Nueva Revista 124 > La identidad personal y sexual: reflexiones sobre un debate actual
La identidad personal y sexual: reflexiones sobre un debate actual
Ángela Aparisi Miralles
Artículo sobre la identidad de las personas, de la que progresivamente se toma conciencia y de la que no hemos elegido nombre, sexo, raza, familia, contexto en el que se desarrolla nuestra existencia y que nos confieren una impronta fundamental.
File: La identidad.pdf
Archivos
Número
Referencia
Ángela Aparisi Miralles, “La identidad personal y sexual: reflexiones sobre un debate actual,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1910.
Dublin Core
Title
La identidad personal y sexual: reflexiones sobre un debate actual
Subject
Identidad, género e ideología
Description
Artículo sobre la identidad de las personas, de la que progresivamente se toma conciencia y de la que no hemos elegido nombre, sexo, raza, familia, contexto en el que se desarrolla nuestra existencia y que nos confieren una impronta fundamental.
Creator
Ángela Aparisi Miralles
Source
Nueva Revista 124 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426
Publisher
Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.
Rights
Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved
Format
document/pdf
Language
es
Type
text
Document Item Type Metadata
Text
La identidad personal y sexual:reflexiones sobre un debate actualÁNGELAAPARISIMIRALLESCATEDRÁTICADEFILOSOFÍADELDERECHOLa identidad personal es una realidad compleja, con múltiples aspectos,significados y funciones. En términos generales, remite a la dimensión másintrínseca y original de la persona, a las claves que le permiten comprenderse a sí misma y entender su lugar en el mundo. Siguiendo a Erikson,podría definirse como «la habilidad para experimentarse a uno mismocomo algo que tiene continuidad y consonancia, y de actuar en consecuencia». Para este autor, presupondría la «certeza de mantener una continuidad interna», así como «una adecuada integración personal y social,unida a la capacidad de asunción de un cierto rol».Podemos referirnos a la identidad desde dos perspectivas complementarias: la objetiva y la subjetiva. Desde un punto de vista objetivo, la identidad implica una realidad dada, que se asume y de la que, progresivamente, se toma conciencia. Ciertamente, no hemos elegido el nombre,sexo, constitución somática, temperamento, raza, familia, nacionalidad,cultura o contexto histórico y social en el que se desarrolla nuestra existencia y que, por otro lado, nos confieren una impronta fundamental. Eneste sentido, sería adecuado reconocer una identidad colectiva, en la quese inserta la individual. No obstante, es evidente que, por otro lado, la libertad permite, a cada persona, reorganizar los elementos recibidos de26NUEVA REVISTA 124un modo original. Ello nos sitúa ante el aspecto subjetivo de la identidad.En esta segunda acepción, la identidad es, en suma, el resultado de unahistoria única e irrepetible, porque cada persona es diferente. El individuo humano, a lo largo de su trayectoria vital, se reinventa a sí mismo,aunque dentro de unos límites finitos. Por ello, desde este segundo puntode vista, se podría definir la identidad como el resultado de un proyectovital racional, en el que existe una cierta continuidad entre la realidad recibida y la reelaboración personal de la misma.Las fases psicológicas evolutivas de la identidad pueden entenderse a laluz del «principio epigenético». Sabemos que la epigénesis es un conceptode la embriología que indica el desarrollo continuo de un órgano, según unplan preestablecido, de modo armónico, en relación con todos los demásórganos. El desarrollo personal, después del nacimiento, acontece de modoanálogo: en general, cada elemento tiende a aparecer en un momento determinado (proper rate) y según cierto orden de sucesión (normal sequence). Laidentidad lograda sería el resultado de la armónica integración de cada unode estos elementos. Se manifestaría a través de un bienestar psicosocial,unido a la íntima seguridad de ser reconocido y aceptado por los demás.Julián Marías señala que el pensamiento de Occidente ha osciladoentre el idealismo que entiende al hombre como res cogitanso yopuro y el biologismo que lo percibe como algo que emerge evolutivamente y sin diferencia radical de la animalidad. En el fondo, se observa que se ha tendido a pensar en el hombre como si se tratase de unacosa. Por ello, sólo se han podido captar dimensiones teóricamente elaboradas de la identidad personal, pero difícilmente se ha accedido a la propia realidad de la persona. Sin embargo, como señala el mismo autor, elser humano «no es una cosa, ni un organismo, ni un animal sino, previamente a todo ello, algo mucho más hondo: una estructura de la vida humana». Y se puede descubrir tal estructura únicamente a través del análisis de la propia vida. Esta es la zona de la realidad a la que Marías llama«estructura empírica». Estamos, ciertamente, ante elementos empíricos,pero estructurales y previos, por lo tanto, a cada biografía concreta, ya queson su presupuesto. Ya Aristóteles había descubierto que, entre lo esencialy lo accidental, había algo que caracterizaba a la especie hombre. Afirmaba que todos los hombres, y sólo los hombres, tienen esas propiedades.27JULIOSEPTIEMBRE 2009ÁNGELA APARISI MIRALLESIDENTIDAD PERSONAL E IDENTIDAD SEXUALEn las últimas décadas se ha cobrado conciencia de la relevancia de laidentidad sexual en el conjunto de la identidad personal. Su raíz última esla condición sexuada del ser humano. Es evidente que, desde un punto devista biológico, la persona se sitúa en la existencia como varón o comomujer. Masculinidad y femineidad son, por ello, estructuras de la personahumana. Tal realidad existencial se constituye en identidad cuando es reconocida por uno mismo y por el entorno social.Es evidente que la identidad sexual tiene un origen biológico. El serhumano, de modo natural o innato, se desarrolla diferenciándose en cuerpo humano masculino y femenino. Este proceso de dimorfismo tiene suorigen ya en la gametogénesis. Los gametos que aporta a la fecundaciónel organismo del varón y el de la mujer son claramente diferentes. El cromosoma X o Y del gameto masculino determinará el sexo cromosómicodel nuevo individuo, ya que el femenino siempre tiene el cromosoma sexual X. A su vez, el sexo cromosómico determinará el sexo gonadal y ésteel hormonal, con todas sus consecuencias posteriores.Esta realidad biológica encierra, en sí misma, un profundo significadopersonal. Spaemann denomina «identidad natural básica» a la dimensiónbiológica de la persona. Dicha dimensión natural el organismo, permite que el ser humano sea «en todo momento reidentificable desdefuera». Se trata de un indicio crucial: la identidad personal corporal, laidentidad sexual y las identidades familiares que se desprenden de esarealidad maternidad, paternidad, filiación y fraternidad se encuentran encarnadas en un organismo, y marcarán radicalmente la vida de lapersona. En definitiva, la condición sexual de la persona es una característica que al menos, desde el punto de vista biológico acompaña al serhumano desde su mismo origen y a lo largo de toda su existencia.La identidad sexual de la persona se manifiesta, principalmente, a través de su comportamiento sexual. En este sentido, se puede constatar quela conducta sexual del ser humano no depende forzosamente del instintode la biología, de la naturaleza, sino que se encuentra mediada porla libertad. La identidad biológica es un presupuesto insoslayable en el camino personal de búsqueda y formación de la propia identidad. Por ello,se puede sostener que, desde una perspectiva estrictamente biológica, la28NUEVA REVISTA 124LA IDENTIDAD PERSONAL Y SEXUAL: REFLEXIONES SOBRE UN DEBATE ACTUALidentidad sexual humana está inacabada. El sexo, el género, la orientaciónsexual y el sexo psicológico designan las distintas dimensiones de unaúnica identidad sexual de la persona. Identidad que, por otro lado, trasciende la dimensión biológica y la sociopsicológica, aunque se apoya enellas. Estamos ante una realidad que se puede vislumbrar, con mayor profundidad, desde una perspectiva antropológica y filosófica.En principio, la legislación de los distintos países asume la realidaddescrita sin problemas. Tras el nacimiento, al niño o niña se le asigna unsexo que viene determinado por sus caracteres sexuales. Tal identidad sexual tendrá relevancia jurídica, especialmente en el Derecho de familia.El conflicto se plantea cuando existen discrepancias entre el sexo biológico y el psicológico o conciencia de la propia identidad sexual. Talsería el caso, por ejemplo, del transexualismo. Éste puede ser considerado como una disforia de la identidad sexual, asociada a un deseo persistente de poseer las características físicas y los papeles sociales que connotan el otro sexo biológico.LA PERSONA COMO UNIDAD COMPLEJAHemos señalado que es posible aproximarse a la identidad desde dosperspectivas la objetiva y la subjetiva, y que ambas se complementan.Sin embargo, como también se ha indicado, el pensamiento de Occidente ha tendido hacia esquemas disyuntivos de razonamiento: libertad oigualdad; individuo o sociedad; libertad o biología, cultura o naturaleza...Este planteamiento ha afectado, profundamente, al modo de entender alser humano y a su propia identidad. Se suele considerar que el hombrees pura corporeidad exclusivamente la res extensade Descartes o, porel contrario, puro espíritu, libertad o razón la res cogitans. Tal modode concebir a la persona afecta, lógicamente, a la manera de enfocar suidentidad: ésta vendría exclusivamente determinada por la biología loselementos recibidoso, por el contrario, sería el resultado de la nudaconciencia del yo una libertad omnímoda, que, incluso, podría llegara desplazar a la realidad. Una identidad muy centrada en la capacidad racional o dimensión espiritual que, evidentemente, caracteriza al ser humano y lo diferencia de todos los demás seres, no abarca verdadera,e integralmente, lo que es la persona. Tampoco lo logra una identidad29JULIOSEPTIEMBRE 2009ÁNGELA APARISI MIRALLES focalizada, exclusivamente, en la dimensión biológica. Tales visiones sesgadas tienen como consecuencia, a su vez, concepciones reduccionistas ydisyuntivas de la sexualidad humana. Muchas de estas visiones emergen,con claridad, en el debate jurídico actual sobre la identidad sexual y, másen concreto, ante la cuestión de la homosexualidad o el transexualismo.En las últimas décadas, los distintos sistemas jurídicos han evolucionado desde posturas radicalmente biologicistas hasta concepciones puramente sociopsicológicas en relación al reconocimiento de la identidad sexual. Para las primeras, dicha identidad sexual dependerá, exclusivamente,de un específico desarrollo orgánico. Ciertamente, el dato biológico es elpresupuesto básico, pero resulta insuficiente tomado aisladamente y, demanera especial, en los supuestos de estados intersexuales (en los queexiste una ambigüedad sexual por distintas razones: genéticas, hormonales, etc.). En el otro extremo, las visiones puramente sociopsicológicas reducen la identidad sexual a la autoconciencia personal y social. Tal es, porejemplo, la situación en Inglaterra desde la aprobación de la Gender Recognition Act, que entró en vigor el 4 de abril de 2005. Dicha normativareconoce, legal y registralmente, las distintas identidades sexuales que unapersona pueda adoptar en su vida con independencia del sexo biológico, sin requerir ningún tipo de intervención quirúrgica. También en España, la Ley 32007, reguladora de la rectificación registral de la menciónrelativa al sexo de las personas, parte de una visión exclusivamente sociopsicológica de la identidad sexual. El artículo 4.1.a de dicha normativa establece como criterio fundamental para determinar la identidad sexual deuna persona «la identidad de género sentida por el solicitante o sexo psicosocial». En consecuencia, para llevar a cabo la inscripción, o rectificaciónregistral del sexo en los casos de transexualismo o disforia de sexo, es suficiente el dictamen de un psicólogo, sin requerirse, por ejemplo, el informe de un médico.Desde esta perspectiva, la identidad sexual se desgaja del sexo biológico, para apoyarse, exclusivamente, sobre un sustrato subjetivo y variable.Este proceso desembocará, paradójicamente, en la pérdida de la trascendencia jurídica de la identidad sexual: el sexo resulta irrelevante para el Derecho, especialmente para el Derecho de familia. Así se advierte en España en la Ley 132005, por la que se modifica el Código Civil en materia de30NUEVA REVISTA 124LA IDENTIDAD PERSONAL Y SEXUAL: REFLEXIONES SOBRE UN DEBATE ACTUALderecho a contraer matrimonio. La orientación sexual va ocupando, progresivamente, el lugar de la identidad sexual. En nuestra opinión, este plantea miento es, no sólo reduccionista o dualista, sino también una abstracción:el orden jurídico presupone un sujeto de derecho en el que el sexo nocuenta para nada.Frente a ello, consideramos que la persona no es sólo biología, ni sóloautoconciencia, sino una unidad muy compleja. Dicha realidad es la que elDerecho debe acoger. Los resultados científicos actuales indican que existen, fundamentalmente, dos factores esenciales en el origen y desarrollo dela identidad sexual humana, el biológico y el sociopsicológico. La maduración armónica de un ser humano implica su integración. Tal integraciónestá confiada al esfuerzo y a la libertad personal de cada individuo. Porello, sólo un criterio no disyuntivo, que integre adecuadamente estas dimensiones, puede servir de principio para determinar la identidad sexualpersonal en los casos de alteraciones con origen, tanto biológico como sociopsicológico.EN BUSCA DE LA ARMONÍALa persona, para conocer la realidad, necesita diferenciarla. Ya Heráclitoafirmaba que «los hombres no son capaces de tomar junto lo que siempreestá junto» porque el ser humano no posee la capacidad de conocerlotodo a la vez. Con ello quería significar que el logos, aunque en sí es unitario, tiene una dimensión histórica, o si se quiere, quasimaterial.Por ello,los saberes científicos son un instrumento muy valioso, que facilita estetipo de conocimiento especializado y fragmentado. No obstante, hay queseñalar el peligro de que, posteriormente, no seamos capaces de remitir elconocimiento de la parte al todo en la que está inserta, a la realidad a laque pertenece. Algo de ello sucede hoy con el conocimiento de la persona humana y, en concreto, de su identidad. Como señalan Arregui yChoza, en relación a su persona, el hombre adquiere un conocimiento que«no es resultado de un acto único y total sino de un proceso que se distiende en el tiempo». Por ello, este saber es esencialmente histórico yacontece bajo la forma de la experiencia. También Scheler afirmaba que«no poseemos una idea unitaria del hombre», debido a que «la multiplicidad siempre creciente de ciencias especiales que se ocupan del hombre,31JULIOSEPTIEMBRE 2009ÁNGELA APARISI MIRALLESocultan la esencia del hombre mucho más que la iluminan». Esta dificultadfue también puesta en evidencia por Heidegger, quien reclamaba la necesidad de recuperar la visión ontológica de lo real.Lo anteriormente señalado cobra especial relevancia en lo referente ala identidad sexual de las personas. Para situarla adecuadamente en elcontexto de la identidad personal es importante no dividir al ser humanoen compartimentos estancos, sino, por el contrario, ser capaz de integrarlo que, en apariencia, puede aparecer disgregado. Por ello, el reto está enotorgar a las distintas dimensiones que confluyen en el ser humano un significado armónico, que evite los dualismos reduccionistas. Una visión integral de la persona, en la que su modo de ser [factum] influye sobre sumodo de vivir [faciendum], y viceversa, es más razonable que una visióndualista donde los actos [faciendum] someten e instrumentalizan la realidad dada o recibida [factum]. En consecuencia, frente a las tradicionalesposiciones dualistas, el nuevo paradigma debe ser de carácter integral.Tal concepción unitaria entiende a la persona como una unidad inescindible entre cuerpo y espíritu, entre dimensión corporal, autonomía y racionalidad, pasando así del antagonismo a la complementariedad de losopuestos.32NUEVA REVISTA 124