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Poema de ida y vuelta

Enrique Andrés Ruiz

El autor le dedica un poema a las carreteras por las que siempre viaja.

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Referencia

Enrique Andrés Ruiz, “Poema de ida y vuelta,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/347.

Dublin Core

Title

Poema de ida y vuelta

Subject

Poema

Description

El autor le dedica un poema a las carreteras por las que siempre viaja.

Creator

Enrique Andrés Ruiz

Source

Nueva Revista 100 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

Document Item Type Metadata

Text

Poema de ida y vuelta ENRIQUE ANDRÉS RUIZ Voy siempre por la misma, la larga carretera que me lleva en los viajes de ida o de regreso rumbo siempre a las mismas, por ella separadas o juntas pero siempre las mismas dos ciudades. Voy y vengo por esta carretera de siempre que atraviesa los páramos cruzando las anchuras con el sol y el silencio de los llanos apenas como solos testigos que acompañan la ruta. (Solos... hoy: ya hace mucho —la carretera traía los rumbos del espacio pero también del tiempo— que sobre esta calzada se cerraban los oímos y el mmor circulaba por un claustro de sombras). Ahora nada se oculta porque en la luz no hay nada, ni en el aire que mide lo profundo del cielo, que detenga a los ojos cuando a lo lejos vuelan por campos de matices de cambios infinitos. Tanto es así que puedo, cuando los días crecen y verdean los cerros con facetas moradas, recontar, en las copas de los chopos, los nidos que, puntuales, cada año, regresan la vida. Y allí, junto a uno de esos escasos accidentes —en invierno, una pértiga congelada y desnuda— hay una casa en ruinas que busca mi costumbre como si allí encontrara refugio mi mirada. Como si...: Cuántas veces he pasado por ella; cuántos días delgados, del otoño, cobrizos, o de la primavera, restallantes y malvas; cuántas tardes cualquiera me he fijado en su rostro y enseguida he soñado con tejer una historia hilvanada en las leyes del ayer y el mañana: ... En un día primero —como siempre pensamos— los muros con firmeza derrotaban al viento. .. Después, la lluvia, el peso de la nieve en las cámaras filtrada por rendijas cada noche más hondas las rendijas abiertas por el polvo de agosto... Y luego —en ese sueño todo va hacia otra nada— la llave que se oxida sobre el brocal del pozo, la boca de la puerta, sin labios, las ventanas como cuencas vacías que miran con fijeza desde una calavera clavada sobre el páramo... Como si...: Cuánta imagen ordenada en secuencias prisioneras de un sueño, tan humano, y del hábito del relato del tiempo con su efecto y sus causas. Cuánta gris carretera para no darme cuenta de que allí, en el recodo, sobre la áspera loma, por entre los oteros que arrugan la meseta y donde al fin espero ver hundida la casa, todo allí, sin que nadie lo haya visto, regresa. Todo ha estado volviendo, pero ahora sin tiempo: los cimientos han ido fraguando en la argamasa y el mortero ha trazado las paredes de nuevo con el pobre aparejo de las piedras y el barro; en el techo, los nudos de las vigas, dorados, ya sin tiempo rezuman otra vez la resina, y las tejas han dado trabazón a su urdimbre, y de nuevo ha encajado, sobre el quicio, la puerta. Cuánto viaje por esta carretera de siempre sin pensar que aquí mismo, en el campo, a mi paso, todo lo liso y llano, lo sucesivo acaba, lo que tienen de tiempo mis palabras se acaba pero entonces, vacías, en silencio, obedientes, despertarán si escuchan decir a otra palabra que la muerte se cierra como zarza entre ruinas y una vida entreabre su camino al que espera. (19982005)