Nueva Revista 123 > No parecer sino ser

No parecer sino ser

Ignacio García de Leániz

Reseña del libro "Bondad moral e inteligencia ética" de Juan Miguel Palacios

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Referencia

Ignacio García de Leániz, “No parecer sino ser,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1891.

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Title

No parecer sino ser

Subject

libros y filosofía

Description

Reseña del libro "Bondad moral e inteligencia ética" de Juan Miguel Palacios

Creator

Ignacio García de Leániz

Source

Nueva Revista 123 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

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164166 Leaniz_Imp.qxp:Maquetación 1 5609 11:03 Página 164«No parecer sino ser»IGNACIOGARCÍADELEÁNIZDOCTORENFILOSOFÍASi hay alguien a mi juicio que en la actualidad representa con mayor fidelidad el quehacer filosófico serio y riguroso que dimanó de aquella venerable Facultad de Filosofía de la Universidad Central previa a la guerra, essin duda su profesor titular de filosofía moral, Juan Miguel Palacios. Y elloconjugado sin estridencia alguna con un catolicismo a carta cabal, comosi en su persona se diera lo mejor de la Institución Libre de Enseñanza porun lado y, por otro, lo más noble de nuestra herencia cristiana.Y así haciendo bueno el habent sua fata libelli clásico aparece en felizcoincidencia con el 75 aniversario del traslado de la mentada facultad a laCiudad Universitaria, este libro que agavilla en un solo volumen una seriede ensayos que vinieron apareciendo, aquí y allá, en distintas publicaciones especializadas desde hace ya algunos años. Ensayos que tienen encomún ahondar con la estupenda prosa —modelo de pulcritud y precisión— propia del profesor Palacios, en el problema inconcluso de los valores morales y por ende en la posibilidad de una ética axiológica, cosaque no podía ser más perentoria.Porque acontece con los valores, como da en señalar el autor en elprólogo, una extraña paradoja: nunca antes se ha hablado tanto en nuestra vida privada y pública de ellos y nunca como ahora —como apuntabahace ya tiempo el gran Reiner— la propia filosofía ha abdicado de pensaren esas realidades bien misteriosas que son los valores —y disvalores—moralmente relevantes. Tal vez porque como confesaba Zubiri ya en 1975«esta historia de los valores ha sido la tortura de la filosofía en los últimossesenta años» y no está la reflexión filosófica actual para soportar grandessufrimientos, más bien lo contrario.Y sin embargo Juan Miguel Palacios, poco amigo de esquivar la cara dela Esfinge, no desmaya en afrontar esta vexata quaestioa la que ha dedicado una vida de callado estudio y discreto magisterio, a la manera que enél es costumbre: acudiendo a los grandes autores —en este caso Kant,164NUEVA REVISTA 123164166 Leaniz_Imp.qxp:Maquetación 1 5609 11:03 Página 165Brentano, Scheler, Hildebrand, GarcíaMorente, Zubiri, la escuela de ética deDe una manera ciertamente socrátiLublin y Cracovia con Styczén y Karolca va el profesor descubriendo alWojtyla a la cabeza y finalmente sulector toda la riqueza de esa terra igbuen amigo Seifert— para al hilo denotaque es el mundo filosófico delellos y sus tesis ir cuestionando o aclavalor moral.rando tal o cual punto, apenas con unademán, un pequeño apunte o abriendo una interrogación pertinente. Comosi en su escribir filosófico el profesor Palacios fuera también fiel a aquel lemade viejo abolengo tan caro a Kant: «De nobis ipse silemus».Así de una manera ciertamente socrática, hablando a través de los citados autores que tan bien conoce y lúcidamente expone, va el profesordescubriendo al lector toda la riqueza de esa terra ignota que es el mundofilosófico del valor moral, las posibilidades de su conocimiento, las exigencias de responsabilidad que nos plantea, y el grave problema de la relación entre «ser» y «valer», o entre «cosa» y «valor» haciéndose eco aquí delos últimos hallazgos de la mencionada escuela de Lublin y Cracovia, conlas lúcidas aportaciones del que sería después Juan Pablo II.Mención aparte merecen para el lector español los ensayos dedicadosa GarcíaMorente y a Zubiri, tan dados como somos a minusvalorar anuestros autores. Si en el dedicado a la evolución del pensamiento éticode GarcíaMorente se percibe el inmenso aprecio y familiaridad que nuestro autor tiene para con la persona y obra del pensador jienense —no envano ha sido Juan Miguel Palacios quien ha coeditado la obra completa deGarcíaMorente, tan necesitada de estudio—, no deja también de conmover el hondo sentir cristiano con que se detallan determinados aspectos delos últimos momentos del ya sacerdote que tanto pensó en la posibilidadde la axiología como una ciencia estricta. Al lector avisado no se le escapará el gran interés —y actualidad— filosóficos que tienen las tesis de Morente sobre el progreso, expuestas admirablemente por nuestro autor.Respecto de las páginas dedicadas al pensador donostiarra, «Zubiri anteel problema del valor», el profesor Palacios rescata uno de sus cursos delos años sesenta donde nuestro pensador discute a Scheler la irreductibilidad de los valores a sus portadores. Por su cuenta y riesgo, vendría Zubiri a coincidir así con soluciones propuestas por autores tan distantes165JUNIO 2009164166 Leaniz_Imp.qxp:Maquetación 1 5609 11:03 Página 166IGNACIO GARCÍA DE LEÁNIZcomo Moore y Ross o Husserl e Ingarden en los que se da también una relación bien especial entre valor ycosa. Para Zubiri no es que la cosa no«tiene» valor sino que «es» valiosa, remarcando de este modo frente a Scheler la índole adjetiva —y no sustantiva— del valor. Como se ve, el interésfilosófico de las aportaciones de nuestro filósofo traídas a colación resultaindudable, así como la pertinente inteBONDADMORALrrogación que el propio Palacios haceEINTELIGENCIAÉTICAa los límites estimativos sostenidos porJUANMIGUELPALACIOSaquél.Ediciones EncuentroEn una pared del austero despaMadrid, 2008, 155 páginas.cho del profesor Palacios, refugio delmejor legado de aquella facultad valetudinaria, cuelga desde hace tiempo una inscripción de Eurípides grabada en humilde barro cocido. En ellase puede leer en griego milenario el siguiente lema bien conciso: «No parecer sino ser». El lector que se adentre en la sabiduría de estas páginas entenderá mejor la tal admonición y cómo en nuestra respuesta al valorvamos labrando nuestro genuino ser moral. Y, no sin asombro, descubrirá la belleza incomparable que posee una vida buena, esto es, moralmente valiosa, como ha venido haciendo con sus incontables discípulos JuanMiguel Palacios en ese su magisterio tan callado y a la vez riguroso y fecundo.166NUEVA REVISTA 123