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La imaginacion herida

Jaime Nubiola

Ensayo basado en el libro de Cormack McCarthy "La carretera" y trata la literatura y la moralidad.

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Jaime Nubiola, “La imaginacion herida,” accessed April 25, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1941.

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Title

La imaginacion herida

Subject

Cultura en realidad

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Ensayo basado en el libro de Cormack McCarthy "La carretera" y trata la literatura y la moralidad.

Creator

Jaime Nubiola

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Nueva Revista 126 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

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es

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CULTURA EN REALIDADLa imaginación heridaJAIMENUBIOLAPROFESORDEFILOSOFÍAProbablemente la obra de ficción que más me ha impactado en los últimos años ha sido la novela La carreterade Cormack McCarthy (Mondadori, Barcelona, 2007). La conversación de un padre y un hijo, varios añosdespués de lo que parece un holocausto nuclear, arrastrando a lo largo deuna carretera norteamericana un carrito de supermercado con sus últimosenseres. Ha desaparecido todo signo de vida; se dirigen hacia el sur enbusca siempre de comida, a la vez que huyen de otros supervivientes quequieren matarlos y probablemente comérselos. De tarde en tarde se encuentran con escenas espeluznantes. En las primeras páginas, puede leerse este cruce de palabras entre padre e hijo:—Ten presente que las cosas que te metes en la cabeza están ahí parasiempre —dijo.—¿Algunas cosas las olvidas, no?—Sí. Olvidas lo que quieres recordar y recuerdas lo que quieres olvidar.Y en las páginas finales, cuando el padre está ya gravemente enfermo,reaparece de nuevo ese tema:—Cógeme la mano —dijo—. No creo que debas ver esto.—¿Porque lo que se te mete en la cabeza es para siempre?—Sí.—No pasa nada, papá.—¿No pasa nada?—Ya los tengo metidos.—No quiero que mires.—Seguirán estando ahí.Cuando hace algún tiempo leí esas palabras me pareció que expresaban de forma lúcida el deterioro de la memoria y la imaginación personal132NUEVA REVISTA 126y colectiva que está sufriendo la cultura audiovisual contemporánea y queafecta —me parece a mí— en buena medida a los creativos.LITERATURA Y MORALIDADNo soy agorero ni especialmente negativo o pesimista, pero es prácticamente unánime el reconocimiento de que la violencia más brutal, la sexualidadmás explícita, la crueldad más despiadada o las más diversas formas de locutre y lo sórdido, ocupan buena parte del espacio público audiovisual, conformando el imaginario y las vidas de sus consumidores. Como escribía recientemente John D. Peters, «uno de los temas de nuestro tiempo es cómo lapornografía se ha tornado central» (mainstream). Sin embargo, no quieroreferirme particularmente a la pornografía —que es un perverso negocio queocupa profesionalmente a miles de personas y esclaviza a tantos millonesde jóvenes y adultos, generando además enormes beneficios a muchos empresarios del sector—, porque hoy en día nadie considera que la pornografía sea arte. Baste quizá recordar lo que escribía el veterano crítico de Time,Richard Corliss, con ocasión del documental Inside Deep Throat: «Hay muchapornografía por ahí afuera, pero nadie la llama arte» (Time, 29 de marzo de2005).El problema real se encuentra en la falta de imaginación, en la pobreza de recursos de tantos creativos que repiten machaconamente unostemas ya sobados, o que simplemente pretenden todavía hacer algo novedoso ridiculizando a la religión o asumiendo una desenfadada actitudde un descaro supuestamente transgresor. Sin embargo, no parece que loscreativos bienintencionados, a pesar de sus esfuerzos, lo hagan realmentemucho mejor. Hay —me parece— un problema más radical que me gustaría expresar con una lúcida anotación de Simone Weil en La gravedad yla gracia(Trotta, Madrid, 1994):«El mal imaginario es romántico, variado; el mal real, triste, monótono,desértico, tedioso. El bien imaginario es aburrido; el bien real es siempre nuevo, maravilloso, embriagante. Por lo tanto, la «literatura deimaginación» o es aburrida o es inmoral (o una mezcla de ambas). Noescapa a esta alternativa como no sea que, a fuerza de arte, pase dellado de la realidad, cosa que sólo el genio puede hacer».133DICIEMBRE 2009JAIME NUBIOLA¡Qué profunda sabiduría encierran estas sencillas palabras! Este es paramí el problema central de la cultura audiovisual. A nuestra imaginación elbien parece aburrido y el mal atractivo, pero en la realidad el mal es terriblemente degradante y, por el contrario, el bien es del todo cautivador.El diagnóstico de Simone Weil sobre la literatura de ficción —que valetambién para la cinematografía— es severo, pues afirma una disyuntivaentre aburrimiento o inmoralidad, o incluso prevé una mezcla grosera deambos elementos (como quizá ocurre en no pocos casos de los productosaudiovisuales de la actualidad). Lo más interesante es quizá su afirmaciónfinal de que para superar esa lamentable alternativa lo que hace falta esque la ficción, la imaginación, a fuerza de arte, se pase del lado de la realidad y esto es algo que sólo los genios son capaces de hacer.Nuestro tiempo necesita de esos genios —sin duda hay ya algunos—capaces de expresar con nuevas palabras, con nuevas imágenes, con nuevas metáforas, con nuevas ficciones, las verdades más profundas que experimentamos en la realidad de nuestras vidas. Genios que expresen esasverdades más hondas en forma de atractivas historias que cautiven nuestra imaginación y que sean capaces de llenar de emoción y de sentido lasvidas de nuestros contemporáneos, tantas veces monótonas. Sólo así seráposible restañar esa imaginación herida para regenerar el espacio de lacultura audiovisual contemporánea. Me parece que cuando Benedicto XVIafirma que «cuanto más logremos vivir en la belleza de la verdad, tantomás la fe podrá volver a ser creativa también en nuestro tiempo y a expresarse de forma artística convincente» (6 de agosto de 2008, Bolzano),está pensando en algo así.IMAGINACIÓN, RAZÓN Y CREATIVIDADLa imaginación es el corazón de nuestra razón. La imaginación es el motorde nuestra actividad cognoscitiva; toda la tradición filosófica ha sostenidoque no podemos pensar sin imágenes, pues son las imágenes las que establecen el puente entre los datos de nuestra experiencia y la espontaneidad de la razón. La imaginación no es sólo indispensable para el pensamiento de tipo especulativo, sino que lo hace palpitar con las cuestionesmás prácticas y con las más hondas aspiraciones vitales de los seres humanos. Además, es la imaginación la que permite que nos comprendamos134NUEVA REVISTA 126LA IMAGINACIÓN HERIDAunos a otros, haciendo posible quenos pongamos en el lugar de losLa razón es genuinamente humanaotros y creando espacios comparticuando es creativa, cuando se saledos: la imaginación hace posible quede los supuestos, cuando organizanuestros corazones latan al unísono.nuevas constelaciones de sentidoMe parece que el eje central de laspara los datos de la experiencia.enseñanzas de Benedicto XVI —suariete intelectual en el panorama aveces desolador de la cultura postmoderna— se encuentra en su reiteradaafirmación de que es preciso ensanchar la razón humana para que en ellaquepan el corazón, los sentimientos, la belleza y la bondad, «las fuerzas salvadoras de la fe, el discernimiento entre el bien y el mal» (Spes salvi, n. 23);para que en ella puedan encontrar cabida aquellos elementos más humanosque fueron desechados por el materialismo científico ilustrado de los dos últimos siglos. Este es también el núcleo del famoso discurso de Ratisbona (12de septiembre de 2006):«Este intento de crítica de la razón moderna desde su interior, expuesto sólo a grandes rasgos, no comporta de manera alguna la opinión deque hay que regresar al periodo anterior a la Ilustración, rechazando deplano las convicciones de la época moderna. [...] La intención no esretroceder o hacer una crítica negativa, sino ampliar nuestro conceptode razón y de su uso. [...] Sólo lo lograremos si la razón y la fe se reencuentran de un modo nuevo, si superamos la limitación que la razónse impone a sí misma de reducirse a lo que se puede verificar con la experimentación, y le volvemos a abrir su horizonte en toda su amplitud[las cursivas son mías]».Se trata de ensanchar la noción de conocimiento no sólo para que haya espacio para la fe, sino incluso también para que sea posible entender la propia actividad científica. Cien años atrás, el filósofo y científico norteamericano Charles S. Peirce (18391914) daba vueltas una y otra vez al impresionantefenómeno de la creatividad:135DICIEMBRE 2009JAIME NUBIOLA«¿No es de todas las cosas la más maravillosa que la mente sea capaz decrear una idea de la que no hay ningún prototipo en la naturaleza,nada con el menor parecido, y que por medio de esta completa ficción sea capaz de predecir los resultados de los experimentos futuros,y que por medio de ese poder haya transformado la faz de la tierra?(Collected Papers7.686, 1903)».La clave está en advertir que la creatividad científica —la creación de nuevas ideas— nunca está justificada deductivamente por los conocimientosprecedentes. Se trata de lo que Peirce llamó abduccióny es el proceso porel que se generan nuevas hipótesis en ciencia, pero también en la vida corriente y, por supuesto, en la actividad artística y literaria. Se trata del proceso inferencial por el que relacionamos de un modo nuevo elementos delos diversos ámbitos de nuestra experiencia. Tiene a menudo el carácterde una iluminación repentina: «Es la idea de unir lo que nunca antes habíamos soñado unir lo que hace brillar la nueva sugerencia ante nuestracontemplación» (Collected Papers5.181, 1903). Como ha escrito Sara Barrena en La razón creativa(Rialp, Madrid, 2007), «el artista o el científicono está constreñido por sus ideas previas o por la realidad, sino que haycrecimiento real. Para Peirce se da en la mente humana auténtica creatividad; es posible crear una idea nueva, que suponga un salto respecto atodo lo anterior».Reconocer la abducción supone admitir el entrelazamiento de larazón con aquellos elementos que el racionalismo había excluido, particularmente con la imaginación, con la facultad que hace que podamossalirnos de lo predeterminado y proseguir de modos nuevos. La imaginación está en la base de toda interpretación, juega un enorme papelen la formación de nuevos hábitos y es esencial para comprender la experiencia: «en ausencia de imaginación los fenómenos no pueden conectarse de manera racional» (Collected Papers1.46, c. 1896). Peirce llega adecir que todo el pensamiento tiene lugar en la imaginación (CollectedPapers3.160, 1880).La razón es genuinamente humana cuando es creativa, cuando se salede los supuestos, cuando organiza nuevas constelaciones de sentido para losdatos de la experiencia. La articulación de experiencia y teoría se lleva a cabo136NUEVA REVISTA 126LA IMAGINACIÓN HERIDAen la imaginación, en la sensibilidad interna. Es precisamente esa sensibilidadLa piedra de toque de la genuina acinterna la que está herida en nuestratitud científica se encuentra efecticultura audiovisual contemporánea. Lavamente en el examen atento y deciimaginación está en muchas personasdido de las ideas preconcebidas, decercenada o limitada empobrecedoralos prejuicios culturales y personamente por numerosas imágenes degrales, que tan a menudo dominan odantes y obsesivas o por estereotipospueden llegar a bloquear por comcosificadores: basta pensar en la sistepleto la búsqueda creativa.mática imagen objetualizadora de lamujer o en la violencia machista omnipresentes en las pantallas.Las metáforas —como advirtieron certeramente Lakoff y Johnson— tienen un papel central en la configuración imaginativa de nuestra experiencia. Las metáforas destacan unos aspectos y ocultan otros. Son capaces de crear una nueva realidad: no son simplemente una cuestión depalabras, sino un medio para estructurar nuestro sistema conceptual, y portanto, nuestras actitudes y nuestras acciones. Las palabras por sí solas nocambian la realidad, pero los cambios en nuestro sistema conceptual cambian lo que es real para nosotros y afectan a la forma en que percibimosel mundo y al modo en que actuamos en él, pues actuamos sobre la basede esas percepciones. Muchos cambios culturales nacen para bien o paramal de la introducción de nuevos conceptos metafóricos.ALGUNAS CLAVES PARA POTENCIAR LA CREATIVIDADQuerría apuntar finalmente algunas ideas que puedan ayudar a favorecerla creatividad. Son lugares comunes todos ellos, pero no recetas. Estoypersuadido de que, si los profesores universitarios educamos en esa dirección, saldrán de entre nuestros alumnos esos genios capaces de transformar creativamente el imaginario de nuestra sociedad.Para escribir, lo primero es tener algo que decir y para ello es indispensable cultivar la propia vitalidad interior. Para cultivar la imaginación hayque leer a los grandes novelistas de los siglos XIXy XX. Un libro por semana, un libro siempre en el bolso o en la cartera. Algo parecido podrá decirse de las grandes películas del siglo pasado y de la actualidad.137DICIEMBRE 2009JAIME NUBIOLAAdemás, si es posible, hay que moverse, hay que viajar todo lo que sepueda, prestando atención a los lugares, a las personas, a las historias. Hayque escribir sólo de lo que uno sabe, de la propia experiencia vivida oimaginada. Como escribió Hemingway, «todo el éxito que he tenido hasido gracias a escribir de lo que sé». Y añado otra anotación de Hemingway (On Writing, Scribner’s, Nueva York, 1984), «en el mundo lo más difícil de hacer es escribir prosa directa y honrada sobre los seres humanos.Primero tienes que conocer el tema; luego tienes que conocer cómo escribir. Ambas cosas llevan toda una vida para aprenderlas».Por otra parte, es preciso desarrollar un «espíritu científico» que lleve acuestionar habitualmente lo que nos viene dado, lo que se ha hecho odicho hasta ahora, aquello que tendemos naturalmente a pensar. La primera regla de la razón —insiste Peirce una y otra vez— es que para aprender se ha de desear aprender, y por tanto no hay que estar satisfecho nicon lo que uno ya sabe ni con aquello a lo que se siente inclinado naturalmente a pensar (Collected Papers1.135, 1899). La piedra de toque de lagenuina actitud científica —y de toda actitud creativa— se encuentra efectivamente en el examen atento y decidido de las ideas preconcebidas, delos prejuicios culturales y personales, que tan a menudo dominan o pueden llegar a bloquear por completo la búsqueda creativa.Los escritores de ficción han de querer transmitir algomediante una historia. Si no hay ese algo no hay historia que contar. Después, «armar» unahistoria requiere mucho tiempo, horas, meses, años de maduración. «El novelista debe escribir con la cabeza como si escribiera con el corazón, perojamás debe escribir con el corazón como si escribiera con la cabeza», afirma sabiamente Mercedes Salisachs en La palabra escrita(Ediciones B, Barcelona, 2003). «Las ideas —escribió Menéndez y Pelayo (Ensayos de críticafilosófica, Aldus, Santander, 1948)— son de todo el mundo, o más bien,no son de nadie: en el pensador más original se pueden ir contando unopor uno los hilos del telar ajeno que han ido entrando en la trama; la originalidad sólo en la formareside». Casi todas las historias desde Homero,Sófocles y Esquilo hasta hoy son más o menos las mismas. En las últimasdécadas la literatura occidental se ha enriquecido, sin duda, con numerosas aportaciones de otras tradiciones culturales, pero para el escritor de ficción la novedad, más que en la historia, reside en su personal formade138NUEVA REVISTA 126LA IMAGINACIÓN HERIDAcontarla, en las nuevas metáforas conlas que cuenta de un modo nuevoEs preciso volcar la imaginación paraesa misma historia.descubrir cómo la vida cotidianaLa creatividad requiere búsqueda,puede dejar de ser monótona y aburriesfuerzo por vivir, por pensar y exda hasta convertirse en una apasiopresarse con autenticidad. «Hay sólonante aventura; descubrir la novedad,un único medio —escribirá Rilke alla alegría y la belleza de lo cotidiano.joven poeta (Alianza, Madrid,1980)—. Entre en usted. Examine esefundamento que usted llama escribir [...] Excave en sí mismo, en busca deuna respuesta profunda». La fuente de la originalidad es siempre la autenticidad del propio vivir. Es preciso volcar la imaginación para descubrircómo la vida cotidiana puede dejar de ser monótona y aburrida hasta convertirse en una apasionante aventura; descubrir la novedad, la alegría y labelleza de lo cotidiano. De manera un tanto lapidaria podría quizás afirmarse, «donde hay aburrimiento, no hay amor», y la inversa vale también:donde hay amor no hay aburrimiento, sino alegría, optimismo y buenhumor.CONCLUSIÓNDe todos modos, la cuestión acerca de cómo abordar el mal en las producciones audiovisuales sigue abierta. Por una parte, una buena pista es—me parece— contraponer el mal siempre al bien, pues los seres humanos necesitamos distinguir entre ambos, incluso dentro de nosotros mismos. Por otra parte, vale la pena mostrar también siempre aquel contraste —tan certeramente detectado por Simone Weil— entre el atractivo delmal imaginario y la realidad terrible e inhumana del mal real, a la vez queintentamos crear nuevas maneras divertidas, atractivas, cautivadoras, parapresentar el bien real —que tan importante es en nuestras vidas— a laimaginación de los espectadores y lectores.No es tarea fácil. Como dejó anotado Jiménez Lozano en su La luz deuna candela(Anthropos, Barcelona, 1996), «Maurice Blanchot, glosando aKafka, dice que escribir es una forma de oración. Y lo es. O, si no, es cacareo».139DICIEMBRE 2009