Nueva Revista 030 > En poesía vale todo
En poesía vale todo
Miguel d'Ors
Reproducción del texto de Miguel d'Ors "En poesía vale todo (cuando vale)".
File: En poesia vale todo.pdf
Archivos
Número
Referencia
Miguel d'Ors, “En poesía vale todo,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/549.
Dublin Core
Title
En poesía vale todo
Subject
Poesía
Description
Reproducción del texto de Miguel d'Ors "En poesía vale todo (cuando vale)".
Creator
Miguel d'Ors
Source
Nueva Revista 030 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426
Publisher
Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.
Rights
Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved
Format
document/pdf
Language
es
Type
text
Document Item Type Metadata
Text
En poesía vale todo (cuando vale) Por Miguel dOrs e pide Luis Alberto de Cuenca unas líneas de prosa teórica que sirvan de complemento a esta selección de poemas míos. Inconvenientes de ser un poeta moderno. MA Jorge Manrique, a Garcilaso de la Vega, a Dante y a Shakespeare sus tiempos respectivos no les exigían este tipo de cosas (que en nuestros días, por otro lado, generalmente son más soportables que los versos a los que acompañan). Con el verdor de la juventud se me fue también la afición a las grandes preguntas (y las grandes respuestas) sobre la Poesía. Como dije en un poema de 1985, de este estúpido oficio apasionante sé menos cada día. El tiempo me ha ido dando lecciones de ignorancia y hoy toda mi poética serían interrogantes, aunques y puntos suspensivos. Hoy la Poética también lo escribí no hace mucho me interesa notoriamente menos que la artesanía. Así que voy a poner aquí siete expresiones para luego comentarlas con el talante del herrero o el alfarero que, sin gran entusiasmo, explica a los profanos algunas de las cosas de su oficio: 1. Jt asuorle. 2. El trajo su. 3. El trajo su entonces. 4. Él trajo su sombrero gris. 5. El trajo su sombrero invertebrado. 6. El trajo su sonvrero gris. 7. El trajo su sombrero gris (pero en realidad no era gris, o sí pero se le había olvidado en su casa). De estas expresiones, algunas son gramaticalmente inválidas (1,2, 3) y otras válidas (4, 5, 6, 7). ¿Por qué sabemos que las tres primeras son incorrectas, es decir, que carecen de significado? Porque sabemos español, supongo: un desconocedor de nuestro idioma podría creer que esas tres expresiones son frases absolutamente normales. Dentro de las cuatro que lo son gramaticalmente esto es, que tienen un significado hay que hacer una distinción que separe las que tienen sentido y las que no, entendiendo aquí por sentido adecuación a la realidad posible. La 4, que es la más sensata de toda la serie, tiene significado y sentido. La 5 tiene significado pero no sentido y sabemos esto porque nuestra experiencia (ya no del español, sino del mundo real) nos indica que sólo de los animales puede afirmarse que son o no invertebrados. La 6 la he catalogado como gramaticalmente aceptable. Debo admitir ahora que no lo es del todo, ya que contiene una doble falta de ortografía. Pero como esa falta es una comunicación oral podrá pasar inadvertida, y en la escrita será fácilmente reconocible como tal, o sea, subsanable, demos la frase por válida, es decir, por poseedora de significado y sentido como la 4. (En cuanto a la expresión número 7, tiene significado y sentido de hecho es textualmente idéntica a la 4; pero como sabemos que no corresponde a la realidad empírica porque el sombrero de X es verde, o se le ha quedado en casa, hemos de calificarla como error o mentira. Ahora bien: puesto que uno no puede estar presente en todas partes a todas horas, o, lo que es lo mismo, como uno no puede asegurarse de la veracidad de todas las expresiones que tiene a su alcance, está claro que entre las del tipo 7 y las del tipo 4 es tan difícil establecer una diferencia sustancial que más vale hacerse el loco. En la conversación cotidiana, en la menos cotidiana, en los escritos no literarios y en muchos escritos literarios, y aun poéticos, podemos encontrar expresiones de los tipos 1 (onomatopeyas e interjecciones neológicas), 4 y es de suponer que 7. (En el fondo, una novela, por ejemplo, es casi siempre toda ella una gran expresión del tipo 7, ya que se refiere a personas, cosas y sucesos que no han existido nunca). También del tipo 6, evidentísimamente. ¿Qué ocurre en los textos específicamente poéticos? Pues que en ellos podemos encontrar encontraremos de hecho expresiones que corresponden al tipo 1, a los 2 y 3 (frases agramaticales con valor expresivo, como Soy un fue y un será y un es cansado), al 4, al 5, al 6 (entre verdes ebónibus, Viban los compañeros) y, por supuesto, al 7. Resumen: en Poesía vale todo (cuando vale, naturalmente). Por lo que, la verdad, podíamos habernos ahorrado estas disquisiciones. Por lo demás, diré que en las líneas que anteceden hay varias falsedades y que la vida, el mundo y el hombre son infinitamente más importantes que el Arte, y, antes que en la Poesía, esta pasión voraz y taciturna, uno preferiría eternizar su nombre en una vía sobre la cara Sur del Annapurna, como dije en versos de otro poema, éste todavía por escribir. Fatum Ese niño que llega, cartera remolona, botines desatados, al colegio de Sánchez no sabe que sus pasos felices por Sevilla luz, patios, calles, cales le acercan a Collioure. París, rué Vaugirard. Ese muchacho gris y desmadejado que avanza hacia el otoño verleniano del hondo Jardín de Luxemburgo no sabe que camina hacia Collioure. Por la alameda de oro Soria pura, lentos enamorados demorándose, mirándose en el Duero Soria pura. La novia, con manos inocentes, sacude la ceniza tiza acasodel hombro del poeta, que no sabe que tan dulces senderos le llevan a Collioure. El señor que, enlutado como un cirio, con su bastón y pasos soñolientos domingo provincial sube a los olivares de Baeza no sabe que sube hacia Collioure. El viejo arrebujado en sus recuerdos que mira cómo pasan, vertigionosos, los naranjos por la ventana del coche, y los aspira Levante azul, no sabe que por aquella ruta de flores y palomas y muchachas se está acercando a Collioure. Un súbito frenazo, la puerta abierta, el frío látigo de la lluvia. Sale a la noche y anda entre voces anónimas, oscuras, y olor a bajamar. La lluvia. Unas preguntas francesas, tan extrañas como un sueño, la lluvia, los papeles, la lluvia, los gendarmes mojados alzando la cadena fronteriza. Igual que un sueño todo. Francia, ya clareando, y aquel cartel: COLLIOURE, nombre jamás oído. No sabe que allí estaba, desde siempre, esperándole su muerte. (Lecciones de Historia) La segunda mitad del siglo XX dijo que la Verdad no era verdad, que cada cual con su opinión, y todos a ser homini lupus en paz y compañía. No es verdad que hoy es martes, no es verdad esta lluvia, no es verdad Paraguay ni mi bigote ni sus estornudos ni dos y dos son cuatro: todo son opiniones. Usted hoy se ha comido un plato de opiniones perdón, una opinión de opiniones (tampoco voy a imponerle el plato); a usted, cuando se sienta, le pica esa opinión que le ha salido en toda la opinión. Pero ¿qué digo usted! Usted es solamente una opinión. Yo soy una opinión. Esto es sencillamente una conversación entre opiniones. Donde el poeta se despide definitivamente del cotarro Adiós, adiós revistas, premios, antologías, fulgores de El País y el Segundo Canal, adiós generación del 70, divino tesoro, te he perdido para nunca jamás. Para ser comunista me falta la langosta (que no es poco faltar) y, como Don Antonio, tampoco soy un ave de ésas (menudos pájaros) del nuevo gay trinar, y no versificando ni a la izquierda ni debajo de nadie, ustedes me dirán. Adiós entonces, fama, adiós obras completas, adiós escalinatas hacia Carlos Barral, adiós muchachos, nunca compañeros de mi vida (a Dios gracias y gracias además a los sabios consejos sobre las compañías que me dio mi papá). Pero todos felices: la Poesía y yo tendremos más intimidad, y vosotros qué gozo: en la carpeta de Félix Grande un poco menos de original y un poco más de alfalfa en los amenos prados del Parnaso local. Pequeño testamento Os dejo el río Almofrey, dormido entre zarzas con mirlos, las hayas de Zuriza, el azul guaraní de las orquídeas, los rinocerontes, que son como carros de combate, los flamencos como claves de sol de la corriente, las avispas, esos tigres condensados, las fresas vagabundas, los farallones de Maine, el Annapurna, las cataratas del Niágara con su pose de rubia platino, los edelweiss prohibidos de Ordesa, las hormigas minuciosas, la Vía Láctea y los ruyseñores conplidos. Os dejo las autopistas que exhalan el verano en la hora despoblada de la siesta, el Cántico espiritual, los goles de Pelé, la catedral de Chartres y los trigos ojivales, los aleluya de oro de los Uffizi, el Taj Mahal temblando en su estanque, los autobuses que se bambolean en Sao Paulo y en Mombasa con racimos de negros y animales felices. Todo para vosotros, hijos míos. Suerte de haber tenido un padre rico. Otro poema de amor Qué dicha no ser Basho, en cuya voz florecían tan leves los ciruelos, ni ser Beethoven con su borrasca en la frente ni Tomás Moro en el taller de Holbein. Qué dicha no tener un bungalow en Denver (Colorado) ni estar mirando desde el Fitz Roy el silencio mineral de la tarde patagónica ni oler la bajamar de SaintMalo y estar aquí contigo, respirándote, viendo la lámpara del techo reflejada en tus ojos. Camino de imperfección Joven, yo era un vanidoso inaguantable. Esto va mal, me dijo un día el espejo Tienes que corregirte Al cabo de unas semanas era menos vanidoso. Unos meses después ya no era vanidoso. Al año siguiente era un hombre modesto. Muy modesto. Modestísimo. Uno de los hombres más modestos que he conocido. Más modesto que cualquiera de ustedes. O sea un vanidoso inaguantable viejo. De misterio ¿Quién soy? Este intervalo de misterio entre la rosa ardiente que corto para ti y la rosa sombría que mi mano te tiende. Splendor veritatis Tu rostro, que aparece un relámpago y que desaparece. Muero buscando entre palabras apagadas un ascua de verdad que ilumine un instante ese rostro. Haberlo casi visto un reflejo en el río y vivir solamente para volver a verlo. Que aparece un relámpagoy que desaparece. Qué dolor y qué gozo este mover palabras, materia que se cierra con espesor de piedra sobre Tu luminosa permanencia, o que logra un destello, o siquiera nos permite ese leve temblor de Tu inminencia bajo la piel de un verso. Es esto la poesía: buscar en las palabras, con las palabras, contra las palabras Tu rostro, que aparece un relámpagoy que desaparece. El tema de España y cuando ya por fin me he decidido a apretar el gatillo y soltarle a la Patria en pleno rostrum esa opinión que llevo entre los dientes, como un muelle contraído, desde los reyes godos; cuando lo de esta vez ya es demasiado y ya me encuentro en el apunten, fue llega de pronto el vino del Ribeiro o los esparraguicos de Tudela, o llega, qué sé yo, las hayas de Tacheras, un olor sevillano, unas cuantas montañas, Las Meninas, palabras de Cervantes, Machado, Garcilaso, un no sé qué que quedan balbuciendo, y el grito retrocede silenciosamente, rabo entre piernas, y en el fondo de mí la sangre se avergüenza de haberle sido infiel a tanta España... hasta que se presenta la canción española con su olor a sobaco, Goya con la familia de cacacarlos IV, Pamplona venerando a San Fermín obispo con cogorza coral y coitos interruptos en todos los idiomas veneración venérea, nuestra invencible selección de fútbol que una vez más regresa triunfalmente zurrada 4 a 0, nuestros retretes públicos (quizá nuestro más típico género literario), nuestros transportes públicos, nuestras mujeres ídem, tan prolíficas, o viene miguel dors, sin ir más lejos, mi alter ego manchego, y entonces enrojezco como el Etna, ya basta, ni hablar de seguir siendo parte de este sainete, hasta aquí hemos llegado, se acabó (regrese, por favor, al primer verso) Calendario perpetuo El lunes es el nombre de la lluvia cuando la vida viene tan malintencionada que parece la vida. El martes es que lejos pasan trenes en los que nunca vamos. El miércoles es jueves, viernes, nada. El sábado promete, el domingo no cumple y aquí llega otra vez o ni siquiera otra: la misma vez la lluvia de los lunes. Tal es la inspiración Los antiguos hablaron de la Musa. Del Numen Don Manuel Josef Quintana (naturalmente, entre signos de admiración). Otros de ángel, de duende, de un dedo celestial y otros mil artilugios que en un pérez afirman levantan un Poeta. La experiencia prefiere dejarse de cumplidos: obstinada, nos habla más bien de madres locas, de padres coroneles, de palizas borrachas o largas tardes grises meditando la lluvia en la ventana de la soledad como si cada verso tuviera en su pasado un niño con las alas malheridas. Quod erat demonstrandum Nel mezzo del cammin di nostra (bueno, ya sé que a estas alturas año 44 de mi vidaeste comienzo peca de notorio optimismo, pero también es cierto que nadie negará su calidad estética, comprobada a lo largo de casi siete siglos, y como, encima, corren vientos culturalistas y céfiros sutiles de intertextualidad, miel sobre hojuelas); como estaba diciendo, a estas alturas en que ya tengo claro, irreversiblemente, lo que nunca seré, o, con otras palabras, habiendo descubierto que Dios no me introdujo en Su Creación para ser el primero de la clase, ni el hijo que mis padres soñaron, ni el hermano modelo; con certeza absoluta de que el papel (ahora un ligero toque calderoniano) que me fue asignado en este Gran Teatro por su Divino Autor no era el de campeón olímpico de nada, ni el de buen alpinista y mira que lo siento, ni el de príncipe azul de la que es mi mujer (ni, por lo visto, de ninguna otra), ni el de papá perfecto; ya sabido definitivamente que tampoco nací para ser un maestro de la Filología, ni siguiera según consta en cierto expediente más o menos gallego (aunque no de Galicia, y yo me entiendo)un mero catedrático de una Universidad pobre, torpe, mezquina y, por si fuera poco, además española, y que a la Poesía libros cantan (es un decir, porque cantar, lo que se dice cantar, poquita cosa)le soy perfectamente prescindible; y no teniendo grandes (ni siquiera medianas) perspectivas en el corto horizonte que me espera (porque mucho me temo que la nieve de Wyoming se quede como estaba y que a los yanomanis tenga que seguir viéndolos silenciados, inmóviles y planos en National Geographic, y en cuanto al jazz, es superimposible que llegue a parecerme ni a cincuenta kilómetros de distancia a Louis Armstrong, Duke Ellington o el Pájaro, sin olvidar el conocido hecho de que a todas mis buenas intenciones les sale siempre al paso miguel dors y lo echa a perder todo), no le encuentro a mi vida otro motivo (la causa, en escolástico, finolis), otra razón de ser, otro sentido que cumplir el designio que Dios trazó desde antes del comienzo del tiempo El sabrá Sus porquésde soltar por el mundo a un tontolaba químicamente puro. Designio inescrutable y sagrado, que acepto, alabo y agradezco. Y que, modestia aparte pero franqueza no, no voy siguiendo del todo mal: cuando la muerte venga ahora Jorge Manrique a llamar a mi puerta, por lo menos podré decir: Misión cumplida: fui el fracaso perfecto.