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Hay alguien ahí

José Luis González Quirós

Sobre las cuestiones que acompañan al hombre eternamente y que son de dificil comprensión y resolución. Metáfora de los filósofos y las máquinas.

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José Luis González Quirós, “Hay alguien ahí,” accessed April 19, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/2458.

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Hay alguien ahí

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Ensayos

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Sobre las cuestiones que acompañan al hombre eternamente y que son de dificil comprensión y resolución. Metáfora de los filósofos y las máquinas.

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José Luis González Quirós

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Nueva Revista 004 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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cia artificial y materias conexas. En realidad, La máquina calculadora Hay ciertas intrigantes cuestiones que semejante cuestión es tanto una pregunta con la que Leibniz logró, acompañan al hombre desde tanto tiemcon pasado como una interrogación que ineen 1671, mecanizar la po que suelen llamarse eternas. Lo que vitablemente nos planteará el futuro. multiplicación gracias a la muchas de ellas tienen de desconcertante Un reciente libro de Roger Penrose utilización del piñón den—un importante físico y matemático inglés, es el contrasteentre la facilidad con que tado coautor con el famosísimo Hawking de alpueden ser formuladas y entendidas ingunas notables aportaciones a la Cosmolocluso, ya veces sobre todo, por un niño— gia actual— tiene la extraordinaria virtud de y la enorme dificultad para contestarlas examinar esta cuestión con el debido espesor y con la mayor claridad que un empeño de un modo mínimamente coherente. Un tan arduo permite. ejemplo especial me nte^b vio de ese tipo La exposición de Penrose tiene, junto a la de preguntas es el siguiente: ¿Qué signivirtud de su originalidad, el atractivo adiciofica pensar? nal de cierta heterodoxia filosófica; su libro podría haber sido escrito por un clásico: la ortodoxia del momento es muy circunspecta respecto a lo que se puede decir y a lo ¿HAY que debemos callar. Para valorar la aportación del autor, parece conveniente situar el problema en sus coordenadas fundamentales. AIGUIEN AHI? 1. Historia de una ilusión Sobre los filósofos Las respuestas principales Desde los tiempos de Leibniz —y desde a la pregunta «¿cómo pieny las máquinas los aún más lejanos del mallorquín Raimunsa el hombre? son el duado Lulio— los pensadores de orientación Pbr José Luis González Quirós lismo mentecerebro y el matemática han acariciado la idea de enconmaterialismo. Los primetrar un «ars combinatoria» que pudiera resolros niegan que las máquiver sus dudas y cavilaciones, un sistema que I icha pregunta no sólo es un caso parnas puedan pensar, los sepermitiera reducir la ignorancia mediante el • ticular del tipo de inquietudes que gundos consideran el cerecálculo. ^^^ asaltan en momentos de turbación y Dbro como una máquina perplejidad al ciudadano medio (y que se su«Calculemos», pensaba Leibniz que se popone ocupan el tiempo de los filósofos) sidría decir una vez construida esa maravilla. no que tiene la peculiaridad de que se susToda verdad podría ser deducida y demoscita con cierta facilidad cuando tratamos de trada sin posibilidad de error ni de duda: la estar al día en los progresos de la Inteligenmente del hombre se vería asi liberada de la servidumbre del error, de su unión a un cuerpo que, como ya viera Descartes, era la auténtica causa de sus desvarios. Una versión de esta clase de sueño es la convicción contemporánea de que se pueden construir máquinas que piensen, artefactos que pueden ser vistos como «mentes» al menos con tanta propiedad como las personas pueden serlo. La pregunta por el pensar se refiere ahora a la máquina. A. M. Turing, uno de los fundadores de la inteligencia artificial, analizó en un célebre artículo de 1950 cuáles habrían de ser los criterios que llevaran a decidir la respuesta válida a la pregunta de si una máquina puede pensar. El llamado Test de Turing es la concreción práctica de dichos criterios: podremos decir que una máquina piensa cuando sea capaz de mantener una conversación con una persona, sin que ésta pueda descubrir que está hablando con una máquina. Según el Test de Turing El desarrollo de la inteligencia artificial no se ha orientado a fabricar sistemas capaces podría afirmarse que una de superar el Test de Turing entre otras ramáquina piensa si es cazones porque, como en toda tecnología, los paz de mantener una condesignios de la investigación han sido más versación con una persoprácticos que filosóficos. Por lo demás, el na sin que ésta se dé cuentest podría ser superado, en ciertas condisible. Tampoco debiera extrañarse nadie de ta de que no habla ron ciones, por programas relativamente simque abunden las rectificaciones y los camotra persona ples —por ejemplo, por aquellos que imitan bios de opinión. El filósofo Hilary Putnam, la conversación de algunos psicoteraque ha dedicado al tema varias y valiosas péutas— y no podría ser ni siquiera planteacontribuciones, advierte en el prólogo de un do si exigiéramos a la máquina algo más libro de 1988 (2) que va a criticar algunas opisustancial que un diálogo de compromiso. niones corrientemente sostenidas, entre otros, por él mismo. La bibliografia sobre si las máquinas piensan es ingente y continúa creciendo. Tan só¿Puede pensar una máquina? La respueslo hace unos meses, Scientific American (y ta depende, entre otras cosas de qué entensu edición española Investigación y Ciencia) damos por pensar y por máquina. Si partirecogía una polémica sobre el particular: el mos de un concepto tan amplio, que el homfilósofo J. R. Searle argumenta en contra de bre pueda ser considerado como una máquila identificación entre mentes y programas na, entonces, evidentemente, hay máquinas (amparándose en la distinción entre sintaque piensan. Si, por otro lado, llamamos xis y semántica), mientras que Paul pensar, simplemente, a manipular símbolos, B. Churchland y Patricia Smith Churchland, entonces, hasta una calculadora de bolsillo sostienen lo contrario (las máquinas pueden es un notable caso de pensador. pensar, y lo acabarán haciendo, especialLas dificultades se presentan sólo cuanmente aquellas que imiten el modo de fundo las definiciones de pensamiento y máquicionamiento —en paralelo y no en serie— na son más estrictas, cuando se acercan del cerebro humano. más a las intuiciones comunes que sobre Sobre esta cuestión de la mente gravita ellas tenemos. buena parte de la historia del pensamiento desde Parménides y Platón: no es extraño 2. Los argumentos que muchos autores hayan sucumbido a las Los hombres, sin duda, piensan. Pero dificultades que plantea y la den por impobro pensar es su carácter biológico dudan que una máquina no fisiológica pueda llegar a nada semejante. Los que creen que «pensar» es algo que los cerebros hacen, pero algo que también podrían hacer otras entidades, creen que las máquinas llegarán a pensar cuando sean suficientemente complejas. El segundo problema, que también se olvida en ocasiones, es, en cierto modo, más peliagudo aún que el primero: ¿cómo sé yo que alguien piensa?, ¿cómo sé que hace o siente o ve aquello que yo hago, siento y veo cuando digo que pienso? Yo supongo que mis semejantes piensan porque hacen cosas análogas a las que yo hago cuando pienso; puesto que no tengo experiencia inmediata del pensamiento ajeno, o bien hago caso del Test de Turing e identifico pensamiento con «conducta inteligente», o bien separo una cosa de otra y entonces puedo llegar a suponer que tal vez hasta las piedras piensen. ¿Qué clase de conciencia tienen ios animales? ¿Cómo es ser un murciélago?, son El ingrediente no algorítalgunas de las preguntas que la dificultad mico de ta conciencia huque puede llevar al Solipsismo obliga a planmana se debe a que el cetear, Así pues, careciendo de criterios para rebro utiliza la física en el decidir, en base a la experiencia, si algún sunivel cuántico y no sólo en jeto piensa o no ¿qué decir acerca de si pienun nivel macrofísico y desan o no las máquinas? ¿piensan con sus mentes o con sus cereterminista Un tercer problema, siempre presente, es bros? ¿Pensar es una actividad que requieel de la relación entre conciencia y pensara instrumentos? ¿Se «piensacon» o simplemiento o, dicho de otro modo, el de la relamente «se piensa»? Podríamos multiplicar los interrogantes sin ninguna dificultad peción entre la conciencia y el argumento de ro, también, sin mucha ganancia, puesto que un pensamiento en tanto puede ser objetilo que se discute es cuáles son las pregunvado (escrito, comunicado, demostrado por tas pertinentes. El primer problema que se una máquina etc.) Una última dificultad, es ha de afrontar, y que muchas veces se olvila planteada por la relación entre el ser consda, es, por supuesto, el que plantea el penciente y su constitución propia en cuanto samiento humano. Las doctrinas a! respecparte de un mundo o en cuanto presente, coto son el dualismo, que no está de moda mo tal, ante otros seres conscientes (que ob(precisamente porque fue «doctrina oficial» servan no la inaccesible conciencia, sino la en un pasado relativamente reciente), y el inmediata corporalidad). materialismo. Los dualistas mantienen que Las distintas doctrinas sobre el pensala mente humana es algo distinto del ceremiento abordan los problemas anteriores (y bro y que Interactúa con él (en formas y mouna gran variedad de cuestiones derivadas) dos difíciles, cuando menos, de precisar), y con diversas estrategias. A riesgo de simplilos materialistas opinan que mente y cereficar (lo que es siempre excesivo) se puede bro son una y la misma cosa (con distintas decir que tales estrategias dependen, en úlapariencias debidas a nuestro modo de cotimo término, de la preferencia por alguno nocer e, incluso, a nuestro modo de hablar). de los siguientes argumentos, de su jerarLos dualistas, que no creen que el cerequía y de la interpretación que de ellos se bro piense, se sienten muy poco inclinados haga: a conceder que las máquinas lo hagan. Los a. La conciencia es una propiedad natumaterialistas están, al respecto, más dividiral que la evolución ha ido perfeccionando dos: los que creen que lo que hace al cereen la escala animal asociándola a la comte un físico muy convencional: está acostumbrado a vérselas con cuestiones harto difíciles en Cosmología y en Mecánica cuántica y a sugerir hipótesis tan originales y atrevidas como su teoría del twistor o los teoremas de la singularidad. Su obra es, en cierto modo, un homenaje a tas preguntas profundas de tos niños que aún no han sucumbido a la ruda disciplina de los pseudoprobtemas. El prólogo y el epílogo insisten en ello: sin duda hay cuestiones profundas que pueden hacer reír a los que se tienen por sabios. Su libro es, también, una reacción frente a las suposiciones de algunos de los «profetas» más atrevidos de la inteligencia artificial. El texto está lleno de agudas observaciones (por ejemplo: tal vez los filósofos que sólo usan palabras en sus discursos tienden a exagerar el papel del lenguaje en el pensamiento) y no puede ser, ni de lejos, resumido en unas pocas palabras (es obvio que, a veces, sí se puede plejidad y sofisticación del cerebro. resumir un libro de 500 páginas). La conciencia debe ser distinguida de toda pretensión de formalizar cualquier esquema Penrose comienza por analizar el probleválido de conocimiento. ma en los claros términos escogidos por Tub. La conciencia en tanto posee propieríng; a partir de ahí, va tirando de un hilo que dades intencionales (esto es, se refiere a obatraviesa por la mayor parte de las más Roger Penrosg es un imjetos que parecen independientes de ella) es abruptas regiones del conocimiento humaportante físico y matemáirreductible al tipo de propiedades comunes no: qué es y qué no es un algoritmo, qué patico i n gtés coautor con a los objetos físicos en cualquier forma que pel representa en el conocimiento matemáHawking y reciente autor éstos se le presenten. tico, cuáles son los fundamentos de éste; de un importante libro soc. La conciencia es libre respecto a las lecuál es la naturaleza de la realidad física; cóbre la similitud y diferenyes que puede descubrir en el mundo de los mo es la neurofisioiogía del cerebro, qué tiecias entre el pensamiento objetos que conoce. ne que ver con los modelos de ordenador; d. La conciencia es el resultado de la inPenrose está convencido de que nuestro cohumano y los procesos de teracción entre ciertas formas de realidad nocimiento del cerebro y de cómo funciona computación cuyo estudio corresponde por un lado a la la conciencia depende en muy buena mediFísica y la Fisiología (relación mundoda de esas y otras cuestiones de la Física, cerebro) y por otro a la Lógica y la Psicolola Psicología y la Filosofía, gía (relación entre subsistemas cerebrales Así, repasa los fundamentos de la Mecáy núcleos de conceptos y perceptos). nica cuántica, su estructura y sus enigmas, Aceptar o rechazar estos argumentos, en las dimensiones principales de la Física clálas distintas formas en que puede hacerse, sica y relativista, de la Termodinámica y, por da lugar a todo el surtido de teorías de la extraño que resulte, las andanzas del Big mente con alguna vigencia y determina la bang y los agujeros negros. respuesta a la cuestión sobre pensamiento Nada sería tan fácil como perderse en una y máquinas. excursión tan complicada; pero Penrose tiene muy claro lo que busca y en ningún momento abandona el hilo de Ariadna. El lec3. La posición de Penrose tor puede seguirle y, si en algún caso no lo hace, está autorizado (por el autor) a pegar Nuestro autor aborda la cuestión por si un pequeño salto hasta encontrar de nuevo solo y desde fuera de la controversia filosóla senda. fica tal como ahora está planteada. Además, ¿Cuáles son las aportaciones de Penrose? Roger Penrose es un físico y no precisamenHav que insistir en la necesidad de seguir el libro para valorar la novedad y la coherenLa sugerencia de Penrose no es nueva (3): cia de sus planteamientos; sin embargo hay lo nuevo es el modo de hacerla; muchos de unas cuantas nociones que Penrose Introsus argumentos son especulativos aunque duce y que son susceptibles de análisis aisotros son absolutamente incontestables. lado; veámoslas: Asi, entre demostraciones y especulaciones, En primer lugar, Penrose mantiene que el se desarrolla la jornada penrosiana. Test de Turing proporciona tan sólo una eviEl íibro consigue, en muy amplia medida, dencia indirecta de lo que es la inteligencia lo que motivó su escritura: mostrar que se aunque rechace la idea de que, por el solo necesita una teoría de la conciencia, y que hecho de que el computador esté construila que por tal tenemos, es notoriamente indo con componentes inorgánicos, le sea imsuficiente. posible ser consciente; pero el Test de Turing no es un detector suficiente de la conciencia, según Penrose 4. A modo de conclusión Tras examinar el argumento antiTuring de Searle (un experimento mental conocido coBuena parte de los filósofos profesionamo «la habitación china») avanza una nueles practica hoy una pudibunda ascética que va opinión: ningún algoritmo, por complicales impide afrontar las viejas cuestiones en do que sea, incluye por sí mismo genuino entodo su selvático esplendor. Parece que el tendimiento; ni los algoritmos tienen mucho miedo a equivocarse inhibe la audacia inteque ver con el conocimiento matemático, ni lectual hasta la más tautológica esterilidad: está claro que lo que los cerebros hacen sea uno de los más temibles síndromes de esta ejecutar algoritmos. Penrose combate la precuriosa dolencia es el del «rechazo del duasunción de que «todo es un computador dilismo». gital» que se asienta en una deficiente aprePenrose no ha debido oír hablar de esos ciación de las propiedades que necesariapeligros y si ha oído hablar de ellos no se mente ha de tener el hardware y en la sulos cree. El caso es que tanto su visión de la actitud del físico Penpuesta equivalencia funcional de todas las lo que es la conciencia —algo científicarose supone una reacción máquinas de ese tipo. mente describible, que no es puramente paa las suposiciones de los Penrose entiende, como también el último sivo, sino que activamente «entiende»—, coprofetas de la inteligencia Putnam, que el Teorema de Gódel (que acamo su idea de lo que principalmente hace artificial y en especial a la bó con la pretensión de formalizar y meca—formación de juicios— como, por último, nizar toda la matemática) evidencia que la sus hipótesis acerca de cómo se relaciona idea de que la actividad inteligencia humana trasciende toda fórmutodo ello con nuestro conocimiento de la nacerebral consiste en ejecula concebible. Para Penrose, la conciencia turaleza física, habrían hecho sonreír comtar algoritmos tiene un ingrediente no algorítmico que se placientemente a! viejo Descartes, cuyo ofihace patente en la distinción entre intuición cio principal comparte Penrose. y cálculo de la Matemática. Penrose, que se ¿Cabe esperar que todo ello sirva para confiesa geómetra, se refugia en la objetivireavivar el debate sobre estas cuestiones y dad platónica para sugerir lo que es propiapara bajar los humos a algunos materialismente la inteligencia matemática. tas un poco apresurados? Contestar afirmaLlegados a este punto se puede situar la tivamente supondría dominar las «variables principal novedad del análisis de nuestro ocultas» de la dinámica de la cultura, asunautor: el ingrediente no algorítmico de la to casi tan difícil de suyo como la propia Meconciencia humana se debe a que el cerecánica cuántica o la mismísima teoría de la bro utiliza la física a un nivel cuántico y no, mente. Habent sua fata libelli gustaba de recomo suele suponerse, en un nivel merapetir Ortega, aunque no se debería seguir hamente macrofísico y determinista. Esto hablando de estas cosas sin leer a Penrose. ce que el cerebro no sea en realidad un ordenador sino más bien un ordenador que {1) Roger Penrose, The Emperors New Minó, Concerning Computers, Minds, and the laws of Physics, Oxford, U. Press 1989, cambia de modo continuo su propia consti(2) Hilary Putnam. Representation and Reality, M. I. T. Press. tución física y su propia red de comunica1968, ciones. Así, la mente consciente no puede (3) Hipótesis de este tipo fueron hechas desde los comienzos José Luis González Quirós es ser un simple (por complicado que sea) prode la Mecánica cuántica por físicos, neurofisiológos y filósofos; doctor en Filosofía y escritor. grama aunque se sirva de muchos de ellos. Eddington, Eccles y Russell son buenos ejemplos del caso.