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Elogio de la sociedad

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“Elogio de la sociedad,” accessed April 18, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1715.

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Elogio de la sociedad

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Nueva Revista 129 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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ELOGIO DE LASOCIEDAD ENREDADADaniel InnerarityEUROPA TIENDE A LA DESAPARICIÓN DE LOS CENTROS Y A LAFORMACIÓN DE REDES. ESTO TIENE RELEVANTES CONSECUENCIAS POLÍTICAS Y CULTURALES, COMO LA EXTENSIÓN DE LOSSISTEMAS DE NORMAS DE CARÁCTER UNIVERSAL, EL FORTALECIMIENTO DE LOS REGIONALISMOS Y, LA MÁS IMPORTANTE, LAPROFUNDIZACIÓN EN EL PLURALISMO.Una persona, una sociedad, una cultura pueden ser entendidas a través de lo que dicen o hacen explícitamente, perotambién por su huella, por el rastro que dejan cuando seinstalan o pasan por el mundo. La cartografía es una especie de autobiografía involuntaria que los hombres escriben al organizar su espacio como pueden. Por eso propongoexaminar la cultura europea desde ese mirador tan pocovisitado pero que tiene la gran ventaja de asomarse a un escenario involuntario, no organizado para su exposición pública, y tal vez por eso más sincero que cualquier escenificaciónprogramada. La geografía humana es la ciencia delo que los hombres somos sin habernos puesto de acuerdo,sin maquillaje, sin trastienda ni tramoya, a cualquier horadel día o de la noche, y sin arreglar.nueva revista· 129237daniel innerarityEL DESARROLLO Y LA FORMACIÓNDE REDES LUMINOSASLa observación de los mapas nos enseña más acerca de lavida común de los hombres que muchos tratados dedicadosa la materia. En ellos no sólo se deja ver lo que los hombres han hecho conscientemente, como las vías de comunicación que abrieron, las barreras que fueron definitivamente vencidas o los espacios colonizados. Hay también enla geografía una especie de huella o rastro involuntario quenos habla de lo que somos a través de la imagen que ofrecemos involuntariamente.Una de esas pistas para indagar en la naturaleza denuestras sociedades la proporcionan las fotografías aéreasdel mundo nocturno. Las partes habitadas de la tierra seven como zonas iluminadas y una de las primeras cosasque llaman la atención es que hay pocos centros de luz queestén rodeados de grandes espacios oscuros, como por ejemploMoscú o Buenos Aires. Por el contrario, en Japón, enel este y el oeste de los Estados Unidos y en casi toda Europalo que se observa es que, en vez de centros de luz, haybandas o entramados luminosos difusos que han hecho invisibleslos antiguos centros; resulta casi imposible descubrirBonn, Shefield o Milán porque no destacan sobre trasfondos de oscuridad deshabitada. Y uno de los indicadoresde desarrollo parece ser precisamente la formación de redesluminosas, mientras que las zonas menos dinámicas conservan aún la tendencia a concentrarse en núcleos destacados.Esta observación me permite avanzar una hipótesisacerca del carácter de nuestra civilización: Europa tiendenueva revista· 129238elogio de la sociedad enredadaa la desaparición de los centros y a la formación de redes;no se construirá a partir del modelo de las antiguas concentracionessino que ofrecerá el aspecto de una red. Pero lageometría europea no es un resultado casual, sino que responde también a una determinada manera de entendercómo deben organizarse las sociedades o cómo se organizan de hecho aunque no lo hayamos pretendido o inclusodesagrade a los partidarios de la tradicional centralización.El principio organizativo que está en el origen de esaconfiguración reticular es el de la relación múltiple y variable de una infinidad potencial de centros de decisión;su trasposición espacial no es ya la centralización, sinouna red que se densifica. Las redes —de tráfico, de comunicación, de información— son un elemento esencialde una civilización que se extiende multiplicando las relaciones posibles y las dependencias recíprocas entre sujetos espacial y socialmente alejados. Esta peculiaridad eslo que ha permitido caracterizar al proceso de civilizacióncomo de una progresiva globalización. La historia de la configuración de esas redes es una historia de progresiva multiplicacióno densificación. Las redes se espesan con elaumento de la participación de elementos potencialmente anexionables y que ya están conectados en un sistemade red.LAS IMPLICACIONES DE LA GLOBALIZACIÓNEsto tiene una gran significación cultural, social y política.Las redes llevan a cabo dos posibilidades que no existíancon anterioridad: la simultaneidad temporal en la presencia o accesibilidad de información, sin importar la distannueva revista· 129239daniel inneraritycia, y la creación de conexiones directas, sin rodeos, entrecualesquiera de los participantes en la red.¿Qué tipo de civilización es la que produce una disposición de este tipo y qué se sigue de la sociedad reticular?¿Qué puede significar para el futuro de Europa? ¿Qué noscabe esperar y qué debemos temer de una sociedad literalmente «enredada»?De entrada, con la densificación creciente de redesque se extienden la civilización moderna dispone de mayoresespacios y adquiere el carácter de una civilización unitaria, global. Hay toda una crítica ya demasiado común ala unificación que se expresa en la industria del fastfood oen la omnipresencia de determinados bienes de consumo,sobre los que el popart ha vuelto reflexivamente nuestraatención. Es una crítica que no tiene en cuenta que esamisma civilización es la que nos hace accesibles los productos refinados de las culturas más extrañas. Y para comida rápida, valga el bodrio que antaño se daba a los pobresen las porterías de algunos conventos. Más interesanteque todas estas críticas es pensar las consecuencias quese siguen del hecho de que cada vez más personas dispongan de productos y de competencias análogas y que laúnica frontera para utilizar determinados servicios o hacerturismo sea un conocimiento rudimentario del inglés.Esta equality of choices llega a extremos paradójicoscomo, por ejemplo, a que tampoco los países con régimenfundamentalista quieran renunciar a los modernos armamentos, aunque se hayan hecho con el poder criticando ladecadencia de los países que producen tales armas. La pretensión de que los derechos humanos tienen una valideznueva revista· 129240elogio de la sociedad enredadauniversal es frecuentemente rechazada por países que venen ella una expresión del imperialismo occidental. Pero también ocurre que los derechos humanos «perjudican» los intereses de los países supuestamente colonialistas y se poneen juego un proceso que reduce la dependencia en el planointernacional. Al mismo tiempo, en los países de origen delos emigrantes, en que tradicionalmente no era un problemael respeto a las minorías, termina siendo un tema inevitable.LA EXPANSIÓN DE REDESDE DEPENDENCIA RECÍPROCALa mundialización extiende los sistemas de normas de carácteruniversal con sus correspondientes instituciones jurídicas y políticas de competencia universal. No es posible,por ejemplo, participar en determinados mercados sin tener que aceptar alguna norma o institución que protege aese mercado, desde sistemas de arbitraje, normas de producción hasta incluso todo un sistema democrático. Poreso resulta difícilmente sostenible una economía de mercado en un país dictatorial, dando lugar a multitud de tensionesinternas y externas. El universalismo moderno seentiende mal cuando se piensa como resultado de un discurso filosófico en el que se hace valer el argumento mejorfundamentado; el universalismo se sigue más bien de laexpansión de interacciones que establecen redes de dependencia recíproca. Se podría decir que todo manual deinstrucciones de un artefacto técnico es un involuntarioelemento unificador de las civilizaciones. La expansión dela civilización científica y técnica no es normativamenteneutra. Si alguien quisiera defender obstinadamente sunueva revista· 129241daniel innerarity«identidad» no solamente debería prohibir la entrada depersonas armadas, sino la de cosas aparentemente inofensivas como una bebida, una música o un turista. La censura es a veces torpe, siempre inútil, pero suele saber bastante bien lo que persigue y por eso se obceca en objetosque parecen ridículos, como Platón persiguiendo la música. «A la democracia por la CocaCola», podría ser el eslogan de esta peculiar infiltración de la cultura occidental. Y el grito de advertencia: «Se comienza escuchandorocky se acaba votando en una urna». Los derechos huDINA4.manos se proclaman con formato No entenderíamos bien este proceso de globalización sidejáramos de advertir un contrapunto que le es esencial.Los procesos de expansión de la civilización reticular provocan también movimientos de fortalecimiento reflexivo delas procedencias culturales. Se trata de fuerzas complementariasa los procesos de asimilación. En una sociedad enredada se acrecienta la necesidad y la posibilidad para la autoorganización de pequeñas comunidades. Sería equivocadopensar en los movimientos de regionalización como merosfenómenos de compensación, útiles para el equilibrio emocional en procesos bruscos de racionalización, pero políticamente irrelevantes. La complejidad creciente aumenta porun lado las capacidades de control central, pero complementariamente crecen también aquellos presupuestos vitales cuya regulación central es imposible.LA PREOCUPACIÓN DE LOS REGIONALISMOSToda unificación promueve movimientos de descentralización,como puede comprobarlo quien examine el desarrollonueva revista· 129242elogio de la sociedad enredadade la política regional europea. No es este un asunto folclórico, provincialista o localista, sino que responde a una lógicapropia de todo proceso de modernización, que no la frenasino que la hace posible. De hecho, los regionalismoso procesos similares no tienen su sede en ámbitos pocodesarrollados, sino generalmente en los frentes más innovadores de los Estados miembros, como por ejemplo, Cataluña, el norte de Italia o Baviera. La preocupación por lapropia identidad no se adquiere en lugares aislados sino enlos más dinámicos. La percepción de las diferencias deorigen y su reconocimiento únicamente tienen lugar en laautoconciencia que se adquiere en los entramados de relación y dependencia recíproca de la civilización moderna. Se podría entender esta civilización reticular como unaestructura doble en que, por un lado, se advierten las diferencias y, complementariamente, hay una mayor cercanía al diferente.El crecimiento de las redes que nos vinculan realmentecon espacios lejanos intensifican la experiencia de la alteridad de los demás y de la peculiaridad propia. Quien viajarelativiza lo propio a la vez que lo descubre como tal. Y almismo tiempo, cabría decir que no hay universalista máscrédulo que el sedentario alimentado por los productos culturalesmás despersonalizados. El universalismo de culebrón y festival de Eurovisión no es comparable al de quienes universalista por comparación y no renuncia a ser de unsitio particular, a estimar lo propio y a contrastarlo conotras particularidades.La densificación de las redes implica descentralizacióncultural y política, la desaparición del centro o al menosnueva revista· 129243daniel innerarityde las funciones que hasta hace poco le estaban asignadas.La nueva provincialización procede de que las redes, alcompactarse, hacen que disminuya la significación relativa del centro. Tenemos una experiencia de esto si reparamos en la transformación reciente de las grandes metrópoliseuropeas. Que «todos los caminos conducen a Roma»quiere decir que Roma ha tenido una posición central enla historia occidental hasta la división del Imperio. Perotiene también el sentido directo de que las comunicacionesviarias estaban pensadas desde ese centro. Que «todos loscaminos conducen a Roma» significa que quien coge untren en el Fiumicino y quiera ir a Castelgandolfo, pero noa Roma, ha de pasar por Roma; y si quiere ir a Civitavecchia el paso por Roma le supone un desvío considerable.La racionalidad elemental del centro —la clave de su antiguo éxito— consistía en la minimalización del númerode conexiones necesarias a través de las cuales se puedellegar de un lugar a otro, en la selección de un lugar porel que deba pasar inevitablemente el camino a cualquierotro lugar. El centro era el punto de encuentro de todoslos desvíos, la encrucijada de los rodeos.LA DESAPARICIÓN DEL CENTROEsta posición privilegiada del centro se ha conservado notablemente, pero también es cierto que hay tendenciasopuestas muy poderosas, especialmente en la vieja Europa.Estas fuerzas resultan de la presión de los procesos de modernización cuya condición real es el espesamiento de lasredes. El espesor de las redes que nos vinculan sin centralidad crece exponencialmente como crecen las posibilidanueva revista· 129244elogio de la sociedad enredadades de ir de un sitio a otro sin necesidad de dar rodeospor el centro. En las redes modernas de comunicación todos los participantes están potencialmente unidos entre sí.La consecuencia de esta densificación es la desapariciónde la centralidad del sistema. No se habla a través de centros (o centralitas). En todo caso, la central es un satélitegeoestacionario que no representa ningún lugar social privilegiado. Las conexiones entre los elementos de la red serealizan sin consentimiento central, tienen frecuentemente un carácter transnacional, ignoran las fronteras y configuran intereses diferentes de los definidos centralmente.No deberíamos dejar de advertir las enormes consecuenciasde todo tipo que se siguen de unas redes de relaciónsin centralidad. La densidad de la comunicación y la movilidad espacial hacen que el acceso a la información y alos bienes sea potencialmente universal y sin centro. Enun sistema así aumenta también la homogeneidad de ladistribución, hace que las cosas estén simultáneamentepresentes en muchos sitios y que el centro pierda sus antiguos privilegios y que cada vez tiene menos sentido hablar de «provincias» como un lugar en el que escaseandeterminadas cosas o llegan tarde. Tal vez sea ésta la causa de que la diferencia entre el campo y la ciudad seacada vez más irrelevante.En 1995 tuvo lugar un congreso en Montreux cuyotema ilustra esta situación. Alarm um die Städte era el título que agrupaba a un buen número de personas preocupadas por la desaparición del papel tradicional de las ciudades en Suiza. Allí se dijo que sólo nueve de las sesentaantiguas ciudades de Suiza seguían siendo actualmentenueva revista· 129245daniel innerarityverdaderas ciudades. El resto habían sido rodeadas porconurbaciones que transformaban los centros urbanos enáreas metropolitanas. Esto es lo que se observa en torno aZúrich, Basilea, GinebraLausana y el sur del Ticino. Estatendencia parece tan fuerte que ya se habla de una «Urban Network Switzerland», de Suiza como una ciudad.De hecho, el 70 por 100 de la población suiza vive ya enun ambiente urbano. Se daría entonces la paradoja deque el éxito de la ciudad equivale a su efectiva desaparición como centro organizador.Dicen las estadísticas que más del 30 por 100 de losturistas europeos hacen turismo en las ciudades. Es posible que busquen el viejo núcleo con su encanto históricopero, de hecho, no lo encuentran en su vitalidad funcional sino como un reducto museístico. Es muy dudoso quelas ciudades del futuro tengan algo similar a las calles anuXIX. Conlares y los bulevares de las grandes metrópolis del esto no estoy acusando a los arquitectos o urbanistas deincapacidad para hacer visible la centralidad con los procedimientos arquitectónicos. El problema tiene que vermás bien con la creciente pérdida de representatividad delos centros en una civilización de tejidos técnicos, económicosy comunicativos carentes de un centro reconocible.Por ese motivo cabe suponer que Bruselas no será nuncaun centro al estilo de las viejas capitales europeas. Nadalo muestra mejor que el fracaso de los intentos por fundarmacrocapitales en los regímenes totalitarios de este siglo.Ya no parece posible ni siquiera establecer centros a losque asignar las funciones que se encomendaron a capitales modernas como Ottawa, Ankara, Camberra o Washingnueva revista· 129246elogio de la sociedad enredadaton. Una sociedad reticular es una sociedad tendencialmente descapitalizada.Tampoco es una casualidad que la arquitectura actualhaya sufrido una correspondiente transformación. Según lafórmula de Posener, nuestra arquitectura representa menos funciones de uso que funciones de construcción. Conlos actuales medios arquitectónicos es difícil decir cómodebería ser un ayuntamiento o una sede presidencial. Lareciente envoltura del Reichstag de Berlín puede interpretarse como un aprovechamiento irónico de este desconcierto. En las democracias actuales, la presencia efectivadel presidente es una presencia mediática sin territorialidad y esto no es fácil de representar con un edificio. Losparámetros de lo cercano y lo lejano, lo sublime y lo corriente,lo enfático y lo simple, lo antiguo y lo nuevo ya no trazan fronteras que delimiten al pueblo de los poderosos,pues también el poder se quiere revestir ocasionalmentede las propiedades de sus súbditos. Por eso la estética política es un ámbito en ebullición, tras una época de hieratismo estático. En este contexto, las escaleras o las columnasson un transfondo decorativo; el lugar elevado y centralno simboliza el tipo de poder que se ejerce en nuestrassociedades. ¿Qué es una función? Pues precisamente hacer visible lo que se ha convertido en invisible. Por eso laactual arquitectura política tiene un sesgo de inofensivanostalgia. Por eso el turista metropolitano no sólo buscapasado; en los vestigios arquitectónicos de las capitales históricas busca y encuentra la representación simbólica dealgo común cuya funcionalización actual apenas se puede expresar en las entidades locales. Busca el recuerdo denueva revista· 129247daniel innerarityalgo lejano que ha perdido entre tanta inmediatez, algo que,por favor, no sea interactivo, simpático, igual que nosotros, sino, a ser posible, tradicional, sublime, distante.Siento no poder concluir con una nota pesimista decrítica cultural, pero es que pienso que una sociedad enredada, en lugar de nivelar, conformar y masificar, fortalece más bien la pluralización. Los críticos de la sociedadde masas no tuvieron en consideración las oportunidadesemancipadoras que ofrece una sociedad reticular, no supieron ver que si la técnica primitiva favoreció las dictaduras, la técnica actual contribuye a su destrucción. PUBLICADO EN NUEVA REVISTA N.º 49 (1997)nueva revista· 129248