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Número
Referencia
“Jose Mateos,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/2605.
Dublin Core
Title
Jose Mateos
Source
Nueva Revista 131 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426
Publisher
Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.
Rights
Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved
Format
document/pdf
Language
es
Type
text
Document Item Type Metadata
Text
José MateosJos? Mateos naci? en 1963 en Jerez de la Frontera,ciudad donde reside y de donde apenas sale. Diceque escribe para tener que hablar menos y que, sinembargo, cada vez le hacen hablar m?s.98LA VOZ DE LA SANGREEst?bamos camino de Tuzla, por una carretera de esas con pivotes a los lados, tan estrecha y sinuosa que, a vecestras una curva, la imprevista llegada de un cami?n casi nosmandaba a la cuneta. La carretera ten?a varios tramos sin asfaltar y bajo el coche rebotaban las piedras. Pap?protestaba mientras conduc?a con la cara pegada al cristaldelantero, tratando de sortear los baches del camino.99josé ma?eosPasado el r?o Bosna, pap? not? que se encend?a unalucecita roja en el salpicadero del piloto.?Algo no va bien? dijo se?alando a un term?metropeque?o e iluminado. Cuando nos echamos a un lado de la cuneta, el motor yahab?a dejado de funcionar y emit?a un sonido entrecortadoy descorazonador. ?Tambi?n es mala suerte???Y ahora qu? hacemos?Pap? me dijo que saliera. Sal?, y al rato yo empujaba elcoche mientras ?l trataba de ponerlo de nuevo en marcha.Un olor a gasolina y cable chamuscado invadi? el aire, queera fr?o y desapacible.?Nada, me parece a m?...Desde la ventanilla de atr?s lo vi palpando una ranura quehab?a debajo del salpicadero. Presion? una palanca y abri?el cap?. Se levant? y ambos echamos un vistazo al motor. Alabrir, vimos el humo que sal?a de un agujero gelatinoso, llenode grasa.?No toques nada que puede estar hirviendo? me dijo.Pap? se limpi? las manos en el pantal?n y respir? confuerza.?Lo mejor es esperar a que se enfr?e y despu?s yaveremos.Una vez dentro, trat? de buscar en la radio una emisorade m?sica y s?lo consegu? alcanzar zumbidos y vocesvacilantes. Me di por vencido y apagu? la radio.?Si tenemos suerte puede que pase alg?n cami?n.100NUEVA REVISTA 131la voz de la sangre??Cu?nto crees que nos dar?n? ?le pregunt?.?bamos a Tuzla para tratar de vender algunos objetos que se amontonaban en la parte de atr?s: un casco de kevlar,una radio, un lote de libros, el cabezal de una cama y un fusil autom?tico. No nos hubiera importado canjearlo por aspirinas o por un saco de sal para pasar el invierno.??Por todo??No, por el fusil.??S?lo por el fusil? Ni idea.Me pas? la mano por el pelo e hice un amago de bostezo.??Lo usaste alguna vez??S?, alguna vez? dijo pap? volviendo su rostro hacia m?.Luego se hurg? con un dedo en la oreja, como si no oyerabien, y mir? hacia delante.?Mira, una liebre.??D?nde??Por all?. ?No la ves???D?nde??Ya nada. Se ha metido en aquellos matorrales.Hubo un momento de silencio. ?Bueno, si crees que no es asunto m?o...? insist?.??El qu???Ya sabes?? y se?al? hacia atr?s con la cabeza.?No, no me importa. A un lado del coche se pod?a distinguir, all? abajo, el r?o,por donde ahora se levantaba una leve gasa de niebla, casiimperceptible; y ante nosotros, la cinta blanca del trayectoNUEVA REVISTA 131101josé mateosque a?n nos quedaba por delante, una curva tras otra. Aveces, por un instante, aparec?a el sol entre dos nubarronesy entonces los charcos se iluminaban y resplandec?an lasfranjas de hierba que hab?a a los lados de la carretera. Pap?miraba de vez en cuando hacia all?, hacia el conf?n de lacarretera por si aparec?a alg?n punto de color que delataramovimiento. Pero no se ve?a ning?n coche. ?Fue en Ahmici ?dijo unos minutos despu?s, cuandoyo cre?a que hab?a dado por zanjado el asunto.??El qu? fue en Ahmici?Pap? se lo pens? dos veces antes de contestar.??De verdad quieres saberlo?? pregunt? incorpor?ndosey plegando el mapa de carretera que ten?a entre las manos.Yo no sab?a si quer?a saberlo o no, pero airm? con lacabeza. ?Prom?teme que ser? la ?ltima vez que hablemos de esto? dijo.Se lo promet?.?Fue en el 93. ?Te acuerdas de que pas? una temporadafuera?Le dije que s?.?Pues fue entonces, en Ahmici. Mientras hablaba, pap? miraba el horizonte y aparentemente segu?a atento a alguna se?al que viniera de lejos,del otro extremo. Ten?a los labios agrietados y deb?a de hacerpor lo menos una semana que no se afeitaba. Dijo:?Unos d?as antes hab?amos descubierto un mont?n decad?veres apilados. Eran vecinos nuestros, de cuandoviv?amos en Vitez ?recost? su cabeza sobre el asiento y102NUEVA REVISTA 131la voz de la sangrecontinu??. Estaba Kolia Kirasic, aquel con el que yotomaba caf? casi todas las tardes. ?No te acuerdas? KoliaKirasic. Nos dijeron que hab?an sido los muyahides deAhmici. Al d?a siguiente, me present? donde las milicias,bebimos para quitarnos el miedo y me fui con los dem?s.Tomamos Ahmici sin ning?n problema.Pap? me cont? entonces que las balas le silbaban en loso?dos mientras atravesaba Ahmici, que los soldados sacabana la gente de sus escondites para utilizarlas como escudoshumanos, que hab?a casas con los tejados en llamas y que ?lagachaba la cabeza y corr?a de un muro a otro, entreescombros y amasijos de hierro. Me cont? que derrib? unapuerta y que descarg? todas las balas apuntando a laoscuridad. Cuando alguien levant? las persianas y entr? la luz, estaban todos muertos, menos una ni?a que gritaba y se agarraba el vientre. ??Conoces a Jon?s? ?me pregunt? al terminar.??A Jon?s??S?, a Jon?s, el que aparece en la Biblia.?Bueno, personalmente no lo conozco.?No te pongas a la defensiva, hombre.Torc? la boca y le dej? continuar. ?S?lo quiero explicarte lo que hice ?me dijo?. Ahora,ya s? que la justicia es mala consejera porque siempre acabapidiendo muertes, pero entonces tambi?n yo me cre?a conderecho a ver c?mo aquellos criminales eran borrados de lafaz de la tierra. Es f?cil de entender, ?no?Pap? esper? que yo dijera algo, pero call?.Tal como lo hab?a visto hacer tiempo atr?s, cuando nosNUEVA REVISTA 131103josé mateosdaba clases en la escuela elemental y quer?a manifestar sudisgusto, tosi? levemente para aclararse la garganta. Despu?sconcluy?:?Matar es f?cil, pero haber matado ya es otra cosa. Yo no sab?a qu? m?s a?adir ni qu? hacer para salir deaquella situaci?n. Entonces lo vi tal como era en otra ?poca,llegando a casa impecablemente vestido y habl?ndonos deTolst?i, de Antole France, de Ivo Andric. Record? que poraquel entonces a m? todav?a me daba miedo dormirme yten?a el convencimiento de que, una vez que lo hiciera, ya novolver?a a abrir los ojos. Escuchaba los ladridos de los perrosy el zumbido de la radio, que nos brindaba noticias cada vezm?s alarmantes. ?l ven?a entonces a mi cama y me tranquilizaba, acarici?ndome. Ahora me parec?a mentira queaquellas manos hubieran podido apretar un gatillo y acabarcon alguien.No s? por qu? me volv? hacia ?l y le mir? a la cara.??Y c?mo lo has conseguido?? le pregunt?. ??El qu????El qu?? Olvidar todo eso.??Olvidar todo eso?Pap? frunci? el entrecejo y esper? antes de seguir.?Ya est? bien, ?no?? dijo. Lo pens? un momento ya?adi? ?: Fue necesario.??Necesario??S?, necesario. Quer?an acabar con nosotros. No memires as?. ??As? c?mo??T? ya sabes. No me gusta que me mires as?.104NUEVA REVISTA 131la voz de la sangreBaj? la mirada y me di cuenta de que crispaba los dedossobre la tela sucia de su asiento.De pronto su voz me sobresalt?.?Gracias a que hice eso, t? y tus hermanos hab?is podidosalir adelante. ?O qu? te crees? ?protest??. La manchade la culpa no se acaba nunca. Inmediatamente, al terminar de decir eso, pap? se apret?los ojos y sent? que se arrepent?a de sus palabras. Un silenciodenso e inc?modo se interpuso entre los dos. Apoy? la frentecontra el volante, trag? saliva y trat? de relajarse. Al poco, sent? su mano sobre mi rodilla.?No pasa nada ?le dije.?Lo siento. No quer?a?Entonces hizo girar la llave e intent? arrancar. Duranteunos segundos el motor ronrone?. ?Lo siento.?Vale ya. No pasa nada, de verdad? repet?.Dijo:?De acuerdo.Despu?s, volvi? a girar la llave y lo intent? de nuevo, esta vez con m?s insistencia, abriendo el bot?n del aire ypisando el embrague. Hasta que de alguna parte, del fondodel motor, llegaron unos sonidos intermitentes y desagradables. Al in el coche comenz? a temblar y se puso en marcha. Pap? me sacudi? con el codo. ??Qu? te dije? Y me sonri?. NUEVA REVISTA 131105josé mateos?Venga, todo eso sucedi? hace mucho tiempo. ?Lodejamos ya?S?, todo eso ?pens?? sucedi? hace mucho tiempo.Cuando sus manos a?n me acariciaban y las palabras todav?aval?an algo. Y sin embargo, sab?a que todo eso segu?asucediendo ahora y que no dejar?a de suceder nunca. ?S?, vamos? le dije.La tarde ca?a ya sobre los campos esfumados.Pap? se concentr? en la carretera y seguimos avanzandocamino de Tuzla sin cambiar m?s palabras. 106NUEVA REVISTA 131