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La economía del desarrollo en el siglo XXI

Francisco Cabrillo

Sobre la evolución de la economía desde los años 60, el punto de inflexión que supuso para la pobreza.

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Francisco Cabrillo, “La economía del desarrollo en el siglo XXI,” accessed April 17, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1860.

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Title

La economía del desarrollo en el siglo XXI

Subject

Desarrollo igual a libertad

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Sobre la evolución de la economía desde los años 60, el punto de inflexión que supuso para la pobreza.

Creator

Francisco Cabrillo

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Nueva Revista 122 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

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es

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La economía del desarrolloenelsiglo XXIFRANCISCOCABRILLOCATEDRÁTICODEECONOMÍAPOLÍTICALAS FUENTES DE LA RIQUEZAHan transcurrido ya más de cuarenta años desde que las Naciones Unidasconsideraran la década de 1960 como el comienzo de un gran salto adelante que permitiera la superación del subdesarrollo. Eran años en los que muchos países acababan de conseguir su independencia y nacía un nuevoorden internacional que se pensaba que llevaría a la prosperidad a los nuevos Estados.Las cosas, sin embargo, se hicieron mal desde el principio. En unos añosen los que se hablaba seriamente de que el mundo occidental se encaminaba hacia una convergencia de sistemas económicos, en el que el viejo capitalismo sería sustituido por un sistema mixto de mercado y planificación confuerte intervención estatal, se orientó a los nuevos países hacia modelos deeconomía socializada que pronto mostrarían sus perniciosos efectos. Huboescasas voces, en el contexto internacional, que se opusieran a esta formade entender el desarrollo. Pero hay que recordar algunas, como la de PeterBauer, seguramente el economista más destacado en la defensa de un modelo de desarrollo liberal, cuyas predicciones sobre lo que supondría olvidarse de los principios de la economía de mercado se han cumplido, pordesgracia.Cuando se analiza la situación actual, no pueden echarse, por tanto, lasculpas a la casualidad o a la mala suerte. Los errores en economía suelen tenerunos costes enormes sobre la gran mayoría de la población. Y de este enfoque14NUEVA REVISTA 122FRANCISCO CABRILLOequivocado del desarrollo no sólo sonEn unos años en los que se hablabaresponsables los gobiernos del tercerseriamente de que el mundo occimundo. No se debe olvidar que, a lodental se encaminaba hacia unalargo de muchos años, la educaciónconvergencia de sistemas econóque las élites de las nuevas nacionesmicos, se orientó a los nuevos paírecibieron en sus antiguas potenciasses hacia modelos de economía socoloniales se basaba precisamente encializada que pronto mostrarían susesta desconfianza del modelo de merperniciosos efectos. cado y en la creencia en que el sectorpúblico debería ser el protagonista dela actividad económica.Uno de los grandes errores de muchos estudios teóricos y de programasdirigidos a la erradicación del subdesarrollo consiste en centrarse en el análisis de las causas de la pobreza. Y es una equivocación, porque a diferencia de lo que se dice a menudo, la pobreza no es un fenómeno nuevo cuyaaparición tengamos que explicar. Es hoy ciertamente más llamativa que enel pasado porque disponemos de una información muy superior a la deotros tiempos y porque una buena parte del mundo ha alcanzado nivelesde prosperidad inimaginables hace sólo algunas décadas. Pero lo que ha dominado la vida de la gran mayoría de la humanidad a lo largo de su historiaha sido precisamente la pobreza.Lo que hay que explicar no es, por tanto, la existencia de países pobres,sino las razones por las que algunas naciones dejaron de serlo. En otras palabras, encontrar las razones por las que, en un momento histórico concreto,un número limitado de países fueron capaces de crear unas determinadas formas de organización social, basadas en la propiedad privada y en la supremacía del derecho sobre la fuerza, que les permitieron romper el círculo vicioso de la pobreza. Esta forma de organización social constituye la esenciade lo que denominamos el capitalismo, y fue el tema principal de la granobra de Adam Smith, cuyo objetivo no podía ser más simple y, a la vez, másdifícil: determinar por qué algunas naciones se enriquecen y otras no. 15ABRIL 2009LA ECONOMÍA DEL DESARROLLO ENELSIGLO XXILo que produce la prosperidad no son los recursos naturales, sino la sociedad misma que los utiliza.Un país con un elevado nivel de capital humano y unas instituciones quegaranticen la primacía del derecho y el cumplimiento de los contratos libremente pactados entre las partes será próspera, al margen de cuáles sean susrecursos físicos; y, por el contrario, muchas naciones con grandes riquezasnaturales se muestran, una y otra vez, incapaces de salir de la pobreza.Pocas cosas han hecho tanto para perpetuar la miseria de millones depersonas que la idea de que la principal causa de la pobreza del tercermundo es la prosperidad de los países ricos. El problema de esta visión maniquea de la economía mundial de nuestros días, según la cual hay nacionesricas porque hay explotadores y hay países pobres porque hay explotados,no es sólo su falsedad, sino que además cierra la puerta a cualquier programa coherente de desarrollo económico. Mientras las causas de la pobrezase busquen en el exterior y no en los propios países que la sufren no habrásolución. Se podrán diseñar sistemas de ayudas generosas, como condonaPIB, o elciones de deuda o transferencias que alcancen el famoso 0,7% del 1,7, o el 2,7%. Los efectos serán similares: de nada servirá todo esto mientrasno se cambie la gestión interna de las economías, siguiendo, por otra parte,el camino ya marcado por todos aquellos países que han sido capaces desalir de la pobreza en las últimas décadas.UN MUNDO GLOBALUno de los elementos fundamentales de la economía de nuestros días es sucarácter internacional. Vivimos en una economía global, ciertamente. Y loque sucede en un determinado país rara vez deja de tener alguna influenciaen el resto del mundo. El capital se mueve con bastante libertad a través delas fronteras y con un volumen tal que puede causar graves problemas a lospaíses —avanzados o en vías de desarrollo— que son castigados por el mercado. Pero ¿supone esto realmente un cambio sustancial en relación con elpasado? Lo cierto es que a cualquiera que esté familiarizado con la historia16NUEVA REVISTA 122FRANCISCO CABRILLOeconómica de los dos últimos siglos,Lo que hay que explicar no es lael carácter internacional de la econoexistencia de países pobres, sinomía y la relevancia de los movimienlas razones por las que algunas natos internacionales de capital en ellas,ciones dejaron de serlo.difícilmente le sonará a nuevo. Lo quela actual globalización significa no esla quiebra de una tendencia, sino laaceleración de un proceso que se inició hace ya mucho tiempo, debida auna reducción muy significativa de los costes de transacción en el comercioy las finanzas internacionales.Tras un largo periodo de fuerte crecimiento del comercio internacional—que ayudó de forma importante a muchos países a salir del subdesarrollo— la actual ronda Doha de la Organización Mundial de Comercio fue recibida en el momento de su lanzamiento con franco optimismo por la mayorparte de los países del mundo como un paso que podría ser decisivo parala liberalización multilateral del comercio mundial. En Doha se acordó, enefecto, un amplio plan de negociaciones que iba más allá de las meras reducciones arancelarias tradicionales para entrar en cuestiones como la competencia, las prácticas antidumpingo diversas formas mediante las que lasregulaciones nacionales han venido poniendo obstáculos al libre comercio.Pero la satisfacción inicial se tornó pronto en preocupación al comprobarseque no se conseguían avances significativos; finalmente se ha llegado a unpesimismo generalizado al observarse que la actual crisis económica ha frenado la marcha hacia la liberalización en un ambiente de crecientes presiones proteccionistas.Cuestión fundamental en estos debates es, sin duda, el comercio de productos agrarios, que tanto representa para muchos países en vías desarroPIBtenga su orillo, no sólo porque una parte relativamente grande de su gen en la agricultura, sino también por el hecho de que es un sector en elque estas naciones tienen ventaja comparativa y podrían abastecer buenaparte de los mercados de los países avanzados. La situación de éstos es, sin19ABRIL 2009LA ECONOMÍA DEL DESARROLLO ENELSIGLO XXIembargo, muy diferente. Con una mano de obra dedicada a la agricultura inferior al 5% del total de su población activa y una participación de este secPIBque pocas veces supera el 2%, la agricultura tor en la generación de significa muy poco en términos macroeconómicos en el mundo desarrollado. Pero la capacidad de actuación de los grupos de interés es muy grandeen este sector. Y, como es bien sabido, tanto la Unión Europea como EE.UU.mantienen complejos —y muy costosos— sistemas de protección a la agricultura que se resisten a desmantelar, a pesar de que, al menos en el caso deEuropa, los cambios debidos a la reciente ampliación de la Unión hacen queel actual modelo sea prácticamente inviable a medio plazo.Siempre resulta difícil determinar quién es el culpable del fracaso de unanegociación multilateral. Pero, en este caso, son los países más ricos delmundo los que han creado mayores trabas a una liberalización real del comercio de productos agrarios. Si esta actitud no puede defenderse desde elpunto de vista económico, es inaceptable también desde el punto de vistapolítico, ya que pone de manifiesto la incoherencia de unos Estados que recomiendan —con toda la razón— la apertura de fronteras como una estrategia necesaria para el desarrollo, mientras ponen todo tipo de dificultadescuando se trata de recibir importaciones de productos que afectan a un sector de sus economías que consideran especialmente sensible, aunque realPIB. Y algomente sea muy poco importante en términos de su aportación al similar podría decirse de ciertos bienes industriales intensivos en mano deobra, cuya producción se concentra en los nuevos países industriales, desdelos que se exporta al resto del mundo.Aunque muchas de estas políticas sigan siendo muy perjudiciales para lospaíses en vías de desarrollo, hay que señalar que empiezan a surgir algunosindicios que podrían dar pie a un cierto optimismo, al menos en el mundode las ideas. El más importante es la visión de que lo que los países pobresnecesitan no son economías cerradas, sino un mayor volumen de comercio exterior. Esto significa que se va abandonando la idea que considera elcomercio internacional como un instrumento más de explotación del tercer20NUEVA REVISTA 122FRANCISCO CABRILLOmundo y se empieza a entender queTanto la Unión Europea como EE.UU.lo que hace daño realmente son lasmantienen complejos sistemas derestricciones al comercio. Es tal vezprotección a la agricultura que sesólo una gota de agua en una mar deresisten a desmantelar.ideas erróneas. Pero podría ser el comienzo de una estrategia más sensataen nuestra larga lucha contra la pobreza, que no debería frenar la crisis y la recensión que sufren hoy los países avanzados.LA CURIOSA HISTORIA DEL DESARROLLO SOSTENIBLELa expresión «desarrollo sostenible» ha cobrado una gran relevancia en la literatura económica en los últimos años. Y, como tantas veces sucede con términos que en algún momento se ponen de moda, no resulta fácil saber cuáles su sentido preciso, si es que lo tiene. La idea de que el desarrollo de unacierta actividad debe ser «sostenible» si queremos que se mantenga a largoplazo es bastante clara. No se puede, por ejemplo, pensar que se podrá seguir explotando un determinado banco de pesca si no se sigue una estrategia racional, consistente en adaptar el volumen de capturas a su capacidadde reproducción y evitar que se capturen ejemplares muy jóvenes. Pero cosamuy diferente es tratar de aplicar estas ideas al conjunto de la actividad económica.Lo que los teóricos del desarrollo sostenible afirman no es, en efecto, queel crecimiento de un sector se verá afectado en el futuro por su sobreexplotación, sino que el conjunto del desarrollo de la economía en el mundo llegará en un plazo no muy largo al estancamiento por una utilización inadecuada de los recursos naturales.Siempre he pensado que tal proposición tiene, sin embargo, poco decientífica y bastante de metafísica. No hay datos, en efecto, que permitan llegar a tal conclusión con un mínimo de seguridad, y lo mismo que se afirmaque el actual desarrollo no es «sostenible», puede decirse lo contrario. Y, al21ABRIL 2009LA ECONOMÍA DEL DESARROLLO ENELSIGLO XXIfinal, en este debate, lo importante no son tanto los argumentos como lascreencias. Quienes están en contra del capitalismo, de la globalización y, enresumen, de la nueva economía que se va abriendo camino en la mayorparte del mundo, piensan que el modelo de desarrollo actual no es sostenible y que nos encaminamos a un desastre a escala mundial. Pero quienesven en el progreso técnico y en la internacionalización de la economía unfuturo lleno de esperanza en el que la pobreza en el mundo se seguirá reduciendo de forma espectacular no comparten, desde luego, tan lúgubrespredicciones.Se equivocaría quien pensara que nos encontramos ante un fenómenonuevo. Visiones catastrofistas relacionadas con el agotamiento de los recursos naturales han existido casi desde el momento en el que, en algunos países, se empezó a elevar de forma sostenida el nivel de bienestar de la maXIXmucha gente pensabayoría de sus habitantes. Así, a mediados del siglo que se estaba en un proceso acelerado de agotamiento del carbón, lo quehabría frenado el desarrollo del mundo occidental, que tenía en este mineral su principal fuente de energía. Y muchas veces se ha dicho lo mismo ennuestros días sobre el petróleo. ¿Qué haremos si el petróleo se acaba, dadoel mal uso que de sus reservas estamos haciendo? La respuesta a esta pregunta es, sin embargo, bastante simple. Por mucho que utilicemos el petróleo, nunca se agotarán sus reservas, como nunca se agotaron las de carbón.La economía no funciona así. Lo importante no es la escasez absoluta deun bien, sino la relativa, que medimos por su precio. Así, a medida que el petróleo se encarezca, aumentarán los incentivos para diseñar y utilizar fuentesde energía alternativas. Por ejemplo, el escaso uso que se hace en la actualidad del coche eléctrico no se debe a que éste sea técnicamente inviable, sinoa que, con los precios actuales, resulta más eficiente utilizar el de gasolina. Sicambian los precios, la extracción de petróleo se reducirá de forma sustancialy se pasará a usar otras fuentes de energía.No conviene, por tanto, hacer demasiado caso a los profetas del desastre. Todavía están muy recientes las predicciones del Club de Roma, que hoy22NUEVA REVISTA 122FRANCISCO CABRILLOnadie con sentido común puede tomar en serio. La humanidad ha mostrado,a lo largo de su historia, una extraordinaria capacidad de adaptación a losnuevos problemas que han ido surgiendo, y hemos conseguido, en granparte del mundo, una mejora del nivel de vida que hace sólo algunas décadas nadie habría imaginado.El desafío actual consiste en extender el progreso a aquellos países y aaquellas personas que todavía hoy viven en condiciones lamentables. Y estono se logra con programas dirigidos a frenar el crecimiento. Lo que para uneuropeo o un norteamericano con mala conciencia es un programa que pretende salvar al mundo de su destrucción, puede significar la miseria paracientos de millones de personas en otros continentes. Lo que los indios, loschinos o los africanos quieren no es precisamente que el desarrollo se detenga, sino que se acelere. Y esto, como muestra la experiencia de las últimas décadas, sólo se consigue con más globalización y más economía demercado. 23ABRIL 2009LA ECONOMÍA DEL DESARROLLO ENELSIGLO XXI