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“Iconos,” accessed May 8, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1969.

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Nueva Revista 127 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

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es

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Arte y ComunicaciónICONOSDEL IMPRESIONISMOJesús YusteCRÍTICO DE ARTESE PUEDEN CITAR MULTITUD DE EXPOSICIONES EN LAS QUE,DE UNA U OTRA MANERA, SE HAN RECOGIDO OBRAS TANTO DELOS MÁS PROPIAMENTE IMPRESIONISTAS MONET, PISARRO,SISLEY..., TAL VEZ RENOIR, COMO DE LOS RELACIONADOS CONEL MOVIMIENTO MANET, DEGAS, CÉZANNE..., PERO UNA EXPOSICIÓN DE ALGUNAS DE LAS MEJORES OBRAS IMPRESIONISTAS DE TODOS ESTOS PINTORES NO SE HABÍA VISTO HASTA LAFECHA, AL MENOS EN LO QUE SE REFIERE A NUESTRO PAÍS.ESTE ES EL PRINCIPAL VALOR DE ESTA EXCELENTE MUESTRADE LA FUNDACIÓN MAPFRE.El planteamiento de la exposición supone todo una revisiónde lo que se venía afirmando al respecto hasta la fecha. A lavisión general, e incompleta, de que el Impresionismo habíasido el único culpable, por así decir,de toda una revoluciónartística, se afirma ahora, y se pretende demostrar en la exposición, que había sido uno de los elementos —sin duda elprincipal— de todo un movimiento de renovación artísticanueva revista· 127154durante los «años Manet», como se ha dado en llamar a losaños comprendidos entre 1866 y 1883. En este sentido,como afirman los comisarios de la exposición, StéphaneGuégan y Alice ThomineBerrada, «el motivo por el queManet, principio y fin del itinerario, se ha impuesto rápidamente como la figura que estructura nuestro propósito, es lapresencia de este pintor en cada una de sus articulaciones.Hombre frecuentador de muchos círculos, atormentado porel “deseo del Salón”, cercano a Monet y Degas pero reacioa exponer con ellos [...] llegaría a hacer suyas todas las potencialidades de su tiempo antes de su temprana muerte».Por ello, y siguiendo en esta misma idea, la exaltaciónpor la modernidad es una de las señales más claras de estaépoca y afecta de manera similar a los pintores realistas,impresionistas y académicos..., y esto por no hablar de losrepresentantes del decorativismo clasicista de Puvis deChavannes o de los sueños simbolistas de Moreau.Manet se convierte en el eje fundamental sobre el queversa la muestra. Es, nadie lo duda, el mayor artista de estaépoca de comienzos del Impresionismo (años adelante, seráMonet —el pintor comúnmente considerado como el mayorrepresentante del Impresionismo propiamente dicho— elque tome su relevo y le aventaje en lo referente a las innovaciones estilísticas del movimiento pictórico). Manet, encualquier caso, es el gran referente de los impresionistas,aunque nunca quisiese exponer con ellos, aferrado como estaba a la gloria del Salón parisino. Fue el primero, sugiereacertadamente Matisse, «que actuó por reflejos, simplificando así el oficio de pintor [...] sólo expresaba aquello quesus sentidos percibían de forma inmediata».nueva revista· 127155jesús yusteÉdouard Manet, La evasión de Rochefort, ca. 1881. París, Musée d’OrsayLa obra de Manet está, en buena parte, marcada por lainfluencia de la escuela española, de la sobriedad realista deVelázquez y de la audacia estilística de Goya, en la que se renuncia a todo lo superfluo en una búsqueda de la pinturapura. En este sentido, Manet aúna en sus obras un evidente aprecio a la tradición con una manifiesta veta vanguarnueva revista· 127156iconos del impresionismodista, que le convertirá en cabecilla de los impresionistas.Aunque su pintura está centrada preferentemente en la figura humana, como sucede en su famoso El pífano (1866),eso no quita para que nos sorprenda en esta exposición con,por ejemplo, La evasión de Rochefort(1881), obra centradaen un paisaje marino de espléndida factura.En cuanto a la evolución del Impresionismo, su historiase sigue en la muestra a través de una serie de obras, quenos atrevemos a llamar indispensables, de la historia delarte. Se trata de algunos de los más importantes trabajosde los Monet, Renoir, Pisarro, Cézanne, Degas, Sisley yMorisot, a pesar de que, de esta última, sólo podemos contemplar en esta muestra su cuadro tal vez más famoso,elespléndidoLa cuna(1872), presente en la primera exposición impresionista de 1874.Pero, vamos por partes. Monet es, muy posiblemente, elmás importante pintor digamos cien por cienimpresionista, padre —junto a Manet— y, sobre todo, símbolo principal del movimiento. A él se le atribuyen unas escuetas peroclarificadoras palabras sobre su concepción artística: «Eltema tiene para mí una importancia secundaria; quiero representar lo que vive entre el objeto y yo». Su vida, queplasmó naturalmente en su obra, fue una creciente obsesión por captar los fenómenos atmosféricos en los diversosmomentos del día. Eso le llevará a insistir una y otra vez enlos motivos para él tan conocidos, de los que quiere extraertoda su sustancia lumínica y de color. De ahí su in crescendoen los temas recurrentes durante los diversos momentos del día: las series de los almiares, de la catedral deRuán, de las ninfeas y nenúfares de su jardín de Giverny ennueva revista· 127157jesús yustePierreAuguste Renoir, El columpio, 1876. París, Musée d’Orsaynueva revista· 127158iconos del impresionismolos últimos años, largos, de su vida, con una insistencia yprogresiva disolución de la realidad que desemboca en unejercicio rayano con la abstracción. En esta conquista progresiva, nadie se ha ejercitado con tan gran concentración,con tan gran ahínco, diríase quasi científicoal tiempo queartístico, como Monet; él llevó al impresionismo a sus másimportantes logros, y, en sus últimos años, prefiguró, comodecíamos, la abstracción.De él tenemos en la exposición, además de su primerizo y muy interesante paisaje nevado que lleva por título Laurraca(18681869), su famosísima La estación de SaintLazare(1877), así como Las barcas. Regatas en Argenteuil(1874), o su también extraordinaria La Rue Montorgueil deParís. Fiesta del 30 de junio de 1878(1878), una de lasgrandes sorpresas de la muestra.De Renoir, gran colorista al tiempo que excelente pintor de formas suaves y sensuales, tenemos el tal vez másatractivo lienzo de la muestra, y naturalmente una de lasobras maestra de la exposición. Se trata de El columpio(1876), donde salen a relucir todas las más importantescualidades del pintor. A continuación tenemos a Pisarro,con un magnífico Tejados rojos, rincón de pueblo, efecto invierno(1877), otra de las muy favorables sorpresas de laexposición. De Sisley, de quien, dicho sea de paso, tuvimosuna magnífica exposición, en 2002, en el Museo Thyssende Madrid, a falta de sus grandes obras nos queda el consuelo de poder contemplar otras de indudable valor, comoesa cautivadora La nieve en Louveciennes, de 1878.Pero entre tan grandes maestros no podía faltar el muyposiblemente más modernoy perspicaz representante,nueva revista· 127159jesús yustePaul Cézanne, Puente de Maincy, ca. 1879. París, Musée d’Orsaycapaz de superar el puro impresionismo, llevándolo un pasomás allá, fundamentalmente mediante la reconstrucción delas formas y la superposición de planos según la gradaciónde color, que hacen del lienzo como una pátina de conjuntadas tonalidades brillantes. «Cézanne no busca transmitiral observador la ilusión de un mundo tridimensional. Másbien crea una nueva realidad a base de planos bidimensionales de la imagen», se ha dicho con acierto. Y todo esto senueva revista· 127160iconos del impresionismoobserva en el Puente de Maincy(1879), obra admirable entodos los sentidos. Y también se aprecia, de una u otra manera, en su Autorretrato con fondo rosa(1875), obra igualmente admirable.Frente a ellos, Degas, aunque expone con el grupo, nose considera a sí mismo impresionista. De hecho, no apoyasu modernidad precisamente en la pincelada vibrante, sinomás bien en una estética que podemos calificar de fragmentaria, representación ilusoria de la vida moderna. En lamuestra está bien representado, por ejemplo, en un tematan frecuente en él como es el mundo de la danza. A esterespecto, La clase de danza(18731876) es una de susobras más famosas.La exposición concluye con las últimas obras de Manet,que demuestran su triunfo completo. Su triunfo en el Salóncon obras de corte más bien político, a la vez que su triunfo en los salones mundanos, como viene a confirmar el espléndido retrato deStéfane Mallarmé(1876). Éste, asícomo otros retratos, muestra el entusiasmo por la modernidad que Manet inició y vertebró de forma tan brillante.nueva revista· 127161