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Decimos la verdad cuando mentimos

Wenceslao Castañares

Nos hace referencia al lenguaje de los signos que nos pueden decir más de lo que es desable.

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Wenceslao Castañares, “Decimos la verdad cuando mentimos,” accessed March 29, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/2090.

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Decimos la verdad cuando mentimos

Subject

Ensayos

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Nos hace referencia al lenguaje de los signos que nos pueden decir más de lo que es desable.

Creator

Wenceslao Castañares

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Nueva Revista 013 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

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es

Type

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Si nos aleñemos a su sentido etimológico, «paradoja» (en griego, ^ parado xa») es un enunciado contrario a la opinión más ampliamente compartída. Pero lo que solemos entender por tal tiene además otra característica que la distingue; se trata de una expresión que, como decía Cicerón, resulta admirable. La razón de este asombro suele deberse a la contradicción real o aparente que encierra. Las paradojas han sido casi siempre un reto para los lógicos. .DECIMOS LA VERDAD CUANDO MENTIMOS? Por Wenceslao Castañares NA de las paradojas más conocidas y faEstas historias merecen nuestra atención pormosas está ligada al nombre de Epimênique nos permiten descubrir los mecanismos coU des de Cnossos, un cretense que según municativos que hacen posible que una ficción se la tradición afirmaba que todos los cretenses eran haga realidad. Como veremos, estos mecanismos mentirosos. Han sido muchos los que la han interoperan de la misma torma en estas narraciones pretado como un gran problema lógico que podía ficticias, pero verosímiles, que en la comunicación En ocasione», se da una tener múltiples soluciones, algunas de ellas nada real inflación de signos: la simples. Es posible, sin embargo, que, como en acumulación de inforotros muchos casos, la contradicción no fuera más que aparente y que el problema no consistiemación e« tan desmesu| Ejercicios de simulación ra en que Epimênides mintiera si y sólo si decía la rada que et imposible verdad, o que dijera la verdad si y sólo si mentía; sino sencillamente en que fuera un gran embustesu interpretación. Se El protagonista de la obra de Landero, Gregorio ro y hubiera en Creta al menos un cretense que Olías (alias Augusto Faroni) es un ingenuo aprenproduce entonce» un no fuera mentiroso. diz de brujo que descubre demasiado tarde que, despiden en el que loi Si ahora traemos a cuento al mentiroso Epimêcomo ya nos advirtiera el filósofo inglés J. L. Aussignos producen el efecnides se debe a que en los últimos tiempos se tin, pueden hacerse cosas con palabras. Olías es han planteado reiteradamente situaciones que en un insatisfecho y soñador oficinista en un almacén to de un mido ensordeel fondo presentan el mismo problema: mentirosos de vinos y aceitunas. Por razones de trabajo conocedor que impide una que parecen decir la verdad. ce a Gil Gil Gil (alias Dacio Gil Monroy), represenEsto es lo que ocurre, a mi entender, en El péntante de estos productos y con el que sólo tiene recepción correcta. En dulo de Foucault de Umberto Eco y en Juegos de comunicación telefónica. Alentado inconscienteotras, los signos dicen la edad tardía de Luis Landero, dos novelas de mente por Gil, que desea tener contacto con hommás de lo que es denotable éxito. Tanto Eco como Landero nos sitúan bres famosos, Olías se va creando una identidad en ese impreciso y ambiguo territorio en el que el falsa, la de Faroni, un famoso escritor. seable lenguaje, los signos (es decir, el mundo de lo veroOlías va mezclando ficción y realidad hasta tal símil, como ya advirtiera Aristóteles) y lo real se punto que llega un momento en que él mismo es confunden. Sus personajes construyen una ficincapaz de distinguirlas. Cuando Gil pretende coción, es decir, mienten de forma consciente. Pero nocer a su admirado Faroni, todo se precipita. La llega un determinado momento en que la farsa adficción ha de pasar por la dura prueba de la conquiere naturaleza propia y su lógica arrastra y entrastación con la realidad. Pero OiíasFaroni se regulle a sus inventores. siste a que Gil descubra su verdadera identidad y decide seguir adelante. Sus mentiras son cada vez más intrincadas, porque «la mentira sólo resulta verosímil si tiene algo de intrincada, de incomprensible como la vida misma». Como era de esperar, termina siendo victima de sus embustes. Pero aun cuando la realidad se fe va imponiendo «ni siquiera tiene claro que haya mentido». Es más, se asombra de que los demás (como ocurre en un periódico que habla de sus andanzas), incapaces de entender el galimatias que ha ido tejiendo, bagan interpretaciones que no coinciden con la suya. A pesar de todo ello, después de numerosas penalidades encuentra la forma de reconciliarse con la realidad y con sus propias historias. Sin embargo, la realidad no es siempre tan benigna. Y esto es lo que ocurre en la novela de Eco. Sus personajes aparecen obsesionados por descubrir un hipotético plan de proporciones tan colosales que las principales sociedades secretas que en la historia han sido parecían estar implicadas en él. Al no conseguir hacer compatibles las distintas piezas del rompecabezas, deciden inventarse un plan en el que todo lo que antes aparecía conUmberto Eco fuso adquiere sentido. Ocurre lo mismo que con las conspiraciones y secretos. «El verdadero iniciado es el que sabe Pero llega un momento en que esos personajes que el secreto más poderoso es un secreto sin pierden «esa lucidez intelectual que nos permite Tanto Eco como Landecontenido, porque ningún enemigo logrará hacérdistinguir siempre entre lo similar y lo idéntico, enselo confesar, ningún fiel logrará sustraérselo». Asi tre la metáfora y la cosa». Su castigo no es, sin ro nos sitúan en ese muere Belbo; lo matan porque quieren hacerle embargo, la locura, sino la muerte. Uno de ellos, impreciso y ambiguo confesar un secreto sin contenido alguno. Por fin, Diotavelli, muere de cáncer; aunque la verdadera a Casaubon también le aguarda ¡a misma suerte. causa de su muerte es otra y él lo sabe: «Muero territorio en el que el Le buscan porque creen que también él conoce el porque he convencido a mis células de que no lenguaje, lo» signo» (w secreto. Al final ha comprendido: su destino es existe una regla, de que con un texto se puede decir, el mundo de lo una burla. Aquel documento que parecía guardar hacer lo que se quiera. He dedicado mi vida a conla clave de todo no era más que una lista de lavanvencerme de eso, yo, con mi cerebro. Y mi cereverosímil, como ya addería; no había en él nada que comprender. bro debe haberles transmitido ese mensaje a ellas. virtiera Aristóteles) y lo ¿Por qué he de pretender que sean más prudentes que mi cerebro? Muero porque nuestra fantareal se confunden. Sus sia ha superado todos los límites». personajes construyen Comunicación y simulación Los otros dos personajes, Belbo y Casaubon, una ficción, es decir, mueren a manos de aquellos que se consideran Historias como éstas son ficciones, simulacros, herederos de secretos arcanos. Casaubon llega a mienten de forma consproductos de la imaginación creadora. Pero son la siguiente conclusión: «Nosotros inventamos un ciente verosímiles porque la lógica que encadenan los Plan inexistente, y Ellos no sólo se lo tomaron en hechos que allí se narran es semejante a la que serio, sino que también se convencieron de que gobierna la realidad. Su análisis nos permite comhacia mucho tiempo que formaban parte de él, o prender esa lógica. Pero como se trata además sea, que tomaron los fragmentos de sus proyecde historias donde los textos, los signos o, si se tos, desordenados y confusos, como momentos quiere, la significación y la comunicación juegan de nuestro Plan, estructurando conforme a una un papel fundamental, estos análisis, de ios que irrefutable lógica de la analogía, de la apariencia, se ocupa la semiótica, nos permiten conocer de la sospecha. Pero si se inventa un Plan y los aquellos procesos en los que simulación y realidad otros lo realizan, es como si el Plan existiese, más llegan a confundirse. aún, ya existe». Como es sabido, semiótica significa etimológiceso de descodificación realizado por el receptor. camente ciencia de ios signos, Pero los semióloLa misma terminología suponía ya una actividad gos han pretendido que fuera algo distinto, entre creativa por parte del emisor, y otra, más bien paotras razones porque, por una parte, muchos sigsiva, por la del receptor. nos suelen ser fácilmente recognoscibles, pero ha resultado bastante difícil definirlos teóricamente; y, por otra, hacen falta algo más que signos para Procesos de comunicación que podamos llegar a entendernos. De ahí que muchos prefieran decir que la semiótica se ocupa de cualquier proceso real o posible de significaSin embargo, no parece ser eso lo que ocurre. ción o, según prefieren algunos, de comunicación. Los procesos de comunicación son procesos de inferencia en los que el que interpreta un mensaje Pero quiéranlo o no los semiólogos, al final se no sólo ha de conocer las reglas del código utilizaencuentran siempre con signos o con textos fordo por el autor, sino todo un conjunto de datos mados de signos. Y aunque los signos sean unos que no han sido codificados explícitamente y, en muy diferentes de los otros, siempre son realidaocasiones, ni siquiera implícitamente. El sobreendes que nos remiten a otras cosas, es decir, se tendido es tan necesario que de no ser por él, la trata de realidades que no son lo que parecen. Ya mayor parte de nuestras comunicaciones serían el viejo Heráciito sugería en una bella frase que prácticamente imposibles. Ello obliga al emisor a los signos ocultan y manifiestan al mismo tiempo. adoptar estrategias que tengan en cuenta ese heSe les ha comparado con Jano, el dios de las dos cho. Si lo que desea es ser comprendido, debe caras, Pero la verdad es que casi nunca sabemos dar pistas seguras que puedan ser correctamente cuántas caras puede tener un signo. No puede interpretadas sin necesidad de un gran esfuerzo. sorprendernos, pues, que Eco haya definido la seSí por el contrario lo que desea es dejar zonas miótica como «la disciplina que estudia todo lo oscuras o en penumbra, podrá lograrlo siendo meque puede usarse para mentir». nos explícito. En cualquier caso, debe contar con No se trata ya del viejo En la semiótica, contrariamente a lo que ocurre lo que él supone que su receptor sabe, porque en la ética, la doblez, el disfraz o la simulación no problema de si el lensólo desde lo que sabe con anterioridad puede son categorías negativas, sino que pertenecen a guaje «e adecúa o no entender sus mensajes. la naturaleza de las cosas. Lo que ocurre es que en muchas ocasiones creemos conocer el secreto El receptor está obligado a rellenar las lagunas a la realidad. El ya que encierra la simulación. Pero lo cierto es que que continuamente se encuentra. Esta tarea, que aceptado unánimemenfrecuentemente nos vemos sorprendidos. Uno de muchas veces es automática, exige en otras una te que la realidad se da los objetivos de la semiótica es llegar a saber por actividad enormemente creativa; sólo inventando qué los signos, o los textos que con ellos tejemos, hipótesis puede realizarse. Para ello debe contar en el lenguaje y es inunas veces nos engañan, mientras que otras nos tanto con las reglas del código abstracto que es concebible fuera de él. dicen la verdad. Le interesa, pues, la razón de su toda la lengua, como con los indicios semánticos eficacia y también del fracaso de las intenciones Esto nos ha permitido y pragmáticos que el mismo texto le ofrece. Esto que en ellos van encerradas. le permitirá contrastar su hipótesis. Su creatividad variar la perspectiva y La eficacia de los signos se sustenta en dos pitiene, pues, un doble riesgo: si le faltan datos o no centrarnos en la comulares: el cumplimiento de las reglas que rigen su llega a acertar con la regla adecuada, no comuso y su interpretación. Del primer aspecto se han prenderá suficientemente; si, por el contrario, se nicación intersubjetiva ocupado desde antiguo la gramática y la retórica; extralimita en su función de poner lo que el texto del segundo, la hermenéutica. Pero ambas se han no dice explícitamente, habrá añadido un plus de visto modificadas con los nuevos enfoques de la significación que el texto no le autoriza. semiótica. Estos mecanismos pasan bastante desapercibiAlgunos de los supuestos más ampliamente dos en la comunicación dialógica normal, pero se compartidos hasta no hace mucho, relativos a los hacen más explícitos en situaciones problemátisignos y la comunicación que ellos nos permiten, cas como las que nos describen las obras citadas. han tenido también que ser revisados. Así por En ellas podemos apreciar cómo unos personajes ejemplo, difícilmente puede sostenerse hoy que el construyen sus ficciones aprovechándose de la proceso comunicativo consista simplemente en la capacidad creativa de aquellos que las interpretransmisión de un significado objetivo de una tan. mente a otra; es decir, en un proceso de codificaLandero nos plantea estos problemas fundación realizado por un emisor, seguido de un promentalmente bajo la forma narrativa, mientras que Eco nos los plantea además envueltos en consideraciones teóricas. Al fin y al cabo, el primero es ante todo un autor de historias, un «literato», como se decía antes. El segundo es un semiólogo, un experto en la teoría de los signos y de la comunicación. Existe además otra diferencia que ahora interesa subrayar. El personaje de Landero es, como su inventor, un urdidor de historias, por lo que la perspectiva es fundamentalmente la de un emisor. Los de Eco, por el contrario, primero pretenden interpretarlas y. tras fracasar en su intento, se deciden a inventarlas; pero seguirá siendo la perspectiva interpretativa la que realmente determine los hechos. A pesar de todo, tienen algo en común; todos cometen excesos en el uso de los signos y las reglas que deben gobernarlos. A algunos de esos excesos vamos a referirnos de forma expresa, aunque con la mirada puesta más en los procesos reales que en los que se desarrollan en esas historias. | La realidad imita al arte La comprensión del fenómeno comunicativo ha puesto de manifiesto que en todo mensaje existe un componente subjetivo irreductible. No se trata ya del viejo problema de si el lenguaje se adecúa Aristóteles enseña moral a su o no a la realidad. Es ya aceptado unánimemente durante e! proceso en que Olías se transforma en discípulo Alejandro. Miniatura que la realidad se da en el lenguaje y es inconcebiFaroni. del s. XV. Museo Goya, Castres ble fuera de él. Esto nos ha permitido vahar la Pero hay que tener en cuenta también las espeperspectiva y centramos en la comunicación interciales circunstancias que suelen rodear las situasubjetiva. Advertimos ahora que el mensaje no se ciones comunicativas porque tienen enorme trasconstituye como tal hasta que no es recibido o cendencia. El hombre siempre ha vivido rodeado interpretado, y en el acto de interpretación interde signos. Sin embargo, este hecho ha adquirido La comprensión del fevienen elementos exteriores al mensaje desde los proporciones gigantescas —es posible incluso cuales es interpretado. Uno de estos elementos lo que en algunos momentos puedan ser consideranómeno comunicativo constituye el conocimiento y la visión de! mundo das como hipertróficas— en las sociedades desaha puesto de manifiesto de aquel que lo interpreta. En otros términos, en rrolladas, gracias sobre todo a tos medios masivos la práctica resulta muy difícil, por no decir imposique en todo mensaje de comunicación. ble, distinguir la información de la opinión. Uno de ios efectos de este hecho lo constituye existe un componente Hay que añadir además que, al interpretar el la imposibilidad de determinar en muchas ocasiosubjetivo irreductible mensaje, el receptor lo hace desde e¡ conocimiennes lo que es real frente a lo meramente verosímil. to que tiene del emisor y contando con la informaLos medios de comunicación han hecho más esción que éste le ha suministrado con anterioridad. quiva aún ia realidad y, por tanto, el concepto de Como dice Eco en algunas de sus obras teóricas, verdad, sobre el que nunca anduvimos muy de si el emisor, al elaborar el mensaje, tiene en cuenta acuerdo, se ha vuelto ya prácticamente inutilizable lo que él denomina un «lector modelo», un sujeto en estos contextos. En muy pocos casos es posiideal para su mensaje, el intérprete real también ble la verificación de lo que los mensajes transmise construye su «autor modelo». En su novela, ten. Los criterios tienen, pues, que modificarse. Landero domina con maestría estos mecanismos Pero el problema se complica aún más cuando Pero como decíamos antes, el receptor no es observamos que los criterios son aportados por un sujeto pasivo. En ocasiones va más allá de los los mismos medios que transmiten la información. mensajes interpretando lo que no dicen. Asi por Asi, por ejemplo, la preeminencia de los medios ejemplo, en los días inmediatamente anteriores a audiovisuales ha llevado a aceptar —por más que la declaración del conflicto del Golfo, se genera se haga bastante inconscientemente— que sólo una cierta psicosis que conduce a reacciones sores verdad aquello que aparece certificado por las En la semiótica, conprendentes, como el acaparamiento de alimentos, imágenes o, en menor medida, por la escritura. trariamente a lo que sin que las noticias hayan sugerido siquiera la esEstos criterios no sólo son adoptados por aqueocurre en la ética, la casez . Otras veces demanda determinados menllos que interpretan las noticias, sino que son utilidoblez, el disfraz o la sajes. Las noticias acaban retirándose de los mezados por aquellos mismos que las elaboran. Resimulación no son catedios de comunicación o recibiendo una atención sulta algo más que anecdótico que un «conducgorías negativas, sino mucho menor, no porque ya no se produzcan o tor» de un programa informativo de televisión, al gue pertenecen a la natengan menor Importancia los hechos a los que presentar las noticias en los primeros dias de la turaleza de las cosas se referían, sino porque ya los destinatarios se han guerra del Golfo, afirme: «No hay imágenes de saturado y no muestran el mismo interés por ellos. esta guerra. Es una cuestión de fe». No se trata ya La información se convierte entonces en un objeto de que resulte cierta la afirmación que asevera de consumo, y los medios, que se mueven tamque el medio es el mensaje, sino que no resulta bién por criterios económicos, tienen que responexagerado afirmar que el significante es el signifider a esas demandas. cado. Luis Landero Para explicar estos hechos resulta pertinente una frase celebrada: la realidad imita al arte. Con ella se ha querido aludir a que, por mucho que el arte parezca estar alejado de la realidad, ésta termina por parecerse a aquél. Pero también es posible una segunda lectura. Frecuentemente se pierde de vista que «arte» es artificio, construcción y también simulación. De ahí que cuando parece que es la realidad quien imita al arte, el mundo se nos vuelve del revés: los significados se vuelven significantes, y los significantes, significados. O lo que es lo mismo, la simulación es lo real, y lo que antes entendíamos como real se nos ha convertido en simulación. Y eso es lo que ocurre no sólo en las dos novelas a las que venimos haciendo mención, sino en la realidad misma. Concluyendo: la determinación de lo que es rea) (o de lo que un sujeto cree real) y lo que es ficticio se encuentra difuminada tanto por los mecanismos que rigen la comunicación como por las circunstancias que la rodean. Nos encontramos asi con que nuestros mensajes, más que hacer referencia a hechos que pudieran ser considerados reales, se refieren a otros mensajes. Desconocer cuándo nos encontramos en una situación u otra puede conducir a graves errores de apreciación. | La venganza de los signos Algunos de estos efectos indeseados de la comunicación adquieren enorme trascendencia en la sociedad hipercomunicativa en la que vivimos. su autor no le queda más remedio que hacer efecCuando nos resulta difícil llegar a saber qué es lo tiva su amenaza si quiere mantener su credibilique oculta el signo partiendo de lo que muestra, dad. sólo nos queda hacer hipótesis que muchas veces no podemos contrastar. En estos casos nuestra Se dan además en este caso otras circunstanacción, sea simplemente comunicativa o no, adocias. Una vez que se ha producido la invasión de lece de falta de criterios que le sirvan de guia y, Kuwait, liega un momento en que el diálogo se consecuentemente, está expuesta a apreciaciones convierte en espectáculo gracias a la televisión. que conducen al error. Se involucra asi a más intérpretes. Sadam Husein no sólo se dirige a Bush, sino que, en una huida En los análisis que desde esta perspectiva se hacia adelante, trata de ganarse a la opinión públihan realizado sobre los grandes cambios ocurrica árabe convirtiéndose en el abanderado de las dos en la esfera internacional en los últimos años, reivindicaciones palestinas. Esa misma función pueden apreciarse este tipo de fenómenos. parece tener el ingrediente religioso que cada vez A pesar del gran distanciamiento entre las dos se hace más evidente en sus proclamas. Sus intérsuperpotências durante el periodo de la guerra pretes musulmanes oyen lo que quieren oir y Safría, el enfrentamiento armado entre ellas, que hudam se convierte en un líder admirado. Si ha llegabiera sido fatal para todos, nunca llegó a producirdo o no más allá de lo que quería llegar, probablese. Algunos autores consideran que, examinada la mente no lo sabremos. Lo cierto es que, como les situación desde la perspectiva comunicativa, la ocurre a los personajes de los que nos hemos veguerra no era posible. Y no lo era porque la amenido ocupando, ha llegado a un punto de no retornaza de una destrucción total no era un simple no: ha de seguir adelante con la imagen, posiblesimulacro, sino algo que ios interlocutores consimente ficticia, que se ha creado. Por lo demás, es deraban como muy real. El diálogo, especialmente también probable que sus interlocutores políticos tenso en situaciones como la crisis de los misiles se hayan dado cuenta demasiado tarde: cuando que la URSS pretendió instalar en territorio cuballegaron a la conclusión de que no había más soluno en 1962, acabó por imponer una solución que ción que el enfrentamiento. evitara el enfrentamiento. Tanto en este caso, tan real, desgraciadamente, Todo lo contrario de lo que parece haber ocurricomo en las ficciones de Eco y tandero, los sigdo en el conflicto del Goifo. A pesar de que en nos terminan vengándose de aquellos que los utiesta cuestión tengamos que operar con demasializan sin freno alguno. La venganza de los signos das conjeturas, no parece descabellado aventurar puede ser doble. En ocasiones se da una inflación alguna explicación que haga comprensible un ende signos: la acumulación de información es tan frentamiento tan descabellado. Algunas revelacioLa determinación de lo desmesurada que es imposible su interpretación. nes como las que Pierre Salinger y Eric Laurent Se produce entonces un desorden en ef que los que es real {o de lo que hacen en su libro La guerra del Golfo, el dossier signos producen el efecto de un ruido ensordecesecreto son especialmente significativas, por más un sujeto cree real) y lo dor que impide una recepción correcta. En otras, que no tengamos forma de confirmarlas. Por una que es ficticio se enlos signos dicen más de lo que es deseable. En parte, ni los paises árabes reunidos en Bagdad el estos casos de desenfreno interpretativo, un signo 28 de mayo de 1990, ni la embajadora estadounicuentra dificultada tanpuede decir cualquier cosa. La imaginación se ve dense en Irak poco después, tomaron en serio las to por lo» mecanismos intoxicada hasta el punto de que toda hipótesis amenazas, bastante explícitas, de Sadam Husein. interpretadora es posible. A partir de ese momento que rigen la comunicaPero una amenaza, sí es tal, no es una simple es imposible la comunicación porque la coincidendeclaración lingüística; tiene unos efectos que los ción como por las circia de los interlocutores es producto del azar. expertos llaman perlocutivos o prácticos. Como lo cunstancias que la roEn los casos que hemos examinado nos encones, por ejemplo, el que un juez pronuncie una sentramos con personajes que creen que lo que dicen dean tencia condenatoria, o un sacerdote «yo te absueles falso; es decir, por una u otra razón, mienten. vo». En el caso que comentamos, es posible que Su estupor puede llegar al paroxismo cuando desla amenaza tuviera implícitamente otra función: cubren que lo que ellos creían falso es real debido presionar para conseguir unos objetivos de caráca que sus intérpretes asi lo creen. Descubren deter político y económico. Pero a veces, bien sea masiado tarde que, a veces, decimos la verdad por «incompetencia» —de carácter interpretativo, cuando mentimos, • se entiende— por parte de aquel al que va dirigido el mensaje o por el error estratégico o de cálculo por parte del autor, el mensaje implícito no es inWenceslao Cusliinares t:s doctor en Filosofía y Semiótica terpretado correctamente. En tales situaciones, a