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Número
Referencia
“Jose Jimenez Lozano,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/2603.
Dublin Core
Title
Jose Jimenez Lozano
Source
Nueva Revista 131 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426
Publisher
Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.
Rights
Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved
Format
document/pdf
Language
es
Type
text
Document Item Type Metadata
Text
José Jiménez LozanoLa biograf?a de un escribidor son sus libros, y en una autobiograf?a, si no se es un hombre de acci?n, como es micaso, no hay nada relevante que contar, salvo el habercumplido ochenta a?os, que es un don de Dios.90LA DIGNIDAD HUMANALa prensa, la radio y la televisi?n dijeron y escribieron queella era una mujer anciana, que viv?a sola en un piso bastantegrande, y que parec?a un almac?n de tanta cosa como en ?lhab?a, y su due?a siempre iba muy compuesta, aunqueusaba vestidos del tiempo de Maricasta?a y sombreros queeran la irrisi?n verdaderamente, hab?an informado la porteray algunas vecinas.?Y es una vecina de las de buenos d?as, buenos d?as, y buenas noches, buenas noches. Y ni una palabra m?s?dijo otra vecina.Y nadie hab?a cruzado m?s de dos palabras seguidas conella, es de las de s?, s?, y no, no, y gracias, gracias. 91josé jiménez lozano?O como si fuese forastera, salvo que preguntabasiempre si alguien estaba enfermo o pasaba algo, y si pod?aella ayudar, ?insisti? dos o tres veces otra mujer de entre lasvecinas que se agolpaban en torno a un equipo de latelevisi?n que estaba all?.?Tampoco nadie de nosotras ha entrado jam?s en su casa,como no sea do?a Rosa, la vecina de pared con pared conella, que tambi?n es de las silenciosas. O una servidora, und?a que ella se mare? en la escalera, porque nunca cog?a elascensor ni para subir ni para bajar, y la subimos entre do?aRosa y yo.Y lo que la hab?a extra?ado a ella era que hab?a all? m?scachivaches que muebles, y que no ten?a comedor o sal?n,ni vio una televisi?n por ninguna parte, explic? tambi?n alos de la televisi?n precisamente. Aunque luego lo que lalocutora dijo fue que lo que hab?a all?, en la casa y llamabala atenci?n, era un mont?n de mu?ecas, libros raros, unmaniqu? vestido con un uniforme militar antiguo, y unacalavera de verdad con una corona de lores artiiciales. Yluego pusieron tambi?n una vista del cuarto de los trastos,en el que, aparte de las fregonas y una lavadora antigua,hab?a tantas otras cosas que parec?a un tenderete del rastro,con veladores peque?os incluso, o m?scaras rotas. Y dierona entender en la tele, por la forma en que lo contaron, queno andaba ella muy bien de la cabeza.Pero el hecho, puro y simple, era que la vecina m?s vecinade ella, do?a Rosa, que era viuda y tambi?n viv?a sola, hab?allamado a la puerta de ella, aquel d?a, hacia las seis o seis ypoco, como todas las ma?anas, y no hab?a respondido nadie,de manera que, tras insistir un buen rato, se asust?, y hab?allamado a la polic?a, para que con una ganz?a o llave maestrao especial descerrajase la cerradura, pero no hizo falta92NUEVA REVISTA 131la dignidad humanaporque enseguida se dieron cuenta de que s?lo estabaechado el pestillo. Entraron los dos polic?as y do?a Rosa, y all? la encontrarondurmiendo tan pl?cidamente, que a ella la daba pena despertarla, aunque los dos polic?as se salieron del dormitoriopara que do?a Rosa la despertase, y, desde luego, para quela durmiente no se asustase. Y, cuando se despert?, mir? all?a su amiga al pie de la cama, se sonri?, y dijo: ??Perd?neme, Rosa! Ya veo que he vuelto a olvidarmecerrar la puerta con llave; pero es que anoche me acost? muytarde, porque estaba rendida. Voy a vestirme, si me permite.De manera que do?a Rosa sali? del dormitorio, cerrandola puerta, y les comunic? a los polic?as que do?a Asun sehab?a quedado dormida simplemente, y les pidi? excusas por la molestia. ??Est? segura que no necesita nada esta se?ora que vive sola? ?No. No necesita nada. Tiene una vida tranquila, ymucha salud, gracias a Dios. Yo soy mucho m?s joven, y, si voy andando con ella, a poco que me descuide, me deja atr?s. Y, cuando la polic?a se fue, ella volvi? al dormitorio dedo?a Asun sin hacer un ruido como pisando sobre almohadillas como los gatos, que era como se andaba en aquellacasa, y do?a Asun, la explic? a su amiga que, mirando lanoche pasada el marco de plata de una fotograf?a de sumadre, se dio cuenta de que la plata necesitaba un repaso,y no lo quiso dejar para el d?a siguiente; y lo que pas? fueque tard? lo suyo en encontrar el jab?n de limpiar la plata,y luego se puso a restregar con todas sus fuerzas, hasta quela plata deslumbrase, y la llev? tiempo y se cans? tambi?nNUEVA REVISTA 13193josé jiménez lozanode veras, as? que se hab?a ido rendida a la cama, y hab?adormido de un tir?n. Y luego ya charlaron de otras cosas, mientras do?a Rosala ayudaba a preparar su t? y su tostada del desayuno.Y ya no pas? m?s. Pero, a los tres o cuatro d?as, fue cuando se presentaronlos de los ?Servicios de Atenci?n a las Personas Mayores?,que seguro que la polic?a ten?a obligaci?n de dar un partede lo que hac?an, y, al darlo se enteraron, y llegaron muyamables, pero muy preguntones, y la insinuaron que lo mejorpara ella era irse a una residencia, de pago o no, eso ya sever?a. ?Pues ?muchas gracias! ?dijo do?a Asun?; pero,cuando necesite ayuda ya la pedir?, y lo que es mejor o peorpara m? lo s? yo solita, y, desde luego, no las autoridades.?Ya vemos que no tiene televisi?n, ?y qu? hace ustedpor las noches, por ejemplo??Pues hago muchas cosas. Entre otras, solitarios. Casitoda mi vida no he hecho otra cosa que solitarios, y no meha ido mal.??Es que la gusta mucho jugar a las cartas?? pregunt?la psic?loga que era uno de los dos miembros de losServicios de Atenci?n a las Personas Mayores que hab?anvenido a visitarla.??Las cartas? Ni las conozco. Pero los solitarios no sehacen con las cartas.??No? ?Qu? curioso! ?Diga, diga!?A ver! ?A ver!?No hay nada que ver, se?ora m?a. ?Hay que pensar! Los solitarios se hacen con ideas, pensares, y conversaciones.94NUEVA REVISTA 131la dignidad humana??Y qu? piensa usted?, si puede saberse.??Pues mire usted, hija! Unas veces en personas vivas omuertas, otras en cuando yo hac?a de Ofelia, que lo hac?amuy bien mientras yo estaba escuchando al pr?ncipe Hamletcon la calavera de Yorick en sus manos; y casi siempre, o todas las noches, en mi salvaci?n, por si le parece a ustedpoco asunto para hacer solitarios.??Qu? interesante! ?coment? la psic?loga.??Claro que es interesante!Y hubo, entonces un embarazoso momento de silencio,que uno de los tres visitantes rompi? preguntando: ??Y vive sola??S?, s?.??Y sale de casa???A veces!Pero do?a Rosa, su vecina amiga, dijo luego, que sinembargo, no dijo ni una sola palabra de sus salidas a lo queella llamaba ?la exposici?n?, juntamente con su amiga Clara.Esto es, cuando iban bastantes d?as a una cafeter?a atomarse su t? y sus pastas, que lo pasaban muy bien con sus recuerdos y observando, pero mucho m?s cuando seenteraban, o hasta o?an en un descuido los comentarios de los dem?s, que dec?an de ellas que eran dos loros, doscacat?as, o dos momias.?T? est?s mejor momiicada que yo, Asun. No tienes ni una arruga.?Y t? tienes pecas en la cara y relejos m?s bonitos en elpelo, Clarita.?Cuando ?ramos j?venes les parec?amos vacas de estazar,NUEVA REVISTA 13195josé jiménez lozanoy o?amos continuamente hablar de piernas, y de gl?ndulas?dec?a Clara. ?Es la cultura, que se ha vuelto ahora egipt?loga ydecorativa, Clarita.Y do?a Rosa se acordar?a siempre de aquel d?a en quesacaron a la calle unas pamelas eduardianas de un rojo muyvivo, con casi una fruter?a entera de adorno, y grandes comosombrillas, que en el caf? ten?an que sentarse tan separadasque ocupaban dos mesas. O el d?a en que do?a Asun llevabapuesta una casaca de seda blanca, que era la del maniqu?vestido de militar que ten?a en casa, o de ?un teniente deTolst?i?, como dec?a ella, aunque do?a Rosa, no sab?a muybien lo que quer?a decir; u otro d?a en que ellas sacaron unamu?eca bien grandecita que hac?a punto, y toda la cafeter?ahab?a quedado pasmada. Pero como los de los Servicios de Atenci?n a las PersonasMayores vieron que, por muchas preguntas que hicieran, nocontestaba m?s que s?es, noes, o qu?s?yos, ya se levantaronpara irse, aunque dijeron que volver?an dentro de algunassemanas, para que ella pensara durante todo ese tiempo loque la propon?an; y sobre todo en qu? ser?a de ella si la dabaalgo. Y ella, entonces sonri? un instante, se dirigi? a unarmarito donde en el vasar de abajo, y encima de un libro,estaba la calavera con una corona de peque?as lores azulesde tela, se puso la corona en su cabeza, la calavera en susmanos, y declam?: ??Pobre Yorick! Yo le conoc?a, Horacio: era un tipo muydivertido y de enorme fantas?a. M?s de mil veces me llev? asu espalda...Aqu? est?n los labios que bes? tantas veces.?D?nde est?n tus chanzas? ?D?nde las piruetas y lastonadillas? ?D?nde las salidas de tono que hac?an dester96NUEVA REVISTA 131?a ?igni?a? ??mananillarse de risa a todos los comensales? ?Ni un chiste ahorapara re?rte de tu propio aspecto? ?Qu? f?nebre pareces! ?Veteahora a la alcoba de mi dama, y dila que se ponga un dedode afeites para acabar al in lo mismo. ?D?selo! Y que se r?a?.Los de los Servicios se quedaron helados, y tambi?n conlas palmas de las manos dispuestas a aplaudir, pero ella selo impidi?.??Muchas gracias! Pero no es para aplaudir este parlamento. Es tambi?n para que se lo piensen ustedes. Y no hubo m?s, y se despidieron enseguida los de losServicios de Atenci?n; pero cuando do?a Rosa cont? todoesto al m?dico que ya iba a jubilarse y era muy amigo dedo?a Asun, ?ste la contest?.??Pues, ahora, si ha pasado todo eso que usted dice, y latelevisi?n ha dicho lo que ha dicho: que la autoridad va a decidir ingresarla en una Residencia para que viva sus a?oscon dignidad humana, ahora es cuando se la llevan sinremedio, do?a Rosa! ??Y ad?nde se la van a llevar con lo que es capaz de decira la gente que la deja paralizada?Ten?a que haberla visto ?l, cuando se pon?a aquel vestidoblanco, la corona de rosas en la cabeza, con la calavera en sus manos, y diciendo aquellas cosas que dec?a, tantemerosas, que hasta los de los Servicios de Atenci?n sehab?an quedado como viendo visiones y sin saber qu? hacer.Y esto s? que la parec?a a do?a Rosa la dignidad humana,dijo. NUEVA REVISTA 13197