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Compostela, puerta y camino

Serafín Moralejo

Monográfico especial dedicado a Galicia y a sus monumentos y arquitectura, como La Catedral de Santiago.

File: Compostela, puerta y camino.pdf

Referencia

Serafín Moralejo, “Compostela, puerta y camino,” accessed March 29, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/3544.

Dublin Core

Title

Compostela, puerta y camino

Subject

Especial Galicia

Description

Monográfico especial dedicado a Galicia y a sus monumentos y arquitectura, como La Catedral de Santiago.

Creator

Serafín Moralejo

Source

Nueva Revista 020 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

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COMPOSTELA,PUERTA Y CAMINOPor Serafín MoralejoIETE puertas tuvo ComposteS la, al igual que Jerusalén, y ambas ciudades llamaron «Monte del Gozo» at que su mejor vista ofrecía a los peregrinos. Éstos llegaban a Compostela, en su mayoría, por el llamado «Camino Francés», que desembocaba en la ciudad por una Duerta dicha también «Francesa» o «del Camino». Otra Pona Frandgena daba acceso a la basílica de Santiago por su lado norte, donde se extendía una plaza —la actual de la Azabachería—, conocida entonces como «Paraíso». Con tal término se evocaba, sin duda, el atrio de San Pedro de Roma, cuyo santuario, con su baldaquino y oratorio, se limitó también en la catedral composielana.Bastarían esta toponimia y topografía, místicas o referenciales, para dar cuenta de lo que Santiago llegó a significar, a sólo tres siglos de la invención del sepulcro que le sirvió de cimiento. Compostela compañía entonces destino con dos ciudades milenarias, prestigiada, una de ellas, como cuna de un imperio y centro de la Cristiandad, y la otra como santa para tres religiones. Franceses fueron, por cierto, los caminos y puertas que llevaron a Compostela a tan privilegiada posición. El culto jacobeo pudo haber colmado su historia como simple devoción local o nacional. Paradójicamente, se diría que fue la distancia la que acrecentó el alcance de su noticia. Cuando los textos litúrgicos leoneses aún la ignoraban, ya unuando los textos litúrgicos leoneses aún la Ignoraban, ya un franco, Godescalco del Puy, peregrinaba a CompostelaCatedral de Santiago. Fachada y plaza déla Alabactwia, donde estuvo al antiguo Paraíso,ante la Puerta de FranciaNUEVA REVISTA • OtOEMBAE 1991ESPECÍALOALICIANUEVA REVISTA • OCEMBRE I N IESPECIAL GALICIAFue en el Camino de Santiago, en Frómlsta y luego en Jaca, Compórtela y León, en donde primero se hizo sentir «el soplo de la belleza olvidada», en feliz expresión de E. Bertauzfranco, Godescalco det Puy, peregrinaba a Compostela. Cuando la Iglesia toledana no ocultaba sus reticencias, y hasta su ironía, sobre las tradiciones jacobeas, España era conocida, en remotas regiones de Europa, como la «Tierra de Santiago».El soplo de la belleza olvidadaLa doble evocación, gálica y romana, de la portada del Paraíso o Francesa se materializaba ejemplarmente en su ornamentación. De allí proceden un grupo de columnas marmóreas decoradas, algunas de ellas, con amorcillos vendimiadores, tema de indudable raigambre dionisíaca, como clásicas son sus formas. Otra incluye en las bandas espirales que la guarnecen un relato épico, suscitando así el recuerdo, en miniatura, de una columna triunfal romana, como la trajana o la aureliana. Pero la historia que allí se nos cuenta nada debe a la antigüedad. En particular, la escena que muestra a un guerrero dormido o herido sobre una barca, con su caballo a bordo, recuerda las navegaciones a la deriva a las que el destino entrega a los héroes en la epopeya céltica. De la «materia de Bretaña» se trata allí sin duda, quizá de un Tristan regresando del combate con Morolt o camino de Irlanda.Sorprende la precocidad compostelana en la documentación de tales formas y temas. Hacia 1110, cuando hubieron de esculpirse estas columnas, Roma e Italia entera empezaban a recuperar su substrato antiguo, pero más como una cómoda cantera de riPórtíco da la Gloria «n la catedral de Santiagoeos materiales y suntuosas formas que como repertorio de inspiración creadora. Fue en el Camino de Santiago, en Frómista y luego en Jaca, Compostela y León, en donde primero se hizo sentir «el soplo de la belleza olvidada», en feliz expresión de E. Bertaux. En su versión plástica, el «Renacimiento del siglo XII» tuvo allí un episodio pionero, que quizá no fuera ajeno al destino de un culto y ciudad surgidos, en la tradición literaria, de arcos o arcas marmóreas. Las formas antiquizantes compostelanas no revelan sólo una influencia o un gusto. Se trata, en realidad, de «citas», de alusiones a un pasado prestigioso que las tendencias reformadoras de la época identificaban con la edad apostólica.HUEVA REVISTA DICIEMBRE 1991ESPECIAL GALICIAP.or el Códice Calixtino sabemos que a Compostela peregrinaban por entonces gentes de Bretaña, de GaleB, de Cornualles, de Escoda y de Irlanda, que allí entonaban sus «cantinelas» acompañados por las «rotas britonnicas» de los bardosDetalle de una de las columnas procedentes de laPuerta de Francia y motivo de la maten» de BretaA*> Trístán (7?. Museo de la catedral de SantiagoMás notable aún es la anticipación de Compostela en la recepción iconográfica de la «materia de Bretaña». Cuando se labraba el posible Trislán de la portada norte, no existía, que se sepa, texto alguno, al menos en lengua romance o latina, con comparable argumento. El testimonio compostelano nos remite, pues, a un estadio de la leyenda, en el que su cauce básico seria la tradición oral, con la imagen como soporte mnemotécnico para el comentario de sus principales pasos. Por el Códice Calixtino sabemos que a Compostela peregrinaban por entonces gentes de Bretaña, de Gales, de Cornualles, de Escocia y de Irlanda, que allí entonaban sus «cantinelas» acompañados por las «rotas britonnicas» de los bardos. Los santuarios de peregrinación garantizaban una amplia audiencia y no son pocos los datos que certifican de su contribución a la génesis o difusión de la épica y romance medievales.Renovación artísticaTanto por su morfología como por su temática, las columnas de la Porta Francígena son, pues, el más elocuente testimonio de la plena instalación de Compostela en lo que fueron las «vanguardias» culturales de aquel tiempo. Más aún, lo que la civilización románica entonces emergente significó como fuerza ¡ntegradora de culturas anteriores o vecinas, se plasma allí en acción, de manera ejemplar. Una bárbara historia céltica nos es contada, por vez primera, en mármoles antiguos y en formas también romanas por su inspiración, como anticipando, en el dominio figurativo, los futuros logros de un Chrétien de Troyes al refundir el material artúrico en los modos y moldes sentimentales ovidianos. Sí a ello añadimos los motivos de procedencia islámica que hubieron de existir en la portada norte compostelana —como los hay en su gemela de las Platerías—, tendríamos allí un cuadro casi exhaustivo de los componentes de la nueva cultura, sorprendidos cuando todavía se estaba ensayando su asimilación.Tres cuartos de siglo después, Compostela ofrecía al peregrino, en el Daniel del Pórtico de la Gloria, la primera sonrisa monumental de esa nueva civilización. Sabemos, por la Biblia, que Daniel se rió cuando logró poner en evidencia ante Ciro las supercherías de los sacerdotes de Bel. Pero textos e imágenes no siempre alcanzan en la historia un mismo tiempo de sazón. UnaNUEVA REVISTA DICIEMBRE 1M1ESPECIAL GALICIAnovela actual, de excepcional aceptación — aEcos me refiero más que a voces—, ha hecho del dominio vulgar el serio problema que fue la risa para la Edad Media. Cuando Alano de Lille imaginó al hombre perfecto en su Anticlaudianus, como conjunción de todas las virtudes, la Juventud concurrió a la obra con el don de la sonrisa; una sonrisa que el poeta y teólogo matiza en términos que se ajustarían a la exhibida por el joven Daniel de nuestro Pórtico, labrado por cierto por los mismos años en que Alano escribía. Como la criatura ideal del Anticlaudianus, el Daniel compostelano es también un puersenex, un ancianoniño que sintetiza lo mejor de cada edad —o la trascendencia por el hombre de la edad— como signo de plenitud humana. Las rúbricas del drama litúrgico prescribían para Daniel, por esta época, un rostro juvenil y hábitos de hombre maduro. Por éstos tanto ha de entenla indumentaria con la que Daniel seJeremías y Daniel. Pórtico de la Ghria de la catedral de Santiagolanera en el Protorrenacbniento, con Gelmirez, Compostela lo fue también del Protohumanismo con Mateo. Allí se contaron, cantaron y esculpieron, con sorprendente precocidad, historias y temas que iban a fecundar la imaginación europea hasta nuestro siglopresenta en Compostela como los hábitos de su porte y carácter.Pionera en el Protorren acimiento, con Gelmirez, Compostela lo fue también del Protohumanismo con Mateo. Allí se contaron, cantaron y esculpieron, con sorprendente precocidad, historias y temas que iban a fecundar la imaginación europea hasta nuestro siglo. Todo ello, en un lugar que ni nombre preciso tenía tres siglos antes. Cuando tanto se habla hoy de «raíces», en una tosca concepción naturalista de la cultura, convendría no olvidar la lección permanente de la cultura de las peregrinaciones, fundamento aún de la nuestra. La lección de una civilización que fue más sensible a los caminos que a las fronteras; que más ñó en puertas y puertos que en murallas o sierras. •Serafín Morikjo es catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Santiago de Compostela.NUEVA REVISTA DICIEMBRE 1961