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Viaje existencial por el mundo (España, estación término)

Antonio Sánchez-Gijón

Sobre las relaciones entre Oriente y Occidente, las enormes fuerzas sociales y políticas que se elevan en el horizonte.

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Antonio Sánchez-Gijón, “Viaje existencial por el mundo (España, estación término),” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1762.

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Viaje existencial por el mundo (España, estación término)

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Nuevo orden mundial

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Sobre las relaciones entre Oriente y Occidente, las enormes fuerzas sociales y políticas que se elevan en el horizonte.

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Antonio Sánchez-Gijón

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Nueva Revista 125 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

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Viaje existencial por el mundo(España, estación término)ANTONIOSÁNCHEZGIJÓNANALISTADEPOLÍTICAINTERNACIONALCreíamos en Occidente estar viviendo de cara al futuro y nos damos cuenta de que, en realidad, lo estamos desandando. Ya no es presente, sino pasado, el proyecto de un mundo regido por los principios del humanismoliberal y la economía de mercado. Enormes fuerzas sociales y políticas seelevan contra este horizonte. China, una quinta parte de la humanidad,practica una política de capitalismo iliberal; muchos estados siguen siendo totalitarios en lo político y socialistas en lo económico (Corea delNorte, Birmania, repúblicas de Asia Central); Rusia es una mezcla de capitalismo estatal y democracia corrupta. A todos ellos miran, en busca demodelos, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, y quizás también Ecuador, dubitativos todavía entre la romántica seducción del caudillismo criollo y la fascinación por el totalitarismo cubano. Hatoyama, el nuevo primer ministrojaponés, le busca las vueltas al capitalismo liberal con su «capitalismo fraterno». El mundo de hoy no es, pues, de las democracias liberales.Otras fuerzas se oponen a los valores y conquistas de Occidente. Estánen el mundo islámico, y se consideran ajenos a los modelos de sociedadpredicados sobre el principio de la libertad personal, si es que no son directamente hostiles a él. Se trata de un mundo dividido a su vez en subsistemas inestables: el árabe —siempre agitado, y social y culturalmente62NUEVA REVISTA 125estéril—, el iraní —no menos agitado pero dinámico— y el indostánico(Pakistán, Afganistán) —explosivo y en bancarrota social y moral—.Lo irónico de esta situación es que algunas de esas sociedades, y lasmasas humanas que las integran, fueron sacadas de su estasis, esto es, de susinterminables presentes, por el empuje, la creatividad y la violencia de Occidente, es decir, por unas sociedades conscientes de estar dentro de la historia; mejor dicho, de ser ellas mismas el más activo agente de la historia. Primero le tocó el turno a China; a mediados del siglo XIXvio rotas porOccidente su quietud y complacencia milenarias, casi al tiempo que enJapón sucedía lo mismo bajo el impulso de la nueva potencia norteamericana. Algo parecido sucedió en el siglo XIXcon Turquía y sus plurisecularessultanato y califato, y en el XXcon el mundo árabe. Por las brechas abiertasa cañonazos en todos esos países entraron los balbuceos del desarrollo industrial, las ideas democráticas y las ideologías revolucionarias. Cada unode estos impactos había sido generado por ideas y movimientos surgidos enlos conflictos históricos de las sociedades europeas, y sacudieron sociedades que hubiesen preferido permanecer encerradas y seguras detrás de susmuros, en una vida ahistórica. Derribadas las puertas, cada una de ellas tomódel invasor lo que pudo o le convino, según su genio y cultura; otras, simplemente, tomaron muy poco o nada.China se lanzó al futuro mediante la revolución, y después de dejar queflorecieran las «cien flores» de Mao ha descubierto que la rosa capitalistaes la más hermosa. Rusia ya agotó el impulso histórico de la revolución, ysu actual capitalismo de estado es una flor pútrida. No es creíble que Rusiapueda recobrar, mediante el neoautoritarismo de Medvedev y Putin, ellugar central que siempre había tenido en el sistema europeo de estados.Grandes porciones del mundo musulmán, por el contrario, quieren zafarse de la historia en que les metieron los europeos primero y los norteamericanos después. Nada explica mejor estas ansias de pasado que unadeliciosa anécdota que, paradójicamente, trata de negarlo. Es el caso delas ruinas arqueológicas de la ciudad nabatea de Madain Saleh, en ArabiaSaudí; quien las conoce dice que son comparables con las de Petra en Jordania. Su existencia fue ocultada desde siempre por las autoridades, perohan acabado por reconocerla; aunque a partir de ahora sólo pueden servisitadas por arqueólogos con la condición de no decir nada sobre ellas63OCTUBRE 2009ANTONIO SÁNCHEZGIJÓNmás que en publicaciones arqueológicas. ¡No vaya a pensar nadie que enla tierra de Alá ha transcurrido alguna vez la historia! Para innumerablesmasas del mundo musulmán, no hay historia: sólo un dilatado presente,que debe ser igual, si no lo es ya, a los tiempos fundacionales de Mahoma. Un jefe de las tropas holandesas en Afganistán «clavó» esta idea recientemente cuando dijo del país que recorría: «es como pasear por el Antiguo Testamento».Que todo esto haya sido así debe tener una explicación. Por tanto, cabepreguntarse: ¿qué es lo que hace que lo que llamamos mundo moderno hayasido conformado entre el siglo XIXy finales del XXpor las ideas, la tecnología y la fuerza de unos pueblos europeos (incluyendo aquí a los norteamericanos)? Como no todo el universo mundo es moderno, ¿qué es lo que frenala expansión de esa modernidad? ¿Qué fuerzas internas de determinadas sociedades resisten esa civilización moderna de naturaleza típicamente occidental, o son inasimilables por ella? Estas son preguntas que mejor las respondiera un filósofo. El periodista sólo puede, aparte de preguntar, manifestar suimpresión, o su parecer, sobre la incongruencia que hay entre los presupuestos básicos del medio internacional (que hay un «orden o sistema internacional» o que éste funciona por un «sistema de estados», o que existen normas einstituciones de jurisdicción universal) y el comportamiento real de todosesos entes, su verdadero ser para nosotros. Es como si, bajo la lupa de un análisis heideggeriano, nos diésemos cuenta de que al mirar y pensar los entes(y vaya si hay entes en el sistema mundial) éstos no nos revelan lo poco omucho que son para nosotros, y ocultan que la realidad circula por substratos de la experiencia humana que no sabemos expresar ni controlar.LA LIBERTAD COMO MOTORCarente, pues, de omnisciencia y de profundidad filosófica, el analistadebe contentarse con una mirada, digamos «fenomenológica», ya que hasido mencionado el tipo de análisis practicado por el conocido filósofoalemán que encabeza la corriente existencialista de la filosofía.Sinteticemos y aclaremos lo dicho en los primeros párrafos. Occidenteha transformado el mundo. Creía, además, dominarlo. No lo domina. El fundamento esencial del ser de Occidente consiste en la idea de libertad, llegada por dos vías: su noción del hombre, propia del espíritu griego, y su64NUEVA REVISTA 125VIAJE EXISTENCIAL POR EL MUNDO (ESPAÑA, ESTACIÓN TÉRMINO)constitución en persona libre por el¿Puede Occidente apoyar con sucristianismo. La civilización china hapresencia a un régimen de legitimisido históricamente extraña a estasdad dudosa? Éste es el terrible dileideas y experiencias pero, como rema que se le presenta al presidentesultado remoto del ataque que la civiObama, cada día de una forma máslización occidental llevó a cabo en sucruda y perentoria.día contra sus murallas, muchos millones de chinos están sumidos actualmente en una lucha por la libertad, no del todo desesperada. Éste es un camino ya recorrido y consumadoen Japón y en gran medida en la India. Rusia misma probó con Yeltsin lasmieles turbias de la libertad, pero acabó por apartar de sí el cáliz.En las sociedades musulmanas, por el contrario, la idea de que la convivencia debe organizarse sobre la libertad personal es, en general, muydébil o inexistente. Utilizando herramientas de Heidegger, podríamosdecir que en las sociedades occidentales la libertad produce acontecimientos, esto es, cambios, y que los acontecimientos son la estructura de latemporalidad y de la historia. También advirtió Heidegger que la historicidad es un «serparalamuerte». En este último punto, la sociedad musulmana parece coincidir con la occidental, aunque las dos afrontan la muerte de forma distinta. Una, dilatándola todo lo posible tratando de alcanzarla plenitud de su ser antes de que la muerte llegue, jugándose en ello, además, su destino ultraterreno; la otra, permaneciendo en una quieta sumisión que garantice el más allá, sin necesidad de que su tránsito sea mediado por la libertad ni por el acontecer histórico. Por eso el hombreoccidental emplea el tiempo con usura, y crea cosas y leyes nuevas; susobras son su vía a la trascendencia, sea ésta religiosa o simplementemoral. En el mundo musulmán el cálculo vital de muchos, sin duda el delas masas, consiste en someterse a la shariay esperar en Alá.PASIVIDAD, COMPLACENCIA, MIEDOLas sociedades musulmanas viven políticamente de los presupuestos de la teología. El islam es, aparte de una civilización, un culto. No se puede separar los dos. Cuando los musulmanes viven en otras sociedades conformadas por otro tipo de civilización afirman, naturalmente, los derechos de65OCTUBRE 2009ANTONIO SÁNCHEZGIJÓNsu religión, pero muchos de ellos quieren al mismo tiempo vivir con valores incompatibles con los de la civilización a la que llegan, y esto es resentido por la sociedad que acoge. Este problema está adquiriendo cartade naturaleza política en bastantes países europeos.La sharia, ley religiosa derivada del Corán, es de curso legal en casitodas las sociedades musulmanas, y cuando no lo es legal (muy pocoscasos), al menos lo es en lo social. En ellas no se vive como individuo sinoante todo como miembro de la umma, la comunidad, y después comoparte de un grupo étnico, tribal o familiar. Versiones menos integrales deeste modelo pueden encontrarse en Turquía, Líbano o Marruecos (quepasa por ser el país más avanzado en libertades, entre los árabes), y sólohasta cierto punto Túnez, Jordania y Egipto. Hay capas sociales que vivensegún el modelo de la sociedad abierta, pero son débiles, se sienten toleradas, si no perseguidas. Igualmente, amplias capas sociales, sobre todolas adineradas y próximas al poder, viven una existencia como élites consumistas a lo occidental y patriarcas tradicionales.La mansedumbre de la población y la irresponsabilidad de las autoridades ante sus pueblos dan lugar al estancamiento social y el atraso (haysetenta millones de adultos analfabetos en el mundo árabe). Los movimientos políticos reaccionarios triunfarían electoralmente si no lo impidiesen susgobiernos. No obstante, grupos mesiánicos decididos a parar cualquier tendencia al cambio por el uso del terror y las armas florecen con mayor omenor consentimiento en unas pocas sociedades árabes. Allá donde aplican el terror no se paran ante los más horrendos crímenes contra los civiles: asesinatos en masa sin ton ni son en trenes, autobuses, calles y mezquitas, dedos y narices cortados por votar, niños usados como bombas,niñas asesinadas por ir a la escuela, mujeres golpeadas por quitarse elburka, aviones en vuelo derribados… La galería de horrores es inenarrable.El propósito declarado de estos grupos, de proclamar el califato universal,aunque no sea más que delirio, da cuenta de su incapacidad para pensarla historia como una realización humana, y esto a su vez explica la inaudita deshumanización de sus actos.Afganistán es el epítome de los desastres que aquejan al mundo musulmán. La masa del pueblo, a pesar de muchas individualidades y grupos heroicos, se deja caer en el nihilismo y la tiranía. Aunque se saben66NUEVA REVISTA 125VIAJE EXISTENCIAL POR EL MUNDO (ESPAÑA, ESTACIÓN TÉRMINO)ayudados por los aliados occidentales para ponerse en vías de redenAlgunos prevén un duopolio de lideción material y política, la pasividad,razgo entre Estados Unidos y China,la complacencia, si no el miedo, lesque extendería dos alas, hacia lapuede. Las crónicas de los mediosUnión Europea y JapónEste de Asia.occidentales sobre las elecciones afganas de agosto de 2009 reflejan estefatalismo; como estamos amenazados por los talibanes, no ayudamos a losaliados, no resistimos, no cumplimos con nuestras obligaciones de soldados o policías, no votamos, tenemos miedo, no nos rebelamos. No hay administración central ni local, los soldados no luchan, la policía extorsiona.La corrupción es prevalente. Las elecciones, amañadas; el gobierno, sin legitimidad. Afganistán es el fracaso mayúsculo del mundo musulmán, comola Alemania nazi lo fue del mundo occidental. ¿Se puede salvar a quien noquiere ser salvado? ¿O a quien, aun prefiriendo ser salvado, no se juega enello su existencia? Y en lo que a nosotros concierne, ¿puede Occidenteapoyar con su presencia a un régimen de legitimidad dudosa? Este es elterrible dilema que se le presenta al presidente Obama, cada día de unaforma más cruda y perentoria; y con él al resto de Occidente.Ni alQuaida ni los talibanes, por sí mismos, van a derrotar a Occidente. Pueden hacerlos desistir. Es lo que ha empezado ya a ocurrir en losEstados Unidos y Gran Bretaña, los principales combatientes en las batallas afganas; pronto empezarán a acusar el cansancio aquellos países quehan puesto tropas no combatientes en aquel país. Sin embargo, los talibanes, con la ayuda de alQuaida, pueden llevar la confrontación a un nivelde desafío estratégico temible. Les bastaría desestabilizar Pakistán, un estado que apenas logra contener el descontento de inmensas fuerzas sociales y políticas poco más evolucionadas que las de Afganistán, y con un potencial de violencia infinitamente mayor. Es desde este ángulo como secomprende la razón que asiste al presidente Obama cuando dice que lade Afganistán es una guerra «de necesidad».Este breve recorrido por el devenir de grandes porciones del mundomusulmán posiblemente haya ya hecho comprender al lector que elmundo occidental tiene sobre sí una carga que a primera vista es bastante mayor que sus fuerzas. Y que sus interacciones con el mundo sínico y67OCTUBRE 2009ANTONIO SÁNCHEZGIJÓNaún con Rusia, podrán quizás contribuir a la estabilidad y progreso delconjunto del sistema mundial, pero que su principal freno, y aun sus másinminentes amenazas, surgen de las simas más o menos soterradas de unmundo musulmán resistente a la modernidad, e imposibilitado por su estructura existencial para ayudar a que la historia marche en un sentido favorable a la persona como ser que hace todo lo que su vida puede serantes de que la muerte le alcance.MARGINALIDAD Y VITALIDADNos quedan por tocar dos grandes áreas de la humanidad. La primera, porsu magnitud física y demográfica, es África subsahariana. ¿Qué es este inmenso subcontinente para Occidente? Reconozcamos desde el primer momento cierta incapacidad europea para su comprensión. Nuestras pautasde pensamiento están, como se ha apuntado, conformadas por la historia, esto es por la sucesión y transformación de sus estructuras espirituales y materiales. Desde que el África negra comenzó a ser explorada porlos occidentales hace más de quinientos años, ¿ha cambiado en algo suposición en los márgenes de la historia? ¿Se ha personado esta parte deÁfrica en la historia universal? Sí, como sujeto pasivo. ¿Han surgido de suseno movimientos, ideas o corrientes transformadoras, como sin dudaaportaron en su día Occidente, China, el Islam, la India, etc.? No, el África subsahariana, o negra si se prefiere, continúa siendo un continente dependiente, asistido y socorrido por agencias y estados externos, y en elque numerosos países se hallan sumidos en los más oscuros recesos dela existencia humana. Su aportación ha consistido históricamente en materias primas y músculo, aunque también (sería injusto no mencionarlo)incluye apreciables valores sociales e individuales; por ejemplo, y en general, sus mujeres, que son sostén de los hogares y las familias.La vitalidad básica de este subcontinente negro, que en principio podría contener una promesa de redención, representa sin duda un motivode inquietud para sociedades próximas, como la europea, que no poseenesa vitalidad demográfica que hace que África estalle por sus costuras,arrojando a las playas de Europa decenas de millares de sus hijos, en suinmensa mayoría sin oficio ni beneficio, y condenados a priori a vivir enlos márgenes de nuestra sociedad. Un cataclismo sanitario, alimenticio o68NUEVA REVISTA 125VIAJE EXISTENCIAL POR EL MUNDO (ESPAÑA, ESTACIÓN TÉRMINO)social (por ejemplo, más guerras civiles que las que son usuales enLa pérdida relativa de peso de Euroestos días) inundaría Europa de inpa en el mundo se acelerará a medicontables seres desesperados, poda que otras naciones aumenten suniendo en jaque a una sociedadparte en el producto mundial. Estocomo la europea, con su capacidadya está a la vista en potencias comode asimilación ya puesta a pruebaIndia y Brasil, e incluso Turquía o Inpor las inmigraciones de musulmadonesia.nes y europeos del este, no siemprecon feliz resultadoLa otra gran región no mencionada hasta ahora es la latinoamericana.Pasado es ya su decenio de los noventa, cuando la restauración democrática en casi todos sus países, sea en oposición a las dictaduras militares osea mediante la superación de las guerras civiles, coincidió felizmente conuna eclosión de expectativas económicas, basadas en la apertura del continente al comercio internacional, a las inversiones extranjeras y a la revalorización del ahorro (con las consabidas excepciones, claro está). El continente, desde entonces, ha cambiado de faz. La lucha presente no es porel desarrollo económico y social, sino por el modelo ideológico que, a juicio de unos y otros, debe liderarlo. Esto ha dado lugar a que el espaciopúblico de la opinión continental esté dominado por aquello que mástemía el Libertador, el bochinche, a que tan entregados están sus más fervientes adeptos de hoy en día.LOS ENTES QUE HABITAN EL UNIVERSO MUNDOUna vez hecha sumaria y rudimentariamente la descripción fenomenológica del mundo que habitamos, pero manteniéndonos en la senda queesperamos nos conduzca a su ser, seguiremos aquella prescripción heideggeriana: el ser no se hace presente más que en el ente.Ya lo hemos dicho: el sistema internacional está lleno de entes. La mayoría son políticos, pero algunos son de derecho público (los estados, la ONUy sus organismos subregionales: OEA, OAU, FMI, Banco Mundial, OMS, etc.);otros de derecho «particular» (la OTAN, la Unión Europea, el G8, el G20,etc.), y aún hay otros que no son de derecho público, ni privado, ni particular pero que desde luego se han personado en la escena internacional para69OCTUBRE 2009ANTONIO SÁNCHEZGIJÓNganar protagonismo y poder. Aquí nos ocuparemos sólo de unos pocos, porque no todos tienen la misma capacidad para estructurar el mundo, asentando y reforzando sus cimientos o, al contrario, minarlos. Yo pondría en la categoría de los que sí pueden hacerlo a los grandes estados, ciertas agrupaciones estatales de influencia considerable, y junto a ellos aquellas agrupaciones humanas o movimientos ideológicos que se han autoasignadola misión de destruir los fundamentos del mundo tal como lo tenemos construido hoy día: el más conspicuo de ellos es el que ustedes piensan, el islamismo militante. En otro apartado pondré el mundo español, tanto el de estelado del Atlántico como el del otro, en el entendimiento de que ni uno niotro están en condiciones de contribuir de modo significativo a la transformación de nuestro mundo, sumidos como están en un proceso de autoinsignificancia, pero que, a pesar de todo, es nuestro mundo de un modo particular y existencial. Es decir, son los entes que, según creo, más nos importan.Así que vayamos, por orden de relevancia y de uno en uno.Naturalmente, hay que empezar por la que aún es la primera potenciamundial, los Estados Unidos. Es curioso cómo se ha devaluado en pocosaños la noción de superpotencia, ligada a un abrumador y ominoso podernuclear. Aunque ese poder sigue ahí en potencia, ya no intimida. Lo que estásucediendo bajo la presidencia de Obama es otro indicativo de lo que se pretende decir.La rabia y la humillación sufrida por los Estados Unidos en 1941 porel ataque de Pearl Harbour les dieron el impulso para convertirse en unasuperpotencia. Pero la rabia del 11S ya está pasando, como muestran losindicadores de opinión en torno a la guerra de Afganistán, mientras lahumillación tiene su exutorio en la lucha de sus agencias de seguridadcontra el terrorismo internacional, una empresa de rango secundario queno transforma el mundo. La resolución de las alternativas con que se enfrentan los Estados Unidos en esta cuestión será de importancia vitalpara ese país y para el resto del mundo. Si, efectivamente, bajo cualquiercircunstancia la retirada norteamericana de Afganistán se produce con untriunfo de los talibanes, el mapa geopolítico de la zona y de Oriente Mediohabría que volver a diseñarlo.Su configuración dependería de la validez de ciertas hipótesis. ¿Sería unAfganistán talibán, aliado o satélite de Pakistán? Esto empujaría aún más a70NUEVA REVISTA 125VIAJE EXISTENCIAL POR EL MUNDO (ESPAÑA, ESTACIÓN TÉRMINO)Teherán a hacerse con el arma nuclear.Se ha pasado de alardear de «il sorIsrael, bajo esa oportunidad, bloqueapasso» a Italia en rentaper cápita yría cualquier vía al estado palestino,de morderle los talones a los francede forma declarada o subrepticia, yses, a ocupar la silla de oyente en elampliaría sus colonias. Hasta se veríaG20, al más alto porcentaje de paroobligado a cumplir lo que tan ominoen toda Europa y al mayor déficit desamente sugiere de vez en cuando, unnuestra historia.ataque a Irán. Este curso propinaría ungolpe irremediable al prestigio y liderazgo del presidente Obama y de Estados Unidos. O, ¿por qué no un alineamiento de Israel con el Irán chiitafrente a un AfganistánPakistán sunnies? Este choque religioso, que parecetan disparatado, ya lo hemos visto en el hasta hace pocos años laico Iraq. Siestas hipótesis no les convencen, no se preocupen: tengo otra. Los talibanespakistaníes, a la vista del triunfo de sus hermanos afganos, se envalentonaríany lanzarían un asalto al estado, y probablemente lo derribarían. Porque, mirados con objetividad, los fundamentos sociales, históricos y jurídicos en quese basa el actual sistema político de Pakistán carecen de legitimidad y estánminados por su naturaleza artificiosa. Si esto último ocurre, y es probableOTANhabría probado ser un tigre de papel.que ocurra, la Cabe, pues, preguntarse: ¿quién liderará el mundo de mañana? Pareceevidente que los Estados Unidos no. ¿Quién entonces, China? Tampoco. ¿Entonces no habrá liderazgo mundial? Posiblemente sí. Algunos prevén unduopolio de liderazgo entre Estados Unidos y China, que extendería dosalas, hacia la Unión Europea y JapónEste de Asia. Aquellas dos potenciaspueden, cuando quieran, operar en los mercados mundiales como la sístole y la diástole del corazón, o la expiración e inspiración de los pulmones.China exporta y Estados Unidos consume; a continuación China consumey Estados Unidos exporta. Esto ayudaría a equilibrar la economía mundialy sanear las dos internas. Si las dos orillan el espinoso tema de quién tienederecho al manto de la hegemonía nominal, y llegan a una «entente» más omenos cordial, se habrá dado un gran paso para la estabilidad mundial yse habrá debilitado a las fuerzas nihilistas del mundo. Este acercamiento, porotro lado, desplazaría el eje económico del mundo al Pacífico, y señalaríaun reequilibrio a la baja del poder e influencia de Europa.73OCTUBRE 2009ANTONIO SÁNCHEZGIJÓNSOPORTABLE PESANTEZ DEL SER¿Qué posición ocupa en este tablero la Unión Europea? No hay duda deque no está en su mejor momento. La crisis económica, aparte de frenarsu desarrollo, ha hecho retroceder la esperada homogeneización social yeconómica entre sus partes oriental y occidental. De importador neto decapitales, el Este se ve forzado a exportarlos a sus apurados acreedores occidentales. Si se produce el probable triunfo electoral conservador en laselecciones británicas, la Unión sufrirá por las reticencias y frenos puestospor el Reino Unido. ¿Adónde mirar en busca del liderazgo europeo? Francia tiene voluntad de ejercerlo, pero la tarea rebasa sus capacidades. ¿Uneje francoalemán? Alemania no se dejará tentar. Mira a Rusia con circunspección y un toque de temor. No era así en el siglo XIXy primer terciodel XX, cuando Rusia miraba a Alemania con admiración y miedo. En realidad, podría decirse que a los europeos nos «falta Alemania», la que pudohaber sido si los propios alemanes no la hubieran destruido en los añostreinta y cuarenta del siglo pasado.En todo caso, la pérdida relativa de peso de Europa en el mundo (auncuando su economía creciera rápidamente, lo que hoy no es probable) seacelerará a medida que otras naciones aumenten su parte en el productomundial. Esto ya está a la vista en potencias como India y Brasil, y aunTurquía e Indonesia. La Unión Europea, que se ha quedado en un entepero no ha alcanzado la naturaleza de «ser sustancial», seguirá operandoentre los grandes como primera potencia comercial del mundo, pero nomás. Su operatividad, su personación en el mundo, seguirá dependiendode la calidad del liderazgo político que las naciones individuales o en concierto sean capaces de ejercer en foros cada vez más nutridos por estadosen ascenso, provocando una drástica reordenación del rango de cada nación. Es lo que se ha visto en el tránsito de un G8 exclusivo a un G20.De esto, y sobre España, ver unos párrafos más abajo.A la pérdida relativa del peso económico y político de Europa se unenlos factores internos que aflojan su cohesión cultural. Por un lado, la debilitación demográfica de Europa ha favorecido el crecimiento de una población musulmana muy segura de los valores de su cultura, que en granparte no coinciden con los europeos, y ello ha dado lugar a una integración débil o nula. Por otro lado, la ruina económica y social de África74NUEVA REVISTA 125VIAJE EXISTENCIAL POR EL MUNDO (ESPAÑA, ESTACIÓN TÉRMINO)(¿quién se atreve a dudar de que esta hipótesis sea disparatada?) representaría un riesgo inminente de un desplazamiento masivo de poblacióna Europa.Las medidas restrictivas de la inmigración ilegal no están respondiendo al problema. No se despide más que a una fracción de los ilegales. Laopinión de que la crisis económica en Europa disuadirá la inmigraciónilegal, sobre todo del África subsahariana, es una ilusión. Lo vemos enlas calles españolas. Los subsaharianos vienen porque, aun viéndose reducidos por falta de empleo a vender La Farola, CDs copiados, o simplemente ayudando a aparcar coches, van tirando con las ayudas sociales que cubren a la población marginada, y con todo les sale mejorpartido que la falta de futuro en sus países o ser víctimas de la guerracivil de su país. Hay, además, políticas activas que de manera no intencionada estimulan la inmigración ilegal: menores y madres embarazadas,que pronto pasan a engrosar las listas de la asistencia pública. África,un continente con muchas esperanzas y pocos motivos para tenerla,puede acabar un día arrojando sobre Europa una armada de pateras conmillones de inmigrantes.A medida que los vectores de las fuerzas europeas vayan adquiriendo otra geometría y ponderación, se transformará también, a la baja, elpeso de la que ha sido hasta ahora su clave de seguridad, la AlianzaAtlántica. Si Iraq fue para la OTAN, como alguien ha dicho, «una experiencia casi mortal», podemos temer que Afganistán sea, casi, la puntilla.Una alianza no puede salir incólume cuando la mitad o más de susmiembros evitan correr los riesgos que otros corren, con efectos quedesaniman las opiniones públicas de los que llevan la carga. La estrategia adoptada por la Alianza para su intervención en Afganistán (somosuna fuerza en misión de la ONUque se mantiene dentro de los límites jurídicos del mandato) tiene, como se está viendo en la realidad de la guerra, escaso significado estratégico. La OTANcomo tal no la ha asumido.Quizás es todo lo que la OTANpuede hacer, al menos su parte europea(apoyo a la estabilidad internacional), pero desde luego esto que haceno es muy relevante para lo que pasa. Este ente tampoco posee la sustancialidad de lo que dice ser.75OCTUBRE 2009ANTONIO SÁNCHEZGIJÓNBAJAMOS UN ESCALÓNNos queda por considerar lo más próximo a nosotros, el mundo hispánico y España misma. Ya se han señalado algunos saltos atrás en el desarrollo político de los pueblos transatlánticos. La crisis de Honduras hapuesto en evidencia la extrema debilidad y la inefectividad de sus instituciones. En el plano social, las capas de pobreza se han reducido modestamente, mientras que otros factores negativos se han disparado, sobretodo la criminalidad y la corrupción. La emigración es parte de la imagenpública de Latinoamérica. La dirigida a los Estados Unidos recorre un víacrucisde horrores, sufridos por los emigrantes tanto en los países (hermanos) de tránsito como en el de llegada. Existe un desajuste abismal entrelo que esperan unos y lo que los países de acogida pueden ofrecer. España, por ejemplo, sólo ha dado oportunidades laborales a la inmigración ensectores de baja productividad, lo que hace improbable o muy difícil incorporar esos inmigrantes a la economía más evolucionada que necesitamos y esperamos cuando los efectos de la destrucción de la vieja hayanpasado. Pero entretanto se dilucida esta cuestión, nuestra sociedad sequeda con una población inmigrante en estado de «suspensión», dandooportunidad a que los desajustes estructurales y el paro se conviertan enalienación y ésta abra paso a formas de marginación y criminalidad nuevas a este lado del Atlántico pero usuales en el otro, como vemos todoslos días en nuestras calles.Muy poco de lo ocurrido en Hispanoamérica, y también en España,resulta estimulante para el prestigio de nuestra cultura. Hispanoamérica sehalla encharcada en revoluciones pendientes, conflictos étnicos, crimen ycorrupción. Los sistemas políticos nacionales se debilitan, y ello ofrece aBrasil, un país con élites muy competentes y masas de trabajadores muybien formados, la oportunidad de preconizarse como la potencia moderada, dinámica y modernizadora del continente latinoamericano. Losdemás, pierden el tiempo dándole vueltas al bolivarismo, el indigenismoo a si la revolución social se va a consumar o no.España ha retrocedido igualmente. Más allá, o quizás en el fondo, delestancamiento económico y el paro, se halla la permisividad cultural y ética. Los indicadores de la educación de la juventud arrojan los más pobres resultados en los baremos aplicables al mundo industrializado.76NUEVA REVISTA 125VIAJE EXISTENCIAL POR EL MUNDO (ESPAÑA, ESTACIÓN TÉRMINO)Nuestras calles y carreteras viven ahogadas por la estética mugrienta delos grafitos y nuestras televisiones y parte del cine dominadas por la ramplonería, si no la chocarrería. La arrogancia del estilo de gobierno produce defraudación y depresión de la moral social; se ha pasado de alardearde «il sorpasso» a Italia en renta per cápita y de morderle los talones a losfranceses, a ocupar la silla de oyente en el G20, al más alto porcentaje deparo en toda Europa y al mayor déficit de nuestra historia. En contra de loque algunos no se cansan de repetir, España no es la octava potencia industrial del mundo. Habíamos llegado a ser la novena, y ahora ha sido sobrepasada por la India, y pronto lo será por Brasil, si no lo ha hecho ya, yhasta puede que por Australia y Corea del Sur si no salimos de la crisis.Los españoles que han pasado la edad laboral han atravesado, en elplano político, social y cultural, por diversos niveles de realidad ontológica. Primero vivimos en una España que erauna nación. Desde hace unosaños vivimos en un ente que se llama Estado español. La crisis del pronunciamiento del Tribunal Constitucional sobre el estatuto catalán nos haasomado a una pesadilla: hay muchos que creen que España no es másque un artefacto para ir tirando antes de irse de ella.Termina así, en la angustia, este periplo existencial por el orden mundial de nuestros tiempos. Pero no desesperemos. Compartimos el destinode una civilización que no puede más que llegar a ser aquello que es. Lahistoria viene de lejos: más o menos desde hace dos o tres milenios.77OCTUBRE 2009