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Las empresas culturales de Rafael Calvo Serer

Jaime Cosgaya García

Reseña del libro de Onésimo Díaz Hernández "Rafael Calvo Serer y el grupo Arbor".

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Jaime Cosgaya García, “Las empresas culturales de Rafael Calvo Serer,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1749.

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Title

Las empresas culturales de Rafael Calvo Serer

Subject

Libros

Description

Reseña del libro de Onésimo Díaz Hernández "Rafael Calvo Serer y el grupo Arbor".

Creator

Jaime Cosgaya García

Source

Nueva Revista 125 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

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Las empresas culturalesde Rafael Calvo SererJAIMECOSGAYAGARCÍADOCTORENHISTORIAEn los últimos años, la historiografía sobre el franquismo y, en consecuencia, el conocimiento de ese periodo se han visto enriquecidos con la publicación de diversas monografías que no sólo han atendido a la evolucióngradual sufrida por el régimen, sino a otras cuestiones directamente ligadas al funcionamiento interno del mismo. Concretamente, y dentro de losmárgenes específicos de la historia cultural, ha sido frecuente comprobarcómo el trabajo de los historiadores —sin perder de vista los cambios políticos, sociales o económicos experimentados por nuestro país a lo largode esos casi cuarenta años— se ha volcado igualmente hacia la explicación de las disputas por el poder que concitaron los esfuerzos tanto delas minorías dirigentes como, en el tema que nos ocupa, de las élites intelectuales. Si bien en el primer caso las desavenencias no pasaron de serlos entresijos derivados de conseguir un determinado cargo o formar partede un equipo de gobierno, en el segundo se trataron de auténticos debates públicos en los que sus protagonistas aprovecharon cualquier tribunade opinión para, entre otros aspectos, poner en duda la política culturaldiseñada por el Ministerio de Educación o cuestionar las esencias históricas de la cultura española.Bajo estas premisas, la obra de Onésimo Díaz —investigador y profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Navarra— pretendeclarificar la compleja trama de cuestiones que encierra el mundo culturaldel primer franquismo. En este sentido, las coordenadas temáticas y temporales en las que se sitúa este trabajo constituyen ya de por sí un reto,por cuanto no abundan los títulos centrados únicamente en este breve periodo sino, más bien, las síntesis de conjunto de diferente entidad y estilo.Entre otras, cabe citar la exhaustiva y minuciosa reconstrucción —interrumpida por su fallecimiento— que comenzara a realizar hace unos años144NUEVA REVISTA 125Gonzalo Redondo (Pamplona, 1999,2005 y 2009), y el ensayo sobre las«dos Españas» que le valió el PremioNacional de Historia a Santos Juliá(Madrid, 2004). El profesor Díaz, avalado por una trayectoria investigadora que conjuga el afán divulgador —véase su repaso al siglo XXeuropeoa través de novelas y películas (Pamplona, 2008)— con la dedicación atemas propios de especialistas comoRAFAELCALVOSERERlos antecedentes históricos del proYELGRUPOARBORblema vasco o el panorama de revisONÉSIMODÍAZHERNÁNDEZtas culturales en la posguerra, recogePublicacions de la Universitaten esta obra las mejores aportaciode Valèncianes de los autores citados anteriorValencia, 2009, 620 páginasmente y consigue arrojar luz sobrediferentes aspectos que, con el tiempo, han cristalizado en lugares comunes a la hora de interpretar lo que fue el universo cultural del franquismo inicial.En primer lugar, armado de una importante base documental inédita—procedente en su mayor parte del rico patrimonio de archivos personales que atesora el fondo histórico de la Universidad de Navarra— y de unaamplia y cuidada selección bibliográfica —fruto del conocimiento precisoque el autor posee sobre la materia que trata—, el libro invita a examinarhasta qué punto la consideración de «páramo cultural» que se ha venidoempleando para valorar la labor de las élites intelectuales durante esosaños se ajusta a la realidad. La impresión que deja la lectura de estas páginas es justamente la contraria: la cultura española de posguerra fue todomenos un desierto en el que no se espera que suceda algo. Así, el relatode Onésimo Díaz contribuye a entender que las imposibilidades materiales de una época de carestía y la ausencia de libertades de un régimen personal y autoritario no fueron obstáculos para que catedráticos de universidad y escritores pusieran en marcha iniciativas de todo tipo o estrecharan145OCTUBRE 2009JAIME COSGAYA GARCÍAlazos de colaboración intelectual con sus homólogos europeos. En ocasiones, realizando estancias fuera de nuestras fronteras; en otras, cursandoinvitaciones para que aquéllos conocieran nuestro país con la excusa de intervenir en cursos y conferencias.Aunque el autor adopte de entrada la perspectiva del biógrafo, la galería de personajes que incluye en su narración de los hechos termina porbosquejar un retrato general de la intelligentsiaespañola del momento, enel que la controvertida figura de Rafael Calvo Serer queda bien perfilada y el proceso de formación del grupo que aglutinó en torno a sus empresassuficientemente explicado. Calvo no fue un historiador al uso, ni muchomenos un catedrático que hiciese de la docencia y la investigación el centro de su tarea universitaria. Su inclinación hacia la consulta bibliográfica yel ensayo interpretativo en detrimento de la búsqueda en archivos —plasmada en una tesis doctoral dedicada a la idea de decadencia española enla obra de Menéndez Pelayo—, lo acercó más a la teoría de la Historia quea la especialización en una etapa concreta, haciéndole más sensible a la ideade cambio que a la reconstrucción del pasado. Junto a ello, la descripciónde sus andanzas estudiantiles, que el autor hace bien en no ahorrarse, acaban por darnos la imagen de hombre inquieto que se supone en alguiencapaz de dar vida a varias empresas culturales, sea la revista Arbor o, comotambién da cuenta el libro con detalle, la Biblioteca del Pensamiento Actual.Por otro lado, frente a la tentación de emplear una nomenclatura artificial para definir la amalgama de jóvenes intelectuales reunidos alrededor de Calvo Serer, el profesor Díaz opta por identificar la vinculaciónexistente entre ellos con las relaciones de amistad y colaboración que seproducen en el seno de un grupo. Ni una generación al estilo de los noventayochistas, como pretendía exageradamente que los consideraran elpropio Calvo; ni una oligarquía fundada en el clientelismo de tipo académico, como postulan algunos autores al caracterizar el estrecho ámbitode influencia en el que funcionaban los órganos del Consejo.De hecho, la sensación de comportamiento como grupo se refuerza alverificar que, en cierto modo, los hombres de Arborejercieron un papel sustitutivo al que los representantes de los partidos políticos realizan en cualquier sistema democrático. Durante el franquismo, por el contrario, ante unasociedad sin opciones de participar o intervenir en la «cosa pública», fueron146NUEVA REVISTA 125LAS EMPRESAS CULTURALES DE RAFAEL CALVO SERERlos diferentes grupos de intelectualesEste libro invita a examinar hasta qué—nacidos al abrigo de facultades, terpunto la consideración de «páramotulias o revistas y amparados por plaCSIC— loscultural» que se ha venido empleantaformas oficiales como el que se arrogaron el derecho de sugedo para valorar la labor de las élitesrir qué orientación política le conveintelectuales durante esos años seajusta a la realidad.nía a un Estado, como el español, quetrataba de encontrar un modelo deconvivencia que hiciese imposibleuna nueva guerra civil.Para Calvo Serer y los «suyos», ese objetivo sólo era viable en la medida en que se retomasen las raíces auténticas —entre ellas, el catolicismo—de las que había brotado la cultura española. En este punto había asentimiento general por parte de todos, incluidos aquellos que militaban en lasfilas rivales. De ahí que la polémica CalvoLaín, como bien explica el libro,lejos de esconder posturas antagónicas, fuera más bien un desacuerdosobre el grado de rigidez (o tolerancia) con que cabía aplicar a la práctica esa máxima. Lo que identificó, en este sentido, al «grupo Arbor» fue suapuesta por una monarquía enraizada en los principios tradicionalistasdesde el punto de vista cultural, a cuya restauración supeditó en todo momento Calvo Serer el prestigio y la viabilidad económica de sus empresas. Una tercera vía que Calvo, a fuerza de mostrarse intransigente aun ariesgo de ser penalizado por ello, se encargó de contraponer frente a falangistas y democratacristianos cuando éstos hicieron frente común en elMinisterio de Educación presidido por Joaquín RuizGiménez.Onésimo Díaz ofrece, en detalle, un relato pormenorizado de todosestos avatares, en el que el eje cronológico es el hilo conductor de su discurso, lo que le priva quizá a veces de ser más ameno y, sobre todo, ledeja escaso margen a la interpretación, deseable a la hora de precisar losmatices no políticos del tradicionalismo cultural o los rasgos distintivosde movimientos ideológicos como el de Acción Española. En todo caso,estamos ante una obra de referencia para desentrañar el significado delas disputas políticas, que en clave cultural, acontecieron durante el franquismo, muchas de ellas ininteligibles desde la óptica de nuestros días denormalidad democrática.147OCTUBRE 2009