es que la contaminación del aire ha disminuido en los últimos años, especialmente la contaminación por partículas. Respecto del agua, diremos que la proporción de puntos de control en los Estados Unidos con condición de agua potable ha crecido desde el comienzo de la toma de datos en 1961. Todas las predicciones de los alarmistas han resultado claramente erróneas. Los metales, los alimentos y demás recursos naturales son ahora más accesibles, en vez de más escasos, como se predecía. La famosa predicción de los hermanos Paddock (que veríamos millones de muertos de hambre en los Estados Unidos) se topó con una superproducción agraria sin precedentes. El principal grito de Paul Ehrlich: ¿Qué haremos cuando los surtidores de gasolina se sequen? fue seguido de un periodo en el que la gasolina nunca había sido tan barata desde los años 30. Los Grandes Lagos no han muerto; nunca ha habido más pesca en ellos. La mayoría de los contaminantes, especialmente las partículas, que causaron la muerte de tanta gente en el pasado, han disminuido en nuestras ciudades (los países socialistas son punto y aparte, ya que tienen una historia ambiental trágica). Las predicciones equivocadas de escasez de cobre y otros metales han tenido efectos muy negativos, causando auténticos desastres a muchas compañías mineras y a los países pobres que dependen de la minería, desorientados por infundadas expectaciones de subidas espectaculares de precios. Diseño de aviones, estándares CAFE. Recursos valiosos mal administrados. Nada, no hay forma, ninguno de sus muchos errores ha reducido la credibilidad de los alarmistas en los medios de comunicación social, ni su acceso a los recursos financieros del gobierno federal. Déjenme contarles una anécdota personal. La aspiración a una vida mejor es algo que podemos observar en la mayoría de nuestras familias, si prestamos atención. Por ejemplo, yo padezco de asma, ligera. No hace mucho dormí en una casa con perro, y me desperté con una tos desagradable y con dificultad para respirar. Cuando me di cuenta de que se debía a la caspa del perro, eché mano del inhalador de doce dólares (para 3000 inhalaciones) y lo accioné. En menos de diez minutos respiraba perfectamente y la tos había desaparecido. Un pequeño milagro ¿no? Hace cuarenta años me hubiera pasado la noche en blanco con un malestar persistente. Hace cuarenta años habría abandonado el squash, porque el ejercicio es lo peor para mi asma, sin inhalador a mano... ¿Qué decir de la diabetes? Si hace cien años un hijo suyo tenía diabetes, usted presenciaría sin poder hacer nada cómo se quedaba ciego y moría ¡oven. Hoy en día inyecciones, o pastillas incluso, permiten a ese niño una vida tan larga y saludable como la de los demás... ¿Y de las gafas? Hace unos siglos usted tendría que abandonar la lectura a los 40 o a los 50. Ahora usted puede comprar gafas para leer, por nueve dólares, en una droguería. O puede llevar lentillas, si tiene problemas visuales, si quiere mantener su vanidad intacta. ¿No es cierto que en cada familia hay siempre alguna persona con un problema de salud que en otra época habría sido una tragedia auténtica y que ahora es algo llevadero? Ahora, el crecimiento de la población: una docena de competentes estudios estadísticos, empezando por el análisis de Simón Kuznets, Premio Nobel en 1967, están de acuerdo en que no existe una relación estadística negativa entre el crecimiento económico y el crecimiento de la población. Existe un fundamento muy serio para creer que el aumento de la población es siempre positivo a largo plazo. El crecimiento de la población no hace descender el nivel de vida de una nación. Es evidente. Tan evidente como el hecho comprobado de que el aumento de la población eleva el nivel de vida a largo plazo. Por cierto, fueron esos trabajos estadísticos los que alrededor de 1968 me hicieron cambiar de opinión y ocupar la posición en la que me encuentro hoy. Mi cambio de postura no se debe a motivos religiosos, políticos o ideológicos. I Reglas y excepciones En pocas palabras, el método consiste en recoger los siguientes datos de cada país: tasa de crecimiento de la población, tasa de crecimiento económico, y examinar después (teniendo en cuenta todos los datos de la muestra a la vez) los países que tienen tasas altas de crecimiento de la población y tasas de crecimiento por debajo de la media; y los países que tienen un crecimiento de la población lento y su crecimiento económico está por encima de la media. Todos los estudios coinciden en que no hay correlación, a medio plazo, entre crecimiento económico y crecimiento de la población. Por supuesto que siempre podemos aducir casos de países que claramente son una excepción a la regla. Menos mal que el genio de la inferencia estadística nos permite extraer generalizaciones de muestras que contienen una amplia variedad de comportamientos. Las excepciones pueden ser útiles para levantar pistas hacia caminos que conducen a un análisis más cuidadoso, pero mientras sean meras excepciones no prueban que la generalización no tenga sentido o utilidad. El tipo investigador puede que se pregunte si densidad de población no será una variable más significativa que el crecimiento de la misma. Y de hecho, se han hecho estudios de ese tipo. Pero de nuevo Ninguno de sus muchos errores ha reducido la credibilidad de los alarmistas en los medios de comunicación social la evidencia estadística contradice claramente las conclusiones del sentido común. Si representamos en abcisas la densidad de la población y en ordenadas o la renta o el cambio de renta, a primera vista resulta evidente que las densidades de población elevadas corresponden a las economías más saneadas. Haga usted mismo la prueba, si puede: sobrevuele Hong Kong; Hong Kong era hace unas décadas un enclave sin futuro debido a problemas irresolubles de recursos naturales y se maravillará ante la apretada colección de rascacielos de apartamentos y oficinas. Dese un paseo de un par de horas en coche por sus bien trazadas autopistas y se dará cuenta de que tan alta concentración de seres humanos no es incompatible con una existencia confortable y un futuro económico atractivo si el sistema económico permite a los individuos ejercer su libertad para ejercitar sus talentos y aprovechar las oportunidades que se les brinden, Y la experiencia de Singapur demuestra que Hong Kong no es única. Dos ejemplos, por supuesto, tampoco son una prueba, pero en este caso, estos dos casos espectaculares están respaldados por la evidencia de una muestra amplia de países; no se trata de ejemplos engañosos. Hong Kong tiene una resonancia especial en mí porque la primera vez que lo visité fue en 1955, saliendo de un destructor de la armada americana. En aquella ocasión sentí verdadera pena por aquellos millares de personas que dormían cada día en las aceras o en pequeños botes. Entonces me pareció clarísimo, como a tantos otros, que Hong Kong no podría superar todos sus problemas: masas enormes de pordioseros sin trabajo, carencia total de recursos naturales, más refugiados cruzando la frontera cada día. Pero cuando volví en 1983, lo que vi fueron pletóricas masas de gente situada, llenos de esperanza y energía. Ya no tenía sentido apiadarme de ellos. El mayor beneficio del aumento del tamaño de la población y de su crecimiento es el aumento de conocimiento utilizable que lleva consigo. Las mentes importan tanto o más que las manos o las bocas para la economía. El progreso económico está limitado principalmente por la falta de obreros cualificados. Cuantas más personas se integren en nuestra población, por nacimiento o inmigración, más rápido será el crecimiento de nuestra civilización, material y culturalmente hablando. Que no se me malinterprete: yo no digo que todo marche de maravilla, ni que el futuro sea de color de rosa. Hay niños hambrientos y enfermos; hay mucha gente que vive atrapada por la probreza física e intelectual, y que no tiene posibilidad de salir del agujero en que se encuentra; la guerra y algún nuevo tipo de polución pueden exterminar el mundo. Sí que digo, en cambio, que siempre que he estudiado factores económicos importantes he comprobado que las tendencias de sus medidas agregadas son positivas. Tampoco afirmo que un futuro mejor se alcance automáticamente, o sin esfuerzo. Si tiene lugar, es porque los hombres habrán trabajado con su cabeza y sus brazos, y porque el sistema económico les habrá brindado la oportunidad de hacerlo. Ahora necesitamos un poco de teoría para explicar como la riqueza de la humanidad puede crecer con la población. La teoría malthusiana de la escasez creciente, basada en recursos supuestos fijos, que es la teoría de todos los catastrofistas, va en contra de toda la evidencia histórica a largo plazo. Parece lógico buscarse otra teoría. La teoría que concuerda con los datos es la siguiente: más gente, y rentas crecientes, causan problemas a corto plazo. La escasez a corto plazo hace subir los precios. Esta situación crea oportunidades y exige la búsqueda de soluciones. En una sociedad libre, esas soluciones acaban llegando, creando a largo plazo una situación mejor que la que existía antes de que surgieran los problemas. Con otras palabras: cuantas más bocas, a menos tocaremos, a corto plazo. Y cuantos más trabajen, con el mismo stock de capital, menor rendimiento por trabajador. Este último efecto, que se conoce con el nombre de ley de los rendimientos decrecientes, es la esencia de la teoría malthusiana, tal como él la formuló por primera vez. Pero si los recursos con los que la gente trabaja no son fijos a lo largo del periodo de análisis, entonces la lógica malthusiana de los rendimientos decrecientes no se puede aplicar. Y la pura verdad es que , salvo durante breves periodos de tiempo, de ajuste, los recursos no son fijos. La gente crea más recursos, de todo tipo. Cuando nos situamos en una perspectiva de largo alcance, la escena cambia por completo, haciéndose más compleja que la del corto plazo, en la que más gente implica una renta media decreciente. A largo, muy largo plazo, más gente significa, casi con toda seguridad, más recursos disponibles y más renta para cada uno... Les sugiero poner a prueba esta proposición que acabo de hacer: ¿piensa usted que el nivel de vida de ahora sería tan alto como es si la población no hubiera nunca crecido por encima de los cuatro millones de seres humanos que había en el mundo hace 10.000 años? Yo no creo que ahora tuviéramos luz eléctrica, o calefacción por gas, o coches, o penicilina, o viajes a la Luna, o una esperanza de vida superior a los 70 años en los países ricos (antes era de 20 a 25 años al nacer), si la población no hubiera crecido como lo ha hecho. Consideren este ejemplo de cómo la gente tiene ahora a mano muchos más recursos que antes. En Inglaterra, en el siglo dieciséis se pensaba que se estaban agotando las reservas energéticas del país, por la deforestación producida por la necesidad de disponer de leña. La gente temía la desaparición del combustible para usos domésticos y para la industria siderúrgica. Esta escasez amenazante trajo consigo el uso del carbón. Posteriormente, a mitad del siglo pasado los ingleses empezaron a preocuparse por una crisis amenazante del carbón. El gran economista inglés Jevons, calculó que la escasez de carbón congelaría la industria inglesa alrededor de 1900; afirmando con parsimonia que la explotación del petróleo no significaría gran cosa. Bajo la amenaza de la escasez de carbón (y de aceite de ballena, cuya historia viene a continuación) gente ingeniosa, con afán de beneficios, convirtió el petróleo en un combustible mucho más adecuado que el carbón. I El petróleo Otro protagonista de la historia. Debido al incremento de la población y a la subida de las rentas, el precio del aceite de ballena para lámparas se disparó. La guerra de Secesión americana todavía hizo subir más su precio, llegándose a una crisis del aceite de ballena. Este hecho hizo que la gente se animara a encontrar y a producir sus sustitutivos. Primero se recurrió al aceite de uvas, al de olivas, al de lino y al aceite de alcanfor procedente del pino. Después, los inventores aprendieron a sacar aceite del carbón. Otras personas ingeniosas produjeron queroseno a partir del aceite que destilaban en superfice algunas pizarras: el producto se hizo tan buscado que su precio pasó de $.75 el galón a $2.00. Este precio estimuló a los empresarios a centrarse en el abastecimiento de aceite; finalmente Edwin L. Drake extrajo petróleo en su famoso pozo de Titusville, Pennsylvania. Aprender a refinar el petróleo llevó lo suyo, pero en pocos años había cientos de pequeñas refinerías en USA, y pronto muchas tuvieron que dejar el negocio, por la bajada de los precios del petróleo desde $2.50 o más en el momento cumbre (18óó) a menos de $1. Y en 1993 Gran Bretaña exporta carbón y petróleo. Pero no fue el gobierno inglés el que desarrolló el carbón o el petróleo, porque los gobiernos no suelen ser los más eficaces promotores de nuevas tecnologías. Fueron los empresarios los que se dieron cuenta de las necesidades, vieron la oportunidad, usaron toda la información e ideas a mano, hicieron muchas salidas en falso (muy costosas para muchos de ellos, pero no para otros) y al final llegaron a la situación en la que el petróleo era ya un combustible adecuado. Porque había suficientes individuos independientes investigando para que al fin algunos de ellos llegaran a producir ideas y métodos bien fundados. El sistema de empresas competitivas funcionó: produjo lo que el público necesitaba. Y la nueva solución trajo consigo algo mucho mejor que lo que había antes de que el problema de la escasez se dejara sentir. Ahora tenemos que plantearnos otro problema capital en la consideración de la relación poblaciónrecursos: hasta qué punto el sistema soáopol¡ticoeconómico permite la libertad individual. Las personas preparadas requieren un marco socioeconómico que facilite incentivos para trabajar seriamente y correr riesgos, facilitando así que los talentos florezcan y den fruto. Los elementos fundamentales de este marco: son libertad económica, respeto a la propiedad y justas y sensibles reglas de mercado que todo el mundo tenga que respetar. El problema del mundo no es demasiada gente, sino falta de libertad económica y política. Yo solía hablar de Europa y ChinaTaiwan. Piénsese en pares de países que tenían la misma cultura e historia, y tenían un nivel de vida semejante cuando fueron separados al final de la Segunda Guerra Mundial: Alemania del Este y Alemania del Oeste, Corea del Norte y del Sur, China y Taiwan. En cada caso el país planificado, centralizado, comunista, empezó con menos presión de población si se mide en habitantes por kilómetro cuadrado, que el correspondiente país con economía de mercado. Los países comunistas y no comunistas empezaron también con aproximadamente las mismas tasas de natalidad. Pero las economías de mercado han sido mucho más eficaces que las planificadas y centralizadas. Esta explicación del desarrollo económico tira por tierra toda explicación basada en el crecimiento de la población. Hasta ahora hemos estado discutiendo hechos. Consideremos ahora cómo en 1991 aparece un elemento nuevo, importante, un cambio de opinión en la comunidad científica, que está de acuerdo en todo lo que hasta ahora les he estado comentando. Mis afirmaciones de hoy no son ya una voz en el desierto, sino el consenso cientítfico. Los comentarios acerca de la agricultura y de los recursos naturales, siempre han sido el consenso unánime de los economistas especializados en estos campos. Ahora, la opinión generalizada de los economistas de la población no se aparta mucho de lo que les he dicho. En 198ó, el National Research Council y la National Academy of Sciences publicaron un libro sobre el crecimiento de la población y el desarrollo económico preparado por un grupo de expertos prestigiosos. Este informe oficial se desdijo de prácticamente todas las alarmantes conclusiones del informe anterior de la National Academy of Sciences en 1971. El crecimiento de la población es, a lo sumo, un factor de segunda fila, La escasez de recursos no renovables es, como mucho, una constricción de poca monta del crecimiento económico, dice ahora. Parece que por fin se han dado cuenta de los beneficios de que haya más gente, no sólo de sus costes. Un buen número de artículos ontológicos publicados por economistas de la población en los tres o cuatro últimos años, han confirmado que esta forma revisionista de afrontar la demografía mundial es coherente con la evidencia científica, aunque no todos los autores fueran tan lejos como yo voy al señalar los aspectos positivos a largo plazo del crecimiento de la población. El consenso se desplaza hacia una especie de juicio neutral. Aun así, esto es un cambio brutal respecto de la opinión anterior de que el crecimiento de la población era económicamente empobrecedor. A partir de 1993, cualquiera que afirme que el crecimiento de la población es perjudicial para la economía, debe cerrar los ojos ante la evidencia científica, o ser claramente deshonesto intelectualmente. Conclusión A corto plazo, todos los recursos son limitados. El largo plazo es una historia completamente distinta. El nivel de vida ha subido a la par que crecía la población mundial desde el comienzo de la historia. No existe ninguna razón económica convincente para pensar que esta tendencia no vaya a continuar indefinidamente. Este es el razonamiento clave: el crecimiento de la población y de la renta crean carencias actuales y previstas, y por tanto llevan consigo subidas de precios. Una subida de precios representa la oportunidad de atraer empresarios movidos por el beneficio a encontrar formas de satisfacer estas carencias. Pocos lo consiguen, y al final el resultado es que todos salen ganando porque la situación es mejor que la que había antes de que se produjera la carencia. Es decir, necesitamos problemas, aunque no haya que crearlos a propósito. Yo espero que estén de acuerdo ahora en que, a largo plazo, nos espera una vida material más abundante, en íugar de una creciente escasez, en los USA y en el mundo en su conjunto. Por supuesto, ese progreso no se producirá automáticamente. Mi mensaje no es tranquilizador. En esto sí que estoy de acuerdo con los catastrofistas: la humanidad necesita de los esfuerzos de todos para mejorar su parcela. Me separo de ellos porque esperan que acabaremos mal, mientras yo espero la continuación de la historia de triunfos de la humanidad. Y yo creo que su mensaje se agota en sí mismo, porque si uno espera que sus esfuerzos fracasarán por límites naturales inexorables, entonces uno se sentirá fácilmente resignado; y literalmente presentará su dimisión. Pero si reconoce la posibilidad, de hecho la probabilidad, de triunfar, dispondrá de grandes reservas de energía y entusiasmo. Que haya más gente causa problemas, pero es siempre la gente la que resuelve los problemas. El principal combustible para acelerar el progreso del mundo es la reserva de conocimiento. Sus lastres más pesados son: a) nuestra falta de imaginación, y b) las regulaciones sociales infundadas de las actividades económicas. El último recurso es la gente, especialmente adiestrada, animosa, gente joven, libre y llena de esperanza, que ejercerá su voluntad e imaginación en provecho propio y así, no sólo se beneficiará a sí misma, sino también al resto de la sociedad. • Traducción de Juan A. Cebrián